Ex 14, 5-18
Nos saltamos las leyes sobre la Pascua Ex 12, 43-51, todo el capítulo 13 donde -entre otras cosas se ve al acompañamiento que Dios da a su pueblo, como “columna de nube” y “columna de fuego”-, y también se han exceptuado los cuatro primeros versos del capítulo 14; con la perícopa de hoy, pasamos a ver el “evento” principal: el paso del Mar Rojo.
El
Señor, por medio de su emisario, les trasmite un mensaje de aliento: ¡A esos
egipcios que hoy les inspiran miedo, no los volveréis a ver!
Hay
una especie de ventriloquia con la que YHWH reviste a Moisés del don profético:
sus labios comunican el mensaje que Dios quiere hacerles llegar: el emisario es
un caso especial de apóstol, el apóstol es un enviado, el emisario es también
un enviado, pero tiene una misión específica, comunicar un “mensaje”.
Dios
ejerce también su poder por medio de Moisés, específicamente, el Poder de Dios
se ejerce por medio del Bastón de Moisés. Bastará que lo levante para que el
agua les abra paso. La gloria de Dios Liberador se dará a conocer a ambos lados,
y los egipcios también verán cernirse sobre ellos la Infinita Misericordia para
con los que Él ama.
Es
increíble el nivel de amedrentamiento que manifiesta el pueblo: un pueblo que
ha sido oprimido largamente, termina alienado, es como un síndrome de Estocolmo
colectivo. La frase que ellos pronuncian contra Moisés es muy sintomática del
estado de la cuestión: ¿No había sepulcros en Egipto para que nos hayas traído
a morir en el desierto?
No
es que no amen la libertad, es que no logran superar una forma de vínculo
traumático y el mecanismo de supervivencia que había desarrollado. El uso que Dios hace de su poder es una
terapia de reconstitución de su dignidad, es el rescate del aprecio de ser
libres. Durante mucho tiempo, los israelitas tuvieron que limpiar su conciencia
para re-aprender a ser portadores de almas libres. Cuarenta años parecen mucho
-y lo es- pero hay traumas que no se superan y que nos quedan grabados en el
alma como tatuajes.
En
cambio, lo que deberíamos haber inscrito en nuestro corazón es esta luminosa
frase que Moisés les comunica: “El Señor peleará por ustedes”. Este destello de
firme confianza no nos cala porque es una fortaleza espiritual y nosotros no
logramos aceptar más que hechos cumplidos y claridades luminosas que rutilen frente
a nuestros propios ojos. en Lc 16,31 Abrahán le dice al rico epulón: “Si no
quieren hacer caso a Moisés y a los profetas, tampoco creerán, aunque algún
muerto resucite”.
Sal
Ex 15, 1b-2. 3-4. 5-6
Los
versos 1-18 del capítulo 15 del Éxodo, son un himno, un canto que entonaron los
israelitas, compuesto por Moisés, los versos 19-21 forman el Canto de María, la
hermana. En el verso 19 se nos presenta una síntesis de la motivación de este
Cantico: “Cuando el caballo de Faraón y su carro y sus jinetes entraron por el
mar, el Señor volcó sobre ellos las aguas del mar; en cambio, los israelitas
atravesaron el mar a pie enjuto”.
El
cántico concluye con un cierre muy significativo: «El Señor reina por siempre
jamás». (Ex 15, 18). Esta perícopa que se proclama hoy, toma los 6 primeros
versos para componer 3 estrofas:
Primera
estrofa: Moisés canta reconociendo que no es su poder el que obra, que su
victoria proviene de Dios, arrojando al mar los caballos del Faraón, se ha
cubierto de Gloria, entonces, ¡a alabarlo se ha dicho!
En
la segunda estrofa: con este desenlace descubre en Dios un Verdadero Guerrero,
que ahogó en el mar a los más adiestrados capitanes (oficiales superiores) del
ejercito faraónico y los llevó hasta el fondo, como si de piedras se trataran.
En
la tercera estrofa se ensalza la Fuerza de la Mano Divina, reconociendo el
Tremendo Poderío del Brazo de Dios, trayéndole a su pueblo la victoria que
destruye al enemigo.
El
verso responsorial es la introducción del Cantico que pronuncia Moisés:
“Cantaré al Señor, gloriosa es su Victoria”.
Mt
12, 38-42
Cuando en el sanedrín
Jesús afirma ser el Hijo de Dios, se rasgaron las vestiduras, se escandalizaron
diciendo que había blasfemado. El signo que les da era una blasfemia. Y, por
este motivo, Jesús dice: generación malvada.
Papa Francisco
Podríamos
arriesgar la interpretación de pensar que durante el Primer Testamento Dios
obró prodigios y multiplicó sus portentos. Un paso más y nos aventuramos a
afirmar que, nosotros, los seres humanos, su pueblo elegido, sus
hijitos-queridos, nos mal acostumbramos a tener todo Su Poderío a nuestra
disposición. Él ve la necesidad de que maduremos, salta a la vista que nos
estamos convirtiendo en niños caprichosos y mimados que, por eso mismo, no
asumimos nuestras responsabilidades y nos la pasamos de una pataleta a la otra.
Las pruebas que buscamos sólo son para fanfarronear ante nuestros amigos, y no
para vivir en conformidad con la Voluntad Divina.
Ha llegado el momento que Él se plante en su lugar y con firmeza se niegue a seguirnos el juego. Ya no se nos dará más portentos, tendremos sólo un “signo” grandioso, el Hijo bajará al vientre del cetáceo (monstruo marino); como siempre, el mar en aquellas culturas -especialmente para los hebreos- era la vivienda de los poderes malignos. Por analogía es bajar al שאול Sheol. Jesús bajará a la muerte durante tres días con sus respectivas noches, ahí está nuestra “prueba”, la que tanto pedimos.
Pero
esta incredulidad empecinada tendrá su precio para nosotros, porque hemos
dudado peor que los Ninivitas, ellos cuando recibieron el anuncio, a pesar de
su paganismo, se entregaron a una conducta francamente penitencial y realizaron
actos de “conversión”; nosotros -por nuestra parte- seguimos estancados en el
rechazo, la cerrazón y la incredulidad.
Se
nos cobrará un altísimo precio por la desconfianza y la duda, por no aceptar a
Jesús, quien es mucho mayor que Salomón que fue tenido por muy sabio, -el más
sabio de todos los hombres- pero de nada le valió tanta “sabiduría” porque
sucumbió a la idolatría, y se apartó de la senda a la que lo había llamado su
Dios y Señor.
Carísimo será el precio si se toma por referencia a la reina del sur, porque ella vino desde semejante distancia “buscando” la Sabiduría, y el que busca ser sabio se engrandece con su honesta búsqueda ante los ojos de Dios.
¿Quiénes
conforman la “generación malvada”? Téngase en cuenta que los que han venido
pidiendo pruebas y portentos, son los escribas y los fariseos, falsos
buscadores de la Verdad, pero auto-engañados porque buscan donde no lo podrían
encontrar, y se ponen unos lentes que les deforma la visión, tal que, aun
teniéndolo frente a sus narices, no lo pueden ver:
Esta
es la falsa búsqueda, la que no quiere encontrar, sino hacer creer que “busca”,
y exhibir sus falsos resultados para engatusar a los demás. ¡Evangelizar es
guiar, no embaucar! El Anuncio no tiene ningún parentesco con el descreste.
«Estos
no han entendido que la ley que ellos custodian y aman era una pedagogía hacia
Jesucristo. Si la ley no lleva a Jesucristo, si no nos acerca a Jesucristo,
está muerta. Y por esto Jesús les reprende por estar cerrados, por no ser
capaces de reconocer los signos de los tiempos, por no estar abiertos al Dios
de las sorpresas». (Papa Francisco)
Es
la “sabiduría” de los que posan de “sabios” pero no les interesa “hallarlo”,
sino esconderlo, desacreditarlo, desautorizarlo: Es la búsqueda deshonesta, que
quiere encerrarlos en el círculo de las propias limitaciones. La
pseudo-sabiduría que lo circunscribe. “Toda generación es “adúltera”: no ama a
su esposo, sino que sigue otros amores (Dt 6,6ss; Ez 16). Debe volver a amar a
aquel que la ama con amor eterno (Jr 31, 3), y entonces se encuentra a sí misma
y a Él”. (Silvano Fausti)
¡Qué
terrible situación si logramos hacer que este regaño de Jesús sea para
nosotros!
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