Ex 24, 3-8
La respuesta que el pueblo está llamado a dar
Alianza significa
compromiso… ¿cómo consolidar la nueva situación, sin correr el riesgo de volver
atrás, recreando una situación injusta? ¿Cómo preservar y defender la
liberación apenas iniciada, de tal manera que pueda continuamente abrir nuevos
espacios?
Euclides Martins
Balancin e Ivo Storniolo
Tan
pronto les dio el Decálogo, inmediatamente prescribió como debía ser el Altar.
Y después, en los capítulos 21-23, les enseña otro conjunto de Leyes
convivenciales y algunas. Sobre el Sabbat y estipuló las tres fiestas Mayores
que deberían ser motivo de celebración: la de חג המצות [Jág
HaMatzot] “Fiesta de los
Panes Ázimos”, la יום הביכורים
[Yom HaBikkurim] “Fiesta de las Primicias” y la de fin
de año, al concluir la Recolección de la Cosecha סוכות [Sucot] “Fiesta
de los Tabernáculos”, que conmemora el período en que los israelitas vivieron
en tiendas durante el tiempo que atravesaron el desierto después de salir de
Egipto.
En
los capítulos 12, 23 y 34. En el capítulo 12 se describe la fiesta de la
Pascua, mientras que en el capítulo 23 se mencionan tres fiestas anuales: la
fiesta de los panes sin levadura, la fiesta de la cosecha y la fiesta de la
recolección. Finalmente, el capítulo 34 repite la instrucción sobre estas tres
fiestas y añade la importancia de no mezclar la sangre de los sacrificios con pan
leudado. Se advierte que las fiestas establecen un ritmo cultual en la vida de
la comunidad a la vez que se enlazan con momentos teologales y momentos
agrarios, para entretejer la vida con el culto: No son cosas que se desarrollan
aparte, sino que toda la vida reviste un carácter religioso que actualiza la
Amistad-Alianza entre Dios y el ser humano.
Podemos
subdividir el Éxodo en seis unidades de las cuales estamos ahora en la tercera:
1) Del 1,1 al 15, 21
la liberación de Egipto, mediante esta salida del territorio egipcio
2) 15, 22 – 18, 27 La
marcha del pueblo israelita hacia el Sinaí
3) Los capítulos 19 al
24, la Alianza del Sinaí.
En el verso 24, 8 encontramos la palabra בְּרִית [berith]
“Alianza”, “pacto concertado”, “que ha sido juntado o unido de manera firme”;
que aparece 287 veces en la Biblia y 13 veces en el Éxodo. Las partes tratantes
son Dios y su pueblo. Aquí encontramos una liturgia claramente definida para
revestir el hecho de la solemnidad que exprese la trascendentalidad de “pactar
con Dios”. El pueblo lo verbaliza muy bien cuando dice: “Haremos todo lo que el
Señor ha ordenado”. 24, 3; y luego en 24, 7 “Pondremos toda nuestra atención en
hacer todo lo que el Señor ha ordenado”. En este ritual, el Altar representa la
Persona de Dios y las doce piedras erigidas como estelas son los “testigos” que
“firmemente emplazados” podrán dar testimonio del pacto allí sellado. La sangre
allí derramada hace de este rito un vínculo de vida, porque eso es lo que
precisamente significa la sangre: “la vida”: una relación vital.
En
el capítulo 19 -que leíamos ayer-, Dios le hace una propuesta de Alianza al
pueblo de Israel que vaga por el Desierto. Y llegamos al capítulo 24, donde la
confirmación de la Alianza se da por medio de un acto cultual, que con toda
solemnidad ratifica la Alianza: si miramos la hipótesis documentaria, podríamos
detectar aquí dos segmentos diferenciables:
i.
Ex 24, 1-2. 9-11 venido de la tradición Yahvista, y
ii.
otro segmento, Ex 24, 3-8 proveniente de la fuente
Elohista,
En
la perícopa de hoy, nuestro estudio se concentra en la fuente Elohista. Se
caracteriza por utilizar el nombre "Elohim" para referirse a Dios y
por provenir del Reino del Norte de Israel, específicamente de la región de
Efraín. Se cree que fue escrita hacia el siglo IX a.C., y se distingue por
enfatizar la importancia de Israel y los sacerdotes levitas. Nos hallamos con
un rito de la sangre donde la mitad se derrama sobre el Altar del sacrificio y
la otra mitad se asperja sobre el pueblo: esta aspersión -según las palabras de
Moisés- es el rito que confirma la Alianza.
Moisés
1) Edificó un Altar y erigió 12 estelas, 2) Ordenó a unos jóvenes ofrecer
sacrificios de holocausto e inmolación de novillos: en sacrificio de comunión. 3)
Se recogió la sangre en vasijas y la mitad fue derramada ritualmente sobre el
Altar 4) Y, además, con parte de esa sangre -la sangre de la Alianza- asperjó
al pueblo.
Un
detalle muy interesante – que representa un paso de una cultura sin-escritura a
una cultura que escribe y lee. Se nos comunica aquí: Moisés entra en la cultura
de lo escrito: “Moisés כָּתַב (es el verbo kathab, “escribir”) escribió todas las palabras que dijo el
Señor” (Ex 24, 4); luego, en el verso 24, 7 aparece el verbo קָרָא.
[qara] “leer en voz alta”, “proclamar”.
«La
otra parte que firma la alianza es la comunidad y no en primer lugar el
individuo… el contratante con Dios es un pueblo, una comunidad… Para el
israelita no existe distinción entre lo social, lo religioso y lo cultual. La
alianza abarca y unifica todos los aspectos de la vida». (Equipo Cahiers
Evangile- Verbo Divino)
El
pueblo -unánimemente- declaró: “Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le
obedeceremos”. Esta exclamación sella la Alianza, significa la aceptación de la
responsabilidad por parte del pueblo. Así que es una Liturgia de Alianza, sus
voces son nuestras voces vicarias que asumieron lo que nosotros hoy estamos
prometiendo cuando nos unimos al pueblo de Dios.
Sal
50(49), 1b-2. 5-6. 14-15
Este
es un Salmo de la Alianza. Tiene 23 versos. Hoy tomamos 5 y ½ versos para la
perícopa. Después de que el pueblo se comprometió a cumplir y respetar la
Alianza, el Señor pide que los reúnan para hacerles notar que -totalmente, por
el contrario- lo que han hecho es “despreciar su enseñanza y echarse a la
espalda sus mandatos.
En
la primera parte del Salmo Dios les dice que Él, siendo el dueño de todas las
criaturas, tiene abundantísimos animales -por ejemplo, todos los salvajes- para
prepararse la cena más generosa y saciar su hambre; así que si Él llegar a
tener hambre, no recurriría a nosotros para que le sirviéramos algo.
El
Salmo convoca al pueblo que pactó con Él para juzgarlo, porque la Justicia
Divina existe, llegará el momento en el que Él se sentará en el Tribunal y el
Cielo proclamará su Justicia.
Un sacrificio de alabanza consiste en cumplir lo que nos hemos comprometido a cumplir; y, entonces, si cualquier urgencia se nos presenta, cuando invoquemos a Dios, Él nos librará y nosotros lo glorificaremos.
Si
verdaderamente queremos ofrecer un sacrificio de alabanza, ese es la coherente
fidelidad a lo que Él ha decretado.
Mt
13, 24-30
‘No, porque al arrancar
la mala hierba pueden arrancar también el trigo. Lo mejor es dejarlos crecer
juntos hasta la cosecha; entonces mandaré a los que han de recogerla que
recojan primero la mala hierba y la aten en manojos para quemarla, y después guarden
el trigo en mi granero’”
Mt 13, 29s
Estamos
en la “séptimo segmento” del Evangelio mateano. Este bloque se suelo denominar
el “Sermón en siete parábolas”. Está incluido en el ciclo del Evangelio de San
Mateo en el que Jesús viaja por variadas regiones.
La palabra cizaña no es originariamente ni latina ni griega (donde viene a presentarse por acá en el siglo IV de nuestra era, y aparece -en sus primeras veces- con el significado de “envidia”, “inquina”, o “celos”); es una palabra sumeria que significa “falso trigo”, en sumerio [zizán] significa precisamente trigo. La palabra llega a nosotros a través del Arameo, la lengua de Jesús.
Es
muy interesante tomar en cuenta que de la zizania se puede fabricar una
harina, que tiene la peculiaridad de ser toxica.
La
palabra ha venido a significar “mal cristiano”. Pero se la usa mucho para
significar la siembra de “discordias”, la divulgación de “calumnias”, o la
alimentación de un espíritu divisionista, separatista anti-sinodal.
La
cizaña no la creo Dios, tampoco la siembra el ser humano, es el “Enemigo”
el que la introduce de contrabando. Nosotros, ni por asomo, podemos atribuirle
a Dios su aparición -lo que sería ya una blasfemia-, un pecado contra el
Espíritu Santo. No podemos tener la osadía de preguntarle al Señor si fue que
se distrajo, y de pronto sembró “mala semilla”; tampoco podemos pensar que, por
ahorrar, sembró en vez de la buena, mala semilla. Ya al iniciar la parábola se
nos declara contundentemente que “Un Hombre sembró buena semilla en su campo”
(Cfr. Mt 13, 24bc). Este hombre que siembra personifica a Dios que ha sembrado
todo lo bueno en nuestra realidad.
Hay
que dejarlas crecer juntas sin impacientarse, sin premuras; Dios mismo nos ha
ordenado aguardar, en el interludio, el Señor obrará prodigios de Salvación,
porque Él es Misericordioso, y su Misericordia dura por siempre.
La
operación justiciera de la separación: lo que ira al fuego y lo que ira al
granero, es una realidad escatológica. Esperemos pacientemente el Tiempo de
Dios, cuando Él tenga a bien enviar sus Ángeles para la siega.
«San Agustín comentando esta parábola, observa que “primero muchos son cizaña y luego se convierten en grano bueno” Y agrega: “Si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio”» (citado por Papa Francisco)
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