jueves, 7 de agosto de 2025

Viernes de la Décimo Octava Semana del Tiempo Ordinario

 

Dt 4,32-40

Este libro nació mucho tiempo después de la situación histórica que en él encontramos (discurso de Moisés antes de la entrada en la tierra Prometida), y tuvo un largo periodo de formación.

Ivo Storniolo- Euclides Martins Balancin

Pasamos hoy al quinto Libro de la Biblia, el último del Pentateuco: Deuteronomio. Se llama דְּבָרִים [Devarin] en hebreo, “Estas son las palabras” así comienza este Libro. En griego se llama Δευτερονόμιον [Deuteronomion], que es el nombre que nosotros hemos heredado. Y, ¿cuál es el significado de esta voz griega? “Segunda Ley”. Esta Legislación Deuteronomista confía en llevar al pueblo por el buen camino, por la ruta de la precisión legal. Así que repasa las Leyes anteriores y añade nuevas, procurando trasmitir el Amor y las Ternuras Divinas, donde se inserta, por fin, ese perfil del Señor, que hasta ahora solo se había mostrado poderoso y castigador. Se alcanza a percibir que está en la misma tónica del Génesis, del Libro de los Salmos y del profeta Isaías.

 

El Deuteronomio puede segmentarse en seis porciones, como sigue:

1)    Capítulos del 1-4: un discurso introductorio de Moisés. De este segmento leeremos hoy.

2)    Caps. 5-11: Segundo discurso de Moisés.

3)    Caps. 12-26; Leyes morales, judiciales políticas y civiles.

4)    Caps. 27-28: La Alianza

5)    Caps. 29-30: Último discurso de moisés.

6)    Caps. 31-34: Despedida y muerte de Moisés

Las secciones 5 y 6, albergan el tercer discurso Mosáico, 29,1-33,29

 

En el reino de Judá, bajo el reinado de Josías, se produjo un descubrimiento del "libro de la ley" en el templo, lo que desencadenó una reforma religiosa. Este libro, que algunos identifican con el Deuteronomio, contenía leyes y mandamientos que se convirtieron en la base de la reforma de Josías. «La idea fundamental, que el Deuteronomio fue separado de la historia Deuteronomista para que formase parte del Pentateuco, procede de Martin Noth y se admite generalmente. También se acepta que el Pentateuco surge en su forma definitiva en tiempos de Esdras (algunos autores incluso le atribuyen su redacción final) y que, gracias a la autoridad imperial persa, fue admitido por judíos y samaritanos» (José L. Sicre s.j.)

 

Nosotros vamos a leer 5 perícopas: hoy, mañana, el lunes, el martes y el miércoles. Hoy del cap. 4; mañana y el lunes, de los caps. 6 y 10, ambos de la segunda sección; y el martes y miércoles de los caps. 31-sobre la comisión encargada a Josué- y 34 -donde se habla de la muerte y sepultura de Moisés-, ambos de la 6ta y última sección.

 

El de hoy podría entenderse como un sumario del itinerario cumplido por Moisés conduciendo la grey del Señor. Queremos anticipar que la estructura focal de este Libro consta de tres partes: en Primer Discurso de Moisés (vendría siendo el segundo), luego la parte legislativa, y luego -como pasa con la música en la estructura sonata- volvemos sobre el primer tema: “un Discurso de Moisés, donde se enfoca en los premios y castigos, en las bendiciones y maldiciones, y luego concluye con una “coda”, la despedida y última voluntad, “muerte y sepultura de Moisés”.

 

Téngase en cuenta -lo repetimos- que de esta forma se cierra el Pentateuco.

 

Hoy Moisés les lleva a evaluar si la historia registra que Dios haya obrado previamente, con esta Magnanimidad hacía algún otro pueblo: Les hablo, y les hablo claro y directo, les hablo desde el fuego de su Amor y sobrevivieron, los eligió, y fue decorándoles el camino con milagros y prodigios, mostrando siempre su Brazo lleno de Poder.

 

Moisés les pone de presente las Maravillas obradas en Egipto, les hace ver como las plagas fueron la punta de flecha que hirió a los egipcios, obligándolos a abrirles paso, y Dios -con tantísimas Bondades pro-judías- mostró su Unicidad, y, así, les hizo entender y les reveló que sólo Él es Digno Señor y Dueño-Creador. Les reveló una Religión Monoteísta.

 


No se detuvo allí el Señor, generoso y Providente, fue quitando a otras naciones -sin detenerse en su grandeza y riqueza- las posesiones, que prefirió donarlas a Su Pueblo. Mostrando que Su Poder es el Mayor, tanto arriba como aquí abajo. En síntesis, ante tanta Riqueza de Regalos, nos corresponde guardar celosamente sus Preceptos, Él los ha puesto para nuestro bien, para que pavimenten nuestros caminos de felicidad, los nuestros y los de nuestras generaciones venideras. Así, nuestros días serán duraderos y nuestro gozo permanente y heredable para trasmitirlos a nuestra descendencia.

 

Sal 77(76), 12-13. 14-15. 16 y 21

El pasado no es una materia más para el estudio, no es un venero de datos para conformar otra disciplina científica de estudio; sería poco y vano. No se trata de un amasijo de datos para atormentar la memoria y proporcionar sustancia a los arrogantes que tienen buena memoria. En suma, la Sagrada Escritura no está para envanecernos por el volumen de datos aprendidos.

 

Esta historia que nos ocupa, la que relata el proceder de Dios con nosotros, tiene su magnífica valía, en que opera como un vaticinio que nos explica que, si así obró en el pasado, tenemos fundamento, más que sobrado, para confiar que volverá a lucirse con su Magnánima Paternidad, y sacará la Cara por nosotros nuevamente. Este salmo de súplica ruega eso, ¡Saca, Señor, Tu Brazo Poderoso, nuevamente en nuestra defensa! ¡Obra con grandeza en favor nuestro!

 

¡No te atrevas a dudar como el salmista -nos dice- que, piensa que -quizá Dios se haya cansado- de revirar en auxilio nuestro!


Si hubo proezas, si Dios obró portentos, si Él actuó hazañas, no te conformes con ser un memorista que las apunta en su cuaderno, así como un paleontólogo colecciona especímenes extintos.

 

Si alcanzas a comprender que no hay otros dioses, que Dios es Único, y su Grandeza es Inconmensurable; date pues cuenta -que no es un dios-muerto- y, aguarda con certeza que mostrará de nuevo Su Poder a los pueblos.

 

Si Él estuvo disponible para Jacob y para José, para Moisés y para Aarón, no vayas a pensar que eran hechos excepcionales que sucedían en algún mítico pasado. ¡Despierta, tontín! Su Brazo es Poderoso, está siempre velando sobre su amado Rebaño: ¡Somos sus Ovejas y Él nuestro Pastor, de Amor Eterno! 

 

Mt 16, 24-28

Releer el mesianismo no desde el trono y la corona, sino desde la cruz

Existe una manera manipuladora de hablar de Jesús mirando exclusivamente la superficie. Mirarlo como si se tratara de la mantequilla que se embadurna sobre una galleta o sobre una rebanada de pan. Reducirlo a una perspectiva aleluyática y, hacer resonar un sonajero de un lado para llamar la atención en esa única dirección para que, Jesús desaparezca del campo visual.


Si uno mira hacia un lado, se puede equivocar, si se conforma con mirar hacia el otro, también el error lo puede acorralar. Se requiere una mirada panorámica, una visión de conjunto, para entender que, si limito mi vida a lo material, si sólo me intereso en mí y en mis gustos y placeres, y no velo por mi alma; ¡ay de mí! Que peligros a diestra y a siniestra,

Tengo que entender y atender la globalidad, para saber que la cruz es bi-dimensional, que tengo que mirarte a Ti, pero también mirar a todos los pequeñuelos que te trasparentan.

 

Se puede intentar -con mucho estruendo- que la cruz quede descompuesta en un solo travesaño, y escamotear de alguna manera, el otro (ni puro verticalismo, ni puro horizontalismo): permanezcamos vigilantes: la cruz es siempre estipe y patíbulo.

 

De otro lado, están los que hablan de los dos maderos, pero eso sí, atendiendo a una diferenciación tan extremadamente acentuada, que cada uno -tomado por separado- logre hacer olvidar el otro.

 

Por supuesto, debo tomar esa “cruz”, ese yugo liviano, y hacerme hermano. Si quiero ir en pos tuya, tendré que aprender la sinodalidad, significa que no asciendo solo, que si hay que mirar a la Altura del Tabor -y querer hacer Tres Cabañas- pero no para quedarnos a vivir en ellas, allí vivirán Moisés y Elías, o quizá las pueble la Trinidad; pero yo, he de estar disponible y presto para bajar junto con Él e ir a proclamarle -inclusive- a las piedras, Su Reinado, porque -aún de esas piedras sacará Dios, descendientes de Abrahán. Que Tu Reinado no se quede en puro ruego a ver si, algún día, por fin, nos convertimos…

 

Esas piedras duras y tozudas, son los hermanos que -llevando en vez de corazón una piedra- se niegan a escucharte y a distinguir tu Santa Presencia; es a ellos a quienes estamos llamados para hacerles un trasplante y reemplazarles su duro corazón, por uno blando, de carne. Cuando no mire solo por la salvación de mi corazón -pudiera ser que virtuoso- mire, además -por los que reclaman nuestra pericia cardio-quirúrgica- para que lograremos salvar -de verdad- nuestra vida.

 

La Iglesia es, sí, claro que sí, el reconocimiento de San Pedro de que ¡Jesús es el Señor, el Ungido! ¡El Hijo de Dios Vivo! Pero, asumiendo que Pedro estaba viendo solo la parcialidad y que, cuando Jesús le mostró la “globalidad”, él exclamó: “¡Lejos de ti mi señor! ¡No te sucederá eso!


Los historiadores se han esforzado en acentuar que a los crucificados sólo se les obligaba a cargar con el patíbulo y que el estipe se encontraba ya “sembrado” en su lugar. En cambio, la iconografía siempre muestra a Jesús llevando los dos travesaños articulados. Que nos sirvan esas grafías para recordar los dos Mandamientos como nos lo mostró Jesús, formando unidad: Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. 

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