sábado, 27 de abril de 2024

Sábado de la Cuarta Semana de Pascua

 


Hch 13, 44-52

En la cultura judía hay una categoría definitoria y definitiva, es la “primogenitura”. Ella codifica y establece un privilegio, un rango especial, es un carisma, Dios habla a la realidad a través del hecho de que le envíe como primer hijo a este ser, ese que nació primero, es príncipe, valga decir: “primero y cabeza”.

 

Una cosa indudable para este pueblo es que ellos -como comunidad- habían heredado en el corazón de Dios esta primogenitura, las promesas que habían anunciado todos los Patriarcas y los Profetas, estaban destinadas para ellos. Sin embargo, hay quienes rechazan esta primogenitura, hay quienes la trasfieren, también están los que comercian con ella, como el caso de Israel, que se la compró a Esaú, por el precio de un plato de lentejas. En tal caso, Esaú era el legítimo heredero, y Jacob, un avispado que se aprovechó del hambre de su hermano. (Recordemos que el nombre Esaú alude a que era muy velludo, lo que será pieza clave cuando Isaac -in extremis- vaya a transferir el Mando a su hijo primogénito y Jacob, se valga de un ardite, complotado junto con su madre, para engañar al papá cuya vista no le ayudaba ya a discernir cuál era cual).

 

Ellos Bernabé y Pablo (“Hijo de profecía” y “pequeño”), se sentían inclinados a ir ante todo a los judíos, inclusive, para ellos, este pueblo era el destinatario exclusivo del Mensaje divino. Pero, como ellos no aceptaron la invitación, rechazando el kerigma presentado, en estricta observancia de lo que Dios les dijo, cambiaron de destinatarios; empezaron a dirigirse a los “gentiles”. Ellos se sabían puestos por Dios como Κήρυξ [kerix] “heraldo”, “luz de los gentiles, para llevar la salvación hasta el confín de la tierra”.

 

Todos los gentiles que oyeron esto reaccionaron positivamente y se alegraron y se hicieron “cristianos”.  ¡No!, la propia perícopa nos informa que sólo “los que estaban destinados a la vida eterna”, alababan la Palabra de Dios y creyeron.

 

Este es un “nuevo punto de partida” que dio inicio a una oleada de conversión en aquella región. Los judíos, aquellos que rechazaban el llamado y se sentían amenazados por esta fe, buscaron aliados para desatar la persecución. ¿Quiénes se prestaron a entremezclar la cizaña con aquella predica tan buena? La “señoras encopetadas” y “los principales de la ciudad”. Estos azuzadores lograron su cometido, hicieron desterrar a Pablo y Bernabé, quienes tuvieron que partir hacia Iconio (en anatolia Central).

 

La obra había quedado cumplida, la semilla del kerigma había quedado plantada en Antioquía de Pisidia, en el centro occidente de Turquía.

 

Sal 98(97), 1bcde. 2-3ab. 3cd-4.

Proclamo la victoria con los labios y lucho con las manos para que venga.

Carlos G Vallés. S.J.

Es otro salmo del reino. El Reino ya está aquí entre nosotros. Con la venida de Jesús, el reino ha empezado a germinar. ¿Dónde está el busilis? En que:

a)    Hay que estar muy atentos para descubrirlo

b)    No se le ve con los ojos físicos, sino con los ojos de la fe.

Uno mira -por ejemplo- a Su Real Majestad, y ¿qué vemos? ¡A Jesús crucificado! ¡Un coagulo de sangre! Y -pobres los ojos- que no logran descubrir al resucitado.

 

¿Será que Dios se goza en nuestra confusión? Si lo viéramos Glorioso, ¡seguramente nos iríamos a la cama a dormir tan tranquilos! Si de Jesús nos pusiéramos con jolgorio a contemplar su Victoria, Él nos estaría quitando la oportunidad de descubrir que nuestras pobres manos son las Manos de Cristo, que nuestra carne y nuestra sangre, tiene un propósito, la cristificación. ¡No la trasfiguración en estatua de bulto! ¡No la inclusión en el canon!

 

¿Cómo se canta, cómo se grita, cómo se vitorea, cómo se aclama? ¿Para qué nos ha revelado el Señor su Justicia? ¿Cómo un gesto de vanidad Divina?

 

Jn 14, 7-14



¡Atención que el Evangelio de San Juan nos va a hablar sobre cristificación! “el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores”. Nos va a descubrir que un proceso de fe no consiste en el planteamiento y requerimiento de un mar de peticiones personales, indudablemente muy nobles y urgentes; sino en pedirte que nos hagas glorificadores de Tu Padre. Harás -sin duda- todo lo que haga falta para que lleguemos a ser Glorificadores del Padre.

 

Regresemos al principio de la perícopa, porque según parece hay alguna condición para poder hacer las mismas y aún mayores obras… “Si me conocieran a mí…” ¡Ahhhh! ¡Ya caigo! ¿tengo que conocerte a Ti! ¿te conozco o repito oraciones? ¿Te conozco o me he vuelto ritualista? ¿Me he vuelto como esos personajes del evangelio que tu tanto desdeñabas porque sólo alargaban las filacterias? ¿Te conozco, te busco, leo tu Santa palabra? ¿Me intereso por procurar entenderte? ¿Me esfuerzo por saber qué esperas de mí?

 

De alguna poderosa manera siento que me estás hablando. Que me estás retando. Que me planteas un desafío. Siento que tu imagen de Crucificado me plantea un cara a cara… Me parece que estás cuestionando mis rutinas contigo. Siento que me cuestionas hondamente en lo concerniente a nuestra amistad.

 

“Lo que pidan en mi Nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. ¿Cómo se canta, cómo se grita, cómo se vitorea, cómo se aclama? ¿Cómo se te glorifica? ¿Qué puedo hacer para que sea verdad mi discipulado? ¿Qué hay en estas pobres, débiles y muy frágiles manos que viabilicen que -inclusive- en los confines de la tierra, se contemple la Salvación de nuestro Dios?

viernes, 26 de abril de 2024

Viernes de la Cuarta Semana de Pascua


                            

Hch 13, 26-33

Hay dos discursos muy bien estructurados, dos perlas en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, muy bien desarrollados. El de Pentecostés (2, 14-36) y este, de la predicación sinagogal en Antioquía de Pisidia (13, 14-43). Bernabé y Pablo, al chocar contra la reticencia y la animadversión de los judíos, que no prestaban oídos, resolvieron dirigirse a los paganos, recogiendo una enseñanza de Isaías: (Is.  49, 6) que los animaba a ir hasta los mismísimos “confines de la tierra”.

 

Podríamos fácilmente detectar las ideas centrales de esta alocución: la “Salvación”, el “perdón de los pecados”, temas muy coherentes para dirigirse al auditorio judío. El enfoque se ha decidido -en orden a ideas propias de este auditorio, que podía llegar a ver en Jesús, al Mesías descendiente del linaje davídico, y como podemos ver, desde el inicio, Pablo se remonta a más atrás, hasta el mismo linaje de Abrahán. En este texto, a los prosélitos se les denomina “los que temen a Dios”.

 

Algo que pone al descubierto este discurso es que los judíos no pudieron descifrar el sentido de las enseñanzas de los profetas que usualmente había repasado una y otra vez en las Sinagogas los sábados.

 

Volviendo sobre el kerigma se señala en el discurso que Jesús, una vez muerto, fue descolgado de la cruz y conducido el sepulcro, de dónde Dios mismo lo rescató.

 

Después de su Resurrección el Señor se les manifestó en repetidas ocasiones -los que, habiendo venido de Galilea, lo acompañaron en la agonía y la crucifixión y muerte- donde los había emplazado a reunirse, antes de morir.

 

Y, luego, retoma el Salmo 2, citando el verso 7 בְּנִ֥י אַ֑תָּה אֲ֝נִ֗י הַיֹּ֥ום יְלִדְתִּֽיךָ׃ [ban ni at tah ani haw yo um ye lod ti ka] “Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”.

 

Sal 2, 6-7. 8-9. 10-11 y 12a.

Hay Salmos (7, por los menos) que se refieren a Dios como el Verdadero y Único Rey. El Sal 2 pertenece a esta categoría. Israel nunca pensó en el rey como dios, en cambio, reconoció en Dios a su Legitimo Rey. Su reinado ni tendría fin, y tampoco límites: Su dominio estaba demarcado por los “confines de la tierra”. El presente salmo es un “discurso desde el Trono”.

 

Nos parece tan importante que no podemos evitar repetirlo, que no se trata de una entronización, porque Dios está desde siempre y por siempre entronizado. Sino que se construye, siguiendo en paralelo una entronización.

 

Este salmo está conformado por 12 versos. De ellos se toman 6 y medio, para organizar la perícopa que será proclamada. Con ellos se organizan tres estrofas:

 

En la primera se declara que Dios mismo ha delegado su Rey en Sion. Y ha hecho proclamar el reconocimiento de Su Propio Hijo a quien Él ha engendrado, en momento definido.

 

En la segunda estrofa hace entrega de su potestad sobre las diversas “naciones”, ellas entendidas como pueblos, con sus hablas propias y sus culturas determinadas; este Rey, usará su Cetro de Hierro para disolver las fronteras y los límites de pueblo a pueblo, como si hubieran sido delimitaciones hechas con barro cocido. Dios no conoce fronteras, convienen ratificarlo: toda frontera es un capricho humano.

 

En la última estrofa de la perícopa, conmina a los reyes terrenales a plegarse ante el Rey que Él ha designado. Puesto que es “Su Elegido”, llamándolos a la sensatez.

 

Es fundamental entender que aquí no lo ha engendrado porque lo haya puesto en un vientre de mujer, sino porque lo ha sacado del mismísimo seno de la tierra resucitándolo.

 

Jn 14, 1,6



Existe una suerte de nerviosismo, de inseguridad humana, cuando nosotros no nos cimentamos en el Señor. El camino a seguir, es siempre una encrucijada. Miramos la ruta y sólo alcanzamos a distinguir un gigantesco signo de interrogación.

 

Jesús nos reconforta, nos tranquiliza, nos infunde un ánimo sereno. Él va delante para ir a amoblarnos nuestra residencia eternal. Él ha trazado un proyecto y ha deletreado la historia de nuestra fragilidad para sacar de ella una fortaleza inconmovible. Él es nuestro Alcázar, nuestro Refugio, nuestra Atalaya. No hay que preocuparnos a lo “Tomás” por el mapa o por el GPS. Él es, también nuestra brújula. Dejémonos guiar, Él sabe bien por donde nos lleva, Él sabe bien a dónde hemos de llegar; Él va cuidándonos de los lobos, y no dejará que se pierda ni uno solo de los que el Padre le ha entregado. Sino sólo “el que se había de perder”, el de la traición, el discípulo del Maligno.

 

¡Creamos en Dios y aceptemos a Jesús, su Unigénito! Rey de reyes, Señor de señores.

jueves, 25 de abril de 2024

SAN MARCOS


                                

1Pe 5, 5b-14




Leemos en la primera lectura de hoy, la parte final de la Primera Carta de San Pedro. Aparece en esta perícopa la palabra Νήψατε [nepsate]. Podría entenderse “sobrio”, es decir, el que no se emborracha, especialmente porque quiere mantener el “buen juicio”. Su uso en este contexto es muy interesante, porque remite al pecado, refiriéndose a él como un alucinógeno; o sea que lo que se está recomendando es permanecer libre de codicias y de narcisismos que alteren nuestro buen juicio, para dirigirnos equilibradamente por los Caminos que Jesús indica. Lo que no se puede lograr si dejamos engañar nuestros sentidos morales con la alucinación que nos invade a causa del egoísmo.

 

Siempre debemos estar muy atentos a no descuajar las perícopas de su contexto, esto es muy riesgoso porque puede conducir a que respaldemos una falsedad con una cita bíblica recortada. En nuestro pasaje de hoy, no se sabe a quién se dirige la recomendación de “tener sentimientos de humildad”, puede pensarse que es una camisa toda-talla. Si vamos al co-texto, encontramos que la recomendación se dirige a dos destinatarios muy precisos: a los Πρεσβυτέρους [presbiterous] ancianos (los líderes de estas comunidades cristianas) (1Pe 5, 1); y a los νεώτεροι [neoteroi] “jóvenes” (1Pe 5, 5a), “los que acababan de insertarse en la comunidad y aún no habían sido bautizados”, ni siquiera alcanzaban el carácter de neófitos. No es una política que obligaba a la comunidad en favor de sus dirigentes, la humildad debía practicarse en “horizontalidad”, y todos debían tenerse entre sí, como hermanos: al Único que se le debía humildad de parte de todos era a Dios (cfr. 1Pe 5, 6). A Dios Padre y a su Hijo Jesucristo, el Poder y la Gloria por los siglos. A ese trato fraterno se refiere el término ἀδελφότητα [adelfoteta] al que remite -precisamente- 1Pe 2, 17, para convocarnos a un trato que hace de todos los miembros de la comunidad hermanos en Cristo Jesús, “como hombres libres, que no usan de la libertad para encubrir la maldad, sino más bien como servidores de Dios, honren a todos, amen a los hermanos, respeten a Dios, honren al rey. (1Pe 2, 16s).

 

Obsérvese que esta perícopa concluye llamándonos a ese trato cuando nos exhorta a ἀσπάσασθε ἀλλήλους ἐν φιλήματι ἀγάπης. “saludarnos -entre nosotros con el beso del amor fraterno” (1Pe 5, 14a), este beso no es cualquier beso, es el beso que se dan las personas que comparten un vínculo de consanguinidad y que además es una muestra de respeto.

 

Una recomendación, que pertenece al núcleo de esta perícopa, es la de permanecer “alertas del “enemigo, el diablo, que, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar” (1Pe 5, 8).

 

Sal 89(88), 2-3. 6-7. 16-17

Tomamos de este salmo real, 6 versos, para conformar tres estrofas:

 

En la primera, se reconoce que la Misericordia de Dios es “un Edificio Eterno” que merece ser cantada y anunciada.

 

La segunda nos pregunta sí ¿habrá algo, aunque sea pálidamente, comparable a las maravillas y la fidelidad de Dios, en alguna esfera o plano de la realidad? El cielo proclama Sus Portentos, y los Ángeles se reúnen en sesión plenaria para reconocer Su Fidelidad.

 

En fin, la tercera estrofa, reconoce la bienaventuranza del pueblo que se pone bajo su Real Patronato, será dichoso porque lo iluminará el Rostro Majestuoso de Dios, y el motivo de su orgullo será el Nombre de YHWH.

 

Mc 16, 15-20



Muy acorde con el tiempo Pascual en el que se inserta la celebración de la memoria del Evangelista San Marcos, el Evangelio de hoy nos remite a la perícopa final, a sus seis últimos versos: El Resucitado -dirigiéndose a los Once- pronuncia el “Envío”. Lo primero es enunciar la “universalidad de este Envío: “a toda la Creación”.

 

Luego, se da el lugar de “Sacramento Puerta” el bautismo, que será lo primero después de haber creído. Podemos resistirnos a creer, lo que será motivo de “condenación”.

 

Los que sean capaces de aceptarlo, recibirán ciertos “signos”

a)    Expulsar demonios en el Santo Nombre de Jesús.

b)    Hablarán “lenguas nuevas”

c)    Podrán coger serpientes y manejarlas con sus manos y si beben veneno mortal, estarán exceptos de su efecto.

d)    Sanarán enfermos con la imposición de sus manos.

Reconocer el poder recibido es parte de esta fe aceptada. Se dan estos poderes, no para la espectacularidad, sino para obrar el bien, como nos enseñó el Divino Maestro.

 

Sucedió, inmediatamente, la Ascensión del Señor, para llegar a su Real Sitial en los Cielos. Allí a renglón seguido se nos advierte que no se fue para desentenderse de la Misión Discipular, sino que continua συνεργοῦντος [sunerguontos] con “Su Asesoría Permanente”, “trabajando junto con ellos”, “obrando para trabajar estrechamente unidos” en la proclamación de la Buena Nueva, y permitía la realización de “señales” que βεβαιοῦντος [bebaiountos] “confirmaban”, “respaldaban”, “reforzaban”, -estrictamente significa “caminar sobre terreno firme y sólido”- la veracidad de lo anunciado.

miércoles, 24 de abril de 2024

Miércoles de la Cuarta Semana de Pascua


                                    

Hch 12, 24-13, 5a

Muy a pesar de todas las dificultades, contradicciones y a la persecución y desplazamiento, vamos a ver que Dios había previsto y designado precisamente a los que estarían encargados de dar el impulso decisivo a la expansión del Evangelio.

 

Fue la persecución la que condujo a la diáspora y desplazo a Jerusalén como foco de irradiación de nuestra fe, y llevó a Antioquía de Siria -importante ciudad por ser un pasadizo obligatorio del tránsito de los viajeros y comerciantes donde se agilizaba la circulación de las culturas y de los credos.

 

Aparece la idea de “misión a los paganos”, y la estrategia de los “viajes misionales” que son como los dos hitos que nos traducirán esta diseminación y difusión, que como se nos informa hoy, fueron Cirineos y chipriotas sus precursores.

 

Ya a partir de esta perícopa tenemos la disyuntiva urgente para los “misioneros” de discernir entre lo sustantivo y lo incidental y se entró a plantear cómo se realizaría lo que en tiempos recientes hemos dado en llamar la inculturación, valga traducir, la adaptación a las realidades particulares, la idiosincrasia y el modo de pensar tan propio de cada comunidad sin sacrificar en absoluto lo esencial de nuestro mensaje en la fe y nuestro discipulado cristiano.

 

También es conveniente tomar en cuenta el signo sacramental del envío: “la imposición de manos” que simbólicamente expresa la entrega de los dones del Espíritu Santo, para que bajo su Luz y Guía se lleve a cabo la Misión Encomendada. Se aloja en este signo una “brújula” que garantiza la recepción del carisma indispensable para discernir con sabiduría lo esencial de los adyacente. Y así, no desfigurar y perder lo que Jesús les había encomendado a su custodia: Que no era inventarse cosas o cambiar aleatoria y caprichosamente todo lo que se les ocurriera y antojara, sino dar continuidad a los Revelado con sagrada fidelidad.

 

Sal 67(66), 2-3. 5. 6 y 8.

El salmo hace un claro encomio a la idea de "misión”, de “evangelización”, y clama suplicante que tengan esa Luz diáfana de la fidelidad para no desviarse y para no desviar ni confundir a los destinatarios del mensaje. Solo la Tutela Celestial sobre los discípulos-misioneros puede preservar y salvaguardar de desfigurar la esencia del Mensaje y librarnos de deformar el Anuncio.

 

Este es un salmo de “bendición” una especie de imposición de manos sobre los que llevarán la Noticia a todos los pueblos. Hoy podríamos estar preocupados de no tener nada que hacer porque el Anuncio ya parece haber alcanzado los límites y las fronteras propuestas. Pero, es el momento de diagnosticar las flaquezas del proceso vivido y la tibieza del anuncio para reconocer que nuestras fuerzas no quedaran en balde, sino que tenemos la oportunidad de avivar y rejuvenecer el anuncio con una proclamación “encendida”, entusiasmante, renovadora.

 

Estamos en el bendito momento de darnos cuenta que la Justicia que debió anunciarse se desdibujó en medias tintas y en odios y rivalidades intestinas; y hacer notar que los gobiernos humanos se han retrasado en nimiedades y vanos intereses, y, que sólo Dios “gobierna con justicia las naciones de la tierra”. El y sólo Él acallará los cañones y desvanecerá el armamentismo nuclear para dar paso a la realidad paradisiaca que tanto añoramos y que estamos llamados a proclamar.

 

Entonces, caigamos en la cuenta que no todo está hecho, que aún queda un maravilloso trasegar a recorrer, que tenemos que descubrir su Rostro Radiante y dejar ver, superando nuestros propios fanatismos, que Su Bondad es Eterna y que es Eterna Su Misericordia. Para que lo alaban hasta los confines del Orbe

 

Jn 12, 44-50

TERCER Y ÚLTIMO GRITO DE JESÚS

Creer constituye un acto de inteligencia, que logra descifrar el significado de los signos, un ver lo invisible, la gloria que en ellos se manifiesta, un desentrañar el significado de una palabra.

Silvano Fausti

 



Muchas veces, con total humildad y la más sincera reverencia nos esforzamos por poner a Jesús en el centro del foco. Pero hoy Jesús parece decirnos algo un poquitín diferente: Hoy nos recalca muy enfáticamente que, al creer en Él, en realidad de verdad estamos aceptando al Padre, que Es-El-Que-Lo-Envió.

 

¡Esta precisión que nos hace no es de poca monta!

 

¡Continuemos! Dios -El Infinitamente Misericordioso- ha querido revelarse y para eso se ha “humanado” y se ha dejado ver en su Hijo. Tenemos que reconocer que en Jesús Dios ha tenido la Suprema Bondad de dejarse ver a nuestros pobres ojos.

 

En el siguiente peldaño nos dice que hay unas tinieblas invasivas que sólo pueden ser derrotadas y echadas atrás por el Luminoso Resplandor de una Celestial-Linterna.

 

Pero ahí mismo entra a intervenir -se da el gigantesco salto que pasa del Emisor Divino, al receptor humano- porque se pone en juego nuestra “intelección”.

 

Antes que nada, hay que reconocer que Dios nos ha dado dos cosas, que en este contexto son fundamentales.

-Una inteligencia, limitada, ¡sí! pero, a pesar de todo “capax Dei”.

-Y, nos entregó un “Mensaje”, al darnos a su Hijo.

 

Que enorme paradoja sería que Dios nos hubiera enviado su maravilloso “Emisario” que nos viene a decir ciertas cosas que nos somos capaces de entender. (Aquí se debe añadir que no las podemos entender en su totalidad, profundidad y vastedad; pero sí en lo requerido para nuestra salvación).

 

La Iglesia está llamada a ser “guardiana” de la fidelidad y a viabilizar su expansión, su llegada a todos los que quieran “escuchar”.

 

Entonces Dios se ha comunicado y ha “facilitado”, poniéndola a nuestros alcances -si bien es cierto “limitados”, Su Palabra. 

Hay quienes la oyen y se hacen los “sordos”. A pesar de lo cual, Jesús no los juzga. Aquí hay una férrea declaración que no podemos dejar por ahí, escondida detrás de bastidores: Él no ha venido a juzgar; ¡¡¡ha venido a Salvar”!!!

 

¿Qué quiere decir que lo juzgarán las Palabras que Él ha pronunciado? Que ahí están las pautas, los “códigos” en los que se fundamentará el juicio y la sentencia. Llegado el esjatón, cada quien se pondrá frente a la Palabra que Él nos reveló y se medirá en ese espejo; como por automatismo, brotará en su consciencia la “sentencia”.

 

Quitándose del Centro, declara que las Palabras que Él ha dicho, no provienen de Él, que Él ha sido el Profeta para la Voz que el Padre puso en sus Labios. Casi -aunque es exagerado- podríamos hablar de una Función ventrílocua del Hijo.

 

Viene, a continuación, otro poderoso enunciado digno de mucha atención: El Mandato del Padre es “Vida Eterna”. Significa que ninguna Silaba del Hijo es Sentencia de Perdición. Todo lo que habla el Padre, por medio de su Hijo, es Vida y Vida Perdurable.



                                 






martes, 23 de abril de 2024

Martes de la Cuarta Semana de Pascua


                            

Hch 11, 19-26

Vivir en comunidad implica aprender a caminar juntos, llegar a dominar la sinodalidad. Es un aprendizaje progresivo, no se llega a “caminar” la sinodalidad en el sentido de llegar a conocer la respuesta exacta para cada situación, sino en aprender a respetar al hermano, a buscar juntos, a reconocer los errores y procurar reaccionar rápidamente a cada equivocación detectada, pero -además- a entender que no todos tiene la misma velocidad para identificar los yerros, que algunos se tardan más, y que quienes madrugan a reconocer el desvío, deben -con toda la paciencia del mundo- procurar “demostrarle al hermano que hay que re-direccionar; pero sin desesperar por la demora para entender, sin destruir la solidaridad que garantiza que se está construyendo.

 

Quizás, alguien quiera aprovechar su rápida detección de la equivocación, pero pronto sabrá que no se puede ir por delante y abandonar a sus hermanos; porque entonces, negará y desbaratará todo lo logrado. No es una carrera, pero especialmente, no es una carrera de velocidad. O se avanza juntos o, ¡no se va a ninguna parte!

 

La persecución los había llevado a Fenicia, Chipre y Antioquía; y ellos persistían en llevar el mensaje exclusivamente a los judíos. Algunos chipriotas y Cireneos (grupo de judíos helenistas), resolvieron llevar el Anuncio también a los griegos. A Dios le pareció que esto era muy conforme a su Proyecto salvífico, y bendijo esta acción con la incorporación de numerosos creyentes. Cuando esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén.

 

Enviaron a un delegado “observador”: Bernabé (nombre de origen arameo בר נביא [barnabia] “hijo de profecía”), según nos dice el Libro de los Hechos, era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe (Cfr. Hch 11, 24 ab). Así que un grupo numeroso de estos griegos se les sumó.

 

Salió entonces Bernabé hacia Tarso, buscando a Saúl, una vez lo ubicó, se lo llevó para Antioquía, donde establecieron una especie de “escuela de cristianismo”, y estuvieron cerca de un año διδάξαι [didaxai] “instruyendo” (viene del verbo διδάσκω [didasko] que significa dos cosas a la vez: impartir conocimiento y aportar información), a “muchos”. Fue en aquella localidad donde apareció el nombre de “cristianos”, para designar a quienes seguían las Enseñanzas de Jesús.

 

Estas comunidades tenían ciertos rasgos que iremos identificando posteriormente, pero que es conveniente enunciarlas aquí, para ayudarnos a mejor acceder a lo que viene en estas tres semanas de Pascua en las que seguiremos estudiando el Libro de los Hechos de los Apóstoles, hasta alcanzar el capítulo 28 verso 31, el último de este Libro:

 

a)    En sus comunidades había tanto judíos como griegos.

b)    Eran comunidades que giraban en torno a una “casa”.

c)    Prontamente, las mujeres alcanzaron un rol preponderante y se descuartizó el prejuicio pro-machista del culto judío.

d)    Las Eucaristía, con sus comidas comunitarias, cuando se realizaban en una casa judía se comía respetando la dieta kosher que ellos seguían; pero si se realizaba en una casa helenista, se permitía y era bien visto que los judíos llevaran los alimentos acordes a sus prohibiciones alimentarias propias. Sabían acoger y respetar las diferencias. No faltaron -claro- los recalcitrantes que se obstinaban y volvían el asunto tema de desbarajuste comunitario.

e)   A partir de estas comunidades surgieron otras comunidades no fijas, sino itinerantes que se encargaban de ir llevando el mensaje, y expandir la Buena Nueva.

 

Sal 87(86), 1b-3. 4-5. 6-7

Esta es una especie de himno a Sion, no precisamente himno, sino Cantico de Sion. Enlaza perfectamente con la Celebración de la Dedicación. Y, sin duda los versos de la segunda estrofa que proclamamos hoy, resume el universalismo al que tiende nuestra fe, donde son acogidos los egipcios, los babilonios, los filisteos, los tirios y los etíopes que la tiene como cuna adoptiva por haber optado por la fe que desde allí se propagó. Los que se mencionan son -en la época de la que data el Salmo, los adversarios más acérrimos: es como si el salmo dijera: los más alejados, que incluso muestran los dientes en contra nuestra y están prestos a desgarrarnos, se convertirán en los más amorosos seguidores y amantes del Señor, se contarán ente las ovejas de mi Redil.

 

Hay una Puerta preferida por Dios, y una Morada excelsa entre las moradas de Jacob, esa es la honra y dignidad de esta Ciudad.

 

Pero hay -aun todavía más, la Fuente de las fuentes, radica allí. Y sus nativos están -por derecho propio- inscritos en el Libro de Dios.

 

Pero, en el verso que sirve como responsorio, se hace una aclaración esencial: No es la Ciudad por la Ciudad misma, sino, la Ciudad porque ella ha sido electa por Dios lo que gatilla la Alabanza. Se alaba al Señor, porque Él es para todos, lo que dimana del Monte Santo es el señor que fijó allí su residencia y quiso sembrar el Árbol de la Cruz en sus laderas: “Alaben al Señor todas las naciones.

 

¡Ojo! No se trata del concepto de nación que manejamos nosotros, no son “naciones-estado”, que es una idea muy siglo XVIII, así como la de patria y la consecuente de nacionalismo. Aquí ha de entenderse como “lugar de nacimiento”, no como delimitación geopolítica. El salmo es muy estricto al cargar la palabra de significado: זֶ֝֗ה יֻלַּד־שָֽׁם׃ [ze yudlad sæm] “todos han nacido allí”.

 

Jn 10, 22-30



Alcanzamos a hacer una mención mínima sobre la Fiesta de la Dedicación, causada porque este tema es presentado como marco temporal de la perícopa de Jn que nos ocupará hoy: Se celebraba la Fiesta de la Dedicación. La historia de Sion, de Jerusalén y en particular del Templo, tiene tanto que mostrarnos y tanto para guiarnos que bien se merecería darle un mayor realce, siempre con el propósito de acercarnos con mejores herramientas exegéticas.

 

Las perícopas anteriores, las que hemos venido estudiando últimamente tenían otro marco temporal, era la fiesta de las Succot, que se ha traducido por “tabernáculos” que para nosotros ha llegado a significar otra cosa. Es mucho más claro si lo traducimos por “chozas”, “cabañas”, en fin, “enramadas”. El tipo de viviendas improvisadas que armaban los hebreos en su tránsito por el desierto durante el Éxodo. Tres meses más tarde, el 25 del mes de Kislev, se celebra la Hannukah -a mediados de diciembre- Fiesta de la Dedicación del templo.

 

Judá fue una colonia egipcia, luego de Babilonia, luego de los Medos, luego griega. Antíoco IV introdujo el culto a deidades griegas -y como siempre hay muchos que se inclinan “al sol que más calienta”, es decir, allí donde mejor se lucra y encajan sus conveniencias, los camaleones político-económicos que usan su piel mimética para camuflarse- se vestían como ellos, comían lo que ellos -descuidando la tan sonada “pureza alimentaria”- adoptaban sus costumbres, no guardaban el Sabbat y se acomodaban a esa cultura en general, y -además-  adoraban sus dioses y participaban en sus cultos, fomentando el culto a Zeus.

 

Apareció el movimiento guerrillero de Matatías, víctimas de la presión y la degradación de sus preciadas normas-mandamientos, habían tenido que huir a las montañas o a la región desértica. Tras la muerte de Matatías, su tercer hijo, Judas Macabeo, logró que muchos judíos se adhirieran al movimiento y golpeó con rudeza estos centros de culto pagano, alcanzando una re-santificación del Templo, que una vez purificado mereció su Dedicación 164 a.C. Esta es Hanukkah -una fiesta que llevaba a la meditación sobre Ez 34 donde precisamente se censura a los pastores que están preocupados por engordar ellos mismos, mientras su pueblo les importa menos que una col; y es precisamente lo que Jesús nos está relatando, cuando se pasea por el Templo, y se muestra para que reconozcamos su Autoridad, su Mesianismo.

 

El punto medular de la perícopa es el “desafío” que nos presenta Jesús para que seamos capaces de enraizarnos en la identidad entre Él y su Padre: Ἐγὼ καὶ πατὴρ ἕν ἐσμεν. [Ego kai o Pater jen esmen] el Templo tiene que ser Dedicado, pero el Templo no es una edificación; el Templo es la Unidad de Dios-Padre y su Hijo que nos recapitula a todos, y nos conduce a la unidad personal y a la Unidad Colectiva de Pueblo escogido; así como el pan recoge las espigas dispersas en el campo y el vino recolecta las uvas regadas por el viñedo y las unifica: El Templo es el Cuerpo Místico y el Pastor trabaja día y noche en la arquitectura Perfecta y Maravillosa de esta Consagración: Ese Templo es el Templo Escatológico: Jesús se paseaba por el Pórtico de Salomón como revisando el factor que hizo a Dios no aceptar que David le construyera un Templo; La Nube-Shekina llenó el Templo y los Sacerdotes no pudieron seguir oficiando (1Re 8, 10-11). La Liturgia aceptable a Dios será la Apocalíptica que presida Jesús (Ap 19, 5-9). Así, esta perícopa nos asoma en una perspectiva general, desde un Templo no aceptado, a uno profanado, a uno limpiado y purificado, hasta llegar al Templo definitivo dedicado con la Sangre del Cordero, un Templo-Viviente, el Templo del Pastor que se olvida de Sí mismo y sólo piensa y se ocupa de su Rebaño.

lunes, 22 de abril de 2024

Lunes de la Cuarta Semana de Pascua


      

Hch 11, 1-18

Dios declara puro lo que los judíos declaran impuro.

Vamos a caminar en el sentido que ya se ha anunciado en días previos. Ya antes hemos aludido a esa situación de ampliación de las comunidades y de la inserción de los “helenistas”, pero lo que se produce ahora es una verdadera “metanoia”, un cambio de mentalidad, una visión del hecho desde una perspectiva totalmente diversa. Lo que vamos a tener ahora es a Pedro que ha recibido en un sueño una “revelación” que le explica, le hace entender y lo capacita para explicarle a los hermanos lo que se está dando. Pedro va a “justificar” sus acciones, a la luz de una “reinterpretación” compartida, porque nosotros no podríamos entenderla si Dios no nos la descifrara. Requerimos una exegesis.

 

Estaba San Pedro -en Jafa (Jope), en casa de Simón el Curtidor- sumido en oración cuando recibió -por medio de un ἐκστάσει [ekstasei] “éxtasis” (con toda exactitud significa “sacarlo a uno de su estado psíquico normal” “arrebatarlo llenándolo de asombro”)- como una sábana grande, como un mantel, como un enorme lienzo; que descendía del cielo con los alimentos que los judíos tienen por impuros, y oyó una Voz que le ordenaba, “Levántate, Pedro, mata y come”; su reacción fue, la natural de una persona de la mentalidad judía, responder con repulsión y negarse. He aquí que la Voz le revela una verdad poderosísima, Dios puede sacar de cosas impuras, lo “puro”; lo que Dios ha limpiado, ha purificado, uno no lo puede llamar “contaminado”, “profano”. Se repitió por tres veces la escena y todo fue llevado nuevamente el Cielo.

 

En aquel mismo momento llegaron tres personas -delegados de Cesarea- a buscarlo y -no se explica cómo, los tres se convirtieron en seis Hch 11,12b (es que aquí está la historia del centurión Cornelio -que se excluye), que lo escoltaron a Cesarea, donde el anfitrión (precisamente Cornelio, cuya participación está narrada en el capítulo 10, 1-33 de los Hechos, aun cuando no se le nombra en ningún momento en esta perícopa -que cumple una función exegética sobre Hch 10, 1-48) le manifestó que había recibido una revelación paralela que le anunciaba que un tal Simón Pedro vendría y le revelaría verdades de Salvación para todos en aquella casa (Cfr. Hch 11,13). Y -según lo cuenta el relato- sucedió el Pentecostés sobre los paganos; experiencia que es un duplo perfecto respecto del Pentecostés para los judíos, que se narra en el capítulo 2 de los Hechos.

 

Los hechos con los que la conversión también es ofrecida a los paganos son, pues, estos:

a)    Visita a Cornelio, visión de Pedro y visión de Cornelio. Hch 10, 1-33

b)    Acontecimiento del Pentecostés sobre los Paganos Hch 10, 34-48

c)    Exegesis del Éxtasis Hch 11, 1-10

d)    Exegesis de la visita de Pedro, llevado a Cesarea que entra en casa de un “incircunciso”. Hch 11, 11-14

e)    Exegesis del Pentecostés sobre los paganos Hch 11, 15-18.

 

Todo esto ha supuesto una adaptación, una “plasticidad” para ir forjando la catolicidad, que se flexibiliza frente a los contestos, a la época, al marco de la civilización a la que se llega: se dan las pautas de la “inculturación de la fe” que nosotros necesitamos hacer consciente.

 

Esta, -que llamamos metanoia- que se da en Cesarea, abre una nueva etapa a la Evangelización y dota de una nueva identidad al cristianismo, que ya no estará más cerrado a los judíos, aun cuando tendrá que librar una tesonera labor para derribar las fronteras que los “circuncisos” se empeñaban en sostener como imbatibles.

 

Sal 42(41), 2-3. 43(42), 3.4

Estos dos salmos -conforme se nos presentan en la Biblia hebrea- son en realidad un salmo único, dividido en tres partes algo así como pasado-presente y futuro. Cada parte termina con un estribillo: “Espera en Dios que volverás a alabarlo: / Salud de mi rostro, Dios mío”//.

 

Son un salmo de súplica. Lo que expresa es el anhelo de volver al Templo para ver a Dios. Parece escrito en el exilio en Babilonia, aquí el pueblo elegido, está representado por un Levita, que echa de menos el culto, y todas las ceremonias que allí tenían lugar. El estribillo representa un espíritu de resistencia, a pesar de estar rodeado de personas que se burlan de su fe y le arrostran que, si Su Dios fuera poderoso, no lo habría dejado caer en esta situación.

 

La estrofa 1 de la perícopa proclamada hoy, pertenece y manifiesta la nostalgia del pasado. Las estrofas 2 y 3 se toman del augurio de un futuro resplandeciente, mejor que el pasado. El presente -que se registra en los versos 42(41), 7-12-, no está consignado en la perícopa con ninguna mención. Esta parte está saturada de desánimo y amargura. Quizá por su tinte de aflicción -nada acorde con el sentido pascual que estamos viviendo- se exceptuó.

 

La melancolía, en la primera estrofa, se da a entender con la imagen de la cierva sedienta que busca donde abrevar. Y se pregunta, cuando regresará al culto y al Templo para contemplar de nuevo el Rostro de Dios, y calmar su sed de Dios con el agua de su Presencia.

 

Como alas de águila, una la Luz y otra la Verdad, el salmista suplica ser trasladado al Monte del Templo, en Sion, lugar de la “vivienda” Divina.

 

Actuando como profeta de su propio destino el salmista ya se ve en el futuro, entrando al Templo y aproximándose al Altar de los sacrificios, llenándose de alegría y entonando los canticos acompañados de música de cítara.

 

Jn 10, 11-18



Este idioma que es el hebreo, junto con otras lenguas semitas, tiene una manera de pensar la realidad bastante diversa de la nuestra. Por ejemplo, nosotros nos referimos a la “hermosura” para destacar la belleza de rasgos, la magia óptica que desata, la agradable visión que inspira sentimientos de gusto, de placer sensorial. Insistimos que no dice “Buen Pastor”, sino Pastor Hermoso. Pero aquí la hermosura no significa un joven atractivo de dulces facciones sino, la “hermosura” de este Pastor consiste en ajustarse perfectamente a la imagen exacta de Pastor, hasta alcanzar el rango de verdadero paradigma del “ser de Pastor”. Él cumple a cabalidad ser modelo de “Pastor”: ἐγώ εἰμι ποιμὴν καλός. [ego eimi o poimen o kalos] “Yo-Soy el Pastor Hermoso”.

 

A continuación, dice que un Pastor que verdaderamente se precie de serlo, un pastor modelo, un pastor ejemplar, “da su vida por las ovejas. Aquí se nota que “hermoso” significa que da la talla, que lo es en toda la extensión de la palabra, que es digno prototipo de un verdadero pastor, que es un modelo de lo que debe ser quien así se llame.

 

Es muy interesante que, el oficio de pastor es una profesión no tan decorosa, en el sentido de ser un personaje que por lo general anda sucio y embarrado; no huele muy bien que digamos, al fin de cuentas, cuidar animales no tiene nada que ver con el buen porte y la majestad de la apariencia y el atuendo. Sin embargo, para los gobernantes, para los líderes de los pueblos semitas, el ideal del gobernante está en la imagen del “Pastor”. Y aquí establece una comparación muy bien contrastada entre el “pastor” que es dueño de las ovejas y aquel otro que simplemente lo hace por un estipendio: El dueño, se hace matar por sus ovejitas; el asalariado -en cambio- no está dispuesto a poner en juego su propio pellejo.

 

Las ovejas, como muchos animales domésticos, aprenden a distinguir la voz de su amo. Y cuando lo oyen, le obedecen, y también se le acercan con confianza. Este tipo de relación se teje igual entre los verdaderos discípulos del Señor, a imagen y semejanza de la que se da entre Dios-Padre y Dios-Hijo.

 

En la Primera lectura, veíamos como Jesús, sus discípulos y la Iglesia toda, tiene que darse por aludida en cuanto a “otras ovejas que no son de este redil”, los incircuncisos, los paganos -en aquel entonces- hoy día, muchas ovejitas díscolas, que andan por ahí, como ovejas que no tienen pastor. La misión apunta hacía la unificación de todo el “rebaño” bajo un solo “Pastor”.

 

Este jugarse la vida por sus “ovejas” es el motivo del enorme Amor del Padre por su Hijo; y esta entrega no es una imposición, ni el simple cumplimiento de un deber; sino un acto de generoso compromiso ejercido desde la absoluta Libertad respaldada por el Padre que le dio esa hegemonía sobre la Vida; su Padre le ha constituido Dueño y Señor de la Vida, así que está en condiciones de Darla y volverla a Tomar, porque ese es el Lazo Filial del Padre que adorna a su Hijo con una Autoridad tan Grande como la Suya Propia.

domingo, 21 de abril de 2024

MISERICORDIA Y ESPERANZA



Hch 4, 8-12; Sal 118(117), 1. 8-9. 21-23. 26. 28-29; 1Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18

 

…en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.

1Cor 13, 12

 

Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable… Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible.

Papa Francisco

Jesús tiene un Proyecto Salvífico para que logremos llegar a ser co-herederos de lo que Él ganó en su resurrección. Y nos conduce desvelándonos las pautas y los hitos en la Liturgia.

 

En el #33 de la Sacrosantum Concilium leemos: “… en la Liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando su Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y la oración… cuando la Iglesia ora, canta o actúa, la fe de los asistentes se alimenta y sus almas se elevan hacia Dios a fin de tributarle un culto racional y recibir su gracia con mayor abundancia.”

 


Para este IV Domingo de Pascua, la Oración Colecta pide –remontándose al desenlace- la “Alegría Eterna del Reino: ese Reino que está previsto para los Elegidos, para poder participar en la Victoria del Resucitado, para compartir la Eternidad con el Buen Pastor, ¿se figuran ustedes la enormidad de esta petición? Poder disfrutar por toda La Eternidad la delicia del Pastor Hermoso, y ser conducidos por Su Majestad a los Pastos Sin-Término, donde todos los deleites son incomparables.  La figura del Buen Pastor retrata -como profecía la Benevolencia del Misericordioso, que tiene previstos goces sin límite en la Opulencia y en La Feracidad del Reino.

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El Cielo, lleno de Santidad no requiere ni depende de la Misericordia. Nosotros –por otra parte- ¡ay de nosotros! Si no fuera por la Misericordia. Pero, ¡Somos bienaventurados, porque –así como los peces tienen el agua- nosotros tenemos la Misericordia para zambullirnos en ella! ¡Todo Don! ¡Absoluta gratuidad! ¿Y el Santo y seña? ¡Es la fe!


 

Venimos en este “proceso” –Domingo tras Domingo- de progresiva compenetración con la resonancia poderosa de la Resurrección en nuestra vida y descubrimos que ella viene implicando una Donación muy particular, el Agua y la Sangre que brotaron del costado traspasado se componen en prodigiosa alquimia prodigando un elixir Sanador-Redentor-Salvador llamado Misericordia.

 

Jesucristo, el Vencedor de la Muerte, Él, La Palabra, Él, El Viviente, en cambio, está Sentado a la Derecha de Dios-Padre. ¿Quién ha obrado tan poderoso prodigio? ¡Ha sido el Señor!

 

Conforme en la música escrita, la clave inaugura el pentagrama definiendo la nota que se leerá en cada línea, así la Oración Colecta nos asigna un código de decodificación para cada Lectura y para la Celebración integra. Bajo estas dos pautas lo entenderemos todo:

a)    La Misericordia del Señor, y

b)    La Palabra del Señor.

 

Hasta aquí vemos establecida la elevación y la potencia nutricia de la Eucaristía, pero…y que Gracia anhelamos recibir. La misma Liturgia, en la Oración Colecta nos trae la Enseñanza del Espíritu Santo que nos guía para saber pedir y saber qué pedir, orientando nuestros labios para que sepamos decir: Abbá o sea (Papaito-Celestial): Y dos cosas vamos a pedir en este Domingo IV de Pascua:

a)    La comunión de las alegrías celestiales y

b)    La humildad del rebaño que va con docilidad tras su Pastor, siguiendo con plena confianza la Voz de su Dueño y Señor.

 

(Nosotros aprendemos a orar, calcando de las pautas litúrgicas, los modelas de la oración personal).

 


Como sabemos, la Pascua nos trae en las Primeras Lecturas el estudio de los Hechos de los Apóstoles. Hoy, tenemos la perícopa del 4to capítulo, en los versos del 8 al 12. Se trata de la sanación del paralítico que se hacía en la Puerta Hermosa, episodio que viene narrado en el propio Libro de los Hechos, en el capítulo 3, versos 1-11. De esta perícopa sólo queremos tomar dos elementos. (Esta manera de reflexionar tomando partes y abandonando otras, quiere ayudarnos para asimilar cada Lectura, a su vez que, ayudarnos a poder articular los textos de esta celebración, dado que ellas no son “miradas a diversas revistas”, esas Lecturas no se yuxtaponen como el que visita aleatoriamente las páginas delas redes sociales, sino un minucioso tejido Eclesialmente trenzado para facilitarnos la experiencia de Vida-en-Plenitud que nos ofrece Jesús, y para lo cual Él instituyó este Sacramento Culmen que es la Sagrada Eucaristía. No esta pues destinada a la ocultación de ningún elemento, que ya ustedes podrán escuchar atentamente las perícopas completas proclamadas durante el Culto-Eucarístico y, si es de vuestro parecer, podréis ir directamente a la Escritura y examinar las partes que este intento exegético que hacemos no alcanzó a cubrir). Regresemos a nuestro tema, las dos piezas maestra de la Primera lectura:

a)    “…ha quedado sano en el Nombre de Jesús de Nazaret,…”

b)    Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como Salvador nuestro.


 

Aquí lo que tenemos es una noticia de exclusividad. La Salvación sólo puede venir de Jesucristo; a Él Dios lo ha constituido Salvador, ese es el núcleo de su Mesianismo. Él ha recibido todo poder y es por su Nombre (o sea por su Persona Total que se obran prodigios Divinos. Él es la expresión transparente de Dios que se ha Humanado. Él ha encarnado la Misericordia del Padre, porque –hemos de saberlo, sin lugar a dudas- Dios es Infinitamente Misericordioso, y ha hecho venir al alcance de la humanidad a su Hijo, Su muy-Amado, en quien encuentra total complacencia. (cf. Mt 3,17)

 

Él es la Piedra Angular. Él -muy a pesar de que en nuestra torpeza lo hemos desechado- se nos vuelve a otorgar la oportunidad de reconocerlo como basamento de toda la Edificación: Pilar esencial de la estructura integra.


 

El Salmo nos trae una ratificación de estos aspectos que venimos considerando:

a)    Te damos gracias Señor, porque eres Bueno, porque es Eterna tu Misericordia.

b)    “Bendito el que viene en el Nombre del Señor. Que Dios desde su Templo nos bendiga”. Es una glosa al Milagro del tullido que estaba pidiendo limosnas en la Puerta Hermosa, precisamente en el Templo de Jerusalén. Lo que hacen los discípulos no lo hacen por propia cuenta, lo hacen en el Santísimo Nombre de Jesús de Nazaret. De Él viene todo Poder y toda Gloria.

 

Todo esto nos reafirma que Jesús es “la Piedra Angular”, lo que repetimos en el verso responsorial, para que nuestra lengua lo haga consciente en sus alabanzas. Él es el eje y nodo de todo el Plan de Salvación.

 

San Juan, en la Segunda Lectura nos llevará a un pináculo de comprensión.


 

El Padre, nos ha amado asombrosamente. No solamente decimos ser sus hijos, sino que en realidad de verdad Él ha querido adoptarnos y por eso se llama Padre. Pero, y allí esta lo arduo: a veces nos miramos unos a otros, juzgamos nuestras acciones (afortunadamente, ninguno de nosotros es Juez, que sólo a Jesús se le ha entregado la Soberana Autoridad), miramos nuestra manera de ser, o, nos miramos al espejo o, quizás hacemos consciencia de lo que somos, y ¿qué encontramos? Realmente no vemos en nosotros reflejada esa condición de hijos de Dios, tendemos a desinflarnos, a desilusionarnos, porque “…aún no se ha manifestado como seremos al fin”, este es el “problema” que en teología se llama el “Esjatón”, el extremo final, el remoto desenlace. Lo hermoso, más hermoso que la Puerta Hermosa (que no en vano se llamaba así), es que nuestro proceso, nuestro pobre-proceso sólo porque está iluminado por su Misericordia (ojo atento, oído muy alerta) si no fuera por su Misericordia, sabe Dios en que pararía nuestra historia, sucumbiríamos seguramente en el Abismo; pero -como Dios es Misericordia y se Encarnó para ser Misericordia palpable- el desenlace será que, llegaremos a ser semejantes a Él, ¿por qué o cómo alcanzaremos semejante superación? ¡Bastará verlo! Se acuerdan que Él nos puso una cita, por allá en Jn 1,39, nos dejó puesta y emplazada la cita, dijo “Vengan y verán”, en eso consiste el discipulado, en cumplirle esa cita y llegar a ver su Rostro, porque será esa visión la que nos plenificará, entonces se manifestará “cómo seremos al fin”. Allí San Juan, en su Primera Carta, nos hace una profecía que contesta a nuestras inquietudes escatológicas.


 

Pero, el final–final lo vemos tan lejos, ¿cómo vamos a sobrellevar todo este extensísimo interludio? Y aquí viene el Evangelio a traernos la Feliz-Noticia. Tenemos un Buen Pastor, que es nuestro Dueño y Señor. No es un asalariado, no es un mercenario que sólo le inquieta la paga, que hace mínimos esfuerzos con tal que le den su salario. El Buen Pastor, que es Dueño y Señor, está dispuesto a dar la vida por su rebaño, por una cualquiera de sus ovejitas, porque son “sus Hermanos-Hermanas”, hijos de su mismo Padre. Ahora, llegado el caso de que le quitaran la vida en nuestra defensa –y el caso llegó- no fue que le quitaron la vida, fue que Él mismo la dio, por su libérrima decisión, porque desde el Principio de los Tiempos ya lo había decidido así, porque Dios-Misericordioso es Dios-Amor y el sentido de su vida es –lo contrario de lo que pensaba Caín que no se creía guarda de su hermano- en cambio, Jesús, sí se siente llamado a enfrentar lo que fuera, nos defenderá para que no se pierda ni uno solo de los que el Padre le ha dado sino que los resucitará en el ἐσχάτῃ ἡμέρᾳ [esjate emera] “último día” [se refiere al “esjatón”]. La Voluntad de mi Padre es que todo hombre que ve al Hijo y cree en Él tenga la vida Eterna y yo lo resucitaré en el “último día”. (Jn 6, 39-40).