sábado, 30 de junio de 2018

OASIS DE MISERICORDIA



Sab 15, 13-15; 2, 23-24; al 29, 2 y 4. 5-6. 11 y 12a y 13b; 2Cor 8,7-9; 13-15; Mc 5, 21-43

Hay una leyenda en que se cuenta que un hombre cayó en un pozo. Pasó Buda y le dijo: “Si hubieras cumplido lo que yo enseño, no te habría sucedido eso”. Pasó Confucio, y le dijo. “Cuando salgas, vente conmigo y te enseñaré a no caer más en el pozo”. Pasó Jesús, vio a aquel hombre desesperado, y bajó al pozo para ayudarlo a salir.
Hugo Estrada sbd.

Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres,  excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
Papa Francisco
Misericordiae Vultus

La nota de mayor contraste está en la débil fe de los discípulos y la poderosísima de los dos personajes de la perícopa de San Marcos que nos ocupa en este Domingo XIII Ordinario (B): la fe de Jairo y la de la hemorroisa. La confianza de estos dos es para nosotros un verdadero paradigma a seguir o a alcanzar.

Pero ¡aún hay más! El Domingo anterior vimos que Jesús-el Hijo-de-Dios-viviente (aquí queremos poner “viviente” en negrillas), no sólo tiene autoridad sobre los elementos, no sólo nos regenera re-creándonos, sino que su poder domina la muerte y la somete, hoy oiremos al Señor mandar a la niña en arameo: Talita kum “Niña, a ti te digo, ¡levántate! A pesar de que ya estaba muerta como se nos informa en el versículo 35. Por consiguiente, para que sepamos que Jesús tiene autoridad sobre la vida y la muerte, la niña vuelve a la vida.


Detengámonos un momento en el corazón de Jairo. Seguramente cuando Jairo fue a buscar a Jesús ya llevaba el corazón oprimido por la angustia de ver a su hija gravemente afectada por la enfermedad; pero ahora, le anuncian que su hija ha muerto. ¿En qué consiste el amor de Dios? En la capacidad de sentir como propio el dolor del otro. «Jesús sentía compasión hacia los demás, porque sentía las penas en sí mismo. Conocía el desgarro de la separación, la muerte de un  ser querido, la pobreza, el peso de la vida… Y, al sentir esos dolores en sus entrañas, se acercaba y se identificaba con los que sufrían, Ya que él era “varón de dolores y sabedor de dolencias” (Is 53, 3)»[1] Así es Jesús, su corazón calca el dolor de Jairo y le duele como si se tratara de su propia hija. Lo que siente el corazón del hombre se reproduce y resuena en el Corazón de Dios. «… a Jesús en el Evangelio o se le encuentra sanando o dirigiéndose a algún enfermo… El P. Bernard Häring hace notar, alarmado, que este aspecto se ha descuidado mucho en nuestra teología y sobre todo en la proclamación del mensaje.»[2]



Jesús es un Dios que sale al encuentro. No nos cansamos de insistir que Él no está en su sede, ni en su palacio, ni en sus oficinas, ni en su sucursal, ni en sus dependencias Jesús es un Dios en éxodo, junto a su pueblo. El Domingo anterior, el Evangelio empezaba diciendo “Vamos a la otra orilla del lago”, es un programa de desacomodo permanente, además de un ponerse al alcance de la gente, ir a buscarlos, «No alejaba, no bloqueaba, no inhibía (Mt 9, 20ss). Daba confianza para acercarse en cualquier momento, hasta el punto que su actividad aparece más hecha de interrupciones y de imprevistos que de sus propios planes»[3] En el Evangelio de este Domingo, regresa, no fue al otro lado huyendo, escondiéndose o abandonando; ¡no!, fue, misionó estuvo donde los Gerasenos, y volvió para seguir misionando: “Cuando Jesús διαπεράσαντος regresó en la barca al otro lado del lago, ἦν παρὰ τὴν θάλασσαν se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente” (Mc 5, 21).

Como ama el padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros.
Papa Francisco
Misericordiae Vultus

Y todo esto, ¿qué? ¿Una anécdota muy bonita, un cuentito sobre Jesús? O más bien, ¿una tarea? una misión?... Se trata de tender un puente actualizador, porque nuestra fe no es un ejercicio literario de narración de un pasado, sino la experiencia de Dios-con- nosotros y el testimonio de que Él-es-el-Dios-Viviente.


«Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. –Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado.

Y está como un Padre amoroso –a cada uno nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo… y perdonando.

Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ¡ya no lo haré más! –Quizá aquel mismo día volvamos a caer de nuevo… -Y nuestro Padre, con fingida  dureza en la voz, la cara seria, nos reprende… a la par que se enternece su corazón, conocedor de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, ¡qué esfuerzos hace para portase bien!


Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de qué Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos.»[4]

Ese amor-Divino tampoco es algo abstracto, por el contrario, el amor de Dios, por Su Gracia, ha cobrado la mayor materialidad posible, la total concretización, se ha encarnado y se ha hecho hombre, pero también se transfiguró en unos, cientos, miles que lo representan, para que nosotros podamos ejercitarnos y vivir crísticamente: «Dios amó tanto al mundo que le dio a su propio hijo. Siendo rico se volvió pobre por amor a ti y a mí. Se entregó a sí mismo en forma completa y total. Pero eso no fue suficiente. Dios quería dar algo más… darnos la oportunidad de darle algo a Él. Y es así como se transfiguró en los hambrientos y en los desnudos para que pudiésemos ser generosos con Él a través de ellos»[5] Y entonces irrumpe la recomendación del papa Francisco «Para ser evangelizador de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo… Así redescubrimos que Él nos quiere tomar como su instrumento para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado. Nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia… deseamos integrarnos a fondo en la sociedad, compartimos la vida con todos, escuchamos sus inquietudes, colaboramos material y espiritualmente con ellos en sus necesidades, nos alegramos con los que están alegres, lloramos con los que lloran y nos comprometemos en la construcción de un mundo nuevo; codo a codo, con los demás… Jesús quiere que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura.»[6]






[1] González Vallés, Carlos sj. CRECÍA EN SABIDURÍA… 3ra ed. Editorial Sal Terrae. Santander-España, 1995. p. 57.
[2] Estrada, Hugo. sdb. PARA MÍ, ¿QUIÉN ES JESÚS? Ed. Salesiana Guatemala 1998 p. 101

[3] Galilea, Segundo. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO   Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1999  p. 27
[4] Escrivá de Balaguer, Josemaría. CAMINO.  7ª ed. Ed. Procodes  Bogotá .- Colombia 2001 # 267  p. 76
[5] LAS ENSEÑANZAS DE LA MADRE TERESA 2da ed. Ed. Librolatino BB. AA. – Argentina 1999 p. 192
[6] Papa Francisco EVANGELII GAUDIUM Exhortación Apostólica 24 de nov. 2013. ## 268-270


sábado, 23 de junio de 2018

BAUTISMO, BAUTISTA, BAUTIZADOS



Is 49, 1-6; Sal 138, 1-3. 13-14; Hech 13, 22-26; Lc1, 57-66. 80

«Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos...»
Lc 1, 76

Se ha señalado que sí Dios no nos hubiera indicado
la relación filial de Jesús con Él,
nosotros no habríamos podido
–por esfuerzo de nuestra inteligencia- saber que Jesús,
es su Enviado, su Hijo Santísimo.
¡Si nos cuesta tanto pese a la Revelación!

Así Dios, que desde la Caída de Adán y Eva previó la Redención,
y previó la figura de los profetas,
                                                    y todo el Primer Testamento
para educarnos en la espera y saber aguardar
y entender que esperábamos al Mesías.

En la hora justa,
                          seis meses antes de enviarnos a Su Hijo,
asistimos a este evento milagroso:
la prima de María,
                            una mujer vapuleada por la esterilidad
                                                                                        ya mayor,
y su esposo Zacarías –que como él mismo lo declaró- “ya soy viejo”;
recibe, este último,  el anuncio de la anhelada paternidad,
no lo pueden creer,
                               al punto que Zacarías es castigado con mudez por su duda.

El ángel, al hacer entrega del anuncio,
vaticina: «Tu esposa Isabel te dará un hijo
y le pondrás por nombre Juan.
Será para ti un gozo muy grande,
y muchos más se alegrarán con su nacimiento,
porque este hijo tuyo será un gran servidor del Señor.
No beberá vino ni licor,
y estará lleno del Espíritu Santo
ya desde el seno de su madre.
Por medio de él muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios.
El mismo abrirá el camino al Señor
con el espíritu y el poder del profeta Elías,
reconciliará a padres e hijos
y llevará a los rebeldes a la sabiduría de los buenos.
De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.»


En este último renglón que hemos citado
se explica la misión y el sentido-de-vida de San Juan el Bautista,
por medio de él, El-Señor se preparará un pueblo,
no cualquier pueblo sino uno bien dispuesto:
esa era la confianza que Dios depositó en el pueblo de Israel.

Hoy en día creemos que
    probablemente Juan creció
en Qumrám
                    con los esenios, en el desierto de Judea
en las grutas del Mar Muerto,
Juan significa fiel a YHWH.


Para mejor profundizar lo que quiere comunicarnos Juan el Bautista
y su significado para nosotros en la liturgia de hoy,
conviene que revisemos lo que quiere decir
      ser profeta
es el que recibe de Dios una boca como espada afilada
para que sea blandida por el propio Dios;
es el que ha sido hecho flecha bruñida
para viajar en el carcaj del Señor.
Es un siervo, no sirviente,
                                         sino instrumento,
y su designación es desde todos los tiempos,
Dios nos tenía previstos para tal.


Esta predestinación
está explicada en el Salmo 139(138):
El Señor nos sondea y nos conoce,
tiene previsto cuando uno se levanta y cuando uno se sienta,
distingue el sitio de descansar y los lugares por donde pasará,
y tiene en su mano el mapa que describe nuestras “trayectorias”.

No sólo fue portentoso el origen de Juan el Bautista,
todos tenemos un génesis portentoso,
                                                              a todos nos amasa el Señor –Dios de la Vida-
                                                              en las entrañas de nuestra madre,
                                                              e infunde el soplo vital en el fondo
                                                              del barro fino amasado.


En la misma ruta de Salvación
El Señor escogió a David –que habría de ser grato a su corazón-
Y de su linaje sacó Aquel-con-el-que-Dios-Salva,
delante Suyo envió un adalid
    cuya misión era
    “predicar un bautismo de conversión”
Este mensaje no es exclusivo,
                                                 es para todos los descendientes de Abrahán,
                                                 para todos los que temen a Dios,
no con miedo sino con Amor-Fiel.

Esta misión de mensajeros es para ángeles-humanos,
para profetas,
                      que somos todos los bautizados:
sacerdotes, profetas y reyes.

domingo, 17 de junio de 2018

A LA SOMBRA DEL ÁRBOL PERENNE



Ez 17, 22-24; Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16; 2 Cor 5, 6-10; Mc 4, 26-34

Sacamos la lengua a la vida, al mundo,
a toda realidad
                        para hacernos la selfy.
¿Le hacemos mueca a alguien?
A la propia muerte, a un mundo inmerso en el desaliento,
rendimos tributo a le desesperación,
                                                           y es que la “cultura de la muerte” no es solamente
impulsar el suicidio,
proponer el aborto como vía de liberación,
agitar las banderas –mal llamadas- “eutanáticas”;
no, la cultura de la muerte es sobretodo proponernos tirar la toalla,
                                                                                                            antes de tiempo,
es aprender a desistir,
                                   es recomendar la tristeza hasta que la tristeza nos encarcele,
es alimentarnos de desasosiego,
es gustar de la música que nos deprime,
es oscuro y es soledad,
abandono en la desesperanza,
dejación en el pecado,
                                    vivir la zozobra constante del sin-sentido,
comentario pesimista,
vocabulario procaz,
miedo que nos hunde,
tenaza que nos desconsuela.

Pero cuando alguien cree que la “muerte” es la respuesta,
viene la Voz de Dios y afirma que
        “Él hace secarse el árbol verde,
                                                           y florecer el árbol seco”.
Esos que hoy siembran entre lágrimas,
-Dios lo ha dicho- mañana segaran entre cantares,
                                                                                  y serán canticos de jolgorio.
Sus voces serán mañana
                                         trinos y gorjeos
                                                                   a la sombra del Árbol Gigantesco
del Cedro Sempiterno.                     
¡que asombrosa disparidad  entre el tamaño de la semilla
y la talla del árbol que produce!
Insistimos, los que creemos, que hay que guardar la esperanza,
y que en cualquier momento mientras se espera, llagará la dicha,
no llegará para irse,
                                sino que vendrá para quedarse
                                                                                  -oráculo del Señor.


Aquel árbol que parecía augurar el fin del mundo y ser el mausoleo de la historia,
estará más vivo que lo estuvo nunca, esto dice el Señor,
se convertirá en un cedro magnifico,
                                                           aves de todas clases anidarán en él
al abrigo de sus ramas.
Dios Mismo, con una sola rama que escogió,
obtuvo florescencia y frutescencia, al ciento por uno.
Y los bobalicones, langui-tristes, cari-lambidos,
                                                                            se quedaran –desenmascarados-
sepultados bajo tanta alegría real. (No falsas alegrías);
¡sino la alegría del Reino de Dios!

¡Qué sabemos nosotros del programa que duerme en la semilla!,
la “semilla” sigue su curso,
como si tuviera una “programación” interna
que rige su germinación,
que guarda el potencial –dormido- de llegar a ser planta adulta y fructífera;
                                                         de llegar a ser Reino.                                                    
y este proceso es totalmente independiente de la voluntad de los agricultores
llegará a ser planta
que desmiente al engaño que se propalaba,
                                                                       para seducirnos con su embuste,
con su cuento de que la muerte es poderosa,
¡pobre impotente! No se ha enterado
que Jesús la derrotó,
                                   no se ha despertado
                                                                    y sigue convencida
de su propio engaño.
(lo sabe, pero se hace la que no
                                                    porque su único recurso
es ver si nos vence con ese engaño
y nos hace expulsar del Paraíso otra vez).

Leamos con atención el Evangelio,
                                                        ¿cuándo se mete la hoz?
-pregunta escatológica-
Ni antes, ni después,
                                 sino en el justo momento de la siega,
Ni antes, ni después.


Mientras,
   la hoz seguirá inactiva,
sólo se activará cuando la espiga haya fructificado.                      
¡Ni antes, ni después!

No son exclusivamente árboles frutales,
Son árboles que se convierten en la morada de las aves,
                                                                                              de muchas aves.
Sus trinos llenaran el ambiente de un himno vital pletórico de júbilo
abundará en regocijo,
                                   será himno feliz,
                                           himno vital.
¡Contad con ello!
                            Oráculo del Señor
los ritmos Divinos son de calma y paciencia
                                                                       a su tiempo
                                                                                         ni antes, ni después.
sólo hasta que se haga grande,
hasta cuando madure la Salvación
                                                        se haga alta,
                                                                             eche ramas
                                                                                               grandes        
entonces los pájaros
                                  del Cielo
                                               podremos anidar a su sombra.
Vamos a conglomerarnos
                                         como bandadas
                                                                   en torno a Jesús,
para que nos lo explique en privado:
nuestro estilo de planeación no logra ni emparentar
ni desentrañar el curso de la Voluntad Divina,
                                                                          estamos invitados a acogernos a su ritmo,
acogernos a Su Ritmo es vivir en la paz del Señor
                                                                                  porque vivimos en sus Manos.

Nuestra manera de pensar es excesivamente inmediatista
y la sociedad nos incultura mayor “acelere” con sus pautas resultistas,
positivistas,          productivas.
Una cultura de metas con plazos previstos
a dos, cinco o máximo diez años
      a los que denominamos “largo plazo”
circundadas de objetivos a “seis meses” o a “un año”,
definen carreras desenfrenadas
que revientan los nervios en stress
y la salud en dolores de cabeza,
     de espalda,
úlceras estomacales,
irritabilidad e inflamación del colón, infartos entre otros.
Hay que saberse poner en las Manos de Dios,
Tener su Paciencia
                                Misericordiosa.
El sabe, Él-que-todo-lo-sabe
esperando a los que todavía no lo conocen  ,
a los que a duras penas lo intuyen, sin afianzarse en Él.
Saber aguardar a que la savia de la fe
circule,
y a que la Salvación madure.


¿Quiere decir que nuestro deber se sume en la inactividad pasiva,
quedarse cruzados de brazos esperando que el Reino se construya solo?
El Reino de Dios no es una tarea que compete al Mesías
y nosotros cruzaditos de brazos,
     niños juiciosos y bobalicones
     ahí, mirando;
la siembra –valga decir- la expansión y consolidación del Reino;
¡por el contrario!
es competencia de todos los que somos células del Cuerpo Místico de Cristo,
a quienes el Sagrado Corazón nos bombea la Energía Infatigable,
también Incontenible
–aun cuando discreta y nada espectacular-
que trabaja sin cesar,
dormidos o despiertos,
  de noche o de día:
progresa, avanza, crece y brota.

“Todos tendremos que comparecer
ante el tribunal de Cristo,
para recibir lo que se debe
por las cosas hechas
mientras estuvimos en vida,
bueno o malo”.
                       Dice San Pablo.

¡Ea pues!, cero impaciencia
                                           total confianza en Dios
y reconocer su Reino
                                   en un contexto de Esperanza
sin abandonar la Misión recibida.