sábado, 27 de abril de 2019

¡ÉSTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR!



AMOR ETERNO, CONVERSIÓN Y CARIDAD
Hch 5, 12-16; Sal 118(117), 2-4. 22-24. 25-27a;  Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19; Jn 20, 19-31

“Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona” 
Diario de Santa Faustina Kowalska.


Fiesta de la Misericordia
En el #140 del diario de Santa Faustina Kowalska leemos: “El amor puro es capaz de grandes empresas y no lo destruyen ni las dificultades ni las contrariedades, si el amor es fuerte a pesar de grandes dificultades, también es perseverante en la vida cotidiana, gris, monótona. Sabe que para agradar a Dios, una cosa es necesaria, es decir hacer las cosas más pequeñas con gran amor, amor y siempre amor”. En el año 2000 el Papa San Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina Kowalska, quien había recibido –personalmente de Jesús- el encargo de celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia, leamos el #699 del Diario de Sor Faustina: “Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de Mi Misericordia. Cada alma respecto a Mí, por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi Misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua.”

La figura central de este Segundo Domingo de Pascua –el que antiguamente se llamaba de Quasi modo- es Tomás, el discípulo que no estaba con los apóstoles, que se hallaban reunidos a puerta cerrada, cuando Jesús-Resucitado vino y exhaló su aliento sobre ellos. Santo Tomás milita en las filas del agnosticismo. Hasta qué punto este discípulo encierra en su actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por formación académica se rigen en sus comprobaciones por la línea de acción empirista: “Hasta no ver no creer”. Y suena terriblemente funcional, funcional para el ateísmo puesto que la experiencia de fe no funciona por repetitividad “experimental” (como vemos en la Creación, Dios no tiene el estilo de las cadenas de producción industrial donde lo importante es la rapidez en los “resultados”, el afán por producir más y más para “ganar” más y más; en cambio para Dios cada uno de sus “productos” es único porque dispone de Toda la Eternidad para que todo cuanto haga sea perfecto); se requieren otras formas de pensamiento y de percepción: “… dichosos los que creerán (aoristo participio activo) sin haber visto”. Jn 20, 29c.

El Mesías para el pueblo judío era el Esperado, pero se esperaba que fuera según la perspectiva mundana, empirista, bélica; Jesús-Es el Mesías, el Ungido, el Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de captar- un Mesías de otro modo, no es un guerrero líder-militar que devolverá el poderío y la “buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez y humildad, por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá la muerte. ¡Señor de la Misericordia! De Él proclamamos: ¡Resucitó!

Pero ¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza… Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) que tuvo que esperar un lapso porque para él Jesús seguía muerto. Para él el lapso fue de una semana. Este lapso de tiempo es el tiempo de una conversión del discípulo en soledad al discípulo en Comunidad: Pasar de “Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. A “A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos”. ¿De quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y cuando nuestra incredulidad es más fuerte la espera es más larga. «¿Tomás tuvo caracteres de agnóstico? Es duro de cabeza. Sólo le entra lo que él calcule, razone, pruebe y argumente… El agnóstico ´pasa´ de Dios. No le importa. Lo deja en paz y quiere que también Dios lo deje en paz. En el fondo es su ´narcisismo´, su orgullo y soberbia, su autosuficiencia lo que le ha vuelto ´todopoderoso´.  Él es ´dios´ para él mismo.»[1]


Somos de la misma ralea de incrédulos. Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo ejercicios de voluntad. La capacidad de creer es un don del cielo, una iniciativa divina. Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos recibido, tenemos el deber de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”, instruirla, para que pueda desarrollarse.

Expresamos nuestra intuición que su chispa siempre nos habita, que Dios Misericordiosísimo no se la ha negado a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de espiritualidad es su manifestación. Esta intuición sobre la generosa y abundante distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente y a diestra y siniestra nos obliga a llamar la atención sobre la responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión. Si alguien ha intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos (prueba usual en el gremio de los exploradores) sabrá cuánto hay que cuidar las “chispas” para lograr que ellas evolucionen hacia una “llama” consistente. Valga la analogía para subrayar el papel que juegan padres y maestros con la “chispa” de la fe entre niños y jóvenes. Muchas veces creemos estar enseñando verdadera “sabiduría” cuando promovemos el ateísmo y no somos capaces de reconocer el profundo mal que se causa al hacer tambalear el don de la convicción y al desestabilizar el fuero que tiene el corazón para aceptar la Revelación, que no es ciencia sino fe.

El ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario, podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer, la historia de las culturas demuestra ese potencial que hemos recibido. El problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la fe.

Reflexionemos cuánto daño hacemos o hemos hecho en el pasado, nunca para “llorar sobre la leche derramada” porque  -ya lo dice la sabiduría popular- “ya después del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; ¡no!, no se trata de caer en la zona de las lamentaciones sino procurar cambiar, ayudar a creer, abrirle la puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras la puerta, llamando obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina enquistada en la indiferencia, negándose a abrirle.

El Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está adentro, llamando para salir, para llegar donde otros que también tienen sed de Él. En otro momento se refirió a la necesidad de proclamar nuestra fe, que no basta tenerla sino que además Jesús nos envía a anunciarlo, a evangelizar.

Hay un punto nuclear en el Evangelio que no puede quedar ignorado: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Toda esta Misericordia está concatenada con el Sacramento de la Conversión, de la Confesión, como muchas veces los llamamos, que también se llama de la Penitencia y de la Reconciliación. No nos hagamos de la vista gacha para no tomar en cuenta que se consagra este sacramento con este mandato y gracia, ellos, los consagrados, reciben esta potestad de perdonar y retener. Vayamos sobre el #1446 del Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de convertirse y de recuperar la gracia de la justificación. Los Padres de la Iglesia presentan este sacramento como "la segunda tabla (de salvación) después del naufragio que es la pérdida de la gracia" (Concilio de Trento: DS 1542; cf Tertuliano, De pænitentia 4, 2).»



Salmo 118(117): Eucarístico
Nos hallamos ante un salmo de Acción de Gracias por eso lo llamamos Eucarístico. «Voces de Domingo de Pascua, gritos de victoria sobre la muerte, confianza en el poder de Dios, regocijo en el triunfo común y proclamación de este día como el más grande que ha hecho el Señor. Eso es este salmo rebosante de gloria y de gozo… esta es la liturgia de Pascua en el corazón del año. Pero para el verdadero cristiano, cada domingo es Pascua y cada día es domingo. Por eso cada día es Pascua, es “el día que ha hecho el Señor, el día en que actuó el Señor”»[2]

¡Dad gracias a YHWH, porque es bueno! –porque es eterno su Amor.
Diga la casa de Israel: -¡Es eterno su Amor!
Diga la casa de Aarón: -¡Es eterno su Amor!
Digan los que temen a YHWH: -¡Es eterno su Amor!

Nos encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד [jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “Amor”; ¿habría otra traducción más exacta? Podríamos proponer “Misericordia”, “Favor”, “Lealtad Divina”, “Predilección Amorosa”.

Si se tiene en cuenta que la relación con Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos decir que “Su alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro agradecimiento expresado en este salmo. Estamos agradeciendo con el Salmo que Dios no quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se defrauda con nuestra actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa así como su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que hacemos, porque “metemos la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin alcanzar a comprender que ofendemos a un Dios-tan-Bueno.

Nadie discrepa que este salmo se compuso cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo post-exilico; entonces ¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al aguardado, al esperado, al vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que no quebrantó la Alianza y que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se brindó hasta la última Gota de su Sangre para ser el Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el Chivo-Expiatorio y lavó pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él que nunca nos ha fallado, “que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se quiebra nunca jamás”, Cfr. Sal 18(17), 29. ¡Porque es eterna su Misericordia!

En los versos 17 y 18 se declara expresamente la victoria de YHWH sobre la muerte.

Herederos
Jesús nos había ofrecido que haríamos incluso obras mayores que las suyas. En la semana anterior, hemos venido leyendo continuadamente el Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y a los otros discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos varios en este libro.

Los sumarios cumplen una función diegética, hacen avanzar el relato y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran un resumen de lo que se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un telón que baja en la continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos hablado de una cosa, ahora, vamos a hablar de otra”.  Ahora, inmediatamente después de esta sumario viene la persecución, en el versículo 18, sólo dos versículos más adelante, serán llevados a la cárcel.

Pero el resumen o sumario como se le llama nos deja una idea muy clara: Jesús no se ha ido, no es que hayan sido abandonados, está con ellos (y con nosotros veintiún siglos después) y los/nos llena de poder, de autoridad, de seguridad y firmeza y también de elocuencia, pues a pesar de ser simples pescadores proclaman sin ambages y superando sus propios temores e inseguridades, que no obran en nombre propio sino en el Nombre de Jesús.


Con nosotros está
No vale trancar la puerta pues no hay obstáculos por fuertes que sean que impidan la presencia del Señor.

«Reunió a varios discípulos para explicarles que el mayor de los milagros era que Dios creó el mundo por puro amor, y creo al hombre por amor más grande todavía… Jesús elevó los ojos hacia Dios, su Padre, nos pidió que hiciéramos lo mismo y que escucháramos atentamente sus palabras. Y expresó, lenta y cadenciosamente, como en un susurro suave -te alabo, Padre bueno y fecundo, hacedor de toda bondad, porque Eres-el-que-Eres y Haces lo que Haces. Te doy gracias y te canto con las notas de la sinfonía de las estrellas y las voces de las lluvias, porque el mar es hondo, y tu Corazón, más profundo aún. Querría ser poeta para decirte que el oro es vil, comparado con tu Amor, y que el mejor vino y la miel más deliciosa, son vinagre y amargor, al lado de la dulce embriaguez que produce tu Palabra. Te canto una y mil veces, con las voces de todos los coros y de todas las orquestas y también “con el sonido de las batutas”, porque tú eres el Cantor que merece nuestro canto y porque purificas nuestros labios con brazas encendidas, para que nuestro aliento te sea grato.»[3]

También en el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a proclamar (en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto personal, privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para imponer, la fe se propone). La Presencia del Señor tiene un valor de presencia tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica, es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le tocó con la mano derecha. Si leemos toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el carácter fuertemente físico de la visión: la Voz, la figura humana, las vestiduras, el pecho, el cinturón de oro, cabeza, cabellos, ojos, pies, la diestra, etc. «El símbolo de la figura humana… representa allí al Pueblo de los Santos del Altísimo. Es el anti-símbolo de las Bestias, que representan a los Impe-rios. En el Apocalipsis este símbolo representa claramente a Jesús resucitado… la figura humana tiene vestido, cabeza, cabellos, pies, voz, mano, boca, rostro. El autor expresa simbólicamente cómo él experimenta cada elemento de la corporeidad de Jesús: el vestido es una túnica sacerdotal; los cabellos son blancos; los ojos como fuego; los pies sólidos como el metal; su mano tiene 7 estrellas (los responsables de cada comunidad están seguros en la mano de Cristo resucitado); de su boca sale una espada penetrante; su rostro brilla como el sol. Finalmente, Juan siente físicamente la mano de Jesús sobre su cuerpo: El puso su mano derecha sobre mí.»[4]



Si bien este es el Domingo llamado de la Misericordia , podríamos Afirmar también que es el Domingo de la Presencia puesto que una y otra vez se vuelve al tema de que Él está con nosotros y que su Alianza, no se parece a las cosas humanas: momentáneas, transitorias, perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios es Eterno y Dios es Amor.

Celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia requiere trasparentar esa Presencia, vivir Jesús-mente viviendo misericordiosamente; por eso no podemos pasar desapercibido el numeral 742 del Diario de Santa Faustina:Sí, el primer Domingo después de Pascua es la Fiesta de la Misericordia, pero también ha de haber obras de misericordia que deben surgir de tu confianza en Mí y de tu amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes: la acción, la palabra y la oración. No puedes excusarte. La fe sin obras es inútil.”


[1] Mazariegos, Emilio L. ESTALLIDOS DE GOZO Y ALEGRÍA E. San Pablo Bogotá-Colombia 2003 p. 73
[2] Vallés, Carlos G. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae. Santandar 1989.  p.224
[3] Muñoz, Héctor. CUENTOS BÍBLICOS CORTITOS. Ed. San Pablo 2004 BB.AA.-Argentina pp. 174-175
[4]  Richard, Pablo. APOCALIPSIS. RECONSTRUCCIÓN DE LA ESPERANZA. Ed. Tierra Nueva. Quito-Ecuador. 1999 pp.73-74

sábado, 20 de abril de 2019

VOSOTROS SERÉIS MI PUEBLO Y YO SERÉ VUESTRO DIOS



Gn 1,1-2,2; Sal 103, 1-2a. 5-6.10.12-14.24.35c; Gn 22, 1-18; Sal15, 5.8-11; Ex 14,15-151a; Sal Ex 15, 1b-6.17-18; Is 54, 5-14; Sal 29, 2.4-6.11-12a.13b; Is 55,1-11; Sal Is 12, 2-3.4b-6; Bar 3. 9-15. 32-4,4; Sal 18, 8. 9. 10. 11; Ez 36, 16-28; Sal 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4; Rom 6, 3-11; Sal 117, 1-2. 16ab-17. 22-23; Lc 24, 1-12

… no se trata de la reanimación de un cadáver, es decir, volver a la vida de antes. Es una creación nueva,… “se siembra corrupción, resucita incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual” (1Co 15, 42ss.).
Silvano Fausti

Celebramos la Pascua, pero tenemos que poner de presente que Pascua significa “paso” y que lo que celebramos es el paso de la muerte a la Vida.  La Liturgia de la Palabra de la Vigilia Pascual nos enfrenta a una síntesis apretada de la Historia de la Salvación:

En Primer Lugar nos evoca la Creación. Dios lo hizo todo perfecto y, Él que es el Experto de excelente experticia juzga la perfección de toda la creación: ¡Todo lo hizo Bien! Entre sus criaturas se cuenta al hombre, al ser humano que tiene una dignidad especial y ha sido puesto como guardián de la vida y cuidador de toda la Creación. La Creación nos asombra por su grandeza, por su más que matemática exactitud, finura, corrección y bondad, pero la Liturgia en su comentario nos advierte que no es la mayor y más admirable obra de Dios, pues hay algo muchísimo mejor, que es la Obra de la Redención.

Pero, allí sobreviene la embarrada. El hombre –víctima de la tentación- sucumbió al pecado y redujo la perfección de la Creación como consecuencia de su pecado. El pecado es desobediencia a lo que Dios nos pide. Viene la Segunda Lectura, también tomada del Génesis, se trata de la historia de Abraham y del sacrificio –a última hora cancelado- de su propio hijo-único Isaac. La leña que Abrahán lleva al país de Moria es figura de la Cruz y el Monte que Dios le señala es figura del Calvario, ese mismo Calvario (Monte de la Calavera, figura de la muerte) será derrotado por la Cruz, la Cruz de la Obediencia; Dios le dice a Abrahán, “no te has reservado a tu hijo, tu único hijo”, así resulta que Isaac es prefigura del Hijo Único de Dios, Jesucristo. Abrahán llegará a ser por esta obediencia en grado sumo, “padre de multitudes” y él mismo es prefiguración de Nuestro Padre-Dios que no escatimará el amor y el dolor de ver a su Hijo Crucificado y temporalmente muerto, por alcanzarnos la Redención.


En la siguiente página, la Tercera Lectura (tomada del Libro del Éxodo, Lectura que no se puede 
obviar, estando en libertad el Presidente de elegir cuales de las otras del A.T. toma, para conformar 
un mínimo de tres), del muy sintético resumen, donde hallamos a Nuestro Padre Dios que –en vez de 
permanecer airado por nuestro descalabro- permanece interesado y alerta cuidándonos. La 
responsabilidad paternal no busca pretextos para disolverse; por el contrario, un papá siempre estará 
vigilante, no para cercenarle la libertad al hijo, sino para apoyarlo, para velar por él, para darle su 
consejo y señalarle los mejores derroteros; y, si llegara a caer en la trampa de ser esclavizado, no 
vacilará en pagar el rescate para volverlo a ver libre. La Pascua del Antiguo testamento es una 
prueba del Amor de Dios-Padre por su Pueblo Escogido. Que maravillosa y épica fue la muestra del 
Poder de Dios para salvar a Israel de los egipcios. Este  poderío lleva al Pueblo Elegido a llamar a 
Dios: “El Señor”. Y sin embargo hay una obra mayor que esa, el Sacramento del Bautismo que es el 
Sacramento del agua Regeneradora y vivificante, que lava la mancha del pecado original. Por eso, el 
Mar dividido para que los Israelitas lo pudieran cruzar es prefigura del sacramento del bautismo -“Se 
nos ha dado la oportunidad de pasar de la esclavitud del pecado y de todos los elementos destructivos 
de nuestra vida a una vida de libertad”- sacramento de Liberación, porque Yavé es un Dios Liberador.

En la Cuarta Lectura, tomada del profeta Isaías, nos encontramos a Dios y su relación conyugal con su “puebla”, que es su legítima esposa, y a la que Él jura su eterno amor muy a pesar de sus infidelidades. Profetiza que nuestro Redentor será el “Santo de Israel”. Esta fidelidad a través de los siglos y por encima de nuestras fallas repetidas una y otra vez en el curso de la historia de la humanidad, nos conduce a glorificar al Dios Omnipotente, Dios del Mundo Entero, a cantarle himnos a darle gracias por siempre. Roguémosle a Dios que haga grande su pueblo creyente para que el mundo entero reconozca que las promesas que nos hizo – a través de nuestros mayores- se cumplen.


¡Nos cuesta mucho trabajo entender estas vías de Dios! Nuevamente –en la Quinta Lectura- Isaías toma la Palabra y nos trae el anuncio de los caminos especiales y valiosísimos que tiene el Señor, en el verso 8 nos declara: “Pues sus proyectos no son los míos, y mis caminos no son los mismos de ustedes”. En esta profecía se nos llama a valorar toda Palabra que sale de la Boca de Dios y atestiguar su fertilidad pues no deja de dar fruto: “No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo lo que le encargué.” Is 55 ,11.

La Sexta lectura tomada del Profeta Baruc, nos desbroza de toda clase de idolatrías y politeísmos, abriendo nuestros ojos y disipando toda ceguera para que prestemos atención al Único Dios: Al Todopoderoso, a Quien la Luz le obedece (otra vez aparece la obediencia como la manera de relacionarse con el Señor, de agradarle): ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor! Si sabemos lo que le agrada y lo aceptamos como directriz de nuestra existencia, tendremos las puertas franqueadas para alcanzar la dicha de Contemplar su Rostro, de alcanzar el Destino radiante que Él nos tiene reservado. Su Palabra nos ha sido revelada y así lo conocemos, es decir, sabemos cómo podemos agradarle, por tanto sus Palabras son Palabras de Vida Eterna.

Reseñaremos ahora le Séptima Lectura, esta viene de Ezequiel: En ella se nos habla de cómo nos encerramos en nuestra testarudez e hicimos caso omiso a las palabras de guía que Dios nos había revelado, en particular se denuncia la idolatría en que incurrimos y la vida de profanación que elegimos y preferimos a la opción que Dios nos propuso. Entonces, ahora, ¿qué creéis que hará Dios? ¿Pensáis que se regodeará en crueles castigos? Pues no, lo que hace, es ¡lavarnos con la purificadora agua que brota del Costado lanceado de Nuestro Salvador! Acariciemos con dulzura las tiernas Palabras de la Promesa de Dios: “Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo; y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaré en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios!”, entendemos que por eso se ha quedado a vivir en los Sagrarios de nuestras Iglesias, para no faltar al cumplimiento de su Promesa.

La Epístola –tomada de la Carta a los Romanos- nos señala como Jesús es nuestro Hermano Mayor, y en Él nos hemos hecho coherederos y coparticipes de los Bienes Eternos concretizados en una Vida Nueva. Hemos muerto para el pecado y renacidos de las aguas bautismales para ser mujeres y hombres nuevos a la manera de Jesucristo. Nuestra condición de pecadores fue crucificada, y ella fue la única que murió en esa Cruz, puesto que nosotros, junto con el Cordero de Dios, lo que ganamos en ella fue la corona de la Resurrección: “sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.”

Sólo una Palabra sobre el Evangelio que acaece en el marco del Primer Día de la Semana, sobrado motivo para que hayamos dejado de celebrar Sabbat y hayamos pasado a celebrar el Dies Domine, El Domingo, Día del Señor: Vale la pena volver sobre el #18 de la Carta de San Juan Pablo II sobre el Día del Señor, dada en Pentecostés de 1998, donde leemos: “… los cristianos, percibiendo la originalidad del tiempo nuevo y definitivo inaugurado por Cristo, han asumido como festivo el primer día después del sábado, porque en él tuvo lugar la resurrección del Señor. En efecto, el misterio pascual de Cristo es la revelación plena del misterio de los orígenes, el vértice de la historia de la salvación y la anticipación del fin escatológico del mundo. Lo que Dios obró en la creación y lo que hizo por su pueblo en el Éxodo encontró en la muerte y resurrección de Cristo su cumplimiento, aunque la realización definitiva se descubrirá sólo en la parusía con su venida gloriosa. En él se realiza plenamente el sentido «espiritual» del sábado, como subraya san Gregorio Magno: « Nosotros consideramos como verdadero sábado la persona de nuestro Redentor, Nuestro Señor Jesucristo ». Por esto, el gozo con el que Dios contempla la creación, hecha de la nada en el primer sábado de la humanidad, está ya expresado por el gozo con el que Cristo, el domingo de Pascua, se apareció a los suyos llevándoles el don de la paz y del Espíritu (cf. Jn 20,19-23). En efecto, en el misterio pascual la condición humana y con ella toda la creación, «que gime y sufre hasta hoy los dolores de parto» (Rm 8,22), ha conocido su nuevo «éxodo» hacia la libertad de los hijos de Dios que pueden exclamar, con Cristo, « ¡Abbá, Padre! » (Rm 8,15; Ga 4,6). A la luz de este misterio, el sentido del precepto veterotestamentario sobre el día del Señor es recuperado, integrado y revelado plenamente en la gloria que brilla en el rostro de Cristo resucitado (cf. 2 Co 4,6). Del « sábado » se pasa al « primer día después del sábado »; del séptimo día al primer día: el dies Domini se convierte en el dies Christi!”

Esta es la clave para toda la partitura, todo cuanto suene estará entonado y armonizará bajo el signo de la Resurrección, porque la Cruz sólo es la Llave, pero la Puerta es que se haya Levantado, que haya atravesado las aguas de la muerte, -como dice la Epístola: “fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva”, ese es el Signo de nuestra Fe. «Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados -cada uno de nosotros los conoce-, para que Jesús entre y lo llene de vida; llevémosle las piedras del rencor y las losas del pasado, las rocas pesadas de las debilidades y de las caídas. Él desea venir y tomarnos de la mano, para sacarnos de la angustia. Pero la primera piedra que debemos remover esta noche es ésta: la falta de esperanza que nos encierra en nosotros mismos. Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida.»[1]

¡RESUCITÓ! ¡FELICES PASCUAS!



[1] Dijo Papa Francisco en la Homilia de la Vigilia Pascual de 2016

jueves, 18 de abril de 2019

CORONADO DE ESPINAS, ABOFETEADO



VIERNES SANTO – PASIÓN DEL SEÑOR



Y como una zarza ardiendo, como el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, se manifiesta a los que buscan apresarlo diciéndoles: “YO SOY”. Es Yavé que les hace caer en tierra.
Emilio L. Mazariegos

¿Quién juzga a quién?
Monseñor Carlo María Martini nos prevenía que es muy difícil seguir la Lectura de la Pasión porque es un texto muy largo y uno tiende a distraerse y a extraviarse en la densa maraña de datos y detalles en los cuales San Juan es muy prolífico: «En todo caso, puesto que la narración es bastante larga (dos capítulos) y a menudo uno se pierde por las muchas cosas que se encuentran allí,… El pasaje es muy complejo y largo; más aún, quien lee no puede menos que pensar que Juan habla demasiado. Casi 30 versículos para narrar algunos hechos sin duda fundamentales (la condenación a muerte de Jesús), pero que Marcos narra en casi la mitad de espacio.»[1]

Nosotros añadimos otra dificultad, la gran cantidad de figuras, imágenes y simbolismos. Insistimos que los símbolos podían ser decodificados por la Comunidad Joánica que contaba con los referentes de decodificación, no así para nosotros. Un comentario que se hace sobre el Apocalipsis se podría adecuar cuando comentamos la Pasión según San Juan, y, subrayemos que proviene de la misma escuela escriturística: «La multiplicidad de imágenes empleadas, su originalidad muchas veces desconcertante, el despliegue siempre imprevisible de la fantasía del autor, visiones y escenas inauditas, hacen que el lector se pierda en este laberinto de símbolos.»[2]

Siguiendo la Pasión con mucha atención lo primero que se nota es el empeño de mostrar a Jesús como Rey. Evidentemente es un Rey de una clase muy especial. ¡Su corona es de espinas! El Manto de Púrpura, es un trapo, y se lo proveen los soldados torturadores; también ellos le adjudican el Cetro, una caña. En este evangelio se ha prescindido de ciertos detalles que aminorarían la calidad real de Jesús: No hay insultos, no hay escupitajos.


Pero el cuadro crucial, donde se muestra todo el señorío de Jesús es el momento en que el propio Pilato hace sentar (la palabra es ἐκάθισεν indicativo aoristo activo del verbo καθίζω hacer sentar, mandar sentar) a Jesús en la silla desde donde se juzgaba. «… la expresión ekathisen epi bematos en el v. 13, traducida por la vulgata “sedit pro tribunali”. Mientras comúnmente se pensaba que la frase significase que Pilato se sentó, dada la cercanía del nombre de Jesús y la posible atribución de un valor activo al verbo ekathisen parece que Pilato “hizo sentar a Jesús”, en el sentido de que lo instaló sobre la silla.»[3] Revisemos cómo traduce Luis Alonso Schökel: “Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado (en hebreo Gabbata)”.Jn 19,13. Volvamos con el Cardenal Martini: «La impresión que se saca de la escena, pues, es que el que parece estar siendo juzgado, en realidad está juzgando a la humanidad.»[4] «Jesús es acusado, pero de hecho es él el que juzga. Jesús es rey, pero un soberano que reina sobre que escuchan sus palabras. En el centro la escena de la coronación, despojada de todo detalle (esputos, genuflexiones), hace destacar el título de rey. Y la escena termina apoteósicamente: Pilato hace sentar a Jesús en su tribunal para proclamarlo rey (v.13).»[5]

Parcelación
Este texto, como hemos dicho, de suyo denso; merece un atento estudio; nuestro rol de discípulos nos llama a leerlo y meditarlo con atención, con espiritualidad; acompañar a Jesús en esta Semana Santa, leer de manera meditada y con suma devoción las páginas de la Escritura consagradas a la Pasión. Pero no sólo hoy. El sentido intrínseco a esta celebración que la Iglesia ha instituido y conservado, lleva en sí, la Orden Eucarística: “Hagan esto en memoria mía”, y el alma toda de la Iglesia opera con este sentimiento, conservar lo que Jesús –con su Vida, Pasión y Muerte- nos cedió, y que alumbra nuestro caminar en el discipulado.


El Cardenal Martini nos legó un diseño exploratorio, diríamos una especie de mapa-guía para la Pasión según el Evangelio de San Juan. Él nos propone una subdivisión en 7 episodios:

1.    El arresto de Jesús (Ego Eimi) 18, 1-12
2.    Jesús ante los sumos sacerdotes y la negación de Pedro 18, 13-27
3.    Jesús ante Pilatos 18, 28–19, 16
4.    La Crucifixión 19, 17-22
5.    El “cumplimiento” 19, 23-30
6.    Agua y sangre y el Cordero de Dios 19, 31-39
7.    La valentía de los Amigos 19, 38-42.

Podemos aprovechar este “plano-pauta” que trazó Carlo María Martini para explorar la Pasión con mayor provecho y profundización.

Retomemos el asunto de la opción preferencial
Pilato nos mostrará a Jesús: Ἰδοὺ ὁ ἄνθρωπος “Ecce homo”: “Aquí tienen al hombre” Jn 19, 5c. Ya es un guiñapo; azotado, coronado de espinas, abofeteado, víctima de la burla, pero sobre todo y ante todo, sentenciado. Pilato no se cansa de pronunciar su sentencia: No encontró en Él culpa alguna, lo declara tres veces inocente. Sabemos que los opresores romanos les habían quitado a los judíos toda autoridad para condenar a muerte, por eso lo presentan al gobernador romano para esta farsa de juicio. El Sanedrín, los Sumos sacerdotes, los fariseos y los saduceos ya llevaban la sentencia escrita en su corazón. Como lo dijera Caifás, “conviene que un hombre solo muera por el pueblo” (Cfr. Jn 18, 14).

Cuando Pilato lo muestra, aquella gente lo “ovaciona”: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Pero el hombre que Pilato les muestra es – ¿cómo dijéramos?- hombre-reducido-a-piltrafa; pero el hombre, no puede ser reducido por ningún medio en su humanidad, será –pese a cualquier vejamen- “hombre”. “Muchos se horrorizan al verlo porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre;(Is 52, 14)… No vimos en Él ningún aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, habituado al sufrimiento, como uno del cual se aparta la mirada, despreciado y desestimado. (Is 53, 2d-3).

 Aquí se nos presenta el tema de la opción preferencial de Dios por los pobres. Si nos preguntamos por la razón para esta opción preferencial podemos mirar a Jesús en su trono: ¡Miremos al crucificado! Los pobres son su imagen y semejanza. «… el pobre no es un tema de la agenda de los teólogos al lado de otros temas. No es una nota de algún diccionario teológico. El constituye el horizonte a partir del cual leemos e interpretamos los demás temas. Por tanto, el pobre es mucho más que un tema de reflexión teológica y política. El pobre ocupa la importancia de un lugar social y epistemológico.»[6]

«Dios escogió a los pobres… porque encontraba en ellos el reflejo de sí mismo, el resto que quedó de su honra y gloria divina en medio de la humanidad (Is 42, 8). Los escogió porque en ellos seguía existiendo el ideal que Él soñaba para todos, el ideal de una sociedad igualitaria y fraterna, sin opresor ni oprimido. Pues, a pesar de ser maltratados, ellos no maltrataban; a pesar de ser oprimidos, no oprimían (Is 42, 2-3) En ellos existía la matriz del futuro de la humanidad. Y los escogió de acuerdo a su justicia divina (Is 42, 6)»[7]


El salmo para este Viernes Santo es el Salmo 31(30). El responsorio dice: בְּיָדְךָ֮  אַפְקִ֪יד  ר֫וּחִ֥י  “En tus manos encomiendo mi espíritu”. Sal 31(30), 5(6)a. Otra versión dice: “En tus manos está mi destino”, aún otro traductor ha dicho: “En tus manos están mis azares”. Como quiera que sea, es la confianza en el Señor. El estará siempre al cuidado, de Él nos podemos fiar. Lo cual se relaciona directamente con aquello de que en los pobres está la matriz del futuro de la humanidad: Ellos como nadie se preocupan del hermano, si tienen un pan lo comparten, son el epítome de la solidaridad. El corazón de los pobres es siempre misericordioso como el corazón del Padre. Son portadores de la semilla de la liberación.

Nuestra teología para hoy no es un razonamiento alambicado e inaccesible. Es una idea sencilla de mansedumbre que encierra en sí la imagen de Jesús que avanza como una oveja llevada al matadero, como varón de dolores,… su manto real es la toalla que se ató a la cintura con la que amorosamente secó los pies de sus discípulos y con la que mostró su abajamiento para estar en medio de ellos no como el que es servido, sino como el que sirve. “En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que Él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros.” Hb 4, 15 ,…(sólo que Él no pecó). «La lucha contra “el eje del mal” se combate con armas opuestas a las del mal: no la riqueza ni el poder, ni el orgullo ni la rabia, ni la mentira ni la opresión, sino la pobreza y el servicio, la humildad y la justicia, la verdad y la libertad…. Jesús… es rechazado porque, en lugar de carruajes o caballos, elije el asno, manso y humilde como Él (cf. Jn 12, 14)»[8]

Así la imagen del Crucificado nos remite una vez más a Mt 25, 31-46.




[1] Martini, Carlo María. LAS NARRACIONES DE LA PASIÓN. MEDITACIONES. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá –Colombia 1998. pp.156 y 160
[2] Álvarez Valdés, Ariel. ¿QUÉ SABEMOS DE LA BIBLIA?(I) Centro Carismático “Minuto de Dios” Bogotá – Colombia p. 83
[3] Martini, Carlo María. Op. Cit. p. 168
[4] Idem
[5] Charpentier, Etienne. PARA LEER EL NUEVO TESTAMENTO. Ed. Verbo Divino. Navarra – España 2004 p. 134
[6] Boff, Leonardo. TEXTOS SELECTOS. Ediciones Paulinas Santafé de Bogotá – Colombia 1992 p. 211
[7] Mesters, Carlos o.c.d. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE p. 110
[8] Fausti, Silvano. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo Bogotá –Colombia 2008 pp. 517. 515.

miércoles, 17 de abril de 2019

INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA



Jueves Santo

La eucaristía es realmente… una enormidad… es un misterio que no se termina nunca de comprender.
Raniero Cantalamessa


Una parábola moderna
«Jesús explicaba los asuntos del reino en parábolas; adoptemos por una vez su método y tratemos de comprender, con la ayuda de una moderna parábola, lo que sucede en la celebración eucarística. En una gran fábrica había un empleado que admiraba y amaba desmedidamente al dueño de la fábrica. Para su cumpleaños quiso hacerle un regalo. Pero antes de entregárselo, en secreto, pidió a todos los colegas poner su firma sobre el regalo. Este llegó pues a las manos del patrón como homenaje de todos los empleados y como un signo de la estima y del amor de todos ellos, pero, en realidad uno solo había pagado el precio del regalo.


¿No es exactamente lo que sucede en el sacrificio eucarístico? Jesús admira y ama infinitamente al Padre celestial. A Él quiere hacer todos los días, hasta el fin del mundo, el regalo más precioso que se pueda imaginar, el de su misma vida. En la Misa el invita a todos sus hermanos a poner su firma sobre el regalo, de manera que llegue a Dios Padre como regalo de todos sus hijos, “mío y su sacrificio” lo llama en el Orate fratres. Pero en realidad sobemos que uno solo ha pagado el precio de ese regalo. ¡Y qué precio!»[1]

El Seder de Pesaj.
Cristo realizó este misterio en un ambiente hebreo, escriturístico, dentro de una mentalidad semítica.
Roberto Masi

La Primera Lectura en la Liturgia del Jueves Santo proviene del Éxodo, más precisamente del capítulo 12, versículos 1-8 y 11-14, o sea que no se leen los versículos 9 y 10 de la perícopa. En ella se establecen los elementos de la liturgia judía de la Cena Pascual. Enumerémoslos:

1.    Un cordero, sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
2.    La sangre para la marcación de las jambas y el dintel.
3.    La carne se consumirá asada a fuego.
4.    El pan de la cena será pan ázimo (matzá). El jametz (pan fermentado con levadura)   está estrictamente proscrito del Seder.
5.    Se consumirán también lechugas amargas (maror) mojadas en agua salada para recordar el sabor de las lágrimas.
6.    El ornamento prescrito consta de correa ciñendo la cintura, los pies calzados y bastón en la mano; todo indica la premura para salir. Por eso se comerá de prisa.

Después de la destrucción del templo se renunció al sacrificio del Cordero. En el Seder actual (se llama Seder o sea orden, porque todo está prescrito, rigurosamente establecido); se beben 4 copas de vino, se rememora la liberación de la esclavitud que el pueblo soportaba en Egipto (Hagadá) y se canta el Hallel, los salmos 113-118. Siempre se ha dicho que Jesús estableció la Eucaristía en el marco de una Cena Judía. Allí está el Vino, el Pan ázimo, el Salmo, el Cordero sin defecto, sin mancha, sin mácula de pecado, y los ornamentos, la cintura ceñida por el cíngulo, y –en el caso del Obispo, el báculo que es el bastón litúrgicamente prescrito. Inclusive, recordemos que el Obispo lleva su Kippah que nosotros llamamos Solideo, significa que “Dios está por encima de los hombres”, significa que, el Ministro Ordenado (recibió la Orden de “Hacer esto en memoria mía”) está consagrado sólo a Dios. Así como en la Eucaristía el Sacerdote lava sus manos (lavatorio simbólico en el que sólo se humedecen los dedos) así también la Cena Judía tiene también su rito de lavatorio “urjats” y “rajtsá”.


La Eucaristía parte del rito de acción de gracias y reconocimiento de la Majestad de Dios donde se le bendice y alaba: Baruk Adonaí “Bendito es el Señor. La palabra Baruk viene de la raíz בָּרַך brk, ligada con la palabra “rodilla” como signo de arrodillarse ante la Grandeza de Dios. Por eso el rito recibe el nombre de Berakah y, como lo decimos más arriba sirve de núcleo de partida a la estructura de la liturgia eucarística que las comunidades cristianas fueron enriqueciendo en la medida en la que fueron ganando identidad y se fueron segregando de las comunidades judías de origen. O sea que, a la Pascua Judía se aúna el Misterio Pascual de Jesucristo.


Sacrificio Incruento
Queremos tocar, así sea superficialmente, el tema del sacrificio y la Eucaristía como Sacrificio. Muchas veces se ventila el tema de que cada Eucaristía es un Sacrificio, y se quiere implicar de ello que el Sacrificio de Jesús no “habría sido suficiente”. Queremos enfatizar que no se trata de un nuevo sacrificio en cada Eucaristía, sino del mismo sacrificio actualizado. Vamos a decirlo con las palabras de Monseñor Masi: «La Eucaristía es el memorial de la muerte del Señor… es un memorial, es decir, un recuerdo, un símbolo, pero también una representación mística de la muerte de Cristo en la cruz para la purificación de los cristianos… La Eucaristía es un sacrificio, pero no es distinto del de la cruz. Es el mismo sacrificio del calvario hecho sacramentalmente presente. Ya el concilio de Trento enseñó claramente que la misa es un verdadero y propio sacrificio con el mismo sacerdote y la misma victima que el sacrificio de la cruz: Jesucristo… La razón suprema por qué la misa es sacrificio es que recuerda y representa la cruz… la misa hace de nuevo presente en el altar el sacrificio de la cruz, sin multiplicar por ello los sacrificios de Cristo, pero multiplicando la presencia de su único sacrificio.»[2]


Cabe muy bien recordar aquí el numeral 1367 del Catecismo de la Iglesia Católica: El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: "Es una e idéntica la víctima, que se ofrece ahora por el Ministerio de los Sacerdotes, la que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer": "Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la Misa, este mismo Cristo que "se ofreció a sí mismo una vez de manera cruenta sobre el Altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera no cruenta"[3]

Sacerdocio de redención
El Sacramento de la Ordenación está íntimamente ligado con el Sacramento Eucarístico, son los Sacerdotes los llamados a confeccionar la Eucaristía y a presidir su liturgia. El significado del Sacerdocio -(#1536 El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del Ministerio Apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.)- está explicitado de manera excelente en el Prefacio de la Misa Crismal, donde el Obispo Consagra los Santos Oleos: Extractamos de allí el fragmento central, pertinente a la trasferencia del Sacerdocio de Cristo al Ministerio Sacerdotal:


«Que constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.

Él no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión.

Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos.

Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor.»[4]


Se nota en esta cita la discriminación entre dos sacerdocios diferentes pero inter- compenetrados en su mutua correspondencia y en su reciproca razón de ser. A este respecto es clarificador el numeral 1547 del Catecismo de la Iglesia Católica, veamos: «El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; [...] ambos, en efecto, participan (Lumen Gentium 10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo" (Lumen Gentium 10). ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.»


Como la Iglesia es Madre y Maestra, el Sacerdote participa junto con su Ministerio Ordenado de un ministerio docente que lo llama, a imagen del Buen Pastor -que no en vano se la llama Divino Maestro- a la enseñanza responsable para combatir el analfabetismo de la fe, forma de incultura espiritual que imposibilita la trascendencia y que es uno de los graves males de nuestro siglo. Y ¿qué ha de enseñar? Ni lo preguntéis. Está claro que su sola enseñanza tiene que ser la Verdad que nos mostró Jesucristo, la que nos hará libres (Cf. Jn 8, 32), la del Pan de Vida (Cf. Jn 6, 51-58. 60-69).




[1] Cantalamessa, Raniero. “ESTO ES MI CUERPO” Ed. San Pablo Bogotá Colombia 2007. pp. 118-119
[2] Masi, Roberto. SACERDOCIO Y EUCARISTÍA EN LA VIDA DE LA IGLESIA. Ed. Paulinas Bogotá Colombia 1967. pp. 219-221
[3] CEC. #1367.Cc. de Trento, Sess. 22a., Doctrina de ss. Missae sacrificio, c. 2: DS 1743.
[4] ORDINARIO DE LA MISA. Ed. Paulinas Caracas – Venezuela 1989 p. 76