Ex 1,
8-14.22
En Egipto se creía que
los dioses eran los que hacían ricos a los ricos y pobres a los pobres. Lo
mismo en Canaán. Según ellos, su dios daba la tierra a sus hijos predilectos,
que eran precisamente los gobernantes. Y a los demás los destinaba ser esclavos
de los privilegiados.
Los dioses de Egipto ordenaban
a los pobres someterse a los ricos. Los rebeldes eran castigados por los mismos
dioses a través de un cruel sistema de control desarrollado en nombre suyo. Los
pobres creían que los dioses no se preocupaban de sus sufrimientos, sino que,
por el contrario, ellos eran quienes se los infligían.
José Luis Caravias s.j.
A
partir de hoy, vamos a desarrollar un cursillo sobre el Libro del Éxodo, que
nos muestra como el pueblo de Israel adquirirá su identidad como pueblo a través
de la Ley que Dios les da. Esta liberación los fraguará para que sean el pueblo
con el cual Dios pacta su Alianza. Serán doce “clases”, hasta el 31 de julio.
Exceptuaremos 4 fechas, por tratarse de fiestas que tiene sus lecturas propias:
1) El 22 que es la
fiesta de Sata María Magdalena
2) El 25, la fiesta de
Santiago Apóstol
3) El 26, la fiesta de
los Santos Joaquín y Ana
4) Y el 29, cuando
acaecerá la fiesta de Sta. Marta
Las
primeras seis “lecciones” nos ocuparan la primera parte del Éxodo, que va de
1,1 - 15,21 que asume el tema de los Israelitas y su salida de Egipto.
Quisiéramos
partir de una perspectiva que nos ofrece el Padre Augusto Seubert, Capuchino: «…
el libro del Éxodo es el libro más antiguo de la Biblia. Además, por los
sucesos del Éxodo nació el pueblo de Israel. Mientras tanto el libro del
Génesis no fue escrito sino hasta unos cuatrocientos años después del libro del
Éxodo, para servir de introducción… Se trata de un acto de liberación, y
también, del principio de una Alianza entre Dios y su pueblo. Se trata de los
momentos centrales de la fe e historia de Israel. Fue la primera vez que Israel
se dio cuenta de que Dios había hablado. Por medio de este acontecimiento, es
decir, del Éxodo, Israel llega a conocer a Dios de una manera especial, de una
manera que no había conocido a Dios antes; esto ocurrió unos 1300 años antes de
Cristo. Sin embargo, no había periodistas presentes cuando se efectuó el Éxodo
de Egipto. Nadie tomo fotos, nadie dejó nada escrito. Los hechos, las noticias,
fueron trasmitidos de boca en boca y de padre a hijo. También fueron celebrados
en el culto. Fue sólo después de haberse desarrollado esta comprensión por
mucho tiempo, que fueron añadidos otros detalles al libro, como son los
primeros once capítulos… Es claro que esto tiene mucha importancia para el
entendimiento de todo el libro.»
Con
esta referencia muy clara en nuestra mente, podemos adentrarnos en la primera
lección de este cursillo sobre el Éxodo: Con el correr del tiempo, y como es
natural, con el cambio de gobernante, también José cayó en el olvido, todos los
Israelitas, eran simplemente una amenaza para el nuevo Faraón, y nada más. Lo
único que ellos podían ver en este pueblo, era que se multiplicaban con pasmosa
velocidad y que -como era tan grande su número- podían llegar a aliarse con
cualquier pueblo enemigo de los egipcios y, luego de “atacarlos”, podrían
partir y conquistar su independencia.
«Durante
los años 1290-12224 a.C. el Faraón era Ramsés II. Él decidió construir la ciudad-almacén
allí en la región de Gosén, donde trabajaban los hebreos; era intransigente, y
comenzó a exigir trabajos cada vez más forzados. Fue la gota que rebozó la copa
de los hebreos, que ya no soportaban ese sistema de dominación» (Euclides
Martins Balancin)
Entonces
diseñaron un sistema de sometimiento y opresión que garantizara su dominio y
sumisión. Les impusieron capataces y los
explotaron como obreros para la construcción de las famosas ciudades-granero:
Pitón y Ramsés.
Aquí
se suele usa la expresión “esclavitud” pero no con el carácter técnico-formal
que la usa la sociología, sino para retratar, con una sola pincelada “el duro
trabajo del barro y de los ladrillos y toda clase de faenas del campo”. «En el Egipto de esta época no encontramos
ningún sistema esclavista sustentado en el trabajo esclavo. Por consiguiente,
el término esclavitud, se aplica en un sentido amplio, con el ánimo de
describir la situación de apertura y precariedad dentro del sistema tributario».
(Euclides Martins Balancin, Ivo Storniolo)
Irónicamente,
toda esta opresión y la pesada carga que conllevaba, no mermó su número, y, por
el contrario, más creció su población. En una espiral de desprecio, cuántos más
eran., más los detestaban los egipcios. Con mayor saña les clavaron la espuela
de los trabajos forzados, asignándoles la producción de los ladrillos para las
obras civiles y otras pesadas faenas agrícolas.
Faraón
determinó que se aplicara una política de control natal contra los Israelitas,
consistente en ahogar, tan pronto nacían, los varoncitos del pueblo de Israel.
Sal
124(123), 1b-3. 4-6. 7-8
Dios
rodea a Jerusalén como una muralla protectora circunda la Ciudad Elegida. ¿Se
imaginan ustedes, qué le habría pasado a este pueblo, si Dios no hubiera estado
a su cuidado? Con semejante trato vejatorio como les dieron los egipcios,
habría sido borrados del mapa sin pasar a la historia, totalmente
desapercibidos.
Los
enemigos habrían sido equivalentes a las aguas torrenciales que los habrían
arrastrado y ahogado y terminado con sus vidas; como Sodoma Y Gomorra, sus
nombres habrían dejado solo unas cuantas letras escritas en el polvo y la
arena. Que el correr del tiempo habría borrado y los arqueólogos ningún rastro
tendrían.
Como los pajaritos en un territorio sembrado de trampas, habrían sido atrapados completamente en las jaulas, y la raza de aquellas aves, habría dejado de existir.
Este
es un salmo gradual, como lo son todos, del 119-133; que los peregrinos que
avanzan -sinodalmente- hacia el Templo, en Jerusalén, entonaban, a medida que
subían las gradas, es un salmo que hace glosa del 121, con el tema de los
versos 6-9:
Deséenle la Paz a Jerusalén,
vivan allí seguros, cuantos la aman,
dentro de sus murallas florezca la Paz,
y esté el Palacio Seguro.
Por todos los hermanos y vecinos,
pronuncio la plegaria de la Paz, que la
Paz sea contigo,
por el linaje de Yahvé,
¡sea para ti, todo lo bueno!
Gradual-escatológico, porque nos habla de la
Jerusalén Celestial, la que se anuncia en el Apocalipsis.
Mt 10,
34-11,1
No piense que he venido a traer la paz a la tierra;
no he venido a traer la paz, sino la espada.
Mt 10, 34
Hemos
estado trabajando el discurso apostólico, que incluye los versos Mt 9,25 -
11,1.
Hoy
consideramos el último aparte de este discurso: En los versos 10, 34-42, se
tocan dos subtemas diversos: 1) ¿Jesús ha venido a traer la paz o la espada? 2)
La recompensa que merecen aquellos que acogen la “Buena Nueva”. El verso Mt 11,
1, funciona como una especia de conclusión, o inclusive de transición: después
de decirle a sus discípulos como se implementó el Envió, y darles las
instrucciones correspondientes, Él mismo va a mostrarles con su ejemplo
personal, qué significa lo que les ha dicho. Los capítulos 11-12 mostrarán
precisamente esta dualidad de acogida y rechazo: La respuesta de los
“sencillos”, de los “pequeños; y, por otra parte, los “fariseos”, los “doctos”
que darán la espalda al Evangelio. Los pequeños serán los Israelitas, los
ciudadanos del Nuevo Pueblo de Dios.
El
Señor ha Llamado a sus discípulos, luego, los ha “formado”, en un proceso de
sinodalidad, no son prioritariamente “lecciones”, sino, un “darse cuenta”
mientras permanecen junto a Él; pero, aquí se les hace caer en la cuenta que no
han sido “convocados” para estar toda la vida en esa “Compañía”, sino que deben
ir pensando que llegará la hora de vivir cada uno su Misión: hacerse
conscientes de ser parte de in “Proyecto”, la Iglesia, la comunidad de los
Convocados.
Les
explica, que ellos serán Él, que se convertirán en los “portadores” de su
Mensaje, y, entonces, cualquier cosa que les hagan -buena o mala- será como si
la hicieran a Jesús Mismo. Por qué al terminar de brindarles esta etapa de
formación, parte Él mismo a “enseñar”. Nosotros leemos en esto algo que dice.
“No descargo Misión en ustedes para que ustedes sean mis sirvientes y, yo pueda
recostarme en la hamaca; no, yo les he entregado este legado, consciente, que
la mies es tanta, que Yo solo no la puedo realizar, no sería Iglesia, sino
fuera el producto de nuestros esfuerzos unificados.
Tenemos
que darnos soberana cuenta que, de otra manera, Él habría descendido del Cielo,
y con dos pases de su “varita mágica”, habría concluido la Evangelización. ¡eso
habría sido violentar nuestra “libertad”, ahí nos habría atropellado! en
cambio, pone su propuesta delante de nosotros, y nos deja para que la
ensamblemos. Y siempre obra así, desde el primer signo, pidió que dispusiéramos
el agua para que Él la hiciera sabroso Vino, o en la multiplicación de los
panes y los peces, contó con lo que el muchacho puso a disposición.
La
explicación de Papa Francisco señala muy claro, por qué dice Jesús que "los
enemigos de cada uno serán los de su propia familia": «En tiempos de Jesús, el judaísmo
es la religión oficial de Israel que, a su vez, está bajo el dominio del
imperio romano el cual era politeísta, además de venerar el emperador. Los
cristianos debían luchar y enfrentarse, de algún modo, con esta situación, y no
solo eso, debían enfrentarse con sus propios familiares, que, por lo general no
eran seguidores de Jesús. Los mayores eran fieles al judaísmo y las nuevas
generaciones habían crecido en el ambiente imperial, por eso había siempre una
generación intermedia que era la que aceptaba el mensaje de Cristo. El
Evangelio es radical al indicar que la fe en Cristo debe anteponerse a estos
lazos familiares, pues lo que está en juego es la salvación, la cual se puede
alcanzar con la nueva “familia” conformada con las comunidades creyentes».
(Papa Francisco)
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