viernes, 4 de julio de 2025

Sábado de la Décimo Tercera Semana del Tiempo Ordinario

  


                            

Ganarse la bendición suplantando

Gn 27, 1-5. 15-29

Los años pasaron, paulatinamente Isaac se hizo mayor, ahora, va en declive, perdiendo la vista, hasta el punto de poder ser engañado por no poder distinguir de cuál de sus hijos se trata, y eso que no eran sino Esaú y Jacob. Recordemos que la Primogenitura correspondía a Esaú. La Señora Rebeca, por el contrario, era partidaria y simpatizante de su hijo menor y -poniendo en acción su preferencia- diseña una estrategia para robarle la “Bendición” del hijo mayor, y hacerla recaer en el segundón, el “benjamín”, como suele llamarse al menor de la casa.

 

Ha comenzado el “linaje abrahamico”, inaugurado por Isaac-Rebeca, padres de עֵשָׂו [Esaú] “con vello rojizo” y יַעֲקֹ֥ב [Ya-acob] Jacob, “agarrado por el talón”, otros lo traducen por “suplantador”, lo que posiblemente alude a la jugada -que, con el apoyo de la mamá, Rebeca, quien lo apoyó para engañar al papá y obtener la primogenitura, preparó la comida, vistió a Jacob con la ropa de Esaú y le puso pieles de cabra en sus brazos para imitar la piel velluda de Esaú. En un primer momento, Isaac sospechó debido a la voz de Jacob, no obstante, la apariencia y el olor de la ropa lo convencieron de que era Esaú- este es un caso de neta suplantación, lo que probablemente ya estaba contenido en el nombre del hermano de Esaú; “suplantador” describir la acción de reemplazar o tomar el lugar de alguien, por lo regular, de manera engañosa o fraudulenta.

 

¿Cómo resolver el asunto del sentido del tacto, tan socorrido por las personas que sufren de la vista? Porque -como ya se ha visto, Esaú significa velludo, y, en cambio, parece ser que Jacob era mayormente lampiño. Así que Isaac podía identificar por este rasgo al primogénito. La creatividad de los embaucadores es ilimitada: tenemos aquí el truco de la piel de los cabritos, convenientemente cobertora de los brazos y la nuca. Y quedó preparado para llevarle al papá el “sabroso guisado”. ¡Ah! Nos faltó comentar que Rebeca tuvo buen cuidado de ponerle ropa de Esaú al farsante, para también engañar el sentido del olfato de su envejecido marido. Pensamos que el aroma del guiso fue el elemento más propicio para dar telón de fondo al artificio ya que como distractor colateral, era lo que necesitaban.

 

Este Jacob, de las añagazas, es el personaje que luego mencionaremos como antepasado de la línea patriarcal, mientras que, por otro lado, Esaú desaparecerá de la historia y no tendrá nada que ver con el linaje del pueblo escogido, Esaú aparece identificado como fundador de un linaje donde se le llama Edom, -el linaje edomita- Esaú, también conocido como Edom, se detalla principalmente en Génesis 36 -que no leeremos-. Esaú tuvo tres esposas: Ada, de quien tuvo a Elifaz; Basemat, de quien tuvo a Reuel; y Aholibama, de quien tuvo a Jeús, Jalam y Coré. Los hijos de Elifaz fueron Temán, Omar, Sefo, Gatán y Quenaz. Además, Elifaz tuvo un hijo llamado Amalec de su concubina Timná. Los hijos de Reuel fueron Najat, Zéraj, Samá y Mizá. La descendencia de Esaú también incluye clanes y jefes de tribu, como Timná, Alva, Jetet, entre otros.

 

En resumen, el linaje de Esaú incluye a sus esposas, hijos, nietos y clanes que se establecieron en la región de Seír, conocida como Edom, asociado con el territorio de Edom, ubicado al sur del Mar Muerto, en la región que hoy es parte de Jordania y el sur de Israel. Jacob -en cambio- vino a constituirse en el padre de las doce tribus de Israel.

 

Entonces, es adecuado repetir aquí que Jacob significa “Usurpador”. ¿Por qué? Pues por la vía por la que vino a apropiarse de la bendición paternal -como se ha dicho arriba- que descargaba sobre él la prosperidad, la abundancia de trigo y vino, y la autoridad para captar respeto y obediencia de los pueblos y naciones y, así, enseñorearse de toda su descendencia.


 

Moraleja: No ha sido por méritos y buen comportamiento que Dios ha escogido este pueblo como pueblo Suyo; más bien ha sido a pesar de nuestras flaquezas que Él nos ha mirado con tanta Misericordia. (No ha venido por los “justos” sino por los más “infectados”, por medio de usurpadores).

 

Sal 135(134), 1b-2. 3-4. 5-6

Porque el Señor se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya.

Sal 135(134), 4

En este Salmo vamos a alabar el “Querer” de Dios, porque gracias a esa manera de Querer tan “Divina” es que nos escoge a pesar de todos los pesares. Es decir, que Dios elije ignorando los descalabros y desventuras, las trampas y engaños que acometen sus elegidos. Esto rompe con la ideología de “la elección de Dios como resultado de la bondad y obediencia de los elegidos”.

 

Que los servidores del Señor -aquellos que velan en Su Templo- Lo alaben ya, desde antes de entrar, cuando estén en los atrios del Santuario, es lo primero que reclama la perícopa de hoy.

 

Alábenlo y reúnanse a ensalzar la Dulzura de Su Nombre, ha escogido “al Embaucador”, ha obrado el bien en Jacob, pese a ser quebrantador de la Virtud y hacedor de entuertos.


 

¡Nuestro Amo está por encima de todo! Nos ha sido regalada la comprensión de su Incalculable Misericordia. Él lo obra todo según su Voluntad, que no alcanzamos a entender, y su Poderío se ejecuta Arriba, en el centro, en el mar e -inclusive-, en el abismo.

 

Sea la Alabanza para la Misericordia que se manifiesta como trasformación de un pecador en un Santo. Y que inicia el linaje-de-Salvación, partiendo de un bribón que cojeaba -por el nervio ciático-, porque se aferró a Él hasta la aurora (Cfr. Gn 32, 25-33). Por eso le cambió el nombre a Israel,

 

Mt 9, 14-17

Sobre el ayuno y otras prácticas similares

El ayuno es una conducta que tiene una vitalidad en nuestra vida porque nos sirve para tres cosas:

      i.        Para disciplinar nuestros sentidos y robustecer nuestra voluntad

     ii.        Para canalizar nuestros apetitos y descubrir que los podemos contener y modelar

    iii.        Para ser conscientes de nuestra fragilidad y reconocer nuestra limitación ante el Señor.

 

Sin embargo, también puede ser un intento de manipular a Dios, cumpliendo un esfuerzo para después echárselo en cara y pensar que nos adeuda algo; los que tienen este enfoque fariseo, pretenden chantajear al Señor, exigiéndole el pago de una deuda que Él no ha contraído.


 

Evidentemente, y en esta perícopa de hoy se advierte, que San Juan Bautista, sigue una línea de piedad y devoción muy propia de los judíos. Y, queda claro que Jesús y sus discípulos cortan con esas tradiciones. Jesús no viene a romper el judaísmo de un batazo, pero quiere destacar su independencia del “tradicionalismo”.  Para Jesús no se trata de seguir haciendo lo que se viene haciendo. En cambio, lo que quiere proponernos es una “ortopraxis” que sea acorde con su precepto esencial: “Amaos los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13 34). Otras cosas, que pueden ser muy buenas, se pueden hacer, pero lo que no se puede nunca, es descuidar lo esencial e irse por las ramas.

 

Hay un quiebre en la continuidad histórica; hay que enfatizarlo, no una “ruptura”, no una “anulación”, no se trata de un programa de “derogatorias”, esto no se trata de alguna clase de “revocatoria”. Ayer veíamos que la Buena Nueva es una Noticia que enfoca las cosas desde otro ángulo, que nos enseña a mirar el tema de la Salvación desde otra perspectiva. No se trata de predicar la “condenación”, se trata de ver el Inmenso Poder Divino que puede más que la muerte, la muerte en realidad ha quedado vencida, la Resurrección es ahora el eje del Anuncio.

 

No se trata de multiplicar las leyes y ponerle parágrafos y letra pequeña a las ya existentes.

 

Estamos atravesando una etapa tan complicada que, el Novio ha sido llevado, a nosotros nos corresponde vivir una edad de sombra y pecado, de tiniebla más que oscura, porque su Belleza Resplandeciente fue adulterada por sus verdugos y se han repartido su envidiada Hermosa Vestidura, haciendo de Ella girones e hilachas. La dicha quedó reservada para los que lo alcanzaron a conocer en su Beldad, y lo han oído cuando su Dulcísima Voz esparcía la fragancia de todas sus Enseñanzas.

 

Ay de nosotros, que tanto lo anhelamos, que nos llenamos de la nostalgia de verlo y escucharlo, se ha llegado la hora en que queremos verlo y no lo vemos. Hoy día, sólo tenemos lágrimas para beber y mitigar con ellas la sed y nutrirnos el alma ante aquellos que nos echan en cara que no esté.

 

Pese a sus ciegos ojos -por la ceguera- nuestras almas si lo ven -sentado a la Diestra del Todopoderoso, qué pesar que no podemos mostrárselo a los que reniegan de Él y a los descreídos que nos lo preguntan.

 

Consolaos, incrédulos con esta promesa, que durante un breve tiempo será Invisible; pero, luego, volverá de su Invisibilidad, y volverá a estar al alcance de nuestros ojos. Permita Dios que no sea demasiado tarde para vosotros, ¡oh, incrédulos!

 

Con esta paráfrasis de San Agustín (Sermón 210), hemos querido mostrar que los ojos positivistas no alcanzan a discernir una religión que tiene como columnas estructurales la Libertad y el Amor; no se salvan los justos, ya que nadie es verdaderamente “justo”, sino que Dios saca -aun cuando parezca imposible- de la noche más oscura, una mañana radiante y del pecador más perdido, un discípulo y apóstol Suyo.


 

Paño sin estrenar es el nombre metafórico de aquellas ideas que no corresponden a la esencia de la Enseñanza del Señor. Tenemos que adecuar el corazón-. No se trata de hacer corcovos para rechazar la propuesta cristiana. No tenemos que actuar con cabriolas para “defender” la fe. Lo que tenemos que hacer es identificar, con un corazón sincero, si hay alguna amenaza para la fe, o simplemente se trata de aceptar el vino nuevo vaya en un odre nuevo (un corazón que se adecúa a los tiempos que vivimos (lo que no significa replegarse para hacer lo que “el mundo” quiere), junto con la terapia para los rotos del paño, zurciendo con arte allí donde hayan aparecido rotos en el “manto pasado”. ¡Nunca poniendo remiendos de paño sin estrenar! 

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