martes, 8 de octubre de 2024

Miércoles de la Vigésimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario

 


Gl 2, 1-2. 7-14

La salvación, por tanto, era una especie de “libreta de ahorros”: cada ley cumplida era como un depósito en esa libreta. Cuando una persona lograba cumplir todo lo que mandaba hacer la Ley, ella podía considerarse amiga de Dios y salvada, no por la gracia de Dios, sino por haber contabilizado la salvación mediante una serie de acciones llevadas a cabo.

José Bortolini

Enunciamos que hubo dos visitas de Pablo a Jerusalén, hoy, la perícopa nos informa de esta segunda visita –que tuvo lugar catorce años después-; se nos refiere que en ella se llevó a cabo una “conferencia”, donde se trataron de dilucidar dos temáticas verdaderamente candentes:

1)    La cuestión de la circuncisión, sí era indispensable para hacerse cristiano

2)    Responder sí, en nuestra Iglesia, tenían o no cabida los gentiles

 

Se nos cuenta que no subió solo, sino que iba junto con Bernabé y Tito. No fue por envío de nadie, como se dice en Hechos donde se afirma que fue a instancias de la Iglesia de Antioquia. Y presentó ante δοκοῦσιν [docousin] “las columnas” (se puede entender como “los que gozaban de estima”, pero connota que se podía suponer que la tenían, con esta fórmula se refiere a Cefas, Juan y Santiago), el Evangelio que él predicaba, y se nos da el dato que ni siquiera a su acompañante Tito, le habían exigido la circuncisión.

 

La manera de presentar esta conferencia pone a sus interlocutores como si se estuviera hablando entre “apóstoles” todos al mismo nivel. En los hechos, se presentaba a las “columnas” como dueñas de autoridad sobre la Iglesia. Su manera de referirse a los notables de Jerusalén sobreentiende cierta ironía.

 

Como consecuencia de que ni siquiera Tito que fue con él a parlamentar con las Columnas, fue conminado a recibir la circuncisión se ha de entender como el hecho neto de que los cristianos no estaban sujetos a la ley judaica, y que de esto estaban “libres”.

 


En los versos 3-6 que no se incluyen en la Lectura de hoy, se alude a unos ψευδαδέλφους “falsos hermanos” que no llegaban para adherirse a la fe cristiana, sino para κατασκοπῆσαι [katascopesai], es decir eran infiltrados para “espiar” la libertad que se estaba promoviendo al interior de la Iglesia y llevar el chisme a los que los patrocinaban, eran –nada más ni nada menos que “espías”.

 

Había una religio licita, la que el Imperio autorizaba, con la que se podían obtener privilegios y exenciones; lo que ha llevado a pensar que dependían de la Iglesia de Jerusalén, liderada por Santiago –hasta el año 62, cuando fue asesinado; que no conseguían romper decididamente con las tradiciones del judaísmo. Estos falsos hermanos lo que hacían era procurar hacer retroceder a los Gálatas a la esclavitud. Era la ponzoña de la tradición de hacerse circuncidar, la punta de lanza de esta contraofensiva.

 

En cambio, la Verdad que Dios nos brinda, apunta hacia la apertura de la fe y procura erradicar la sujeción a la ley.

 

En el verso 11 se señala una fricción que se presentó por lo que a Pablo le pareció una verdadera incoherencia: Pedro –llegado a Antioquía- venía compartiendo mesa con los gentiles, sin reparos; pero entrados en escena estos circuncisos, Pedro retrocedió, y se apartó de ellos. Esto fue un mal ejemplo, porque todos los judíos se apartaron y, la cosa llegó al punto de tocar también los criterios de Bernabé. Esto se podía señalar, con precisión, como una hipocresía, palabra que significaba “hacer algo para que lo viera el público”, era la palabra para designar la actuación teatral. Esto está profundamente relacionado con la responsabilidad de los que cargan el liderazgo de la fe, si una “columna” se ve confundida, arrastra en su caída a otros miembros de la comunidad: Se cede a sembrar confusión y división.

 

Sal 117(116), 1.2

Este salmo es supremamente breve, sólo tiene dos versículos, así que se proclama entero el día de hoy.

 

Está relacionado, precisamente con la Misión Paulina de llevar la Buena Noticia de la Salvación, también a los gentiles y llegar hasta las propias fronteras de la tierra, vaga decir hasta sus últimos renglones. 

 

Esta Misión nos toca a todos, es por eso que los bautizados somos discípulos –misioneros.

 

Ante todo, está la Alabanza, que es gratitud manifestado por el hombre hacia el Señor que se brinda, se da, se Revela, se deja conocer, no exhaustivamente porque Él trasciende nuestras limitaciones, pero por completo en todo lo que se requiere para que nos podamos Salvar.

 

Luego va a resaltar dos cualidades-divinas:

1)    La Misericordia de Dios es Firme, o sea, Inamovible.

2)    Su Fidelidad es Involuble: Absoluta, definitiva. Es Persistente. Es tenaz. Durará por toda la Eternidad

 

La antífona declara que la tarea evangelizadora es una proclamación destinada al Mundo Eternidad.

 

Lc 11, 1-4

 

Los cristianos están de tal manera acostumbrados a recitar este texto como una fórmula que se remonta hasta Jesús, que esta plegaria viene a ser dicha de una manera mecánica, sin una vinculación suficiente con la vida misma.

André Myre

«El evangelista ha situado el “Padre Nuestro” dentro del gran centro de su evangelio, que va de 9,51 a 19, 27: la subida a Jerusalén. Estos capítulos son casi exclusivamente compuestos de textos sacados del documento “Q” y materiales propiamente lucanos. (André Myre). El evangelio según San Lucas, es la mayor escuela de oración.


 

«El Padre Nuestro en la versión de Lucas es más breve que en mateo (en Mateo hay siete peticiones; en Lucas solo cinco) y está situada en un contexto diferente: Mateo la presenta en el Sermón del Monte, mientras que Lucas la coloca en el camino hacia Jerusalén, que es el espacio más largo para las enseñanzas de Jesús en este evangelista. (Pedro Jaramillo Rivas)

 

Por el Camino lucano hemos venido percibiendo dos claves mayores de comprensión de la Oración. Ante todo, la oración no está relacionada con el aprendizaje memorístico de plegarias. No es Escuela de Oración dedicarse a aprender oraciones y retener muchas en mente.

 

Tampoco es un parloteo constante que nos compromete a hablarle a Dios por horas y horas y volvernos grandes “discurseros”, muy agiles y hábiles para ensartar retahílas.

 

Indudablemente que podemos aprovechar las oraciones existentes, pero no para repetirlas al pie de la letra, sino para observar en ellas lo que podrían ser pautas de como iniciar una “charla” con Él. Por ejemplo, el Padre Nuestro es una maravillosa muestra de lo que podemos decirle a Dios: Que Él es el Rey, y que nosotros –lo aprendimos de María, siempre Virgen- ansiamos plegarnos por entero a Su Voluntad Misericordiosa.


 

Llegados a este punto, notamos que hay una tercera pauta refulgente: La oración no es egoísta, no es un pedir y pedir para uno; si hay un “secreto” albergado en el Padre Nuestro es que se trata de una Oración que brota de un corazón comunitario, es una oración en Primera Persona del Plural, como las oraciones de la Liturgia, son oraciones que ruegan con un corazón Sinodal. ¡Desde un “Nosotros”!

 

Toda oración, litúrgicamente hablando, es una oración que habla desde la boca de un “pueblo”: Son fórmulas corporativas: El sujeto es el Cuerpo Místico de Cristo.

 

Si en la liturgia aparece una oración en singular, y peor, si el sujeto es “yo”, esa definitivamente no es una oración litúrgica. A veces, nos encontramos con una oración “muy hermosa” –así nos lo parece, y no vemos que tenga ningún error teológico, y queremos adoptarla como un aporte a la liturgia, pero, si no cumple este requisito, no cabe. Es por lo mismo que la iglesia se muestra tan cautelosa cuando de modificar los elementos del culto Eucarístico se trata. Recordemos que la palabra liturgia tiene su profunda raíz, en la palabra λάος [laos], y έργον [ergon] o sea, trabajo cultual del pueblo, y ese pueblo es el Cuerpo Místico de Cristo.

 

«… tanto para Jesús como para los primeros cristianos, esta plegaria del “Padre Nuestro” es más una vida para expresar que una plegaria para recitar simplemente.» (André Myre) Tanto el “pan” como el “perdón” son las añadiduras que Dios dará a quienes verdaderamente trabajen por la construcción del Reino. 

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