miércoles, 23 de octubre de 2024

Jueves de la Vigésimo Novena Semana del tiempo Ordinario


 

Ef 3, 14-21

… que Cristo puede πληρωθῆτε [plerothete] “habitar en sus corazones” por medio de la fe en que hemos sido arraigados y cimentados en el Amor de Cristo, …

Ef 3, 19

Ya hemos postulado que esta Carta a los Efesios era, posiblemente, una carta de tipo encíclica, no destinada a una Iglesia en particular, sino a un conjunto de ellas, ubicadas en una zona común, todos enfrentaban una situación similar así que todos ellos podían captar claramente su mensaje y su propósito.

 

Podríamos segmentarla en dos bloques:

1)    Oración suplicante (vv. 14-19)

2)    Alabanza-Doxológica (vv. 20-21)

 

¿Cómo podemos saber que se trata de una oración “suplicante”? ¡Sencillo! Porque San Pablo la eleva, puesto de rodillas ante Dios Padre. Lo normal era que se orara de pie. San Pablo implemente este factor litúrgico: dirigirse a Dios de rodillas para subrayar el carácter suplicante de la oración. La oración, si está hecha de rodillas, se vuelve súplica.

 

¿Qué caracteriza la súplica? que es un verdadero clamor, o sea que se habla de manera audible, con gran sentimiento, acerca de una necesidad urgente; como lo hiciera Moisés cuando los del Éxodo carecían de agua potable (Ex 15, 25s). San Pablo se dirige a Dios-Padre con las rodillas en tierra, para mostrar gráficamente la insistencia de su petición.

 

Y, se nos explica, por qué Dios se merece ofrecerle esta “posición” para enfatizar cuán vital es para la existencia del que ruega, obtener lo pedido: Se dirige a Dios-Padre de quien dimana, todo Nombre -es decir, que a cada criatura la ha asignado una función y un rol en la Creación-, porque el Nombre expresa la función y característica de quien lo porta.

 

¿Qué expresa que haya tal variedad de criaturas y que cada una tenga su propio ocupación, oficio y destinación? Quiere decir que Dios merece ser gloriado porque su Creación está revestida de un orden maravilloso, y en ello se manifiesta su inefable inteligencia y lo estratégico de todo su Plan.

 

Hecha mención de la armonía y agudeza de ese Plan Magistral, lo que va a pedir, parece muy fácil, ante tanto poder. Veamos de qué se trata:

i)      Fortaleza interior

ii)     Que el Espíritu actúe en ellos

iii)   Que Cristo inhabite en sus corazones

iv)   Que vivan y permanezcan arraigados y cimentados en el Amor de Jesucristo

v)    Y sean llenos de la Plenitud Divina.

 

Se suplica para que no sólo Jesucristo sea Plenitud de la Gracia del Padre, sino, además, que todos ellos sean hechos coparticipes de esa plenitud de Dios.

 

La doxología sólo ocupa los dos últimos versos de la perícopa.

 

En su contexto, por aquel entonces, Dios era Dios, y la mentalidad gnóstica que predominaba en el ambiente, separaba rotundamente la Divinidad de lo humano y de todo lo terrenal y todo lo material. Para el gnosticismo, recibir la plenitud del Señor, era absurdo. Nosotros estamos hechos de materia, y como ellos lo veían, era absolutamente imposible asimilarnos en algo a Dios. Según ellos, la materia es corrompida.

 

Además, para los gnósticos, el camino hacia Dios es la “inteligencia” y no la oración. Era, por virtud del racionalismo que se podía acercar a un limitadísimo conocimiento de Dios. Pablo, por el contrario, está pidiendo que Cristo, Plenitud del Padre, habite en nosotros, y seamos llenos de su Plenitud.

 

En la Carta, la doxología (glorificación) afirma que, si Dios lo quiere hacer, lo puede hacer, y que nos puede socorrer un nivel de comprensión e intelección inimaginables, de otra manera, que no sea por el Auxilio y la Gracia de “Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar”.

 

Y concluye: “a Él la Gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos”.

 

Sal 33(32), 1-2. 4-5. 11-12. 18-19

Los gnósticos, además, ponen en pie de igualdad el poder del mal frente al Poder de Dios. Me recuerda a una persona con su toc, que viendo desequilibradas las cafeteras y mucho más llena la descafeinada, vertió sobre el café corriente, una dosis suficiente para que las dos alcanzaran la misma altura. Para él, la cuestión era verlas “iguales”, como para los gnósticos, la lógica les habla de “igualdad y simetría”; no saben que no es cuestión de lógica y que la única manera de saber es por Gracia.

 

No es así, como ellos se lo figuran; la Revelación nos ha permitido llegar a saber que el Poder de Dios es apabullantemente Mayor y que, al llegar la hora, con el sonido de la trompeta, el Malo quedará reducido a Nada reabsorbido en su nulidad.

 

El salmo nos hace ver este factor: los planes de los malvados pueden ser aplastados de un solo plumazo, en cambio, los proyectos del corazón de Dios subsisten de edad en edad.

 

Veamos cómo va el hilo en la perícopa de este salmo hímnico:

Primera estrofa. - El salmo nos conmina para hacer dos cosas, aclamar al Señor y darle gracias. ¿Por qué haríamos eso? Se le aclama porque merece que quienes son “buenos” lo alaben; ¿Cómo debe ser nuestro gesto eucarístico? Nuestra gratitud no puede ser desabrida, insulsa, debemos tributarle nuestra gratitud “con todos los juguetes”, con acompañamiento de citaras y de decacordios. Un verdadera “serenata” de agradecimiento, una coral-instrumental para respaldar acústicamente la eucaristía. ¿Por qué se habla aquí de “eucaristía” si en ese entonces no se había instituido este “Sacramento”? El salmo habla de תְהִלָּֽה [tejil-la] “loor”. Hemos de decir, que en el Primer Testamento se tenía un sentido religioso de “acción de gracias”, se llama תודה [todah], sacrificio de acción de gracias”, en general, las voces para referirse a la gratitud comparten la raíz que tiene las letras Vov, Daled y Hei. Podemos rastrear hasta allí el parentesco con lo que en griego vino a llamarse “eucaristía”.

 

Segunda estrofa. – Dios profiera Palabras, pero la Palabra de Dios no miente, es completamente יָשָׁ֥ר “recta”, sincera”, “justa” o sea “habla verdad”, el Señor obra ciertas acciones, pero las obras de Dios son בֶּאֱמוּנָֽה [emunah] “leales”, “fieles”, “firmes”. ¿Qué ama Dios? La justicia y la rectitud; y ¿con qué llena toda la tierra? Con su חֶ֥סֶד [jesed] “Misericordia”, palabra que traduce literalmente “lealtad con su Pacto”, “fidelidad con su Alianza”.

 

Tercera estrofa. – Aquí viene lo que -en nuestro co-texto más nos interesa- que Dios sostiene su propio Plan, Él tiene un “Proyecto en Su Divina Mente”, y ¡lo escribirá recto a pesar de los renglones torcidos”; eso tiene que alegrarnos, reconfortarnos en la seguridad de que el mal no se saldrá con la suya. Lo que a nuestros ojos son injusticias, el Señor no las deja campear impunes, el Señor vela para que la Justicia (con mayúscula porque no es cualquier justicia, sino la Justicia -de-Dios), salga airosa. Dios nos lo garantiza, ¿y, qué hay en el trasfondo de esta Garantía? Que sus amados serán librados de castigos ilícitos, Dios no cohonestará con “torcidos”.

 

Cuarta estrofa. -  Dios vela por nosotros. ¿Quiénes somos nosotros para que merezcamos los desvelos de Dios? Los que lo amamos devotamente (eso es lo que significa el “temor de Dios” cuando se le menciona en el Antiguo Testamento); los que confiamos en que Él será Justo y obrará con su Justicia; para salvaguardarnos cuando haya hambrunas, ni la muerte ni el hambre se cebaran en nosotros porque Dios lo impedirá.

 

En la antífona hacemos ondear nuestro santo y seña: “La Misericordia del Señor llena la tierra”. Porque detrás de todo, por feo o malo que sea exterior y superficialmente, están los cuidados del Señor que vela por todos los que El Padre le dio, y no permitirá que se pierda ni uno solo de ellos (cfr. Mt 18, 14).

 

Lc 12, 49-53

Después tomó el ángel el incensario, lo llenó con brazas de fuego del altar y lo arrojó a la tierra. Hubo truenos y estampidos, relámpagos y un terremoto.

Ap 8, 5

Nos gusta tener a Jesús, sentadito, muy juicioso, bien peinado, bien hablado; y, por el contrario, nos incomoda cuando se sale del libreto y resulta hablando con prostitutas o dejándose enjugar los pies con el cabello de una desconocida. En ciertos episodios de su vida, -como el de hoy- hay quienes procuran sacar provecho del cuadro presentado para, por ejemplo, argumentar y desfigurar el Mensaje de Jesús, este es un manoseo (valga decir, sesgar lo dicho para hacer decir lo que no dice, en una palabra, “manipulación”).


 

En verdad, no debería desconcertarnos tanto el fuego que Él ha venido a prender en la tierra; ya cuando se le Presentó a Moisés era “un fuego que ardía sin consumir la zarza”; cuando guiaba al pueblo escogido de noche, en su travesía por el desierto, era una Columna de Fuego; cuando los dos de Emaús lo encontraron -sin poderlo reconocer- de todas maneras sentían, al escuchar sus explicaciones de las Escrituras, que era como un fuego que les ardía en el corazón; y, cuando se volcó sobre los Discípulos a los cincuenta días de su Resurrección, era como Lenguas de Fuego. ¡Queremos que la llamarada de su Amor, barra con todo, y que el fuego purificador de su Amor haga su Obra!”

 

Llévame grabada en tu corazón,

¡llévame grabada en el brazo!

El amor es inquebrantable como la muerte;

la pasión, inflexible como el sepulcro.

¡El fuego ardiente del amor

es una llama divina!

Cnt 8, 6

 

De esta figura ígnea, pasamos a otra hídrica: donde nos habla de un bautismo que se prepara a recibir (de sangre, clavos y lanzada) y, algunas notas de su anuncio, -como la angustia que padece mientras llega esa hora, nos dejan entrever que este bautismo es el bautismo de su Pasión, Crucifixión y Muerte: Bautismo hemático.

 

En el tercer signo, se hace alusión a la Paz, Paz que, ahora que lo pensamos, no es esa paz melcochuda, almibarada, de telenovela romántica; su Paz entraña “división”, y no es una división que se da al otro lado del mundo, sino una división que toca a cada discípulo-misionero en su propio tuétano: su propia familia. Parece decir que habrá siempre los que apoyan, pero también un bando opositor- la diferencia numérica de las dos camarillas no es suficientemente enorme y rotunda, para resolver por “mayoría”: enfrentará a padres/hijos, madres/hijas, suegras/nueras. ¡Es cierto, los contradictores más recalcitrantes son los de adentro! ¡Barnizan sus tanques y metrallas con color rosa suave, los decoran con florecitas, y en la parte alta nubes y pajaritos!

 


Nos sorprende mucho que Dios haya hablado en su Hijo, y, sin embargo, la división se presente. Se da la tensión entre facciones y, el Mensaje de Dios, permanece desoído. Él dice Shema, pero somos un pueblo sordo para la Conversión. Él ha venido a traer ese fuego, desea que arda, pero, no es un incendiario profesional, no entiende nada de acelerantes… Sólo inicia el fuego de las lamparitas para iluminar a los santos.

 

Lo cierto es que la Buena Nueva no es una simple siembra, es una que causa y desata mucha hostilidad. ¿por qué?, ¿no debería ser un mensaje de muy positiva acogida? Pues, no hay que ser un historiador muy experto para descubrir que, siempre están los que sienten amenazadas su prebendas y canonjías. Esos -a la manera de Herodes- no vacilaran en la masacre, con tal de poder garantizar que todo siga como venía, para que sus jugosas entradas no se vayan a detener. ¡Estos apelan -sin duda alguna- a la paz de los cementerios!

 

Jesús, ya lo sabemos, consolida la Paz, al precio de su propia sangre. ¡No hará esperar ese bautismo!

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