miércoles, 16 de octubre de 2024

Jueves de la Vigésimo Octava Semana del Tiempo Ordinario



 Ef 1, 1-10

La gracia hace pensar en cariño, ternura, afecto, amabilidad, gratitud y otras características de Dios que es Padre y Madre, La paz (Shalom) es la plenitud de la vida para todos, consecuencia de la gracia y lazo de nuevas relaciones entre las personas.

José Bortolini

 

Abrimos hoy un cursillo sobre la Carta a los Efesios. Este estudio nos ocupará todos los días que restan del mes de octubre, exceptuando los Domingos, la Fiesta de San Lucas (el viernes 18 de octubre), y los Santos Apóstoles Simón y Judas (el 28 de octubre), en pleno centro de la semana Trigésima del Tiempo Ordinario en el ciclo par. Lo que nos da un total de 11 encuentros, donde la Primera Lectura proviene de esta Epístola.


 

Éfeso se disputaba con Pérgamo, cuál de las dos era -para esa época- la ciudad de Asía más importante; era un puerto comercial clave, centro intelectual y, también religioso; situada en la península de Asía Menor, en territorio de la Actual Turquía. Recordemos que en Éfeso estaba una de las siete maravillas del mundo de aquella época, el Templo de Diana (Artemis) para muchos era la mayor de las siete maravillas, esta deidad mítica era hija del dios Júpiter y la titánide Latona con un hermano gemelo: el dios Apolo.

 

San Pablo evangelizo allí y logró constituir una de las comunidades cristianas más admirables, donde estuvo en varias oportunidades y pasó más de tres años. Valga anotar que en los manuscritos más antiguos que se han encontrado de esta Carta, no se hacía ninguna mención de Éfeso; solo en manuscritos más recientes, datados en el siglo II, aparece el prólogo donde se la nombra.  Otra curiosidad es que Pablo, en otras cartas nombra a los conocidos y amigos que había dejado a su paso por las ciudades a las que les escribía, en esta Carta, en cambio, él no nombra a nadie procedente de allí. Es posible, que la Carta fuera otra circular (Encíclica), destinada a leerse en todas las Comunidades Cristianas de la zona, donde se iba pasando para darle lectura pública y ser llevada a otra. Esta carta tiene un vocabulario distinto y una teología diferente y, también los asuntos tratados tienen una mirada diversa. Vistos estos rasgos se puede sospechar que tiene una datación posterior y habría sido remitida bien entrada la segunda parte del siglo I.


 

Mirada comparativamente, se puede emparentar con los rasgos de la Carta a los Colosenses, donde se puede llegar a percibir un calco.

 

Podemos agruparla, así se ha hecho, con las Cartas a los Filipenses, a Filemón y a los Colosenses integrando este conjunto las Cartas desde la Cautividad. Hay quienes piensan que esta es la Carta a Laodicea que San Pablo menciona en Col 4, 16.

 

El tema central es la Iglesia de Jesucristo, vista desde la óptica de ser su Cuerpo Místico. La Iglesia abarca a la humanidad, y la presenta como la esposa de Jesucristo. Se insiste en la unidad, basada sobre el hecho de que hay un solo Espíritu, Un solo Señor y Un solo Dios-Padre (Cfr. 4, 3-6). Sin embargo, el cuerpo fue decapitado de su Cabeza, nuestro Señor Jesucristo, por la guillotina del pecado. Intentemos proponer un mapa para navegar en la Carta:

 

El saludo (1, 1-2)

      I.        Exposición de la soteriológica de Dios. (1,3 – 3,21) bloque doctrinal y expositivo

    II.        Exhortación para vivir el seguimiento cristiano. (4,1 - 6,20)

Despedida (6, 21–24) Exhortándolos a vivir conforme al llamamiento recibido

 

La Carta a los Efesios enfoca la Iglesia como un misterio Salvífico. Cuatro bloques, solamente. La perícopa de hoy contiene el saludo y una alabanza a Dios por su obra Salvadora.

 

En el saludo, él se presenta como Apóstol de Cristo Jesús, ese título venía a significar algo así como “el Emisario” o “el Embajador”. Afirma dirigirla a los “Santos”, lo que en aquel contexto significaba “los bautizados”. El versículo 3, es bien usual en nuestras liturgias y no sería raro que lo supiéramos de memoria. Vale la pena encender el reflector sobre las palabras “gracia” y “paz” con un lente arqueológico -como solían hacer los filólogos- porque son palabras que han sufrido una evolución y que actualmente significan otra cosa. Por ejemplo, la gracia, remarcaba que se recibía con carácter de “gratuidad” no es ni paga ni premio de ningún buen comportamiento o acto piadoso, es por la pura y excelsa Generosidad de Dios. Es “Don incondicionado”. La paz, de la que se habla aquí, se refiera a la armonía que se teje entre Dios y todas sus criaturas. Son los bienes supremos y los más anhelados que se puedan pedir.

 

Entramos en una “doxología”, un admirable himno de alegría, alabanza a la divinidad, esta palabra técnica significa “glorificación”. Notemos que la fórmula aquí propuesta es Trinitaria. La parte referida al Espíritu Santo ocupa los versos 13-14, que no están incluidos en la liturgia, porque el sábado continuaremos empezando en el verso 15. Por eso, los vamos a insertar aquí:

 

«En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria».

 

Nótese el tinte doxológico que lo tiñe.

 

San Pablo se acoge a esta Gracia y Paz para suplicar la entrega de esas bendiciones que Dios preparó desde siempre para nosotros. Esa remesa despachada en virtud de nuestra elección tiene unas “razones” -en número de cinco- que el Apóstol de los Gentiles va a enunciar a continuación:

 

1)    Antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos e intachables.

2)    Ante Él, por el Amor.

3)    Llamados a ser hijos por adopción

4)    Nos ha destinado según el beneplácito de su Voluntad

5)    Llamados a ser “redimidos” por su Sangre.

 

“… tiene, evidentemente, dimensión trinitaria. Todo parte del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, se realiza en Cristo y se consuma en el Espíritu Santo.” (José Bortolini)

 

Estamos decapitados: un cuerpo sin Cabeza, pero el Plan Divino consiste en re-capitularlo todo y a todos -así en el Cielo como en la tierra- en Jesucristo.

 

Sal 98(97), 1bcde. 2-3ab. 3cd-4. 5-6

Proclamo la victoria con los labios y lucho con las manos para que venga.

 

No permitas Señor que hagamos de esta Salmo un disfraz de postergación para tu Reinado. Que el hecho de que nos cueste identificar en las plántulas de tu Reino su Gloria, no sea pretexto para declarar que le faltan muchos siglos todavía para cuajar y convertirse en nuestro medio-ambiente, en Tu Edén.

 

¿En qué consiste esta Carta a los Efesios? En que el Señor nos Revela su Plan Salvífico. Lo vamos a repetir cinco veces en este Salmo. ¿Cuál es el contenido de esa revelación? ¡Que el Señor da a conocer su Victoria! ¡Revela a las naciones su Justicia!

 

¿De dónde brota Su Victoria? ¿Nos creó para que fuéramos bloques de cemento para ser testigos ciegos y mudos de su Gloria? ¿Qué labios van a entonar esta doxología si no somos nosotros?

 

Jamás, óigase bien, ¡Jamás olvida que su corazón es amoroso! En el caso de estar hablando de Dios, ¿qué significa Amoroso? Justo, Misericordioso, Fiel.

 

No hay límite ni frontera donde no llegue el esplendor de su Grandeza. Más allá de los bordes del planeta, más allá de las Galaxias. ¡Más allá! ¡Es imposible no verlo! Se contempla la Victoria de nuestro Dios desde todo rincón del Universo.

 

Y, nosotros ¿qué hacemos mientras tanto? i) Tañemos la cítara ii) Hacemos sonar los instrumentos iii) Obligamos a las trompetas a producir su son. No somos inactivos, ni impotentes, mucho menos indiferentes ante la Voluntad Salvífica que su Providencia nos tiene reservada.

 

Robustece nuestra fe y abre nuestros ojos para hacernos ver que tu Victoria ya ha llegado, aunque quede velada bajo apariencias humildes que ocultan la Gloria de toda realidad salvífica mientras seguimos aquí, en la lucha. No dejes que pensemos que es un prodigio allende la tumba, que reconozcamos que germina, aunque por ahora no ha brotado su retoño.

 

Lc 11, 47 54

Los legistas se llevan la llave del Conocimiento de Dios, porque dan la imagen de un Dios sin Misericordia.

Silvano Fausti

 

Hay un grado inconmensurable de complicidad cuando uno organiza el entierro de las victimas que nuestros padres van dejando tendidas y con las que han sembrado la tierra de desazón. Ante eso, hay dos posibilidades: la primera es hacerles monumentos gigantescos, colosales, como si se tratara de hacerles honor para encubrir el crimen y negar que hubiera razones para atropellarlos con brutalidad. En otros casos, en vez de un gran mausoleo, se les decora la tumba con mayores calumnias, para ratificar que estamos de acuerdo con su vil asesinato. Nada de esto deshace el crimen ni disminuye su injusticia.


 

¿A quiénes se asesinaba? ¡A los profetas! Las víctimas son los heraldos, los portavoces, los emisarios. ¿Por qué se les sentencia a tan oscuro y doloroso fin? Es que la justicia, la bondad y la paz son muy incomodas. Traba las ruedas del negocio. Son impedimentos metidos entre los radios de sus ruedas, engranajes y maquinarias. El mensajero de la Justicia ha firmado su propia sentencia. La sabiduría popular lo sintetizó con uno de sus aforismos: “El que se mete a redentor, muere crucificado”. Muy irónico, la historia ha registrado los múltiples casos en que, mientras con una mano se levanta la tumba monumental, con la otra, se paga la mesada sicarial al esbirro: “Ellos los mataron y ustedes les hacen los monumentos”.

 

Cada vez que se negocia la vida de un “discípulo-misionero”, se están añadiendo razones al veredicto Divino contra sus criminales. Esto ha sido y seguirá siendo desde los más antiguos anales, Jesús lo ratifica hoy: “… desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías… Si, les aseguro, se le pedirán cuentas a la gente de esta generación”. (Lc 11, 51)


 

Aún hay otra sentencia Celestial que pronuncia Jesús con el “Ay” final: esta vez va contra los que conculcan «la llave del γνώσεως [gnoseos] “saber”. Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quieren. Se han apoderado, la han acaparado, se declaran sus únicos dueños. (11, 52). De nuevo se refiera a los “legistas”. Esto se relaciona directamente con el בית המקדש [beit hammikdash] “casa de estudio”, literalmente “donde se estudia”, Edificio para estudio y oración de los miembros de la comunidad. En la época moderna, el Bet Hamikdash se encuentra, por lo general, al lado de la sinagoga. A menudo cuenta con una biblioteca y otras instalaciones para el estudio. En el Bet Hamikdash también se celebran servicios religiosos. Al Bet-Hamikdash -en la era de los Templos-, propiamente dicho sólo podían entrar los sacerdotes. Allí se dan especies de conferencias con homilética judía. No se trata de estudios universitarios a la usanza europea, sino que es la “facultad” de los legistas expertos en la Torah y sus mitzvah. Se practica la interpretación, la exegesis de los textos de la Tanaj. Estos recintos existieron en los Tres Templos, señalamos su carácter exclusivista, al que se refiere Jesús. Se denuncia que a los sencillos se les dejaba por fuera.


 

Los “Ay de mi” tan lúgubres, cobraron toda su razón de ser cuando -a causa de ellos- Jesús fue arrastrado al Calvario.

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