domingo, 3 de agosto de 2025

Lunes de la Décimo Octava Semana del Tiempo Ordinario

 


Nm 11, 4b-15

Se reanuda la marcha, caminando desde el Sinaí hasta la estepa de Moab (Nm 10,11-21,35). Es una sección predominantemente narrativa, marcada por conflictos dramáticos: hambre, sed, motines del pueblo, rebelión de algunos cabecillas, desanimo ante los primeros informes sobre la tierra …

J.L.Sicre s.j.

Hoy iniciamos un nuevo “cursillo”, de tan sólo cuatro “lecciones” sobre el Libro de los Números. Sin embargo, el miércoles celebraremos la Fiesta de la Transfiguración del Señor, que tiene Lecturas propias, y nuestro cursillo se reducirá a tres “Lecciones”.

 

Este Libro se ha titulado Ἀριθμοί [Aridmoi] “Números” en griego, porque empieza y termina con un censo; sin embargo, ha de tenerse en cuenta que, en lengua hebrea este se llama במדבר [bemidbar] “En el desierto”. Y nos da cuenta del largo y accidentado peregrinar en la fe-vida, de este pueblo por el desierto de Paran, como resultado del “fracaso” de este pueblo que no podía imaginarse libre, y que seguía, por el contrario, enamorado de su condición de servilismo, en la que había vivido inmerso, estando en Egipto.

 

Tres “escenarios consecutivos nos ayudan a descubrir la estructura de este Libro:

1)    (1,1-10,10) El Sinaí, donde pasan diecinueve días

2)    (10, 11-21, 35) El desierto de Cadés, que marca una permanencia de treinta y ocho años

3)    Las llanuras de Moab, donde pasan 11 meses.

 

Sobre este esquema espacial, podemos sobreponer una plantilla de hitos, que nos permiten refinar la subdivisión de la obra y a entender su planteamiento

      i.        Después de recibir la Ley comienzan los preparativos para re-emprender la travesía (Caps. 1-8)

     ii.        La celebración de la Pascua ocupa por entero el cap. 9

    iii.        La salida del Sinaí hasta la llegada a Moab (caps. 10-21). Aquí en el capítulo 20 tendremos el famoso episodio de las serpientes “Ardientes” y su contra, la “Serpiente de Bronce”.

   iv.        Sinopsis de los episodios desde la salida de Egipto hasta llegar al Moab. Empezando con Balaán que no puede maldecir, sino sólo bendecir a este pueblo que llega. (Caps. 22-32)

     v.        Preliminares al cruce del Jordán: se dan las instrucciones generales la ruta que se ha seguido, los límites de la tierra prometida y su reparto; lo que les iba a corresponder a los Levitas y la disposición de tener santuarios -seis- de refugio donde estarían preservados de la vengatividad de quienes se quisieran tomar la ley por su mano (asilo, forma de refugio que busca proteger a quienes se hallan acosados por peligro de venganza o por persecución); y lo que pasaría con las tierras de las mujeres que se casaran con miembros de otra tribu, con el riesgo de disminuir considerablemente el territorio de alguna de las tribus. (Caps. 33-36).

 

Las perícopas que se han escogido para la liturgia de estos días, pertenecen todas ellas a la tercera sección.

 

A todo lo largo encontramos a Moisés cumpliendo fielmente su misión pontal. Enfrentado, sin embargo, a un pueblo que se luce murmurando, confabulándose, complotando, las siete murmuraciones que compendian toda su quejúmbrela son: Se quejan por el camino (11, 1-3), por los alimentos (11, 4-6), por los habitantes de los sitios por donde iban pasando a los que veían como verdaderos gigantes (13, 32; 14, 4), por los líderes que los guían (16,3), por las decisiones y los juicios divinos (16, 41), por el desierto (20, 2-5), por el maná (21,5).

 

No vayamos a pensar que el pueblo se limitaba a la añoranza de aquellas condiciones, sino que, llegó a complotar y organizar un “golpe de mano” contra Moisés. No era una comunidad exclusivamente Israelita, sino que, como nos los aclara hoy la perícopa: “se había mezclado gente de toda clase que sólo pensaba en comer”. El libro no es de números sino de innumerables quejas que jalonan su ruta.

 

Habían salido del Desierto del Sinaí, y en este capítulo se relata el viaje hacia Paran. Ya mañana veremos cómo los hermanos de Moisés, Aarón y María, se pusieron en contra de Moisés, y azuzaron a la comunidad contra Moisés; y usaron como argumento su matrimonio con una cusita. Pero, ya tendremos oportunidad de ver cómo María quedó leprosa a causa de esta rebeldía. Solo hemos querido recordar aquí este episodio para prevenirnos de interpretaciones lineales, que no nos dejan ver la Mano de Dios bajo la pesada capa de pintura. Si estas cosas no se notan, nos quedamos con personajes “heroicos” que impiden reconocer que no es un “caudillo” quien actúa, sino que Dios quiere a un pueblo que madura en su libertad, en su identidad, en su fe: un pueblo que verdaderamente llega a confiar y a caminar con Dios, y no con el “mediador” de turno. Siempre se puede caer en la idealización del líder llegando a ignorar a Dios: Este enfoque pone a Dios de segundón y exagera la idealización del caudillo.

 

Esto no impide reconocer los carismas con los que Dios adornó a Moisés para apoyar y actuar por su mediación; pero si evitamos incurrir en una apreciación ingenua que idolatra al “comisionado-por-Dios” y descuida que El-que-Bajó-para-Liberar fue el propio YHWH. Moisés había sido encargado de coger en brazos al pueblo, así como una nodriza cuida una criatura (cfr. Nm 11, 12c), y no se debe olvidar que esta mediación se expresa en la Amistad tan intensa de Dios con su Enviado, que ha sido encargado para pastorear las Ovejas del Rebaño de Dios. Pero el pastor siempre debe reconocer en sí mismo su función vicaria.

 

Tampoco podemos figurarnos un pueblo de fe firme y homogénea. La historia del pueblo de Dios siempre va de trompicones porque el ser humano se confunde, le cuesta, flaquea, titubea. Siempre está bajo el dilema: u ollas de carne, pescado, pepino, melones, puerros y ajos o Libertad y Fidelidad a su Dios, aun cuando les supiera a “pan de aceite”. Hay una especie de “sentido práctico” que lleva al pueblo a la intuición que “más vale pájaro en mano que cien volando”; y eso lo conduce a la creencia que se puede negociar con los principios y, so pretexto de comodidad y bienestar, tiran por la borda la Sagrada Alianza pactada con YHWH. Cuando preguntan Maná, no están preguntando ¿qué es esto? refiriéndose al alimento; su cuestionamiento es sobre el precio de “ser libres”, ¿qué es esto? ¿por qué hemos abandonado lo que era certeza para venirnos a buscar un “ideal”? Y, el pecado de esta pregunta es que pone las olladas de alimento egipcio por sobre el seguimiento de Dios.

 

Ellos -como nosotros tampoco- podemos manipular la Misericordia Infinita para que sea como la queremos o como la imaginamos, más bien, como la barruntamos, porque nuestros alcances no bastan para acertar cómo será la Tierra de Promisión, de la que solo poseemos un breve y enigmático esquema: será una tierra que mana leche y miel.


Como hemos dicho, el avance, lejos de ser lineal, es un progreso a saltos, por episodios alternativos de entusiasmo y desánimo. La Única Confianza Firme es YHWH, El-Siempre-Fiel. (Nosotros creemos entender que “Yo-Soy-El-que-Soy” significa precisamente que No-Es-voluble. Él, que nos ha confesado Amor, Nos-Amará-por-Siempre, Siempre-Fiel-a-Su-Alianza).

 

Sal 81(80), 12-13. 14-15. 16-17

Se trata de un Salmo de la Alianza. Donde Dios nos recuerda todo lo que ha hecho por nosotros. Y no en tónica de “cantaleta”, no en tónica de reproche, sino como ruego amoroso, como un Amado que presenta el ramillete de rosas como recordatorio del devoto amor que profesa, señala -como hacen los enamorados que rememoran todos los momentos magníficos que han compartido- le dice Dolido, cómo sufre su adulterio.


Este salmo, de Alianza fue compuesto para la Fiesta de Sucot que, como dicen los judíos, no conmemora ningún suceso en particular de la historia de su pueblo, sino que les permite experimentar en sus propias vidas, lo que les tocó vivir a los de su pueblo, conectando así, con la fuerza de la tradición, los 40 años de andanza por el desierto -verdadera escuela de sinodalidad.

 

Este salmo -que se dirige al Pastor de Israel- tiene 16 versos, de los cuales se entresacan seis continuos para estructurar el mensaje a proclamar en este día, integrando tres estrofas: 1) Dios denuncia la desobediencia de su pueblo, así que les dio rienda suelta para que continuaran por donde a bien tuvieran. ¡Dios no esclaviza! Siempre respeta nuestra opción.

2) Si ese pueblo aceptara la Voz de Dios y sus Preceptos, Él -tan pronto como que Dios-es-Raudo- sacaría el poder de Su Brazo para protegerlos.

3) Los manjares prometidos como delicias paradisiacas, serían inmediatamente servidos a nuestra mesa: flor de harina y miel silvestre.

 

Mt 14, 13-21

Los que han recibido a Cristo son capaces de saciar el hambre de miles de personas

Cristo presente en medio de nosotros, en el signo del pan y del vino, exige que la fuerza del amor supere cada laceración, y al mismo tiempo que se convierta en comunión con el pobre, apoyado por el débil, atención fraterna a cuántos les cuesta sostener el peso de la vida cotidiana.

Papa Francisco

Se enteró Jesús del triste fin de su primo Juan el Bautista, así que se fue, en una hora de luto, a rememorar y presentarle al Padre tanta injusticia, tanta perfidia. Pero la gente, no le daba tregua para estos momentos de serenidad ente YHWH, así somos siempre, lo asediamos, lo perseguimos, lo presionamos con nuestros ruegos y peticiones; Jesús no nos critica, no nos ahuyenta, no nos desprecia, no nos rechaza. ¿se arma de paciencia y se dispone a atendernos. ¡Socorre nuestras necesidades y se dedica a curarnos!


Los discípulos, le ponen interés a aquello que nosotros vemos como “urgentes aspectos logísticos”: es tarde, ya empieza a hacer hambre, (no sabemos si quienes estaban siendo generosamente atendidos por el Divino-Maestro tenían hambre, quizás los hambrientos eran ellos, los discípulos), le ponen de presente que están lejos de los pueblos, que por allí no hay tiendas, que no se puede improvisar una comida “caminera”, en fin, que los despache y cada uno vea cómo resolver la cuestión.

 

Se ha trabado una relación entre Dios y su pueblo: Se ha construido una amistad y los “discípulos” están afanados en desbaratarla, no se dan cuenta del amor que está floreciendo, ven el jardín despuntando flores de hermosos y vistosos colores, pero ellos, que de jardinería saben nada, -sólo miran el reloj y ven que llega la hora de servir la comida- proponen regar las jóvenes flores con “herbicida” y que desaparezcan de su vista.

 

Jesús, en cambio, les propone tomarlas a su cuidado, darse cuenta que cuando un jardín florece, nosotros estamos llamados a abandonar cualquier premura y cambiar de oficio: ¡Hacernos jardineros! Tomar todos los retoños bajo nuestra protección y con aplicación consultar en Internet “Cómo cuidar las flores que están brotando”.

 

Fueron corriendo a sus alforjas y canastas y ¿qué hallaron? “cinco panes y dos peces”. Jesús -que encuentra esta escaza materia como “resto suficiente”- pide que se la alcancen. No se encarga de hacer casi nada, pero le presenta a su Padre lo que tienen:

a)    Alzó su Mirada al Cielo

b)    Pronuncio la Bendición

c)    Partió los panes

d)    Se los dio a los discípulos

e)    Y estos se los alcanzaron a la gente

 

Todos los concurrentes se saciaron. (Cinco mil hombres, además de mujeres y niños). Recogieron doce canastas de sobras.

 

(Al principio cada uno tenía un pan, al final cada uno tuvo un cesto, ninguno cuestionó al Maestro, todos distribuyeron y, de esa manera, fueron coparticipes del signo. ¿Os dais cuenta? ¡Entre más daban, más tenían! ¡Así es el Amor que se multiplica al darlo!

 

«Nos disgregamos cuando no somos dóciles a la Palabra del Señor, cuando no vivimos la fraternidad entre nosotros, cuando competimos para ocupar los primeros puestos, cuando no encontramos la valentía de testimoniar la caridad, cuando no somos capaces de ofrecer esperanza» (Papa Francisco)


Cuando veas en el campo, aun cuando sólo sea una florecita que está brotando, recordad que ese botón merece todo nuestro amor y prodiguémosle todo nuestro cuidado: esa florecita es una verdadera “hija de Dios”. ¡Reconozcamos en ella, la Fe que brota!

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