Gn 49; 29-32; 50, 15-26a
«…encontramos a este grupo yendo hacía Egipto
para pedir auxilio al Faraón. ¿Por qué? Por causa del hambre (cf. Gn 41,
50-42,7). En épocas de prolongada sequía y escases de comida, mucha gente iba a
Egipto, donde esperaban encontrar medios para sobrevivir. Como se hace hoy día,
más o menos, se buscan las grandes ciudades. En un periodo difícil de
determinarse, uno de esos bandos se estableció en la región de Gosén al norte
de Egipto… A este grupo, los egipcios los llamaban hebreos que, es ese tiempo,
quería decir gente sin origen definido, desheredados y hasta subversivos».
(Euclides Martins Balancin)
Se nota con mucha evidencia que la perícopa
de hoy está integrada por dos fragmentos tomados de los capítulos 49 y 50 del
Libro del Génesis, cada fragmento alude a la muerte, primero a la de Jacob y en
el capítulo 50, a la de José: valga decir que hemos llegado al final de este
Libro. Jacob le da las instrucciones finales disponiendo los detalles de su
entierro; manifiesta que su voluntad no es tener sepultura en Egipto sino ir a
reposar con sus antepasados Abrahán e Isaac.
Aún sin darnos cuenta, pese a los
desesperados esfuerzos por salirnos con la nuestra, el Señor -poniendo siempre
a salvo nuestra libertad- obra Providencialmente y salvaguarda la Integridad de
su Proyecto salvífico. Todo pasa, todos nos vamos, pero los planes del Señor
perduran por Siempre.
Jacob, reuniendo a los suyos les encargó, les
encomendó lo que harían cuando la muerte le sobreviniera. De la “tierra
prometida”, al concluir el Génesis, la única que poseen, es la de su cementerio
ancestral, que Abrahán le había comprado a Efrón, el hitita, para sepultar a su
difunta esposa, Sara, en el campo de Macpela. Allí se estaban sepultando todos
los de la estirpe abrahamica. Tan pronto terminó de darles estas instrucciones,
Jacob murió.
Ahora, a los hermanos de José les cae la
preocupación de, una vez muerto su padre, quizás se quisiera vengar de todo el
mal que le habían causado. Le inventaron un cuento, que su papá antes de morir,
en su última voluntad, habría pedido que José les perdonara. Después, vinieron
a rogarle, a implorar su perdón. José les responde que él no pretende arrogarse
una autoridad que sólo Dios tiene para cobrar deudas pretéritas, sabiendo que
todos estos percances estaban en el Proyecto Salvífico de Dios, y ellos sólo
habían sido instrumento para su cumplimiento.
Junto con su perdón, José les atribuyó tierra
y veló por ellos; viviendo junto con su familia paterna donde alcanzó a
conocerle los hijos a Efraín, y a Makir, su nieto, hijo de Manasés, su
primogénito. Les rogo, que cuando su turno de morir llegara, no lo dejaran en
Egipto y lo llevaran también a sepultar al lote que Abrahán compró por 400
ciclos de plata. Antes de morir, José
les pronostica que Dios daría cumplimiento a la promesa (que bajo Juramento),
les hizo a sus antepasados: Abrahán, Isaac y Jacob.
Así hemos recorrido toda esta segunda parte del Libro del Génesis, capítulos del 12 al 50; la historia de los patriarcas: Abrahán, Isaac, Jacob y, su hijo José además de los otros Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Dan, Benjamín, Neftalí, Gad, Aser que dieron origen a las 12 tribus de Israel. Y vimos también, cómo la historia del Pueblo de Israel sufre un desplazamiento geográfico y viene a parar a Egipto.
El lunes, empezaremos a leer el Libro del
Éxodo.
Sal 105(104), 1-2. 3-4. 6-7
Salmo
de la Alianza. Al enumerar la protección y la Bendición con la que Dios nos
cubre, es natural -a menos que uno sea muy mal agradecido- que el Corazón
reboce de Gratitud. Este salmo es una exposición de las grandes obras que El
Señor nos ha regalado, para mostrarnos su amor, su predilección.
El
salmo está formado por 45 versos; de ellos se han tomado 6 para configurar la
perícopa que se canta en la Eucaristía.
La
primera estrofa nos llama a proclamar el Nombre del Señor declarando entre las
gentes sus grandezas; no loaremos a “palo seco”, acompañaremos los cánticos con
el dulce tañer de los instrumentos.
Alegría
y glorificación, acompañaran nuestra búsqueda, porque a Dios buscaremos -noche
y día- sin descanso, sin parar.
Nos
pone en consciencia que pertenecemos al linaje abrahamico, en la misma línea de
Jacob, al leer estas historias del Génesis, no estamos leyendo la historia de
otro pueblo, ni una epopeya ajena: estamos rememorando los rastros que hemos
dejado en la línea del tiempo, en nuestro caminar hasta el día de hoy.
El
Señor lanza su voz defensiva para prevenir a todos los adversarios: ¡no se
metan con estos, que son mis hijos, las ovejitas que forman mi grey!
Mt
10, 24-33
¡A quien me conozca, reconoceré!
El amo se sentaba junto
al esclavo y compartía la misma mesa; el maestro escuchaba la catequesis de sus
discípulos y aprendía junto con los novatos los nuevos significados de la
doctrina de Jesús.
Misioneros Claretianos
No
estamos trabajando un tema nuevo. Esta es la continuación de la enseñanza de
ayer sobre las persecuciones. Ya lo deciamos ayer, esta perícopa se extiende
hasta Mt 10, 42.
Una
comprensión adecuada de esta parte que leemos hoy depende de informarnos acerca
de a escala promocional del discipulado en la cultura judía. El aprendiz no
podía conformarse con llegar al nivel del Maestro, siempre el discípulo estaba
llamado a elevarse por encima del maestro, en realidad de eso dependía la honra
del Maestro, que el discípulo lo remontara. Pero, el respeto hacia el Maestro,
imponía una modestia de parte del discípulo que -aun habiéndolo superado- seguía
dándole la honra de superior, y rindiéndole la dignidad que como superior a él
se merecía.
Esta
manera de entender el avance del discípulo, al mismo tiempo que la dignidad del
maestro que había hecho ´posible el avance y el crecimiento, los llevó a
constituir comunidades no competitivas, donde la humillación del uno no era
precondición del avance del otro. Así quedaron puestas las pautas de la
sinodalidad que desaprendimos y ahora nos cuesta tanto recuperar.
Compartían
con relaciones equitativas de fraternidad y asumían la tradición sembrada por Jesús,
que no vaciló hacerse el último. Si a Jesús le han dado el trato espantoso que
le han dado, ¿podremos esperar que nos toque una suerte diversa? ¿Por qué
habría de recorrer un sendero diferente el aprendiz, respecto de aquel que le
demarcó su Maestro?
Hemos
visto que uno de los “trucos” más manoseados para combatirnos consiste en
desprestigiarnos. Los rivales siempre estarán diciendo que nuestra senda es la
senda de la perversión, que nuestra trayectoria ha sido pavimentada por la
“empresa” Satanás Company Ltd. Y abundaran en variaciones de la misma
acusación, procurando presentarla cada vez, como una nueva acusación, pero,
siempre será la misma: La enseñanza de Jesús no vale, son errores enseñados por
el Diablo.
No
vivamos acobardados y arrinconados por los que tiene poderes terrenales, pero
-a la hora de la verdad- ¡pobre poder! Sólo pueden diseminar mentiras, porque
su Padre sólo les ha enseñado eso, ¡no saben nada más!
Remontándonos
por encima de estos fútiles amedrentamientos, volemos alto como águilas; no
somos gorriones -valemos muchísimo más- porque podemos volar mucho más alto. Y
Dios tiene cuidadosamente contadas cada una de nuestras plumitas.
Amenazarán -a no dudarlo- nuestra vida, pero lo único que pueden amenazar es la herramienta que hemos recibido para ser “sembradores”; a los “sembradores” los cuida su “Señor”, así que la esencia, que hemos recibido, no puede ser tocada. Dediquémonos a las mieses que se nos han encomendado, seamos “cultivadores” a consciencia, pronunciémonos delante de los hombres como sus “testigos”, Él cuidará la “herramienta” que nos dio para “arar”, cuando llegue el momento, Él nos cambiará el “yugo” por Alas Inmortales, para planear en las Alturas, por toda la Eternidad. Dios dará cumplimiento a la promesa (que bajo Juramento), nos hizo.
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