sábado, 28 de julio de 2018

UNO SÓLO ES REY



Y NOSOTROS MUCHACHOS CON PANES DE CEBADA
2R 4, 42-44; Sal 145(144), 10-11. 15-16. 17-18. Ef 4, 1-6; Jn 6, 1-15

Para un pueblo en el que muchos sufrían el hambre y la fatiga de buscar el pan de cada día, esta era la promesa de las promesas, que en cierto modo lo resumía todo: la eliminación de toda necesidad, el don que habría saciado el hambre de todos y para siempre.
Benedicto XVI

Al mirar la Misión del enviado-en-Misión
hemos encontrado una “figura” que le sirve de “paradigma”:
es la figura del Pastor.

Al tratar de entender esa rica imagen nos damos de lleno
con otras dos: la del “rey” y la del “Siervo”.

La figura del rey no por casualidad resuena
intensamente en nuestra comprensión
de la realidad.
Gran parte de nuestra cultura se ha construido en torno
a esa imagen.
Inclusive se han llegado a definir todas las figuras de gobierno
por relación con ella.


Con las connotaciones de “rey”
tenemos la del hombre “que todo lo tiene”,
como figura de autoridad y poder connota “el que manda sobre todos”,
y, como figura jurídica, se le toma  como “última y máxima instancia,
que puede disponer hasta de la vida de sus súbditos”.

Por otra parte, el “rey” debería ser,
y allí, se desplegaban todas las “esperanzas”,
el que resuelve todos los problemas,
una especie de “ gran papá” que se encarga de “proveer” a sus “gobernados”
que en ese caso se toman como sus “niños”,
esto “infantiliza” el pueblo de Dios,
en vez de hacerlo libre, lo hace “dependiente”;
aquí urge recordar que Jesús envía a sus discípulos “con poder”.


Con toda esa constelación de implicaciones,
el “rey” queda reducido a un “ídolo”,
las relaciones con él serán de “idolatría”.
(Aquí conviene reiterar que cuando el Pueblo escogido quiso darse un rey,
Dios –por medio del profeta- recomendó que no;
lo hacían por copia de los otros pueblos,
veían que ellos lo tenían y creyeron necesitarlo
para ser pueblo,
   tener lo que otros tenían


Rey, en verdad es un concepto teológico,
Sólo Uno es el Rey,
y, es Dios.
Claro, Dios es mucho más que Rey,
inclusive, a veces, Dios es todo lo contrario de Rey,
Eso es lo que nos enseña Jesús
en este Día.
Pastor no connota rey, sino “Siervo”;
Jesús no quiere ser visto, ni tomado por rey, por eso:
«Se retiró, otra vez a la montaña, Él solo».


Para acceder a la enseñanza de este Domingo XVII
Es importante que miremos esto, con detalle,
Así que vayamos a 1Sam 8, 6b-21:
"«Danos un rey para que nos gobierne»;
e invocó a Yavé.
                          Y Yavé dijo a Samuel:
«Dale a tu pueblo lo que te pide.
Pues no te rechazan a ti, sino que es a Mí a quien han rechazado
para que no reine sobre ellos.
Te tratan a ti como me han tratado a mí
desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy.
Pues sabes cómo me abandonaron para ir tras otros dioses.
Escucha, sin embargo, su petición
y les dirás cuáles son los derechos del rey que los va a gobernar.»
Samuel transmitió al pueblo que le había pedido un rey todo lo que le había dicho Yavé. Les dijo:
 «Miren lo que les va a exigir su rey:
les tomará a sus hijos y los destinará a su carro y a sus caballos,
o también los hará correr delante de su propio carro;
los empleará como jefes de mil y como jefes de cincuenta;
los hará labrar y cosechar sus tierras;
los hará fabricar sus armas y los aperos de sus caballos;
les tomará sus hijas para peluqueras, cocineras y panaderas;
a ustedes les tomará sus campos, sus viñas y sus mejores olivares
y se los dará a sus oficiales;
les tomará la décima parte de sus sembrados
y de sus viñas para sus funcionarios y servidores;
les tomará sus sirvientes, sus mejores bueyes y burros
y los hará trabajar para él,
a ustedes les sacará la décima parte de sus rebaños
y ustedes mismos serán sus esclavos.
Ese día se lamentarán del rey que hayan elegido,
pero Yavé ya no les responderá.»
El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo:
«¡No! Tendremos un rey y nosotros seremos también como los demás pueblos:
nuestro rey nos dirigirá e irá al frente de nosotros en nuestros combates.»
Oyó Samuel todas las palabras de su pueblo
y las repitió a los oídos de Yavé.
Pero Yavé dijo a Samuel: «Hazles caso y dales un rey.».


A estos, que el pueblo puso con idolatría,
a velar por ellos, esos son los “malos pastores”,
a ellos los denuncia Jeremías en el capítulo 23, versos 1-6:
"¡Ay de los pastores que dejan perderse
y desparramarse las ovejas de mis pastos!
- oráculo de Yahveh -.
Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel,
Respecto de los pastores que apacientan a mi pueblo:
Vosotros habéis dispersado las ovejas mías,
las empujasteis y no las atendisteis.
Mirad que voy a pasaros revista por vuestras malas obras
- oráculo de Yahveh -.

Yo recogeré el Resto de mis ovejas
de todas las tierras a donde las empujé,
las haré tornar a sus estancias,
   criarán y se multiplicarán.
Y pondré al frente de ellas pastores
que las apacienten,
y nunca más estarán medrosas
    ni asustadas,
                         ni faltará ninguna
- oráculo de Yahveh -.
Mirad que vienen días - oráculo de Yahveh –
en que suscitaré a David un Germen justo:
reinará un rey prudente,
    practicará el derecho
y la justicia en la tierra.
En sus días estará a salvo Judá,
      e Israel vivirá segura.
Y este es el Nombre con que te llamarán:
        «Yahveh, justicia nuestra.»

La presencia del rey dominador se imponía
de manera tan alienante
que el sometido
nunca podía sentarse, menos a comer, momento en que uno
es más consciente de su necesidad.
El subyugado debía comer de pie,
¡Jesús nos deja sentar!
y nos congrega en comunidades.

Jesús no da el pan “comercial”,
No nos brinda un pan con “descuento especial”,
Su oferta no es la de un pan super-económico,
el de menor precio en el mercado.
¡Su pan es gratuito!


Jesús tomó los panes,
Pronunció la Acción de Gracias (Eucaristía),
y, luego, los repartió.
Los sustrajo de la esfera de “venta”
                                                           los implantó en el ámbito de Dios.
Los convirtió en Verdadero Maná,
pan de los pastores libres
que pastorean por la libertad
de todas las idolatrías.
Permíteme Yahvé, hacer que tu Gloria resplandezca
y no ser, precisamente yo, el eclipse de tu Resplandor:
ser siervo humilde,
                             muchach@ amable,
con obras de amor que constituyen
siempre un medio para acercarnos a Dios;
comprensivos, amorosos y solícitos buscadores de unidad,
unidad en la esperanza de la vocación,
en la fe, en el bautismo,
en el Señor, Dios, Padre de todos,
que está sobre todos, actúa por medio de todos,
y está en todos. 
Y tener muy presente que…
¡Sólo Dios basta!



sábado, 21 de julio de 2018

MISIÓN DE REUNIFICADORES



Pastorear para la unidad

Jer 23, 1-6; Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 ; Ef  2, 13-18; Mc 6, 30-34

… en aquella sociedad agrícola-ganadera que era el contexto de la realidad Escrituristica, era una imagen muy clara y rica, ellos sabían con cuánto cariño cuida el pastor a sus “animalitos” y cómo se desvive por ellos. Así es el Amor de Dios por nosotros y así debemos aprender a amarnos entre nosotros para cumplir con el mandamiento del Amor no sólo a Dios sino también al prójimo, como a uno mismo… Nutrir al hombre integral, calmar todas las hambres, eso es lo que compete al hombre-nuevo, al Llamado-Enviado.

Podemos hacer mención de Dios diciendo El-Señor-nuestra-justicia.
Observemos como se han ido enlazando las ideas claves del cristiano:
Fe-Discipulado-Envío-Misión.
Ahora se presentan dos nuevas palabras,
tan conectadas, que parecen una: pastorear-evangelizar.
(Evangelizar no está pronunciada, está sobreentendida)

          
Este nuevo concepto-dupla
aparece propuesto tanto por el profeta como por el salmista:
La Lectura de Jeremías 23 inicia así: “Ay de los pastores que dispersan
y dejan perecer las ovejas de mi rebaño —oráculo del Señor—.”
Dios encomendó funciones gubernativas a unos pastores de hombres,
les encargó la dirección y el liderazgo,
la defensa y el cuidado de su pueblo-pueblo-pueblo,
pero esos encargados lo defraudaron,
se ocuparon sólo de sus egoísmos, de sus intereses personales,
de engordar la bolsa propia.
Al verdadero discípulo le corresponde denunciar al Mal Pastor,
y superarlo siendo él mismo como el Buen Pastor.
El Salmo 22 dice: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”
El profeta nos está diciendo lo que no debe hacer el Pastor,
en el salmo lo que hace el Pastor Verdadero.

El Evangelio nos trae modelada
la fuente del accionar pastoral: La compasión.
Y la primera parte de su accionar: Enseñar.
A partir del próximo Domingo dejaremos en suspenso
la lectura del Evangelio según San Marcos;
iniciaremos una inserción de 5 domingos
en el Evangelio según San Juan, Domingos 17º a 21º,
para mirar esa faceta de la misión –otra dupla-
pan Eucarístico y pan de la Palabra,
que atañe al evangelizador-misionero,
compromiso que nos legó el Divino Maestro cuando dijo
“denles ustedes de comer” Mc 6, 37b.


Allí veremos qué es todo eso de  que “en verdes praderas nos hace recostar”,
“nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas,
nos  guía por el sendero justo,
va con nosotros y con su vara y su cayado nos sosiega,
Su bondad y Su misericordia nos acompañan,
que prepara una mesa ante nosotros, enfrente de nuestros enemigos;
que nos unge la cabeza con perfume y mantiene la copa rebosante”.
Todos esos son comentarios sobre la misión pastoral,
definen el accionar del evangelizador.

Hay otra labor que nos incumbe,
se trata de la disolución de las barreras,
para lo que tenemos la Segunda Lectura:
en tanto somos evangelizadores, no nos toca levantar muros o construir diques,
en cambio,
      es nuestra tarea la búsqueda de la unidad.
De eso nos habla la Carta a los Efesios.
A veces se cree que debemos ser netos y claros en la separación,
pero Jesús anima a lo contrario,
                                                   Jesús vino a superar lo de judíos y gentiles,
Lo que Él hizo fue derribar el muro que los separaba: el odio.
¿Cómo lo derribó? San Pablo lo dice, “con su carne”
y “mediante la cruz”,
                               hizo de los dos un solo pueblo.
Miremos todo el peso de esa tarea:
“uniéndolos en un solo cuerpo
                mediante la cruz,
                                           dando muerte, en Él, al odio”.


Este tesoro está para ser depositado en nuestro corazón,
no podemos desatenderlo ni un instante,
                                                                  pertenece a la esencia del cristianismo;
el mensaje es de Paz,
y el verbo está –de manera nítida- consignado en el Evangelio,
“reconcilió”.

Nosotros no estamos para la división,
esa es tarea del Perverso;
estamos –en cambio- para la Reconciliación.
Juntos podremos postrarnos frente a su Altar.

El Pastor administra derecho-y-justicia.
¡No alejamiento! ¡No separación, no fractura!
Nos pondremos de acuerdo para honrarlo en una sola verdad,
la del Amor.

No estamos hablando de pactos momentáneos, ni de imposturas.
Para que surja el Hombre-Nuevo
       trabajaremos por la unión
con cero-hipocresía.

Será una condición de profunda armonía
sincera en el corazón,
no de dientes para afuera.

Estos que se dan a la tarea son los que por única vez
En el Evangelio de Marcos son llamados “Enviados”,
                                                                                     verso 6, 30,
significa que Jesús los escogió,
                                                           los envío con poder,
con un doble encargo: predicar y liberar de la garras del Malo.

Jesús quiere llevarlos de retiro al ἔρημον [eremón],
(pariente directo de la palabra eremita),
evocando con ello el Éxodo;
Quiere romper la cotidianidad, busca “descanso” para sus “Enviados”.
Marcos no nos relata, en absoluto, lo que pasó mientras cumplieron el envío,
ese tiempo está ocupado por el relato de la decapitación de Juan el Bautista.

Cuando llegan a su lugar de “descanso”
encuentran invadido su lugar de refugio,
lo que ellos esperaban fuera un lugar solitario, es concurrido
está ocupado por toda una multitud,
pero,
       Jesús no se fastidia con esta irrupción,
el sentimiento que lo invade  es muy distinto
siente lo que sienten los verdaderos pastores:
compasión.


Se retoma el concepto que propuso Jeremías en la Primera Lectura;
pero aquí se trata de un Verdadero-Pastor,
que ve a la muchedumbre como “ovejas que no tiene Pastor”.

Él se pone a darles el Primer-Pan, el de la Palabra,
“se pone a enseñarlos largamente”
queda –digámoslo así- puesta la Mesa para el Segundo Pan,
                                                                                                   aquel que sacia el hambre.

La fusión se logrará en Él.
Como granos de trigo en un mismo Pan.
(por Cristo, con Él y en Él
A Ti, Dios Padre Omnipotente).

sábado, 14 de julio de 2018

ENVIADOS CON PODER APACENTADO



Am 7, 12-15; Sal 85(84) 9-14; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13

El profeta en este caso representa la «…instancia suprema, que está por encima de todo: el profeta, porque es la palabra de Dios, que no puede estar subordinada a nadie y tiene que ser libre e independiente… El profeta de Dios no se sirve de la palabra, sino que se hace servidor de ella: ni dispone de Dios a su antojo, sino que se deja manejar de Él… Esta es la función del carisma profético: desenmascarar, desengañar, iluminar la verdad.

Luis Alonso Schökel y Guillermo Gutiérrez.

Hagamos pie, para iniciar esta reflexión,
en el Evangelio del Domingo anterior:
donde la última oración del Evangelio nos informaba
cómo encaraba Jesús su Misión cotidiana
“Jesús recorría todos los pueblos de los alrededores enseñando” (Mc 6, 6b)

Encontramos para este Domingo XV del ciclo B
Palabras tan hermosas y poderosas,
Oraciones que nos explican quién es su Discípulo-Misionero:
“Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos,
dándoles poder … Les ordenó lo que debían llevar y lo que no debían llevar,…
o sea, que les designó cuál era su Misión,
y ¿cómo reaccionaron? ¿qué hicieron?
“Fueron a predicar, invitando a la conversión.”


O sea que somos llamados,
No para quedarnos aferrados a la orla de su Manto,
sino para salir a convidar a los demás a convertirse,
que consiste en retirar los ojos de lo mundano
y dirigirlos atentamente a los realidades del Reino.
En este contexto toma particular relieve el verbo ἀποστέλλω [aposteló]
que es el verbo enviar –en griego-,
                                                       despachar a cumplir un encargo,
                                                             remitir un mensajero,
comisionar bajo responsabilidad.

No se puede ocultar lo que connota esta palabra:
Salir de los escondites,
retirar de las puertas las trancas que nuestros temores han instalado,
desacomodarse,
lanzarse al mundo (a veces contra el mundo),
proclamar valientemente,
profetizar (no olvidemos que implica no sólo anunciar,
también denunciar; no sólo construir,
                                                           también significa “demoler”;
porque la Misión no estriba en seleccionar lo que no molesta a nadie,
y callar aquello que les fastidia a muchos,
tenemos que entender que la fe que anunciamos
no es una religión complaciente
                                                   -la queremos atractiva-
pero no podemos separar la verdad para hacernos populares,
no podemos priorizar en la Misión, tocar sólo los temas “de moda”,
para que todos están a gusto, una religión “prêt-à-porter​”  
estrictamente sobre medidas, amputada de exigencias;
hemos sido llamados,
lejos de la comodidad de nuestro redil y nuestros sicómoros,
el Señor nos ha dicho: “Ve, profetiza a mi pueblo, el que ha visto a Dios,
el que ha luchado con mi Ángel toda la vida,
y toda la vida permaneció fiel en su lucha,
                                                                    fiel a la causa,  
el que ha visto la Escalera que lleva al Cielo”.


Pensemos en su conjunto la historia de Israel y veremos
que Jacob, no durmió entre algodones,
y su almohada no fue de espuma,
por lo contrario
                         -fue una dura roca-
Otro hubo –mucho Mayor que él-
                                                      que no tenía donde recostar la cabeza
sino que al dormirse en la cruz
                                                  su Cabeza colgaba.

Hemos de llevar el “bastón” (¡ojo!, no el “bolillo”, no la “macana”)
que prefigura la cruz, es signo abstracto de Aquella;
hemos de llevar sandalias, porque el camino será largo,
y no lo andaríamos después de tener los pies ampollados.


De lo demás, no hemos de preocuparnos,
                                                                   se nos dará por añadidura,
lo demás es lo que llamamos necesario,
“Pues si a la hierba del campo,
que hoy es y mañana se echa al horno,
     Dios así la viste,
¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
No andéis, pues, preocupados diciendo:
¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?,
     ¿con qué vamos a vestirnos?
Que por todas esas cosas se afanan los gentiles;
pues ya sabe vuestro Padre-Celestial
 que tenéis necesidad de todo eso." (Mt 6, 30-32)

«Expulsar demonios…es desalienar a las personas,
es decir, librarlas de todas las ataduras que las hacen esclavas
y objeto de explotación.
En otras palabras,
todo lo que impide a las personas ser libres, y no las deja pensar,
sentir, andar, hablar, oír, actuar por sí mismas.»[1]
Vemos aquí, de manera palpable
el significado liberador de la Iglesia, de todos sus bautizados,
porque todos ellos son “Sacerdotes-Profetas-y-Reyes”,
o sea que éstas competencias
–permítannos cometer una redundancia por demás cacofónica- nos “competen”
a todos nosotros los que nos confesamos cristianos.
«Porque el Evangelio hace que salte por los aires el egoísmo.
Si uno, con la gracia del Señor, se decide a vivir el evangelio –es decir, el anti-egoísmo-, forzosamente encontrará dificultades.
Dificultades consigo mismo y con los demás,
y no sólo por parte de los gobiernos y de los poderosos,
sino también por parte de los eclesiásticos.
Y ni siquiera únicamente por parte de los hombres,
sino también por parte de las estructuras…»[2]

Los envía dotados de un sentido de desprendimiento,
con una mentalidad austera que los hace independientes de comodidades y lujos, adversarios de la mentalidad consumista,
“ligeros  de equipaje”,
con la felicidad y la paz espiritual que les permitirá gozar con las pobrezas
de quienes los reciban con amable cordialidad y les brinden hospedaje y acogida.
Ni ropas ni calzados especiales,
«Hasta el vestir debe ser simple… pues ropas diferentes
generalmente indican “status” social más que disponibilidad.»[3]
Dice que “no se pongan doble túnica”
«El no ponerse dos túnicas significa
no aparecer como los ricos que solían ponérselas»[4]

Permanecer en una casa
es que esa “casa” que los acogió,
se habría de convertir en un centro de “operaciones”,
un “hogar” que congregaría a la comunidad naciente,
«un lugar, donde a su partida,
la comunidad pueda seguir reuniéndose
y proseguir la realización de la Buena Nueva del Reino»[5]


Desconfiamos –y con mucha razón-
de todos aquellos que depositan toda su seguridad
en los medios y los recursos humanos.
Enriquecerá nuestro enfoque del tipo de Iglesia que necesitamos construir
leer la siguiente anécdota (que debemos al Padre¿? Lorenzo Milani):

«Pasó por aquí un fraile limosnero, con una motocicleta. Hasta ahora iba en bicicleta. “No hay que extrañarse –dice el frailecito dinámico- también San Francisco, si viviera hoy, viajaría así”
No es verdad.
San Francisco, si viviera en otro siglo haría lo que hizo en su siglo, es decir, habría determinado el nivel de “comodidad franciscana” al estudiar cuales son las mayores posibilidades de la renuncia del hombre de un siglo determinado (…)
(Por consiguiente) un San Francisco párroco no habría considerado “necesario” un objeto que el 89% de sus frailes no posee y del cual sus predecesores han prescindió durante siglos sin un daño excesivo.

Si responde que un motor puede llegar antes y a un mayor número de sitios; luego con un motor se hace mayor bien….Esta es una herejía. Ninguno puede dar más de lo que tiene. Si es un tonto, el motor hará llegar antes y a muchos lugares a un tonto; y si tiene poca gracia, el motor multiplicará un sacerdote con poca gracia. Si, en cambio, es un sacerdote santo, no tendrá la soberbia de creer que la propia multiplicación pueda ser útil al reino de Dios. Por consiguiente, buscará más bien reducirse.»[6]

Trascribo, ahora, las recomendaciones que un director espiritual
daba a una religiosa,
porque nos orientaran para reconocer nuestro norte
y, además,
      identificar nuestro propio ritmos 
      nuestra propia premura,
      para regular nuestro afán y medir nuestros descansos,
      ‘para saber cuándo pararnos y cuándo levantarnos:
«todos los días… le (diremos) a Cristo…
“Oh Cristo, mi Maestro, hablad y estoy pronta…
lo que Vos queráis, cuando queráis, de la manera que queráis,
donde queráis, hasta que queráis…”
 Eso es todo…
Lo importante es estar allí donde Dios nos quiere…
Que podamos decir “sí” a nuestro Cristo…
saber que Cristo no está en una ocupación más que en otra,
que no está en la oración más que en la acción.
Está allí donde nos ha colocado su divina voluntad:
allí lo encontramos y allí se da a nosotros.
Y no se da siempre en lo que nos agrada,
ni siempre en lo que nos parece más grande.»[7]

                         





[1] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 89
[2] Câmara, Dom Helder. EL EVANGELIO CON DOM HELDER. Ed. Sal Terrae Santander-España 1985  pp. 90-91
[3] Ibid p. 88
[4] Mateos, Juan. Sj. COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” 5a ed. Quito-Ecuador 2000 p. 91
[5] Balancin, Euclides M. Loc. Cit.
[6] Beck, T. Benedetti, U. Brambillesca, G. Clerici. Fausti. S. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 1ª re-imp. 2009 p. 201
[7] Peyriguè, Albert.DEJAD QUE CRISTO OS CONDUZCA. Ed. Nova Terra Barcelona- España 1965 pp.34-38