viernes, 25 de julio de 2025

Sábado de la Décimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario


Ex 24, 3-8

La respuesta que el pueblo está llamado a dar

Alianza significa compromiso… ¿cómo consolidar la nueva situación, sin correr el riesgo de volver atrás, recreando una situación injusta? ¿Cómo preservar y defender la liberación apenas iniciada, de tal manera que pueda continuamente abrir nuevos espacios?

Euclides Martins Balancin e Ivo Storniolo

Tan pronto les dio el Decálogo, inmediatamente prescribió como debía ser el Altar. Y después, en los capítulos 21-23, les enseña otro conjunto de Leyes convivenciales y algunas. Sobre el Sabbat y estipuló las tres fiestas Mayores que deberían ser motivo de celebración: la de חג המצות [Jág HaMatzot] “Fiesta de los Panes Ázimos”, la יום הביכורים [Yom HaBikkurim] “Fiesta de las Primicias” y la de fin de año, al concluir la Recolección de la Cosecha סוכות [Sucot] “Fiesta de los Tabernáculos”, que conmemora el período en que los israelitas vivieron en tiendas durante el tiempo que atravesaron el desierto después de salir de Egipto.

 

En los capítulos 12, 23 y 34. En el capítulo 12 se describe la fiesta de la Pascua, mientras que en el capítulo 23 se mencionan tres fiestas anuales: la fiesta de los panes sin levadura, la fiesta de la cosecha y la fiesta de la recolección. Finalmente, el capítulo 34 repite la instrucción sobre estas tres fiestas y añade la importancia de no mezclar la sangre de los sacrificios con pan leudado. Se advierte que las fiestas establecen un ritmo cultual en la vida de la comunidad a la vez que se enlazan con momentos teologales y momentos agrarios, para entretejer la vida con el culto: No son cosas que se desarrollan aparte, sino que toda la vida reviste un carácter religioso que actualiza la Amistad-Alianza entre Dios y el ser humano.

 

Podemos subdividir el Éxodo en seis unidades de las cuales estamos ahora en la tercera:

1)    Del 1,1 al 15, 21 la liberación de Egipto, mediante esta salida del territorio egipcio

2)    15, 22 – 18, 27 La marcha del pueblo israelita hacia el Sinaí

3)    Los capítulos 19 al 24, la Alianza del Sinaí.

 

En el verso 24, 8 encontramos la palabra בְּרִית [berith] “Alianza”, “pacto concertado”, “que ha sido juntado o unido de manera firme”; que aparece 287 veces en la Biblia y 13 veces en el Éxodo. Las partes tratantes son Dios y su pueblo. Aquí encontramos una liturgia claramente definida para revestir el hecho de la solemnidad que exprese la trascendentalidad de “pactar con Dios”. El pueblo lo verbaliza muy bien cuando dice: “Haremos todo lo que el Señor ha ordenado”. 24, 3; y luego en 24, 7 “Pondremos toda nuestra atención en hacer todo lo que el Señor ha ordenado”. En este ritual, el Altar representa la Persona de Dios y las doce piedras erigidas como estelas son los “testigos” que “firmemente emplazados” podrán dar testimonio del pacto allí sellado. La sangre allí derramada hace de este rito un vínculo de vida, porque eso es lo que precisamente significa la sangre: “la vida”: una relación vital.

 

En el capítulo 19 -que leíamos ayer-, Dios le hace una propuesta de Alianza al pueblo de Israel que vaga por el Desierto. Y llegamos al capítulo 24, donde la confirmación de la Alianza se da por medio de un acto cultual, que con toda solemnidad ratifica la Alianza: si miramos la hipótesis documentaria, podríamos detectar aquí dos segmentos diferenciables:

      i.        Ex 24, 1-2. 9-11 venido de la tradición Yahvista, y

     ii.        otro segmento, Ex 24, 3-8 proveniente de la fuente Elohista,

 

En la perícopa de hoy, nuestro estudio se concentra en la fuente Elohista. Se caracteriza por utilizar el nombre "Elohim" para referirse a Dios y por provenir del Reino del Norte de Israel, específicamente de la región de Efraín. Se cree que fue escrita hacia el siglo IX a.C., y se distingue por enfatizar la importancia de Israel y los sacerdotes levitas. Nos hallamos con un rito de la sangre donde la mitad se derrama sobre el Altar del sacrificio y la otra mitad se asperja sobre el pueblo: esta aspersión -según las palabras de Moisés- es el rito que confirma la Alianza.

 

Moisés 1) Edificó un Altar y erigió 12 estelas, 2) Ordenó a unos jóvenes ofrecer sacrificios de holocausto e inmolación de novillos: en sacrificio de comunión. 3) Se recogió la sangre en vasijas y la mitad fue derramada ritualmente sobre el Altar 4) Y, además, con parte de esa sangre -la sangre de la Alianza- asperjó al pueblo.

 

Un detalle muy interesante – que representa un paso de una cultura sin-escritura a una cultura que escribe y lee. Se nos comunica aquí: Moisés entra en la cultura de lo escrito: “Moisés כָּתַב (es el verbo kathab, “escribir”) escribió todas las palabras que dijo el Señor” (Ex 24, 4); luego, en el verso 24, 7 aparece el verbo קָרָא. [qara] “leer en voz alta”, “proclamar”. 

 

«La otra parte que firma la alianza es la comunidad y no en primer lugar el individuo… el contratante con Dios es un pueblo, una comunidad… Para el israelita no existe distinción entre lo social, lo religioso y lo cultual. La alianza abarca y unifica todos los aspectos de la vida». (Equipo Cahiers Evangile- Verbo Divino)


 

El pueblo -unánimemente- declaró: “Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos”. Esta exclamación sella la Alianza, significa la aceptación de la responsabilidad por parte del pueblo. Así que es una Liturgia de Alianza, sus voces son nuestras voces vicarias que asumieron lo que nosotros hoy estamos prometiendo cuando nos unimos al pueblo de Dios.

 

Sal 50(49), 1b-2. 5-6. 14-15

Este es un Salmo de la Alianza. Tiene 23 versos. Hoy tomamos 5 y ½ versos para la perícopa. Después de que el pueblo se comprometió a cumplir y respetar la Alianza, el Señor pide que los reúnan para hacerles notar que -totalmente, por el contrario- lo que han hecho es “despreciar su enseñanza y echarse a la espalda sus mandatos.

 

En la primera parte del Salmo Dios les dice que Él, siendo el dueño de todas las criaturas, tiene abundantísimos animales -por ejemplo, todos los salvajes- para prepararse la cena más generosa y saciar su hambre; así que si Él llegar a tener hambre, no recurriría a nosotros para que le sirviéramos algo.

 

El Salmo convoca al pueblo que pactó con Él para juzgarlo, porque la Justicia Divina existe, llegará el momento en el que Él se sentará en el Tribunal y el Cielo proclamará su Justicia.


Un sacrificio de alabanza consiste en cumplir lo que nos hemos comprometido a cumplir; y, entonces, si cualquier urgencia se nos presenta, cuando invoquemos a Dios, Él nos librará y nosotros lo glorificaremos.

 

Si verdaderamente queremos ofrecer un sacrificio de alabanza, ese es la coherente fidelidad a lo que Él ha decretado.

 

Mt 13, 24-30

‘No, porque al arrancar la mala hierba pueden arrancar también el trigo. Lo mejor es dejarlos crecer juntos hasta la cosecha; entonces mandaré a los que han de recogerla que recojan primero la mala hierba y la aten en manojos para quemarla, y después guarden el trigo en mi granero’”

Mt 13, 29s

Estamos en la “séptimo segmento” del Evangelio mateano. Este bloque se suelo denominar el “Sermón en siete parábolas”. Está incluido en el ciclo del Evangelio de San Mateo en el que Jesús viaja por variadas regiones.


La palabra cizaña no es originariamente ni latina ni griega (donde viene a presentarse por acá en el siglo IV de nuestra era, y aparece -en sus primeras veces- con el significado de “envidia”, “inquina”, o “celos”); es una palabra sumeria que significa “falso trigo”, en sumerio [zizán] significa precisamente trigo. La palabra llega a nosotros a través del Arameo, la lengua de Jesús.

 

Es muy interesante tomar en cuenta que de la zizania se puede fabricar una harina, que tiene la peculiaridad de ser toxica.

 

La palabra ha venido a significar “mal cristiano”. Pero se la usa mucho para significar la siembra de “discordias”, la divulgación de “calumnias”, o la alimentación de un espíritu divisionista, separatista anti-sinodal.

 

La cizaña no la creo Dios, tampoco la siembra el ser humano, es el “Enemigo” el que la introduce de contrabando. Nosotros, ni por asomo, podemos atribuirle a Dios su aparición -lo que sería ya una blasfemia-, un pecado contra el Espíritu Santo. No podemos tener la osadía de preguntarle al Señor si fue que se distrajo, y de pronto sembró “mala semilla”; tampoco podemos pensar que, por ahorrar, sembró en vez de la buena, mala semilla. Ya al iniciar la parábola se nos declara contundentemente que “Un Hombre sembró buena semilla en su campo” (Cfr. Mt 13, 24bc). Este hombre que siembra personifica a Dios que ha sembrado todo lo bueno en nuestra realidad.

 

Hay que dejarlas crecer juntas sin impacientarse, sin premuras; Dios mismo nos ha ordenado aguardar, en el interludio, el Señor obrará prodigios de Salvación, porque Él es Misericordioso, y su Misericordia dura por siempre.

 

La operación justiciera de la separación: lo que ira al fuego y lo que ira al granero, es una realidad escatológica. Esperemos pacientemente el Tiempo de Dios, cuando Él tenga a bien enviar sus Ángeles para la siega.


«San Agustín comentando esta parábola, observa que “primero muchos son cizaña y luego se convierten en grano bueno” Y agrega: “Si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio”» (citado por Papa Francisco)

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