sábado, 30 de abril de 2022

PESCADORES DE HOMBRES CON EL RESUCITADO

 


 Ἀκολούθει μοι

Hech. 5, 27b-32. 40b-41; Sal 29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y l2a y 13b; Ap 5, 11-14; Jn 21, 1-19

 

… no existe sino un verdadero perdón, el perdón de Dios, a quien con nuestros perdones más o menos grandes, logramos parecernos un poco más cada día.

Marie-Thérèse Nadeau

 

Dejamos atrás a unos discípulos timoratos, a puerta cerrada, para encontrarlos ahora a descampado; ya no están en Jerusalén, ahora están en el mar de Tiberiades. Se tratará de la manifestación (ἐφανέρωσεν/φανερόω: hacerse visible para ratificar algo) de Jesús en el lago, que se sigue manifestando, que sigue actuando en su Iglesia, que no abandona a los que van en la barca y tienen a su cargo la pesca de hombres, la conducción de la barca en medio de la tormenta. ¿Hemos dejado atrás la prodigiosa escena del Tomás Incrédulo y la Misericordiosa respuesta de Jesús? ¡Ese gesto está saturado de perdón! Jesús actúa amorosamente con Tomás y la médula de ese amor es la casi increíble capacidad de perdón que le muestra.  Dirijámonos al significado de la palabra perdón, per significa totalmente, completamente, enteramente; y don que significa regalo, obsequio, dar gratuitamente: perdón se entenderá -después de esta mirada a sus raíces- como total entrega, cesión generosa y voluntaria, dación que se hace a favor de otro. Un paso más para llegar a las profundidades de esta palabra: perdón es dar, sin retener nada para sí, es entrega total –como ya se dijo- sin retener, ni escatimar. El que perdona se abandona a sí mismo, se hace oblación, se quita el manto y se amarra una toalla a la cintura; ofrece sus manos y su costado para que lo hurguen con los dedos sucios, infectados y groseros. Va más allá en su auto desapego y auto despojo, se deja desnudar, se deja flagelar, se deja quitar la túnica inconsútil para que la jueguen a los dados, se deja crucificar, se hace hostia, llega hasta la inmolación. Perdonar es dejarse manipular, dejarse guardar en el Sagrario, dejarse encerrar en un copón, permitir que cualquier persona nos devore, nos mastique, nos trague… Perdón significa suprema dación. De hecho, la palabra equivalente en hebreo סָלַח significa “llevar” o “sacar” como cuando se lleva a alguien de un lugar que lo dañaría, y sacar como cuando liberas a alguien de una prisión, en hebreo es sinónimo de “rescate”. En griego está la palabra ἄφεσις [áfesis] que significa soltar o liberar. Procuremos pues –con la perícopa del Evangelio Joánico que leemos en este Tercer Domingo de Pascua- adentrarnos en esa faceta de la Misericordia que es el perdón. En la situación de la perícopa actual están los 7 discípulos -los primeros llamados- pero ahora, es Pedro quien está al centro con Jesús. «Este capítulo se puede llamar “epílogo” del Evangelio, que comenzó con un prólogo. El prólogo nos presentó la “prehistoria de Jesús”, el Verbo Eterno de Dios, vida y luz del mundo, se ha hecho carne… El epilogo nos presenta la “historia después de Jesús”: los discípulos continúan su obra y lo testimonian ante el mundo.»[1]

 

Se trata, según nos informa el propio Evangelio, de la tercera aparición del Resucitado. Y de un banquete que es -por la Presencia de Jesús- una Eucaristía. «A mí me emocionan estos pequeños detalles: El Señor había preparado el fuego para asar los peces. Aun después de su resurrección, el Señor sigue teniendo estos detalles… Me encanta esa delicadeza de Dios.»[2] «En el capítulo 20 la cristología se convierte en “pneumatología”: Los discípulos ven al Resucitado, acogen el Espíritu y son enviados al mundo. En el capítulo 21 la cristología y la pneumatología se convierten en “eclesiología”: el que ha visto la carne de Jesús y ha acogido a su Espíritu, se convierte en hijo y continúa en el mundo la misión de revelar al Padre… Este capítulo colocado al final del Evangelio, más que una conclusión es una apertura. En efecto, abre al mundo entero el horizonte de la vida nueva que el hijo ofrece a los hermanos.»[3]

 


El perdón que recibe Pedro es una experiencia bautismal. El signo de purificación, de rehabilitación, inclusive, de reconciliación, es la zambullida (recordemos, una vez más, que la palabra bautismo significa en griego “sumergir”). «Arrojarse al agua y salir a flote, desnudez y vestido son alusiones al bautismo. Simón Pedro sepulta su pasado ahogando las presunciones y las culpas, para volver a salir a flote en la orilla y encontrar a Jesús.»[4] Pedro será perdonado por medio de un filtrado “amoroso”, su dialogo con el Maestro lo llevará a encontrar un tesoro de amor que recompone, que sana y libera, que re-dignifica. El Señor lo ratificará como Pastor por medio de un dialogo de amor, donde la clave de la conversión radica precisamente en la conciencia del Amor, amor desinteresado ἀγαπάω [agapáo], amor de amistad firme φιλέω [filéo].

 

«Pedro es uno que ha tenido la evidencia de la llamada más que los otros. Fue llamado en el cuadro de la pesca milagrosa, y por tanto, ha tenido una evidencia excepcional de la confianza puesta en él. Cuando Jesús llamó a los apóstoles, fue escogido de primero y se le confió una especie de responsabilidad, de corresponsabilidad con Jesús, una suerte de privilegiada atención que después quedó especificada y esclarecida en el mandato, en la promesa de Jesús cerca de Cesárea de Filipo…

 

Pero este hombre, objeto de tantas atenciones por parte de Jesús, falló totalmente en el momento de la prueba decisiva, porque en una circunstancia embarazosa se dejó arrastrar por la confusión, por el miedo, y públicamente negó al Maestro.

 

No sólo… perjudicó gravemente a Jesús, fue una de las causas de su muerte, porque su comportamiento en el huerto de Getsemaní fue exactamente lo contrario de lo que se esperaba. Al sacar la espada, dio motivo  de reconocer a Jesús como subversivo y malhechor, errando la táctica de impostación de la defensa.

 

En fin: Pedro en vez de ponerse a seguir al Maestro como alelado, para luego dejarse engatusar, tenía el deber de reunir a los Doce, buscar testigos en favor, llevarlos al tribunal para que hicieran declaraciones.

 

Concretamente: Pedro desmereció totalmente la confianza, porque no respondió ninguna de las esperanzas.

 

Conclusión: Pedro ante la prueba ha fallado.»[5]

 

 

A continuación, nos señalaba en su comentario Carlo María Martini, que la sentencia habría sido, por lógica, una sanción de privación, un retiro de jerarquía, con suspensión de autoridades; reducción a un papel mínimo, por allá de quinto orden, una temporada larga de prueba, no menor a cinco años. Pero el Corazón Misericordioso tiene otra perspectiva. Aquí hay que recordar que Dios no juzga como nosotros. «Pero sucede lo contrario de lo que pensamos nosotros: Jesús le vuelve a dar confianza a Pedro… Jesús le pasa su misión, aquella por la cual él murió: la misión de reconducir a la unidad a los que están dispersos.»[6]

 


«La triple pregunta de Jesús a Pedro: “¿Me amas?”, y la triple respuesta de Pedro: “Si, Señor, tú sabes que te quiero”, corresponde a las tres veces que Pedro negó a su maestro (20, 15-17). Es la reintegración de Pedro al movimiento del Maestro, Pedro, afligido y un poco más humilde ahora, renueva su compromiso con el Señor. Junto con la reintegración también va repetido tres veces el mandato: “Cuida de mis ovejas”. Será el servicio que prestará Pedro.»[7]

 


«La enseñanza del trozo, pues, se dirige a una comunidad, a la que hay que recordarle que el Señor está ahí, está cerca; hay que abrir los ojos y percibir sus indicaciones providenciales, para saber que no ha cambiado, sino que siempre obra como amigo, con benignidad y realeza del mismo modo como al comienzo en Caná y sucesivamente con las personas que encontró durante su vida pública».[8]



[1] Fausti, Silvano. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2008 p. 634

[2] Helder Câmara, Dom. EL EVANGELIO CON DOM HELDER. Ed. Sal Terrae Santander-España 1985. p. 185-186.

[3] Fausti, Silvano. Op. Cit. pp. 634-635.

[4] Ibid p. 640

[5] Martini, Carlos María. ITINERARIO ESPIRITUAL DEL CRISTIANO. PUEBLO MIO SAL DE EGIPTO. Ed. Paulinas Santafé de Bogotá D.C.-Colombia 1992 p. 104       

[6] Ibid p. 105. 109.

[7] Seubert, Augusto. COMO ENTENDER LOS MENSAJES DEL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá D.C.  1999 p. 156.

[8] Martini, Carlos María. (Card.) EL EVANGELIO DE SAN JUAN. EJERCICIOS ESPIRITUALES SOBRE SAN JUAN. Ed Paulinas 2da ed. Bogotá-Colombia 1986. p. 149-150

sábado, 23 de abril de 2022

MISERICORDIA: ACCIÓN, PALABRA Y ORACIÓN

 


Hch 5, 12-16; Sal 118(117), 2-4. 22-24. 25-27a; Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19; Jn 20, 19-31

 

 

“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo” (cf. Jn 17,23ss; 14,21). Hay una especie de cascada de amor y de misión, que arranca del corazón del Padre y pasa por el corazón de Jesús, en el que reverbera el amor de Dios Padre. Dios mismo nos ama, a Él no le somos indiferentes, junto a Él hay siempre oportunidad para la esperanza.

Ricardo Blázquez.

 

Misericordia

El propio Jesús le manifestó a Santa Faustina Kowalska su voluntad de que fuera celebrada la Fiesta de la Divina Misericordia en esta fecha, el Segundo Domingo de Pascua. Esta festividad tiene por objeto profundizar y adentrarse con tesón en el poder de la Misericordia de Dios-Hijo que puede enfrentar y ha vencido con su Resurrección -no sólo la muerte- sino también y, además, el poder del pecado para tenernos maniatados a la muerte. Esta Misericordia Divina está definitivamente conectada y es co-existe con el Amor de Dios por sus criaturas.

 


Tomás, el discípulo que no estaba con los apóstoles, que se hallaban reunidos a puerta cerrada, cuando Jesús-Resucitado vino y exhaló su aliento sobre ellos, milita en las filas del agnosticismo. ¿Hasta qué punto este discípulo encierra en su actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por formación académica se rigen en sus comprobaciones por la línea de acción empirista: “Hasta no ver no creer”?. Y suena terriblemente funcional, funcional para el ateísmo; sin embargo, se requieren otras formas de pensamiento y de percepción: “… dichosos los que creerán (aoristo participio activo) sin haber visto”. (Jn 20, 29c).

 

El Mesías para el pueblo judío era el Esperado, pero se esperaba que fuera según la perspectiva mundana, empirista, bélica; Jesús-Es el Mesías, el Ungido, el Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de captar- un Mesías de otro modo, no se trata de un guerrero líder-militar que devolverá el poderío y la “buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez y humildad, por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá la muerte. ¡Señor de la Misericordia! De Él proclamamos: ¡Resucitó!

 

Pero ¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario, veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza… Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) quien tuvo un aplazamiento porque para él, Jesús seguía muerto. Esta demora fue de exactamente una semana, que marca la demora para pasar de discípulo en soledad a discípulo en el seno de la Comunidad: Pasar de “Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.” a “A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos”. ¿De quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y sí nuestra incredulidad es más fuerte, entonces la espera será más larga. «¿Tomás tuvo caracteres de agnóstico? Es duro de cabeza. Sólo le entra lo que él calcule, razone, pruebe y argumente… El agnóstico ´pasa´ de Dios. No le importa. Deja el tema arrinconado y quiere que también Dios lo deje a él en paz. En el fondo es su ´narcisismo´, su orgullo y soberbia, su autosuficiencia lo que le ha vuelto ´todopoderoso´.  Él es ´dios´ para él mismo.»[1] Somos de la misma ralea de incrédulos. Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo ejercicios de voluntad. La capacidad de creer es un don del cielo, una iniciativa divina. Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos recibido, tenemos el deber de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”, instruirla, para que pueda desarrollarse.

 


Demos expresión a la intuición de que su chispa siempre nos habita, que Dios Misericordiosísimo no se la niega a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de espiritualidad se manifiestan así. Esta intuición sobre la generosa y abundante distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente, nos obliga a llamar la atención sobre la responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión. Si alguien ha intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos sabrá cuánto hay que cuidar las “chispas” para lograr que ellas evolucionen hacia una “llama” consistente. Valga la analogía para subrayar el papel que juegan padres y maestros con la “chispa” de la fe entre niños y jóvenes. Muchas veces creemos estar enseñando verdadera “sabiduría” cuando promovemos el ateísmo y no somos capaces de reconocer el profundo mal que se causa al hacer tambalear el don de la convicción y al desestabilizar el fuero que tiene el corazón para aceptar la Revelación, que no es ciencia sino fe (aquí debemos añadir que ciencia y fe no son antagónicos).

 

El ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario, podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer, la historia de las culturas demuestra ese potencial que hemos recibido. El problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la fe.

 

Reflexionemos cuánto daño hacemos o hemos hecho en el pasado, nunca para “llorar sobre la leche derramada” porque  -ya lo dice la sabiduría popular- “ya después del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; ¡no!, no se trata de caer en la zona de las lamentaciones, sino procurar cambiar, ayudar a creer, abrirle la puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras la puerta, llamando obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina enquistada en la indiferencia, negándose a abrirle.

 

El Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está adentro, llamando para salir, para llegar donde otros que también tienen sed de Él. En otro momento se refirió a la necesidad de proclamar nuestra fe, que no basta tenerla sino que además Jesús nos envía a anunciarlo, a evangelizar.


 

Hay un punto nuclear en el Evangelio que no puede quedar ignorado: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Toda esta Misericordia está concatenada con el Sacramento de la Conversión, o sea la Confesión, que también se llama de la Penitencia y de la Reconciliación. No nos hagamos de la vista gacha para no tomar en cuenta que se consagra este sacramento con este mandato y gracia, ellos, los consagrados, reciben esta potestad de perdonar y retener. Vayamos sobre el #1446 del Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia" (Concilio de Trento: DS 1542; cf Tertuliano, De pænitentia 4, 2).»

 

Salmo 118(117): Eucarístico

Nos hallamos ante un salmo de Acción de Gracias por eso lo llamamos Eucarístico. «Voces de Domingo de Pascua, gritos de victoria sobre la muerte, confianza en el poder de Dios, regocijo en el triunfo común y proclamación de este día como el más grande que ha hecho el Señor. Eso es este salmo rebosante de gloria y de gozo… esta es la liturgia de Pascua en el corazón del año. Pero para el verdadero cristiano, cada domingo es Pascua y cada día es domingo. Por eso cada día es Pascua, es “el día que ha hecho el Señor, el día en que actuó el Señor”»[2]

 


¡Dad gracias a YHWH, porque es bueno! –porque es eterno su Amor.

Diga la casa de Israel: -¡Es eterno su Amor!

Diga la casa de Aarón: -¡Es eterno su Amor!

Digan los que temen a YHWH: -¡Es eterno su Amor!

 

Nos encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד [jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “Amor”; ¿habría otra traducción más exacta? Podríamos proponer “Misericordia”, “Favor”, “Lealtad Divina”, “Predilección Amorosa”. Si se tiene en cuenta que la relación con Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos decir que “Su alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro agradecimiento expresado en este salmo. Estamos agradeciendo, con el Salmo, que Dios no quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se deja defraudar con nuestra actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa, así como su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que hacemos, porque “metemos la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin alcanzar a comprender que ofendemos a un Dios-tan-Bueno. Nadie discrepa que este salmo se compuso cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo post-exilico; entonces ¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al aguardado, al esperado, al vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que no quebrantó la Alianza y que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se brindó hasta la última Gota de su Sangre para ser el Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el Chivo-Expiatorio y lavó pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él, que nunca nos ha fallado, “que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se quiebra nunca jamás”, Cfr. Sal 18(17), 29. ¡Porque es eterna su Misericordia!

 


 

Herederos

Jesús nos había ofrecido que haríamos incluso obras mayores que las suyas. En la semana anterior (octava de Pascua), hemos venido leyendo continuadamente el Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y a los otros discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos varios en este libro. Los sumarios cumplen una función dinámica, hacen avanzar el relato y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran un resumen de lo que se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un telón que baja en la continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos hablado de una cosa, ahora, vamos a hablar de otra”.  Ahora, inmediatamente después de este sumario viene la persecución; en el versículo 18, sólo dos versículos más adelante, serán llevados a la cárcel.

 

Pero el resumen o sumario -como se le llama- nos deja una idea muy clara: Jesús no se ha ido, no es que hayan sido abandonados, está con ellos (y con nosotros veintiún siglos después) y los/nos llena de poder, de autoridad, de seguridad y firmeza y también de elocuencia, pues a pesar de ser simples pescadores proclaman sin rodeos y superando sus propios temores e inseguridades, que no obran en nombre propio sino en el Nombre de Jesús.

 

Con nosotros está

No vale trancar la puerta pues no hay obstáculos por fuertes que sean que impidan la Presencia del Señor.

 

«Reunió a varios discípulos para explicarles que el mayor de los milagros era que Dios creó el mundo por puro amor, y creo al hombre por amor más grande todavía… Jesús elevó los ojos hacia Dios, su Padre, nos pidió que hiciéramos lo mismo y que escucháramos atentamente sus palabras. Y expresó, lenta y cadenciosamente, como en un susurro suave -te alabo, Padre bueno y fecundo, hacedor de toda bondad, porque Eres-el-que-Eres y Haces lo que Haces. Te doy gracias y te canto con las notas de la sinfonía de las estrellas y las voces de las lluvias, porque el mar es hondo, y tu Corazón, más profundo aún. Querría ser poeta para decirte que el oro es vil, comparado con tu Amor, y que el mejor vino y la miel más deliciosa, son vinagre y amargor, al lado de la dulce embriaguez que produce tu Palabra. Te canto una y mil veces, con las voces de todos los coros y de todas las orquestas y también “con el sonido de las batutas”, porque tú eres el Cantor que merece nuestro canto y porque purificas nuestros labios con brasas encendidas, para que nuestro aliento te sea grato.»[3]

 



También en el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a proclamar (en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto personal, privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para imponer, la fe se propone). La Presencia del Señor tiene un valor de presencia tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica, es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le tocó con la mano derecha. Si leemos toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el carácter fuertemente físico de la visión: la Voz, la figura humana, las vestiduras, el pecho, el cinturón de oro, cabeza, cabellos, ojos, pies, la diestra, etc. «El símbolo de la figura humana… representa allí al Pueblo de los Santos del Altísimo. Es el anti-símbolo de las Bestias, que representan a los Impe-rios. En el Apocalipsis este símbolo representa claramente a Jesús resucitado… la figura humana tiene vestido, cabeza, cabellos, pies, voz, mano, boca, rostro. El autor expresa simbólicamente cómo él experimenta cada elemento de la corporeidad de Jesús: el vestido es una túnica sacerdotal; los cabellos son blancos; los ojos como fuego; los pies sólidos como el metal; su mano tiene 7 estrellas (los responsables de cada comunidad están seguros en la mano de Cristo resucitado); de su boca sale una espada penetrante; su rostro brilla como el sol. Finalmente, Juan siente físicamente la mano de Jesús sobre su cuerpo: El puso su mano derecha sobre mí.»[4]

 


Si bien este es el Domingo llamado de la Misericordia , podríamos Afirmar también que es el Domingo de la Presencia puesto que una y otra vez se vuelve al tema de que Él está con nosotros y que su Alianza, no se parece a las cosas humanas: momentáneas, transitorias, perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios es Eterno y Dios es Amor.

 

Celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia requiere trasparentar esa Presencia, vivir Jesús-mente viviendo misericordiosamente; por eso no podemos pasar desapercibido el numeral 742 del Diario de Santa Faustina:Sí, el primer Domingo después de Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también ha de haber obras de misericordia que deben surgir de tu confianza en Mí y de tu amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes: la acción, la palabra y la oración. No puedes excusarte. La fe sin obras es inútil.”



[1] Mazariegos, Emilio L. ESTALLIDOS DE GOZO Y ALEGRÍA Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 2003 p. 73

[2] Vallés, Carlos G. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae. Santandar 1989.  p.224

[3] Muñoz, Héctor. CUENTOS BÍBLICOS CORTITOS. Ed. San Pablo 2004 BB.AA.-Argentina pp. 174-175

[4]  Richard, Pablo. APOCALIPSIS. RECONSTRUCCIÓN DE LA ESPERANZA. Ed. Tierra Nueva. Quito-Ecuador. 1999 pp.73-74

viernes, 15 de abril de 2022

DESFIGURADO, NO PARECIA HOMBRE



VIERNES SANTO – PASIÓN DEL SEÑOR

 

 

 

Y como una zarza ardiendo, como el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, se manifiesta a los que buscan apresarlo diciéndoles: “YO SOY”. Es Yavé que les hace caer en tierra.

Emilio L. Mazariegos

 

¿Quién juzga a quién?

Monseñor Carlo María Martini nos prevenía que es muy difícil seguir la Lectura de la Pasión porque es un texto muy largo y uno tiende a distraerse y a extraviarse en la densa maraña de datos y detalles en los cuales San Juan es muy prolífico: «En todo caso, puesto que la narración es bastante larga (dos capítulos) y a menudo uno se pierde por las muchas cosas que se encuentran allí,… El pasaje es muy complejo y largo; más aún, quien lee no puede menos que pensar que Juan habla demasiado. Casi 30 versículos para narrar algunos hechos sin duda fundamentales (la condenación a muerte de Jesús), pero que Marcos narra en casi la mitad de espacio.»[1]

 

Nosotros añadimos otra dificultad, la gran cantidad de figuras, imágenes y simbolismos. Insistimos que los símbolos podían ser decodificados por la Comunidad Joánica que contaba con los referentes de decodificación, no así para nosotros. Un comentario que se hace sobre el Apocalipsis se podría adecuar cuando comentamos la Pasión según San Juan, y, subrayemos que proviene de la misma escuela escriturística: «La multiplicidad de imágenes empleadas, su originalidad muchas veces desconcertante, el despliegue siempre imprevisible de la fantasía del autor, visiones y escenas inauditas, hacen que el lector se pierda en este laberinto de símbolos.»[2]

 


Siguiendo la Pasión con mucha atención lo primero que se nota es el empeño de mostrar a Jesús como Rey. Evidentemente es un Rey de una clase muy especial. ¡Su corona es de espinas! El Manto de Púrpura, es un trapo, y se lo proveen los soldados torturadores; también ellos le adjudican el Cetro, una caña. En este evangelio se ha prescindido de ciertos detalles que aminorarían la calidad real de Jesús: No hay insultos, no hay escupitajos.

 

Pero el cuadro crucial, donde se muestra todo el señorío de Jesús es el momento en que el propio Pilato hace sentar (la palabra es ἐκάθισεν indicativo aoristo activo del verbo καθίζω hacer sentar, mandar sentar) a Jesús en la silla desde donde se juzgaba. «… la expresión ekathisen epi bematos en el v. 13, traducida por la vulgata “sedit pro tribunali”. Mientras comúnmente se pensaba que la frase significase que Pilato se sentó, dada la cercanía del nombre de Jesús y la posible atribución de un valor activo al verbo ekathisen parece que Pilato “hizo sentar a Jesús”, en el sentido de que lo instaló sobre la silla.»[3] Revisemos cómo traduce Luis Alonso Schökel: “Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado (en hebreo Gabbata)”.Jn 19,13. Volvamos con el Cardenal Martini: «La impresión que se saca de la escena, pues, es que el que parece estar siendo juzgado, en realidad está juzgando a la humanidad.»[4] «Jesús es acusado, pero de hecho es él el que juzga. Jesús es rey, pero un soberano que reina sobre los que escuchan su palabras. En el centro la escena de la coronación, despojada de todo detalle (esputos, genuflexiones), hace destacar el título de rey. Y la escena termina apoteósicamente: Pilato hace sentar a Jesús en su tribunal para proclamarlo rey (v.13).»[5]

 

Parcelación

Este texto, como hemos dicho, de suyo denso; merece un atento estudio; nuestro rol de discípulos nos llama a leerlo y meditarlo con atención, con espiritualidad; acompañar a Jesús en esta Semana Santa, leer de manera meditada y con suma devoción las páginas de la Escritura consagradas a la Pasión. Pero no sólo hoy. El sentido intrínseco a esta celebración que la Iglesia ha instituido y conservado, lleva en sí, la Orden Eucarística: “Hagan esto en memoria mía”, y el alma toda de la Iglesia opera con este sentimiento, conservar lo que Jesús –con su Vida, Pasión y Muerte- nos cedió, y que alumbra nuestro caminar en el discipulado.

 


El Cardenal Martini nos legó un diseño exploratorio, diríamos una especie de mapa-guía para la Pasión según el Evangelio de San Juan. Él nos propone una subdivisión en 7 episodios:

 

1.    El arresto de Jesús (Ego Eimi) 18, 1-12

2.    Jesús ante los sumos sacerdotes y la negación de Pedro 18, 13-27

3.    Jesús ante Pilatos 18, 28–19, 16

4.    La Crucifixión 19, 17-22

5.    El “cumplimiento” 19, 23-30

6.    Agua y sangre y el Cordero de Dios 19, 31-39

7.    La valentía de los Amigos 19, 38-42.

 

Podemos aprovechar este “plano-pauta” que trazó Carlo María Martini para explorar la Pasión con mayor provecho y profundidad.

 

Retomemos el asunto de la opción preferencial

Pilato nos mostrará a Jesús: Ἰδοὺ ὁ ἄνθρωπος “Ecce homo”: “Aquí tienen al hombre” Jn 19, 5c. Ya es un guiñapo; azotado, coronado de espinas, abofeteado, víctima de la burla, pero sobre todo y ante todo, sentenciado. Pilato no se cansa de pronunciar su sentencia: No encontró en Él culpa alguna, lo declara tres veces inocente. Sabemos que los opresores romanos les habían quitado a los judíos toda autoridad para condenar a muerte, por eso lo presentan al gobernador romano para esta farsa de juicio. El Sanedrín, los Sumos sacerdotes, los fariseos y los saduceos ya llevaban la sentencia escrita en su corazón. Como lo dijera Caifás, “conviene que un hombre solo muera por el pueblo” (Cfr. Jn 18, 14).

 


Cuando Pilato lo muestra, aquella gente lo “ovaciona”: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Pero el hombre que Pilato les muestra es – ¿cómo dijéramos?- hombre-reducido-a-piltrafa; pero el hombre, no puede ser reducido por ningún medio en su humanidad, será –pese a cualquier vejamen- “hombre”. “Muchos se horrorizan al verlo porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre;(Is 52, 14)… No vimos en Él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento, como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado. (Is 53, 2d-3).

 

 Aquí se nos presenta el tema de la opción preferencial de Dios por los pobres. Si nos preguntamos por la razón para esta opción preferencial podemos mirar a Jesús en su trono: ¡Miremos al crucificado! Los pobres son su imagen y semejanza. «… el pobre no es un tema de la agenda de los teólogos al lado de otros temas. No es una nota de algún diccionario teológico. El constituye el horizonte a partir del cual leemos e interpretamos los demás temas. Por tanto, el pobre es mucho más que un tema de reflexión teológica y política. El pobre ocupa la importancia de un lugar social y epistemológico.»[6]

 

«Dios escogió a los pobres… porque encontraba en ellos el reflejo de sí mismo, el resto que quedó de su honra y gloria divina en medio de la humanidad (Is 42, 8). Los escogió porque en ellos seguía existiendo el ideal que Él soñaba para todos, el ideal de una sociedad igualitaria y fraterna, sin opresor ni oprimido. Pues, a pesar de ser maltratados, ellos no maltrataban; a pesar de ser oprimidos, no oprimían (Is 42, 2-3) En ellos existía la matriz del futuro de la humanidad. Y los escogió de acuerdo a su justicia divina (Is 42, 6)»[7]

 

El salmo para este Viernes Santo es el Salmo 31(30). El responsorio dice: בְּיָדְךָ֮  אַפְקִ֪יד  ר֫וּחִ֥י  “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Sal 31(30), 5(6)a. Otra versión dice: “En tus manos está mi destino”, aún otro traductor ha dicho: “En tus manos están mis azares”. Como quiera que sea, es la confianza en el Señor. El estará siempre al cuidado, de Él nos podemos fiar. Lo cual se relaciona directamente con aquello de que en los pobres está la matriz del futuro de la humanidad: Ellos como nadie se preocupan del hermano, si tienen un pan lo comparten, son el epítome de la solidaridad. El corazón de los pobres es siempre misericordioso como el corazón del Padre. Son portadores de la semilla de la liberación.

 

Nuestra teología para hoy no es un razonamiento alambicado e inaccesible. Es una idea sencilla de mansedumbre que encierra en sí la imagen de Jesús que avanza como una oveja llevada al matadero, como varón de dolores,… su manto real es la toalla que se ató a la cintura con la que amorosamente secó los pies de sus discípulos y con la que mostró su abajamiento para estar en medio de ellos no como el que es servido, sino como el que sirve. “En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros.” Hb 4, 15 ,…(sólo que Él no pecó). «La lucha contra “el eje del mal” se combate con armas opuestas a las del mal: no la riqueza ni el poder, ni el orgullo ni la rabia, ni la mentira ni la opresión, sino la pobreza y el servicio, la humildad y la justicia, la verdad y la libertad…. Jesús… es rechazado porque, en lugar de carruajes o caballos, elije el asno, manso y humilde como Él (cf. Jn 12, 14)»[8] Así la imagen del Crucificado nos remite una vez más a Mt 25, 31-46.

 


Es muy arduo soportar la visión de Jesús macerado. Más difícil es acceder desde allí a la resolución para tomar nuestra cruz y seguirlo. Nuestra vida y esa visión se contraponen, este discipulado nos hace exclamar: ¡Señor aparte de mi esta copa! ¡Seremos capaces de añadir la segunda parte? “Que no se haga mi voluntad sino la Tuya” … Sin embargo, nosotros somos su pueblo. «El sufrimiento del pueblo parece mayor que todas sus explicaciones y no cabe en ninguna de ellas. Sobrepasa todo. ¡El sufrimiento crece como matorral en el sembrado del mundo y no hay azadón que alcance su raíz!»[9]

 

Un ligero repaso de la historia actual mirando la panorámica noticiosa, nos descorazona. Parece que la maldad humana invade como yerba mala. Todo lo que se nos permite ver conduce a la conclusión que “todo es vano”. ¡Mentira! El que se conforme en la impotencia y el desaliento se ha quedado buscando en un sepulcro. ¡No es allí donde se debe buscar!

 

«… Dios nos avisa que es necesario dar un paso al frente. Es preciso sobrepasar los límites de las explicaciones humanas. Pues la razón humana sola, no basta, para entender la extraña victoria de la justicia de Dios, sobre la injusticia de los hombres»[10]. La respuesta está en Jesús, ¡al tercer día! Y en tener en cuenta que somos su Cuerpo Místico. Urge releer la Pasión según San Juan, y las otras -Marcos, Mateo, Lucas- con la consciencia clara de bajar al sepulcro a buscar la Luz, no el descalabro.

 

 



[1] Martini, Carlo María. LAS NARRACIONES DE LA PASIÓN. MEDITACIONES. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá –Colombia 1998. pp.156 y 160

[2] Álvarez Valdés, Ariel. ¿QUÉ SABEMOS DE LA BIBLIA?(I) Centro Carismático “Minuto de Dios” Bogotá – Colombia p. 83

[3] Martini, Carlo María. Op. Cit. p. 168

[4] Idem

[5] Charpentier, Etienne. PARA LEER EL NUEVO TESTAMENTO. Ed. Verbo Divino. Navarra – España 2004 p. 134

[6] Boff, Leonardo. TEXTOS SELECTOS. Ediciones Paulinas Santafé de Bogotá – Colombia 1992 p. 211

[7] Mesters, Carlos o.c.d. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE p. 110

[8] Fausti, Silvano. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo Bogotá –Colombia 2008 pp. 517. 515.

[9] Mesters, Carlos. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE. Edicay Y Centro Bíblico Verbo Divino. Quito 1993. p. 79

[10] Ibid p. 83

jueves, 14 de abril de 2022

INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA



Jueves Santo

 

Ex 12, 1-8.11-14; Sal 115, 12-18; 1Cor 11, 23-26; Jn 13, 1-15

 

La Eucaristía es realmente… una enormidad… es un misterio que no se termina nunca de comprender.

Raniero Cantalamessa

 

Una parábola moderna

«Jesús explicaba los asuntos del reino en parábolas; adoptemos por una vez su método y tratemos de comprender, con la ayuda de una moderna parábola, lo que sucede en la celebración eucarística. En una gran fábrica había un empleado que admiraba y amaba desmedidamente al dueño de la fábrica. Para su cumpleaños quiso hacerle un regalo. Pero antes de entregárselo, en secreto, pidió a todos los colegas poner su firma sobre el regalo. Este llegó pues a las manos del patrón como homenaje de todos los empleados y como un signo de la estima y del amor de todos ellos, pero, en realidad uno solo había pagado el precio del regalo.

 

¿No es exactamente lo que sucede en el sacrificio eucarístico? Jesús admira y ama infinitamente al Padre celestial. A Él quiere hacer todos los días, hasta el fin del mundo, el regalo más precioso que se pueda imaginar, el de su misma vida. En la Misa el invita a todos sus hermanos a poner su firma sobre el regalo, de manera que llegue a Dios Padre como regalo de todos sus hijos, “mío y su sacrificio” lo llama en el Orate fratres. Pero en realidad sobemos que uno solo ha pagado el precio de ese regalo. ¡Y qué precio!»[1]

 

El Seder de Pesaj.

Cristo realizó este misterio en un ambiente hebreo, Escriturístico, dentro de una mentalidad semítica.

Roberto Masi

 

La Primera Lectura en la Liturgia del Jueves Santo proviene del Éxodo, más precisamente del capítulo 12, versículos 1-8 y 11-14, o sea que no se leen los versículos 9 y 10 de la perícopa. En ella se establecen los elementos de la liturgia judía de la Cena Pascual. Enumerémoslos:

 


1.    Un cordero, sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

2.    La sangre para la marcación de las jambas y el dintel.

3.    La carne se consumirá asada a fuego.

4.    El pan de la cena será pan ázimo (matzá). El jametz (pan fermentado con levadura)   está estrictamente proscrito del Seder.

5.    Se consumirán también lechugas amargas (maror) mojadas en agua salada para recordar el sabor de las lágrimas.

6.    El ornamento prescrito consta de correa ciñendo la cintura, los pies calzados y bastón en la mano; todo indica la premura para salir. Por eso se comerá de prisa.

 

Después de la destrucción del templo se renunció al sacrificio del Cordero. En el Seder actual (se llama Seder o sea orden, porque todo está prescrito, rigurosamente establecido); se beben 4 copas de vino, se rememora la liberación de la esclavitud que el pueblo soportaba en Egipto (Hagadá) y se canta el Hallel, los salmos 113-118. Siempre se ha dicho que Jesús estableció la Eucaristía en el marco de una Cena Judía. Allí está el Vino, el Pan ázimo, los Salmos, el Cordero sin defecto, sin mancha, sin mácula de pecado, y los ornamentos, la cintura ceñida por el cíngulo, y –en el caso del Obispo, el báculo que es el bastón litúrgicamente prescrito. Inclusive, recordemos que el Obispo lleva su Kippah que nosotros llamamos Solideo, significa que “Dios está por encima de los hombres”, significa que, el Ministro Ordenado (recibió la Orden de “Hacer esto en memoria mía”) está consagrado sólo a Dios. Así como en la Eucaristía el Sacerdote lava sus manos (lavatorio simbólico en el que sólo se humedecen los dedos) así también la Cena Judía tiene también su rito de lavatorio “urjats” y “rajtsá”.

 

La Eucaristía parte del rito de acción de gracias y reconocimiento de la Majestad de Dios donde se le bendice y alaba: Baruk Adonaí “Bendito es el Señor. La palabra Baruk viene de la raíz בָּרַך brk, ligada con la palabra “rodilla” como signo de arrodillarse ante la Grandeza de Dios. Por eso el rito recibe el nombre de Berakah y, como lo decimos más arriba sirve de núcleo de partida a la estructura de la liturgia eucarística que las comunidades cristianas fueron enriqueciendo en la medida en la que fueron ganando identidad y se fueron segregando de las comunidades judías de origen. O sea que, a la Pascua Judía se aúna el Misterio Pascual de Jesucristo.

 

Sacrificio Incruento

Queremos tocar, así sea superficialmente, el tema del sacrificio y la Eucaristía como Sacrificio. Muchas veces se ventila el tema de que cada Eucaristía es un Sacrificio, y se quiere implicar de ello que el Sacrificio de Jesús no “habría sido suficiente”. Queremos enfatizar que no se trata de un nuevo sacrificio en cada Eucaristía, sino del mismo Sacrificio actualizado. Vamos a decirlo con las palabras de Monseñor Masi: «La Eucaristía es el memorial de la muerte del Señor… es un memorial, es decir, un recuerdo, un símbolo, pero también una representación mística de la muerte de Cristo en la cruz para la purificación de los cristianos… La Eucaristía es un sacrificio, pero no es distinto del de la cruz. Es el mismo sacrificio del calvario hecho sacramentalmente presente. Ya el Concilio de Trento enseñó claramente que la misa es un verdadero y propio sacrificio con el mismo sacerdote y la misma victima que el sacrificio de la cruz: Jesucristo… La razón suprema por qué la misa es sacrificio es que recuerda y representa la cruz… la misa hace de nuevo presente en el Altar el sacrificio de la cruz, sin multiplicar por ello los sacrificios de Cristo, pero multiplicando la presencia de su único sacrificio.»[2]

 


Cabe muy bien recordar aquí el numeral 1367 del Catecismo de la Iglesia Católica: El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: "Es una e idéntica la víctima, que se ofrece ahora por el Ministerio de los Sacerdotes, la que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer": "Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la Misa, este mismo Cristo que "se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el Altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta"[3]

 

Sacerdocio de redención

El Sacramento de la Ordenación está íntimamente ligado con el Sacramento Eucarístico, son los Sacerdotes los llamados a confeccionar la Eucaristía y a presidir su liturgia. El significado del Sacerdocio -(#1536 El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del Ministerio Apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.)- está explicitado de manera excelente en el Prefacio de la Misa Crismal, donde el Obispo Consagra los Santos Oleos: Extractamos de allí el fragmento central, pertinente a la trasferencia del Sacerdocio de Cristo al Ministerio Sacerdotal:

 


«Que constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.

 

Él no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión.


 

Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos.

 

Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.»[4]

 

Se nota en esta cita la discriminación entre dos sacerdocios diferentes pero inter- compenetrados en su mutua correspondencia y en su reciproca razón de ser. A este respecto es clarificador el numeral 1547 del Catecismo de la Iglesia Católica, veamos: «El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (Lumen Gentium 10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (Lumen Gentium 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.»

 


Como la Iglesia es Madre y Maestra, el Sacerdote participa junto con su Ministerio Ordenado de un ministerio docente que lo llama, a imagen del Buen Pastor -que no en vano se la llama Divino Maestro- a la enseñanza responsable para combatir el analfabetismo de la fe, forma de incultura espiritual que imposibilita la trascendencia y que es uno de los graves males de nuestro siglo. Y ¿qué ha de enseñar? Ni lo preguntéis. Está claro que su sola enseñanza tiene que ser la Verdad que nos mostró Jesucristo, la que nos hará libres (Cf. Jn 8, 32), la del Pan de Vida (Cf. Jn 6, 51-58. 60-69).

 

 



[1] Cantalamessa, Raniero. “ESTO ES MI CUERPO” Ed. San Pablo Bogotá Colombia 2007. pp. 118-119

[2] Masi, Roberto. SACERDOCIO Y EUCARISTÍA EN LA VIDA DE LA IGLESIA. Ed. Paulinas Bogotá Colombia 1967. pp. 219-221

[3] CEC. #1367.Cc. de Trento, Sess. 22a., Doctrina de ss. Missae sacrificio, c. 2: DS 1743.

[4] ORDINARIO DE LA MISA. Ed. Paulinas Caracas – Venezuela 1989 p. 76