miércoles, 31 de mayo de 2023

Miércoles de la Octava Semana del Tiempo Ordinario



Sof 3,14-18

Sofonías es la españolización del nombre hebreo צְפַנְיָה֙ [Shafanyahu] “Yah lo esconde”, “Yah lo protege”, “Yah lo atesora”. Su profetismo corresponde a la década del 640-630 a.C., esto quiere decir, previo a la reforma deuteronomista. Combate las costumbres extranjeras, los cultos paganos, no menciona al rey y critica a los ministros y a la corte. La perícopa se ha tomado de una sección del profeta que podríamos señalar como “promesas de salvación”. En medio de la “perversión importada”, el profeta convoca a los “humildes de la tierra” para guarecerse de la ira de Yahweh. ¡Cómo buscarlo? Apegándose a su Justicia, guardando la Ley, cumpliendo los Mandamientos.

 

Aparecen los עַנְוֵ֣י [anauv] “mansos”, “humildes”, “pobres” ya no vistos tanto como una categoría socio-económica, sino, más bien, como el sector social de “los que se acogen en Dios y se fían de Él para que sea su Defensor, para que Él los redima”. Ganan un nuevo significado, ya no son los “carenciados”, ahora son “los que creen”, “los que practican la justicia”, “los que son solidarios y comparten”, “los que tiene verdadera fe”. Connotan debilidad y pobreza y se convierten en los antagonistas de los “avaros”, “los opresores”, “los idolatras”.

 

La promesa de Salvación que contiene la perícopa consiste en anunciar que el Mesías vive junto a ellos, prácticamente como קֶ֫רֶב [quereb] un “vecino” que ha pasado desapercibido, “alguien mezclado entre la comunidad y muy cercano”, un “Salvador גִּבּוֹר [gibbor] Poderoso”. Es pues, una profecía mesiánica.

 

רָנִּי֙ בַּת־צִיֹּ֔ון [ranni bat siyon] “Alégrate hija de Sion”; es un real paralelismo respecto de la oración del Arcángel San Gabriel cuando saluda a María: Χαῖρε, κεχαριτωμένη, Κύριος μετὰ σοῦ. [Khayre, kejaritomene, o Kyrios meta sou], “Alégrate, llena de Gracia, el Señor es contigo”. En ambos casos el llamado a la Dicha, al Regocijo, proviene del Mesías que está allí, Presente.

 

Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6

Según los Estudiosos, nos hallamos ante una adición post-exilica. Nuevamente nos encontramos con קֶ֫רֶב [quereb] “el vecino”, “el que vive al lado”, “el que está entreverado con los otros cercanos”, si quieren, para darle mayor significado, “el Hijo del artesano”, “un Fulano que no tiene nada de especial, se ha criado por aquí, con los otros niños, hijos de los vecinos”.

 

En la primera estrofa aparece la entrega, el poner toda la confianza, un atenerse enteramente. Y se nombra al Mesías con un título que lo muestra como un “Manantial”, como “Fuente inagotable”.

 

En la segunda estrofa se nos encomienda la misión, siempre hay que aportar algo, uno tiene que demostrar que verdaderamente se confía en Él. Dos acciones se nos piden

1)    Dar gracias e invocar

2)    Contar sus prodigios, proclamar el Nombre del Mesías. Hay, aquí, un envío “profético”, una misión “kerigmática”.

 

Se llama Emmanuel, es Dios con nosotros, no es Dios lejano, es “Dios-vecino”, alguien que no hay que hacerle antesala ni pedirle cita en el Palacio; es Alguien con quien hemos cultivado la confianza, amigo y cercano de toda la vida; merece que le demos serenata con nuestros más ruidosos instrumentos, y que gritemos proclamándolo hasta quedar afónicos del griterío. Que los que nos oyen queden convencidos por el estrepito de nuestra algarabía.

 

Lc 1, 39-56



Si existe una persona que, nos van describiendo como es, y llegamos a enterarnos que vendrá, trayendo un cargamento de libertad, de sanación, de Salvación, es muy probable que empecemos a aguardarlo, ansiando su llegada. Por el contrario, si no tenemos noticia de su existencia, es casi imposible que anhelemos su venida y, muy, muy improbable que nuestra “fantasía” alcance a concebir un asomo de tan positivo “Personaje”. Este cuadro, nos da la oportunidad de valorar el Primer Testamento, porque no es simplemente un apéndice previo, algo que se había dicho y narrado anteriormente; sino, los primeros Mensajes que Dios nos envía para que podemos tener Esperanza.

 

Otro componente, importantísimo, es tener a la mano alguna “idea” de a Quien estamos esperando. ¿Cómo encaja en los antecedentes? Es vital que Dios nos anunció la Venida de Su Mesías. Los hagiógrafos comunicaron lo que ellos alcanzaban a vislumbrar, pero -entendamos que- es casi imposible, con los elementos que tenían a la mano hacerse a una “imagen” aproximada. Personajes como Moisés, Sansón, David, permitían una pálida idea, pero siempre basada sobre cierto plano de violencia y rodeada de nacionalismo Israelita. Solemos referirnos a Él como descendiente del linaje de David.

 

Mesías -lo decimos sin cansarnos- porque es esencial para la comprensión de la continuidad de la historia de nuestra fe- significa Ungido, y, Ungido significa Rey, también Sacerdote y, también, Sacerdote-y-Rey. El imaginario popular lo tiñó con un colorido de guerrero y caudillo, y de esta mistura fue brotando una expectativa.

 

Zacarías fue un profeta menor que profetizó en los tiempos de Darío I, que enlaza los anuncios del Primer Testamento, el judaísmo naciente y la Apocalíptica. Su nombre significa “Yah se acordó”. Aquí, en la perícopa aparece otro Zacarías, un Sacerdote, hombre justo, descendiente de Aarón, de la línea de Abías; era el esposo de אֱלִישָׁבַע, [Elisheva] “Dios ha prometido”. Estos dos personajes dan vida a San Juan el Bautista, יוֹחָנָן (Yoħanan) (el fiel de Dios), de quien solemos decir fue el “precursor del Mesías y quien enlaza el Primero con el Nuevo testamento. Tan pronto este bebé -estando aun en el vientre de su Madre- experimenta que el Mesías ha llegado, da un salto de alegría, como nos lo comunica la “prima Santa Isabel”. La prima de Nuestra Señora pronuncia un fragmento que hemos incorporado al Ave María: ¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu Vientre!

 

Acto seguido, María Santísima proclama el Magnificat, que podemos entenderlo en la tradición judía- como un Salmo de Acción de Gracias, un Salmo Eucarístico. Estrechamente ligado y con suficientes sincrésis respecto del Cántico de Ana, la madre de Samuel (1Sam 2, 1-11). Los mansos, los humildes, los pobres vuelven a hacer su aparición como antagónicos con relación a los poderosos, los saciados, los ricos, aquellos que al final de cuentas serán despachados manivacíos. Hace ya 50 años que Arturo Paolí escribió: «…aquí y allá, se ven signos, pequeños brotes, de una Iglesia oculta que está en le Iglesia como un fruto de pulpa sabrosa y blanda dentro de una cascara demasiado grande. Estos brotes bastan para darme la esperanza e infundirme el coraje necesarios a fin de seguir luchando para que toda la Iglesia entre en la perspectiva de María.»

 

¡50 años son un submúltiplo de las unidades de tiempo en el reloj de Dios! ¡No desesperéis!

 

martes, 30 de mayo de 2023

Martes de la Octava Semana del Tiempo Ordinario



Eclo 35, 1-12

Se termina este fragmento que leemos hoy, corroborando que Dios, en su Justicia, no se deja torcer haciendo acepción de persona.

 

Muchas veces amputamos la relación con Dios reduciéndola a la más mezquina manifestación: no hacer unas acciones que el Señor vetó. Pero, podríamos estar más cerca de su amistad, si hiciéramos todo el bien posible. La perícopa del Eclesiástico nos da todo un elenco de ejemplos de acciones positivas -un par de ellas negativas, porque siempre hay que recordar que el basto campo de nuestra Libertad tiene su límites- demos un vistazo:

a)    Observancia de la Ley y ejercicio de los Mandamientos, si, empezando por ahí.

b)    Devolver un favor.

c)    Dar limosna.

d)    Apartarse del mal y ofrecer sacrificios de expiación.

e)    No presentarse al Señor con las manos vacías.

f)     Abundante práctica de la Glorificación a Dios.

g)    Mostrar regocijo cuando se le ofrenda a Dios.

h)    Darle a Dios generosamente.

i)      No ocurrírsele “sobornar” al Señor.

 

A medida que se avanza en la lista de ejemplos, surgen ideas alternativas o complementarias de Glorificar a Dios, pero también se va dando uno cuenta que, glorificarlo a Él es en verdad actuar a favor de uno mismo, así como vivir en armonía con los otros.

 

Recordemos, en conclusión, que el genuino cumplimiento de la Ley -no cosiste en aprender de memoria listas y listas -lo que está muy bien como ejercicio de memoria- sino que, está en obrar siempre amorosamente y hacer todo el bien que nos sea posible, aprovechando y descubriendo las diversas oportunidades que Dios va dejando a nuestro paso.

 

Sal 50(49), 5-6. 7-8. 14 y 23

Este es un Salmo de Alianza. Los investigadores han encontrado documentos que registran las Alianzas que hacían -pongamos por caso- los Hititas entre el pueblo y su regente. En ellos se empezaba diciendo quien era el que enunciaba el pacto, señalando su rengo, su ascendencia y su autoridad. Acto seguido se mostraba la naturaleza del pacto y cómo se había conciliado, haciendo -a veces- una enumeración de las situaciones y anécdotas que lo rodeaban y lo habían promovido. Ahí sí, empezaba a enumerar los artículos del compromiso, lo que correspondía de parte y parte; y concluía indicando quienes actuaban como testigos, y -a veces- garantes también del pacto.

 

Alguna vez -estudiando los Salmos de Alianza- señalábamos que solían incluirse -aun cuando no siempre- bendiciones y maldiciones en caso de fiel cumplimiento o de incumplimiento, respectivamente.

 

El pacto de hoy formulado de forma concisa, gira en torno al cumplimiento de los Mandatos del Señor lo que el Señor se compromete a pagar, entregándole la Salvación. La pericopa resume el “Tratado” en 3 estrofas:

Nos cuenta que el “pacto” se selló con un sacrificio y anuncia que llega el momento de juzgar, preside la sesión el Propio Dios.

Declara el señor que el problema no está en los Sacrificios que Él reconoce han sido continuos.

Y en la tercera estrofa señala como dos clausulas mayores: el cumplimiento de los pactado es glorificación para el señor y Él lo compensará por darle כָּבַד [kabad] “honra”; el que ha hecho el bien será premiado dejándole ver la salvación, -no cualquier salvación- sino la que da Dios, la Verdadera יֵ֫שַׁע “Salvación”; está palabra hebrea significa “Salvación” + “Seguridad” + “Bienestar”.

 

Mc 10, 28-31



El cumplimiento de una Alianza es recompensado con Bendición. Jesús nos va a señalar hoy cómo será recompensada la Alianza de “Seguimiento discipular” que se selle con Él.  Sin embargo, como se dice cuándo se va a dar una “mala noticia”, ¡siéntense, por favor!  Aquí no se va a dar una “mala noticia” que todo lo que contiene el Evangelio -de conformidad con su título- es Buena Nueva. Lo que pasa es que la cultura en la que, por siglos, hemos estado inmersos, nos ha venido infiltrando con un “esquema” completamente opuesto. Se trata del paradigma de el “poseer”. Allí se da una colisión frontal entre el esquema tradicional (odres viejos), y lo que Jesús propone: ¡el Vino Nuevo! Según el paradigma cristiano, la cuestión no es poseer, el quid del asunto está en la “donación”. Y mucho más que dar cosas, en la capacidad de darse, uno mismo.

 

Miren como se presenta la Alianza en cuestión: todo aquello que uno abandona por la causa del Evangelio, será restituido al ciento por uno con “ñapa”. Cuando se hace una compra, cabe la opción de pedir la “ñapa”, que es una porción adicional que no se paga, pero se da como premio y estímulo al comprador. Por ejemplo, se compra una docena de bananos, y se recibe, como obsequio, una mandarina. Jesús ofrece un vendaje, se recibirá cien veces más de lo que se ha dejado para hacerse discípulo, y la ñapa serán διωγμῶν [diogmón] “persecuciones”. Esta palabra en griego es lo que se hace con un animal cuando se le da cacería y -cuando ya se le tiene a mano- se le apabulla hasta acabarlo. ¡Ahí está la “ñapa”!

 

Pero, en la realidad escatológica, recibirán la “Vida eterna”. Este planteamiento desmonta una ideología fundamental de la teología judía que consideraba que la rectitud y coherencia con la Ley se traducía en bonanza económica y derroche de salud y longevidad, y también pone termino a toda fe que quiere comprar con virtud el éxito aquí en la tierra. Por eso el verso 31 llega a la conclusión: “Muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros”, porque es necesario poder salirse de la lógica común y silvestre y poder cabalgar a lomo de la lógica Divina.

 

Muchos prefieren mantener su apego a la riqueza material, y no comprometen nada al seguimiento de la fe cristiana; así que siguen porfiadamente aferrados a su teología de la “retribución”, y ponen en el lema de su escudo aquello de que “más vale pájaro en mano…” y lo complementan con la consigna “hoy comamos y vivamos que mañana moriremos” que aparece citada en 1Cor 15, 32, refiriéndose a quienes desconocen la realidad escatológica. Si cabe, citaré un comentario que se añade en UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS de Beck, Benedetti, Brambillesca, Clerici y Fausti, donde se glosa el tema del culto a la riqueza y de toda esta ideología tan mundana y favorecida, diciendo: «Vale la pena subrayar que el dinero es el rostro concreto de toda idolatría, y se le adora más que lo que pensamos desde el Occidente hasta el Oriente, y eso lo hacen tanto los que se llaman cristianos como los ateos, en forma de capital o bienestar. En general, todos nosotros somos devotamente solícitos en su veneración durante 24 horas diarias, en parte con un culto directo (el trabajo) y en parte con un culto indirecto (el descanso para trabajar). Nuestra misma “doctrina social” en el fondo corre el riesgo de no hacer más que codificar razonablemente su culto».

lunes, 29 de mayo de 2023

Lunes de la Octava Semana del tiempo Ordinario



Gn 3, 9-15.20

¡El pecado se ha cometido! El ser humano tiene consciencia de su culpabilidad. Es consciente de haber desoído la advertencia. Dios, en su desvelo por el ser humano lo previno indicándole cual era la “kryptonita” que lo podría matar, y que, en diversas variantes, podría adulterar los enormes poderes con los que Dios lo creó.

 

Por haberse hecho pecador, cobra súbita consciencia de su estado de desnudez. Fenómeno bien curioso, no ha habido ninguna trasformación especial en el ser, pero su corazón da a sus ojos otro “enfoque” que le hace reconocer en su propio ser algo malo. Ese descubrimiento lo conduce a quererse ocultar. Al percatarse de la Presencia de Dios, ya no lo ve como un Amigo que llega a compartir con él, a gozar de su amistad. Ahora, hay algo que interfiere esta cariñosa armonía entre Creador y criatura.

 

Otra fragilidad humana se nos descubre en este relato: se trata de un desplazamiento. El hombre achaca la culpa a la mujer; él bien habría podido negarse a “comer del fruto prohibido, no vemos en el relato que Eva haya coaccionado de alguna manera a Adán a seguirla en el consumo del “pecaminoso pasa-bocas”, ella simplemente se la נָתַן [nazan] “dio”, “convidó”, ofreció”. ¡esto da también inicio a una “fractura” en las relaciones interpersonales de la pareja; no sólo se ha afectado la relación Dios-ser humano, sino que esto, además, ha traído una resquebrajadura entre el hombre y la mujer. Se confeccionaron חֲגֹרֹֽת [jagorot] “taparrabos”, “especies de delantales que cubrían sus partes pudendas”.

 

La acción de la נָחָשׁ [nakjash] “serpiente” es presentada indudablemente como de נָשָׁא [nashó] “engaño”; algo parecido a lo que hacen los magos de feria que “prestidigitan” para conducir aparentemente al prodigio. Obsérvese el parentesco fonético entre los dos vocablos, que tienen en común dos letras. Dios mira hacia ella como primera merecedora de sanción.

 

La perícopa se salta 6 versos y se va directo al nombre que Adán le da a la mujer: la llama חַוָּה [chavah] “vida”, porque ella fue madre de todos los חָֽי [kjay] “vivientes”, lo que tiene “vida”, lo que tiene “vitalidad”. Esta letra hebrea reúne tres factores habla-pensamiento-acción, que remiten a lo que puede hacer el ser humano-existente. Su grafía alude al hombre-la mujer-y-el hijo.

 

Sal 87(86), 1b-3. 4-5. 6-7.

Este es un Salmo de Sion. Este tipo de Salmos está relacionado con la Iom Tov fiesta de las Succot, festividad que se celebra a finales de septiembre e inicios de octubre. El mandamiento dice que deben vivir una semana del año en “chozas” para que no se olviden como les tocó hacer durante su travesía por el desierto, y -sin embargo- Dios los fue cubriendo de protección, de detalles, durante su pasaje por tan árida e inhóspita zona. Se ha comentado que había una procesión para rememorar el traslado del Arca -que hiciera David- a Jerusalén. Pero, esta procesión -también lo hemos dicho no tenía escolta militar, como si la tenía la procesión de Entronización. No es tanto un asentamiento del rey,sino, más bien, como una subida a la Jerusalén Celestial, por eso el valor de estos salmos es eminentemente escatológico. Si releemos en el Apocalipsis del capítulo 21 el verso 2, se dará una imagen más precisa del valor escatológico de este salmo: Nueva Jerusalén, descendiendo del Cielo ataviada con traje de Nupcial para su Esposo.

 

Para nosotros este Salmo vaticina todo el sentido de la Iglesia en la vida de la Comunidad creyente. Está directa y muy estrechamente conectado con la Maternidad de María en relación con todos los fieles, sus hijos -entregados por Jesús en la cruz- a sus maternales cuidados. Esa maternidad se trasmite sin discontinuidad a la Iglesia.

 

Jerusalén -casi como un absurdo- es presentada en este salmo como la cuna de los peores enemigos de Israel: Egipto, Babilonia, Tiro, Filistea, precisamente los que la atropellaron, la violentaron, la incendiaron, la saquearon y tanto daño le hicieron a Jerusalén- son los mencionados en este salmo para que algún día la reconozcan como su Madre, la ciudad construida en la ladera de Sion. Pero no será por férula que será aceptada, sino porque sus habitantes sabrán proclamarla de tal manera que esos -antiguos enemigos- reconocerán su cobijo maternal. Sabrán mostrar a la Mamá como prodigadora de cariños universales. La Lumen Gentium en el número 63 dice: “La Virgen Santísima, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y por sus gracias y dones singulares, está también íntimamente unida con la Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo. Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la virgen como de la madre. Creyendo y obedeciendo, engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo, como una nueva Eva, que presta su fe exenta de toda duda, no a la antigua serpiente, sino al mensajero de Dios, dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó primogénito entre muchos hermanos (cf. Rm 8,29), esto es, los fieles, a cuya generación y educación coopera con amor materno”.

 

Se han tomado 6 versos y medio de sus 7 versos, para conformar la perícopa que se proclama en esta fecha; con ellos se han agrupado 3 estrofas.

 

Empieza enunciando la preferencia fundamental de Dios por esta Ciudad, por encima de todas las otras localidades que los judíos hayan levantado. Luego enumera las ciudades rivales, y dañinas que terminaran reconociéndola como la Ciudad que el Propio Dios se construyó. Concluye diciendo que no habrá mayor orgullo para los hijos de Dios que mostrar su partida de nacimiento inscrita en los archivos del Despacho Notarial de la Santa Ciudad.

 

Jn 19, 25-34



Continuando la relación estipulada entre Jesús, María y la Iglesia, queremos aquí, darle un repaso al Concilio Vaticano II, que, en la Lumen Gentium, en el numeral 58 dice: «En la vida pública de Jesús aparece reveladoramente su Madre ya desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida a misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías (cf. Jn 2, 1-11). A lo largo de su predicación acogió las palabras con que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados (cf. Mc 3, 35; Lc 11, 27-28) a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente (cf. Lc 2, 29 y 51). Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo erguida (cf. Jn 19, 25), sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante en la cruz como madre al discípulo con estas palabras: «Mujer, he ahí a tu hijo» (cf. Jn 19,26-27)».

 

Aquí es muy importante mirar las dos palabras que pronunció Jesús en la Cruz, en su penosa agonía: “Tengo sed” (Jn 19,28) y “Todo está cumplido” (Jn 19, 30). La sed no se refiere a una sed de agua, sino al anhelo profundo de encontrar refugio en nuestro corazón. Τετέλεσται [tetelestai], ¿cómo traducirlo? Hay una “misión” que implica cumplir varios pasos, una secuencia de etapas, se van cumpliendo una a una; al final, todo lo que se esperaba, se ha hecho. ¡Eso es! Todo se ha hecho, ¡está cumplido! Lo que se alcanzó, puso las bases para que -con el impulso dado- se produzcan -hasta la satisfacción- las etapas pendientes. La Madre, los discipulos y nosotros miembros de este linaje, le daremos continuidad y proyección.

domingo, 28 de mayo de 2023

LLEGA EL PARÁCLITO

 


Hech 2,1-11; Sal 103,1-2a. 24. 35c. 27-28. 29bc-30; 1Cor 12, 3-7.12-13; Jn 14, 15-16.23b-26

 

… necesitamos una nueva efusión del Espíritu Santo… el Espíritu Santo no desciende sobre los edificios, sino sobre los hombres; es a los hombres a los que unge, no sus proyectos; es en el alma y en el corazón de los hombres donde habita, no en las modernas máquinas.

Anthony de Mello

 

Lecturas de este Domingo de Pentecostés

El Cardenal Martini, escribió en 1995 sobre esta liturgia: «El capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles nos coloca en un clima de lo extraordinario… El capítulo 12 de la Primera Carta a los Corintios, en cambio, está en un clima de lo usual. La invocación “Jesús es el Señor” que nadie puede pronunciar sino bajo la acción del Espíritu Santo[1], es la invocación más ordinaria de la vida cristiana y todos tienen necesidad de ella para la salvación… El Evangelio según San Juan, en el capítulo 20, unifica la relación entre lo extraordinario y lo cotidiano. Los apóstoles son habilitados para cumplir, gracias a las palabras de Jesús Resucitado, un servicio preciso: “A quienes les perdonen los pecados les serán perdonados”… Sin embargo, este servicio cotidiano que pertenece a la fragilidad ordinaria de la existencia humana y eclesiástica, es extraordinario y sobrehumano y obtiene su eficacia del Espíritu del Resucitado; es una acción, un servicio, una gracia que presupone la muerte de Jesús, por amor, es decir, el acontecimiento más extraordinario de la Redención.

 


Teniendo en cuenta este enlace de lo extraordinario y lo cotidiano, podríamos definir así la acción del Espíritu Santo: es la extraordinaria respiración cotidiana de la Iglesia.

 

Es, pues, una gracia necesaria y también imperceptible, como la respiración que está presente en todas las operaciones más ocultas, más sencillas del hombre, pero es también un don extraordinario, maravilloso que vivifica y eleva la fatigada existencia cotidiana de los hombres y que impulsa día por día el decadente peso comunitario»[2]

 

Algo particular que, si se medita bien, resulta sorprendente, es que la respiración es tan necesaria, y pese a su indispensabilidad, la practicamos con total “inconsciencia”, y, ni siquiera la tomamos en cuenta, sino es porque alguna enfermedad nos obliga a respirar con ayudas o aparatos, ¡ahí sí que la valoramos!

 

Espíritu Santo alma del Cuerpo Místico

La palabra "corporación" se deriva de corpus, que significa cuerpo, o un "grupo de personas", define una “persona colectiva”. Una corporación puede ser una iglesia, una empresa, un gremio, un sindicato, una universidad, una ONG, etc. Este concepto casi siempre lo usamos para referirnos a un ente comercial: A las empresas se les reconocen derechos y deberes como a las personas físicas (como a la "gente") ante la ley, inclusive, pueden ser acusados y hacérseles responsables de violaciones a los derechos humanos. Del mismo modo, pueden ejercer los derechos humanos contra las personas y el Estado. Pues bien, no sólo los entes comerciales son “corporaciones”; aun cuando muchas veces lo perdemos de vista, la Iglesia es un “ente corporativo” y cada creyente, cada fiel, cada bautizado goza/porta su corporatividad. Somos sujetos corporativos, como decir que cada uno tiene un cuerpo, su propio cuerpo, pero entre todos, constituimos una “corporación”, otro cuerpo, εἰς ἓν σῶμα, uno que se escribe con mayúsculas: El Cuerpo Místico de Cristo: “Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.” 1Co 12, 13. Cuando alguien se vincula, se añade, se une a este Cuerpo Místico, se in-corpora, pasa a forma parte integral de la corporación Eclesial. Esta corporación tiene un Alma, el Alma de la Iglesia es el Espíritu Santo.


 

En la parábola de “la muralla ancha y elevada” (Ap 21, 12) podríamos figurarnos, como cuando llegan los materiales para construir una casa, un edificio, un conjunto residencial; la pila de ladrillos, no importa cuántos ladrillos sean, mientras no estén ensamblados con mortero, no son “muro”, no han alcanzado todavía la calidad de “vivienda”, son sólo una pila de ladrillos, puedes derribarla con empujarla, claro con el riesgo que se les vengan encima. Sin embargo, una vez argamasados, por los albañiles, y seco el mortero, puedes “soplar y resoplar” como en la historia del “lobito” y el muro resistirá. También, en la parábola biológica, un grupo de células conformadas en un tejido, difiere rotundamente, cualitativamente hablando, de las mismas células desorganizadas, desperdigadas, sin articulación. ¡Las células trabajando en equipo conforman un organismo!

 

“En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común” 1Co 12, 7. Notese la aclaración que se hace allí, "...para el bien común", no se trata de algo que voy y recibo enla Iglesia y luego me la llevo para mi casa, como el que adquiere un libro de auto-ayuda, y se lo lleva para volverse más inteligente, o aprender un idioma muy rápido, o dsarrolla alguna habilidad de prestidigitación; es por el contrario, Alguien que ayuda para acercarse a Dios y que permite que Dios se comunique a los demás. ¿cómo lo diremos con aguna exactitud -aun cuando suene descarnado- es algo que se da al "Apostol" con un onterés que mira a su Misión como miembro de la Iglesia. La palabra συμφέρον [interés] en griego, encierra ese sentido de comunidad que se debe destacar en los carismas, los diferentes servicios, los diferentes dones, los diversos servicios con los que el Espíritu ad-orna a la persona, no son para uso ego-ísta, no se donan para el beneficio o el lucro propio; se otorgan para el bien común, para favorecer a los “otros ladrillos”, a las otras “células”. No son auto-provechosos sino συμφέρον unificador, colectivo, se combinan de una manera que genera -bajo la concurrencia de ciertas circunstancias- para toda la comunidad ventaja, favor, mejora, beneficio. Esto viene a empalmar perfectamente con Mt 25, 40. 45. En realidad, la palabra συμφέρον explica que es aquello que no existe por sí mismo, sino que “es-entre”, como el Espíritu Santo, que existe en la Armonía Padre-Hijo. Nos cuesta mucho imaginarla porque nuestra babel interpersonal sólo entiende y alcanza a imaginar la “discordancia”, creemos que nuestra identidad se basa en la “diferencia”, en el “desacuerdo”, en “ser diferentes”. Se nos ha acuñado la idea de que para ser alguien, hay que “distinguirse”, incluso, se acuño la idea de la “distinción”: resulta que “fulano de tal es tan distinguido”.


 

Por eso nos es tan “alérgica” la idea del monacato. Nuestra cultura se funda en el rechazo a ser monje/monja, porque el monje/monja le apunta al “Monos”, a recoger la propuesta de Jesús “que sean Uno, como mi Padre y Yo somos Uno” (Cfr. Jn 17, 21ab); eso nos repulsa, queremos ser “distinguidos”, y despreciamos la Unicidad, la Armonía. Cómo será que la palabra griega que origina la idea “monacal” μοναχός [monachos], pasó a significar, la persona que se viste y se comporta diferente para ser el hazme reír de los demás. Estrategias del Malo para alejarnos de la Armonía, de la espiritualidad.

 

Regresemos al examen de la corporación y la incorporación: Quizá lo más importante, es el sentido de fraternidad, de colectividad, de hermandad en la relación, de ser “ladrillos” de la misma “muralla”, no se queda allí encerrada en el “aposento alto” donde llegó el Espíritu en forma de “Lenguas de Fuego” que hacían arder los corazones de los "escuchas" en el Fuego del Amor de Dios. No, ¡este “ardor” los impulsa a salir a anunciar, a proclamar! En el Evangelio, Jesús nos envía. No es un envío cualquiera, es envío de la misma naturaleza que los Envíos de Dios-Padre: καθὼς ἀπέσταλκεν με ὁ πατήρ, καγὼ πέμπω ὑμᾶς. “Como el Padre me ha enviado, así mismo los envío yo” (Jn 20,21ab). No es un regalo hermoso para lucirlo –guardado en la caja original- puesto en una repisa. ¡Esto es para tener muy en cuenta: ¡Se nos da el Espíritu Santo y se nos envía, las dos cosas juntas, en continuidad!


 

Es una idea tradicional, ya recibí el Espíritu Santo, ya tengo la lámina en mi álbum, ahora, guardemos el álbum muy bien, de pronto en “caja fuerte”, y recluyámoslo en el olvido. Y, ¿el Envío?

 

Lo que verdaderamente urge

“La Iglesia está atravesando una época de caos y de crisis. Lo cual no es necesariamente algo malo. La crisis es una oportunidad para crecer, y el caos precede a la Creación… con tal de que (y esta es una importantísima condición) el Espíritu de Dios aletee sobre ella… precisamente en unos momentos en los que la Iglesia se halla en crisis y el mundo experimenta una apremiante necesidad de paz, de desarrollo y de justicia… la casa está ardiendo y se requieren todos los brazos posibles para ayudar a apagar el fuego… Es verdad que la casa está ardiendo. Pero, desdichadamente, muchos de nosotros (tal vez demasiados) no nos sentimos motivados para tratar de apagar el fuego y preferimos ocuparnos de nuestro pequeño mundo y de nuestras pequeñas vidas. Demasiados de nosotros estamos excesivamente ciegos para ver el fuego, porque sólo vemos lo que nos conviene. Y, aun suponiendo que tuviéramos la suficiente motivación y la suficiente vista, muchos de nosotros carecemos de la suficiente energía para combatir el fuego sin desmayar; carecemos de la suficiente sabiduría y capacidad de reflexión para dar con los mejores y más eficaces medios que nos permitan apagar el fuego…. De lo que hoy tiene la Iglesia mayor necesidad no es de una legislación, de una nueva teología, de unas nuevas estructuras ni de una nueva liturgia: todo esto, sin el Espíritu Santo, es como un cadáver sin alma. Lo que necesitamos urgentemente es que alguien nos arranque nuestro corazón de piedra y nos dé un corazón de carne; necesitamos que alguien nos infunda nuevo entusiasmo e inspiración, nuevo valor y vigor espiritual. Necesitamos perseverar en nuestra tarea sin desánimo ni cinismo de ninguna especie, con una nueva fe en el futuro y en los hombres por los que trabajamos. En otras palabras: necesitamos una nueva efusión del Espíritu Santo… el Espíritu Santo no desciende sobre los edificios, sino sobre los hombres; es a los hombres a los que unge, no sus proyectos; es en el alma y en el corazón de los hombres donde habita, no en las modernas máquinas.”[3]

 


Anthony de Mello recordaba, de diversas maneras y en diversos tonos, el peligro del activismo, cuando caemos en las actividades febriles que –quizás apacigüen nuestra conciencia pero que se ejecutan de espaldas a la Gracia, la que nos da el Espíritu Santo.

 

Y bueno, hoy es Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, si lo pedimos, si clamamos que se nos dé –nos recuerda también Tony que en Lc 11, 1-13,- nos ha sido prometido por quien tiene verdadera autoridad para prometer; basta que lo pidamos: «Hay cosas que sólo podemos pedir a Dios con la condición “si es tu Voluntad…” Pero en este punto no existe tal condición. El darnos el Espíritu es voluntad clarísima de Dios, su promesa inequívoca.»[4].



[1] 1Co 12, 3

[2] Martini, Carlos María. POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá. Colombia. 1995. pp. 228-229

[3] De Mello, Anthony. CONTACTO CON DIOS. Ed Sal terrae Bilbao 1990 pp. 11-13

[4] Ibid p. 17

sábado, 27 de mayo de 2023

Sábado de la Séptima Semana de Pascua



Hch 28, 16-20. 30-31.

Y toda carne verá la σωτήριον τοῦ Θεοῦ [soterion tou Theo] “Salvación de Dios”.

Lc 3, 6

 

Se tiene la sensación de que San Pablo quiere abrirles los ojos a los “principales” del judaísmo en Roma. Denuncia que fueron los propios judíos los que lo entregaron a los romanos, muy a pesar de que él no había hecho nada contra las tradiciones de sus mayores y mucho menos contra su amado pueblo Israelita. Les relata que, al interrogarlo, los propios representantes de Roma, querían liberarlo; pero los judíos se empecinaron en contra suya, él tuvo que apelar al César -como ciudadano romano. Les dice que precisamente por eso fue que los convocó porque les quiere presentar que su coherencia con la causa judía y su confianza en las promesas que fueron hechas a su pueblo, él arrastra esta condena.

 

A veces, por algunas frases que se pronuncian, se puede y se ha llegado a pensar que Pablo dejó de lado a los judíos y se entregó por entero a la predicación entre los paganos. Lo que vemos aquí, en estas últimas páginas, es que el apóstol de los gentiles nunca los descuidó y estuvo al cuidado de ellos hasta sus últimos momentos. Ya el profeta Isaías se lo había predicho, son tercos, duros de corazón, hay que anunciarles, pero te estrellaras y quebraras tus élitros contra la dura roca de su corazón (cfr. Is 6, 9-10). Otro detalle muy válido de señalar es que Pablo no ve el cristianismo como una secta del judaísmo -como lo veían los romanos que no observaban con detalle los pormenores de esta Buena Noticia- y pasaron desapercibidos de la novedad y la diferencia del Evangelio respecto del Vino viejo en los odres viejos. Es esto lo que Lucas quiere destacar en estos versos. Haber apelado al César llevó el Anuncio Apostólico a Roma, indirectamente el Imperio tomó a su cargo llevar al Mensajero a aquellos dominios y anunciar la Noticia del Reino de Dios por los territorios imperiales.

 

Pablo vivía en Roma en su condición de “casa por cárcel”, como -en la época no había grilletes con señal electrónica, tenía un guardia que lo controlaba permanentemente. Allí recibía a todos los que venían a visitarlo, a consultarle, aprovechando toda oportunidad de predicar, y testificar en favor de Jesucristo. Y así pudo enseñar «lo que se refiere al señor Jesucristo con παρρησίας [parresias] “toda libertad”, ἀκωλύτως [akolutos] “sin estorbos”, “sin impedimentos”.» Esta es la palabra final de Los Hechos. 

 

Sal 11(10), 4. 5 y 7

Este salmo cae en el grupo de los salmos “proféticos”. De él -7 versos- se toman tres para organizar le perícopa de dos estrofas.

 

Dios está en su templo, en su Morada-Celestial, uno podría pensar que allí no le llega ninguna noticia de todo cuanto ocurre en esta tierra. Pero estamos muy equivocados, su Amor se expresa en su constante Mirada, tierna y cuidadora, que vela, así como un padre/madre terrenal vela por su criatura. Sus ojos no parpadean para cuidarnos y su Paternidad es constante en su Protección.

 

No quiere decir que Él no discierna entre nuestros comportamientos de buena o mala laya; Distingue entre los que no tienen culpa de nada y el que ha sembrado las semillas de huracón y está presto a cosechar tempestades. ¿hay alguien a quien Dios rechace? ¡Si! Al violento, al que usa la fuerza y su “autoridad” contra el desvalido, su sangre clamará el Cielo Eternamente y Dios no lo olvidará. Así que ¡Solo los justos contemplaran el resplandor de su Rostro!

 

¡Está es, lo reiteramos, una profecía!

 

Jn 21, 20-25



Dejamos un poco a Pedro cumpliendo su Misión de pastorear. Nos acercamos al que tanto amaba al Señor y a su vez era amado por Él. No podemos olvidar que tenía la dicha de reclinar su cabeza en el pecho de Jesús. (Cfr. Jn 13, 23). A Él le entregó el Mandamiento del Amor, fue él el hagiógrafo (su Comunidad) a quien le cupo la dicha de consignar lo de la Amistad, porque Él no nos ve como “Siervos”, si del régimen de la servidumbre se trataba, no nos ve como esclavos, si el régimen imperante era el de la esclavitud, no nos ve como peones, si de labrar la tierra se ocupaba aquella sociedad. Nos ve como Amigos, y llega a dar la vida para llegar al colmo del Amor por nosotros y dejar fundido a fuego el sello de la Amistad (Cfr. Jn 15, 13-17).

 

Pero nosotros siempre nos vamos por las ramas, nuestra dificultad para llegarnos a su Amistad consiste -no tanto en nuestra torpeza- más bien en esos desplazamientos, en esas evasivas para no ver la realidad a los ojos. Jesús nos está hablando de que lo prioritario es el cumplimiento de Su Santísima Voluntad, totalmente conforme a la del Padre, y ellos en cambio, se ponen a cavilar si eso tal vez significa que el Discípulo Amado iba a ser inmortal. Cualquier cosa es buena para desviar la atención y pasar al territorio de lo mágico, de lo pueril, de lo esotérico, de los mistérico. ¡Nuestra debilidad consiste en una obcecada dificultad para sacar el “tren de aterrizaje” y, en cambio, preferir un sobrevuelo a distancia sideral!

 

Otro ejemplo es este de los libros sin cuenta que se podrían escribir si el empeño consistiera en reparar en todos los detalles y anécdotas. Y no podemos aterrizar en que ya está todo lo necesario, que si algo faltara Él lo habría hecho incluir. Que Él -que lo hace todo Bien y Completo-, juntó todas las piezas indispensables. No se trata de desvelarse calculando si tendría que ser una biblioteca como la de Alejandría, o la del Congreso en Washington, o la Británica, o la Beinecke en la Universidad de Yale (New Heaven). O, dadas las técnicas actuales de almacenamiento de la información, si se podría constituir, por fin, la biblioteca exhaustiva sobre Jesús.

 

Es muy seductor sobrevolar a distancia y despistarse. Pero el amor, nada tiene que ver con esto. El amor consiste en dar testimonio, y en que el “testimonio” sea ἀληθὴς [alethes] verdadero. Quepa destacar que este concepto entraña no tanto un acuerdo con la “realidad” sino más bien, una concepción ética de ser una información que no se puede ocultar, sino que se ha de difundir, algo que se tiene el deber de compartir, algo que sería “pecado” acaparar, porque todos dependen de Ella para poderse Salvar. 

viernes, 26 de mayo de 2023

Viernes de la Séptima Semana de Pascua



Hch 25, 13b-21

En primera instancia parecía que el Gobernador entrante, reconocía la inocencia de Pablo. Hay muchos que piensan que el hagiógrafo, que estaba escribiendo en este momento las líneas de los Hechos de los Apóstoles, quiso -poniendo como imagen de toda la Comunidad Cristiana de ese entonces- declarar y dejar sentado que aquellos fieles no llevaban sobre sí culpa alguna, y que esto se supiera y llegara hasta el Emperador -Domiciano, en ese instante- quien había desatado una brutal persecución, y se ensañó contra los cristianos y también contra los judíos. La cosa era contra los judíos, pero como ellos no tenían claro quién era quien, ahí también cayeron atropellados los del “Camino”. Así las cosas, Lucas quiso aprovechar, el fallo de Festo. Festo, no había decidido en favor de Pablo, ni consignado un documento sobre su inocencia, sólo le dio largas al asunto, como dice él mismo, no entendía nada acerca de los argumentos que le presentaban los judíos contra el Apóstol, confundido en los vericuetos de la argumentación y, se sentía “perdido en semejante discusión”.

 

Pero la cosa se le volvió una “papa caliente”, porque, se lo iba a tener que remitir a Nerón, y ¿con qué acusación lo despacharía? En esto llegan Herodes Agripa II (gobernante del territorio de Judea) y su hermana Julia Berenice -que, si nos atenemos a Flavio Josefo, sostenían un amorío incestuoso-, que vinieron a ἀσπασάμενοι [aspasamenoi] “mostrar sus respetos” a Festo, delante de quienes Festo hace su tercera declaración de inocencia de Pablo. (Si seguimos el relato de este encarcelamiento de San Pablo, sería la quinta vez que es declarado inocente).

 

Sal 103(102), 1bc-2. 11-12. 19-20ab.

Este es un Salmo Eucarístico, es decir, de Acción de Gracias. Nosotros lo bendecimos a Él porque es fuente de nuestra Salud, de nuestra Salvación, de Vida Eterna. Pero, Él, que se complace en ser proveedor, no se queda con algo que Él no necesita; nos lo refleja, nos lo rebota. Es una Acción de Gracias porque todo, mis pobres alabanzas incluidas, son Su Obra y Su Obra es siempre Don. ¡Alabado y Bendito! Quiero poderte ofrecer algo, aun cuando sea sencillo, y tu me lo retornas, multiplicado.

 

La primera estrofa nos convoca a בָּרֲכִ֣י [berakí] “bendecir” a Dios, a alabarlo. Y, nos previene para evitar que lleguemos a olvidar, todo lo bueno que hace a nuestro favor.

 

En la segunda estrofa, habla de su bondad, comparándola con el firmamento que cobija toda la tierra, como diciéndonos que su bondad es indiscriminada, así como lo dijo Jesús: “Hace salir el sol sobre justos e injustos” (Mt 5, 45). Y luego, menciona cómo hace ojos ciegos a nuestras faltas, y no nos castiga según merecen כַ֝עֲוֹנֹתֵ֗ינוּ
[kan avon o tenu] “nuestras culpas” (Sal 103(102), 12). Como se nota, aquí se registra el concepto de עָווֹן [Avon] “pecado”.

 

La tercera estrofa, para agradecerle a Dios tanto Amor inmerecido, reconoce que, Dios es nuestro Único y Verdadero Rey, con su Trono en los Cielos y cuya Autoridad abarca la tierra entera. Por tanto, no solo los humanos, sino hasta los Ángeles han de rendirle acatamiento y consagrarse a cumplir y hacer cumplir la Divina Voluntad y sus Amables Mandatos.

 

Este es pues un Himno pleno de gratitud, que los místicos nos recomiendan aprender de memoria. En este salmo se da cabida y expresión al inconmensurable Amor Divino, mostrado como Amor Paternal. Y -a la vez, nos muestra el fruto de este Árbol חָ֫סֶד, [chessed] Árbol de la Misericordia, el “Perdón”. Misericordioso, aquí, significa maternal, de Dios que es Padre-Madre, que nos ama desde Sus Entrañas. Por eso lo llamamos “Árbol Místico”; como también a Ese-Cuerpo, Cuerpo-Místico.

 

Jn 21, 15-19



Nos acostumbramos a recortar la imagen de San Pedro por una línea que dice “corte por aquí”. Dentro de la línea queda el Primer Papa, el entusiasta que reconoce en Jesús como el Mesías, el cómodo que quiere quedarse en el Tabor a disfrutar de sus amistades celestiales y del “anticipo” del Reino, el “traidor” que es capaz de negar tres veces, y, a lo máximo, al amigo arrepentido que confiesa -para compensar la triple negación- por tres veces su amor de amistad.

 

A veces se añade a esta imagen una adenda: Pedro crucificado cabeza abajo. La sugerencia que queremos hacer es de fijarnos en su fidelidad, en su compromiso de toda la vida. Es importante y muy interesante para un camino de santificación la constancia, ese Don que se llama “perseverar”. Es el día tras día, el mes a mes, es la devoción y, la aplicación a la Misión.

 

No nos ponemos al lado de los que -refugiados en las fallas de los santos- hallan buen pretexto para “atropellar” al prójimo. En cambio, estamos en sólida comunión con los que, reconociendo nuestra imperfección, saben que caer no es desastre, el desastre consiste en permanecer postrado. Pudo Pedro haber caído tanto, y tan frecuentemente, y pese a ello, porque Dios así lo quiso, tener la tenacidad que así templó al que fue Pilar del Edificio Eclesial, esta institución salvífica, levantada sobre y por Voluntad de la que es Su Piedra Angular.

 

En las páginas joánicas, Pedro se tropieza muy frecuentemente, y cae; en estos relatos, San Pedro recibe frecuentes coscorrones. Según los investigadores, hubo tensiones entre las comunidades Joánicas y las demás -que aquí aparecen en la figura de Pedro. Las acusaban de estar obsesionados por temas de jerarquía y meritocracia. Parece que -como se presenta en diversos relatos, estas comunidades seguían, una y otra vez averiguando, cuando les iba a tocar pasar a ellas al “Trono” y cuando era que sería restaurado el poderío de Jerusalén. El reto, por el contrario, consiste más bien en ser capaces de convocar, sin delirar por honra y honores. ¡Sólo a Él, sea dado Todo Honor y Toda Honra!

 

Pensar y reconocer en Simón -hijo de Juan-, la figura del Cuerpo Místico, como célula estructurante, de Este Cuerpo Espiritual, que no es Otro que Jesús-histórico continuado más allá de le temporalidad. Pedro no es la Cabeza -que siempre es-y-será Nuestro Señor Jesucristo- pero es la yema que primero floreció, que se mantuvo, el “pivote” de la Comunidad Naciente. Cumplió lo último que en este Evangelio le dijo Jesús: “Sígueme”.