Gl
2, 1-2. 7-14
La salvación, por
tanto, era una especie de “libreta de ahorros”: cada ley cumplida era como un
depósito en esa libreta. Cuando una persona lograba cumplir todo lo que mandaba
hacer la Ley, ella podía considerarse amiga de Dios y salvada, no por la gracia
de Dios, sino por haber contabilizado la salvación mediante una serie de
acciones llevadas a cabo.
José Bortolini
Enunciamos
que hubo dos visitas de Pablo a Jerusalén, hoy, la perícopa nos informa de esta
segunda visita –que tuvo lugar catorce años después-; se nos refiere que en
ella se llevó a cabo una “conferencia”, donde se trataron de dilucidar dos
temáticas verdaderamente candentes:
1) La cuestión de la
circuncisión, sí era indispensable para hacerse cristiano
2) Responder sí, en
nuestra Iglesia, tenían o no cabida los gentiles
Se
nos cuenta que no subió solo, sino que iba junto con Bernabé y Tito. No fue por
envío de nadie, como se dice en Hechos donde se afirma que fue a instancias de
la Iglesia de Antioquia. Y presentó ante δοκοῦσιν [docousin] “las columnas” (se puede
entender como “los que gozaban de estima”, pero connota que se podía suponer que la tenían, con esta
fórmula se refiere a Cefas, Juan y Santiago), el Evangelio que él predicaba, y
se nos da el dato que ni siquiera a su acompañante Tito, le habían exigido la
circuncisión.
La
manera de presentar esta conferencia pone a sus interlocutores como si se
estuviera hablando entre “apóstoles” todos al mismo nivel. En los hechos, se
presentaba a las “columnas” como dueñas de autoridad sobre la Iglesia. Su
manera de referirse a los notables de Jerusalén sobreentiende cierta ironía.
Como
consecuencia de que ni siquiera Tito que fue con él a parlamentar con las
Columnas, fue conminado a recibir la circuncisión se ha de entender como el
hecho neto de que los cristianos no estaban sujetos a la ley judaica, y que de
esto estaban “libres”.
En
los versos 3-6 que no se incluyen en la Lectura de hoy, se alude a unos ψευδαδέλφους “falsos hermanos” que no llegaban para
adherirse a la fe cristiana, sino para κατασκοπῆσαι [katascopesai], es decir eran infiltrados para
“espiar” la libertad que se estaba promoviendo al interior de la Iglesia y
llevar el chisme a los que los patrocinaban, eran –nada más ni nada menos que “espías”.
Había
una religio licita, la que el Imperio autorizaba, con la
que se podían obtener privilegios y exenciones; lo que ha llevado a pensar que
dependían de la Iglesia de Jerusalén, liderada por Santiago –hasta el año 62,
cuando fue asesinado; que no conseguían romper decididamente con las
tradiciones del judaísmo. Estos falsos hermanos lo que hacían era procurar
hacer retroceder a los Gálatas a la esclavitud. Era la ponzoña de la tradición de
hacerse circuncidar, la punta de lanza de esta contraofensiva.
En
cambio, la Verdad que Dios nos brinda, apunta hacia la apertura de la fe y
procura erradicar la sujeción a la ley.
En
el verso 11 se señala una fricción que se presentó por lo que a Pablo le
pareció una verdadera incoherencia: Pedro –llegado a Antioquía- venía
compartiendo mesa con los gentiles, sin reparos; pero entrados en escena estos
circuncisos, Pedro retrocedió, y se apartó de ellos. Esto fue un mal ejemplo,
porque todos los judíos se apartaron y, la cosa llegó al punto de tocar también
los criterios de Bernabé. Esto se podía señalar, con precisión, como una
hipocresía, palabra que significaba “hacer algo para que lo viera el público”,
era la palabra para designar la actuación teatral. Esto está profundamente
relacionado con la responsabilidad de los que cargan el liderazgo de la fe, si
una “columna” se ve confundida, arrastra en su caída a otros miembros de la
comunidad: Se cede a sembrar confusión y división.
Sal
117(116), 1.2
Este
salmo es supremamente breve, sólo tiene dos versículos, así que se proclama
entero el día de hoy.
Está
relacionado, precisamente con la Misión Paulina de llevar la Buena Noticia de
la Salvación, también a los gentiles y llegar hasta las propias fronteras de la
tierra, vaga decir hasta sus últimos renglones.
Esta
Misión nos toca a todos, es por eso que los bautizados somos discípulos
–misioneros.
Ante
todo, está la Alabanza, que es gratitud manifestado por el hombre hacia el
Señor que se brinda, se da, se Revela, se deja conocer, no exhaustivamente
porque Él trasciende nuestras limitaciones, pero por completo en todo lo que se
requiere para que nos podamos Salvar.
Luego
va a resaltar dos cualidades-divinas:
1) La Misericordia de
Dios es Firme, o sea, Inamovible.
2) Su Fidelidad es
Involuble: Absoluta, definitiva. Es Persistente. Es tenaz. Durará por toda la Eternidad
La
antífona declara que la tarea evangelizadora es una proclamación destinada al
Mundo Eternidad.
Lc
11, 1-4
Los cristianos están de
tal manera acostumbrados a recitar este texto como una fórmula que se remonta
hasta Jesús, que esta plegaria viene a ser dicha de una manera mecánica, sin
una vinculación suficiente con la vida misma.
André Myre
«El
evangelista ha situado el “Padre Nuestro” dentro del gran centro de su
evangelio, que va de 9,51 a 19, 27: la subida a Jerusalén. Estos capítulos son
casi exclusivamente compuestos de textos sacados del documento “Q” y materiales
propiamente lucanos. (André Myre). El evangelio según San Lucas, es la mayor
escuela de oración.
«El
Padre Nuestro en la versión de Lucas es más breve que en mateo (en Mateo hay
siete peticiones; en Lucas solo cinco) y está situada en un contexto diferente:
Mateo la presenta en el Sermón del Monte, mientras que Lucas la coloca en el camino
hacia Jerusalén, que es el espacio más largo para las enseñanzas de Jesús en
este evangelista. (Pedro Jaramillo Rivas)
Por
el Camino lucano hemos venido percibiendo dos claves mayores de comprensión de
la Oración. Ante todo, la oración no está relacionada con el aprendizaje
memorístico de plegarias. No es Escuela de Oración dedicarse a aprender
oraciones y retener muchas en mente.
Tampoco
es un parloteo constante que nos compromete a hablarle a Dios por horas y horas
y volvernos grandes “discurseros”, muy agiles y hábiles para ensartar
retahílas.
Indudablemente
que podemos aprovechar las oraciones existentes, pero no para repetirlas al pie
de la letra, sino para observar en ellas lo que podrían ser pautas de como iniciar
una “charla” con Él. Por ejemplo, el Padre Nuestro es una maravillosa muestra
de lo que podemos decirle a Dios: Que Él es el Rey, y que nosotros –lo aprendimos
de María, siempre Virgen- ansiamos plegarnos por entero a Su Voluntad Misericordiosa.
Llegados
a este punto, notamos que hay una tercera pauta refulgente: La oración no es
egoísta, no es un pedir y pedir para uno; si hay un “secreto” albergado en el
Padre Nuestro es que se trata de una Oración que brota de un corazón
comunitario, es una oración en Primera Persona del Plural, como las oraciones
de la Liturgia, son oraciones que ruegan con un corazón Sinodal. ¡Desde un “Nosotros”!
Toda
oración, litúrgicamente hablando, es una oración que habla desde la boca de un
“pueblo”: Son fórmulas corporativas: El sujeto es el Cuerpo Místico de Cristo.
Si
en la liturgia aparece una oración en singular, y peor, si el sujeto es “yo”,
esa definitivamente no es una oración litúrgica. A veces, nos encontramos con
una oración “muy hermosa” –así nos lo parece, y no vemos que tenga ningún error
teológico, y queremos adoptarla como un aporte a la liturgia, pero, si no
cumple este requisito, no cabe. Es por lo mismo que la iglesia se muestra tan
cautelosa cuando de modificar los elementos del culto Eucarístico se trata. Recordemos
que la palabra liturgia tiene su profunda raíz, en la palabra λάος
[laos], y έργον
[ergon] o sea, trabajo cultual del pueblo, y ese pueblo es el Cuerpo Místico de
Cristo.
«…
tanto para Jesús como para los primeros cristianos, esta plegaria del “Padre
Nuestro” es más una vida para expresar que una plegaria para recitar
simplemente.» (André Myre) Tanto el “pan” como el “perdón” son las añadiduras
que Dios dará a quienes verdaderamente trabajen por la construcción del Reino.
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