jueves, 21 de agosto de 2025

BIENAVENTURA REINA VIRGEN MARÍA


 

La Virgen Inmaculada … fue ensalzada por el Señor como reina del universo con el fin de que se asemejase de la forma más plena a su Hijo, Señor de señores (cf. Ap 19, 16) y Vencedor del Pecado y de la muerte

Lumen Gentium 59

Rut 1, 1. 3-6. 14b-16. 22

El marco temporal que se nos da para el Libro de Rut desde su primer verso es aquel del tiempo de los Jueces, valga decir entre el 1040 y el 970 a.C. Se dice que fue escrito en aquella época, pero, por medio de los estudios literarios que se han hecho sobre el Libro, su vocabulario y el tipo de relaciones que se dan, se puede suponer -con suficiente precisión- que se trata de una obra post-exilica, estamos hablando del 450 a.C. Respecto al marco situacional se fija la época de la penuria en Belén como el detonante que lo llevó a migra: Esta situación de escases obligo a אֱלִימֶ֖לֶךְ Elimelec “Mi Dios es Rey”, -originario de Efratá-, a la migración, a este “desplazamiento forzado”, que tuvo lugar hacia Moab.

 

Es muy curioso puesto que Moab era tierra de idolatría. Moab estaba situada entre el Mar Muerto y el desierto de Arabia, eran descendientes de Teraj, por el linaje de su nieto Lot, hijo de Harán, hermano de Abrahán. Recordemos que las dos hijas de Lot embriagaron a su papá y en medio de la borrachera concibieron hijos con su propio padre. Los moabitas eran arrogantes y lujuriosos y por eso se desvincularon del linaje abrahamico, incurrieron en prostitución cultual y comieron de los alimentos señalados como impuros, por eso, quedaron al margen de la Asamblea del Pueblo Escogido. Vueltas que da la vida -donde uno descubre la Acción Salvífica de Dios- de este pueblo brotaron las que serían las nueras de Elimelec y נָעֳמִי [Naómi] Noemí, que significa “agraciada”. Lo muy interesante es que así ingresó ר֑וּת Rut “Amiga”, en el linaje Davídico.

 

He aquí que Noemí tuvo dos hijos y ellos se casaron -respectivamente con מַחְל֤וֹן Majlón “enfermizo”, que fue el primer esposo de Rut; y וְכִלְיוֹן֙ [Quilyon] “debilidad”, “agotamiento”, quien se casó con עָרְפָּ֔ה [Orpaj] “testarudo”, “cuello”, “crin”- estas esposas y nueras se llamaban: Orfa y Rut, como acabamos de decir. Pasó el tiempo, corrieron como 100 años, desde cuando Ciro, rey de Persia derrotó a los Babilonios y autorizó el regreso del pueblo cautivo a Jerusalén.

 

Murieron tanto Elimelec como Quilyon y Majlón, quedando las tres mujeres viudas. Como hemos señalado -en repetidas ocasiones- la viudez era epítome de la pobreza, los más desvalidos, los parias de aquella sociedad eran, junto con las viudas, los extranjeros, las mujeres y los niños. Así que esta historia tiene que ver con el estado de profunda indefensión en que estaban los más desamparados de aquella cultura. ¡Las viudas, lo único que podían esperar era caridad! ¡La caridad más denigrante: la limosna!

 

En medio de tantas penurias, Noemí supo que se había superado la hambruna en Efratá, y resolvió regresar allí. Esta palabra שׁוּב [shub] “regreso” se repite por doce veces, es una palabra clave, enfatiza que -como se dijo arriba- el texto data del post-exilio, donde la consigna era volver a la patria, regresarse a Judá a buscar el “Pan del Cielo”, regresar del cautiverio. Les pidió a sus nueras que se quedaran y volvieran con sus parientes moabitas. Orpaj se volvió; sin embargo, Rut, por iniciativa propia prometió que la seguiría hasta la muerte y que aspiraba ser enterrada en la misma tierra. Ella, honrando su nombre, decide actuar como una verdadera amiga. Encontramos las raíces de la amistad como un gran valor para esta cultura judía y cómo una amistad poderosa llega a ser más fuerte que los propios vínculos de sangre. A tal punto que la amistad llevada con fidelidad otorga la carta de ciudadanía en el pueblo de Israel. Sin obliterar que una declaratoria decisiva de Rut fue la de aceptar el Dios de Noemí; Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.

 

Al llegar a בֵּ֣ית לֶ֔חֶם [Bet-lehem] “Belén”, “Casa-de-pan”, era la estación para empezar a recoger la cosecha de cebada. La cebada es el “pan de los pobres”.

 

Aun cuando no está en la perícopa que hoy se proclama, adelantamos algo, para dar contexto situacional a la historia de Ruth: En el capítulo 4, nos enteraremos que Booz nombre que significa “en él está la fuerza” asumió la ley del “rescate”, en calidad de go-el “pariente próximo” quedando responsable de darle descendencia a Elimelec, según las tradiciones de “levirato”, propias de este pueblo-de-Dios. Ruth tuvo con él a עֹבֵד [Obed], que significa “siervo”, que vendría a ser padre de Jesé y abuelo del rey David, y fue Noemí la que tomo a su cargo la crianza del niño.


«Ruth es una maravillosa denuncia profética por los caminos femeninos de la fidelidad y la ternura, en contra de leyes inhumanas… Ella es una especie de evangelio anticipado: la buena noticia de la universalidad de la misericordia de Dios. En Ruth, la extranjera, todos los que están lejos comienzan a sentirse cerca». (José Luis Caravias s.j.)

 

Sal 146A(145), 5-6. 7. 8-9a. 10

Alabad a Yah

Estamos ante un “Himno del Reino”, es un Salmo del Hallel, el último de esta familia de salmos que se caracterizan porque abren y cierran proclamando ¡Aleluya! Este salmo dice en su apertura: “Alaba al Señor, alma mía”. Esa es la propuesta y la invitación hímnica. Este salmo se dedica a mostrar quienes son los “amigos de Dios”, y como lo acabamos de ver en le Primera Lectura, son los indefensos de Israel, veámoslos: los oprimidos, los hambrientos, los huérfanos, las viudas, los extranjeros, los ciegos, los que sufren y cargan el peso de la opresión, de la explotación, los prisioneros, los que ya se doblan. ¿Quiénes pueden decirle “Dios mío”? ¡Ellos!


¿Quiénes son capaces de visualizar un Reinado Eterno? ¡Solamente ellos! Los otros, los acomodados, los derrochadores, los abundantes, ellos quieren que nunca llegue a Reinar. Los que viven en la frugalidad forzosa, en cambio, anhelan que llegue su Reino, y bendicen ante la perspectiva de una Reinado que dure por siempre, Reino de prodigalidad, Reinado Fecundo.

 

Este canto era el que entonaba el pueblo para alabar y bendecir al Señor, agradecidos por haberlos traído de vuelta a su tierra, restableciéndolos en la tierra de promisión, después de tantísimos años de deportación en Babilonia.

 

Mt 22, 34-40

Iré donde tú vayas, viviré donde tú vivas; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.

Rut 1, 16cde

 

Una precisión gramatical: Tenemos el adjetivo próximo. Para este adjetivo, el comparativo de superioridad es “más próximo”; y el superlativo sería “proximísimo”; pero no existe la palabra “proximísimo”, en teología, el superlativo de próximo es “prójimo”. Si una cosa aprendimos en la Primera lectura -de Rut- es cómo hacerse prójimo. Se reitera que la nacionalidad no es óbice para alcanzar la ciudadanía de la fe.


Presumimos que el valor que nos enseña Rut es el de la amistad, el de ser “mejor amiga”, llegando al extremo de hacerse prójimo. Lo que está exactamente en la línea de una cadena de argumentos que nos va dando Jesús y que culmina en Jn 15, 13: “Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos”.

 

María terminó venciendo sobre los acosos del dragón, ya que fue elevada al Cielo y fue coronada de Gloria… ella es la “omnipotencia suplicante”. Su señoría de Reina lo ejerce intercediendo poderosamente por sus hijos.

Ricardo Blázquez

Como Jesús acaba de arrinconar a un saduceo, los fariseos se acercan a ver si pueden declararlo uno de los suyos. El requisito -que no se dice- pero subyace a la lógica de la controversia, y la llamamos controversia porque el fariseo formuló la pregunta para cazarlo, es que conteste como ellos, y diga que hay 365 prohibiciones y, por lo menos 248 preceptos. Pero lo que le da es una apretada síntesis, que reduce todo el embrollo a lo esencial: Un solo Mandamiento que tiene dos caras, por un lado, un requerimiento abstracto, y por el otro, uno palpable, tangible, práxico, concreto. Declarar que se ama a Dios es “hueco”, como una caña, ¡es vano! Recordamos, Abel. Otro gallo canta cuando se dice que se ama al prójimo, y en ese prójimo quedan englobados todos los que Jesús manifiesta que son sus amigos: todos los despreciados, los ultrajados, todos los depauperados, los abandonados.

 

La trampa de la pregunta está en que no muestra interés por cumplirle a Dios, allí no hay ningún propósito de acercarse a la Amistad con Dios. ¿Para qué le preguntó si su corazón estaba conforme con la respuesta que tenía y no había ninguna disposición a “convertirse”? Si queremos trabar un dialogo con Dios tenemos que abrirnos a la posibilidad de abandonarlo todo para construir la verdadera amistad, la sincera projimidad. Y no proseguir aferrado a viejas visiones, recordemos que conversión significa una “cambio de mentalidad”, lo que requiere apertura, y no porfía.

 

Se dan, pues, dos maneras de reunirse: la una para celebrar al Señor, la otra, para complotar contra Él. Lo que los fariseos no habían descubierto todavía, el paso que les faltaba dar, era abandonar la fetichización de la Ley, dejar de multiplicar los preceptos y darse cuenta que al amor no se llega por las vías judicativas, no se puede cultivar porque el juez lo ordene o lo prohíba; al Amor se llega porque se identifica la profunda cercanía y el hambre que Dios tiene de nuestro amor.

 

Nosotros consideramos como lo más humillante suplicar amor, pero Dios anda con nosotros rogándonos que lo amemos. Eso es lo que se entiende por kénosis, para hacernos “hijos” en el “Hijo” y aceptar que reine el Padre-Celestial. Él se ha abajado para ponerse a nuestro nivel; toca a nosotros la oportunidad de agacharnos a nivel de sus pies, para lavárselos con amorosas lágrimas. Y siempre firmes, de pie, al pie de la cruz.


María alzó su projimidad a tan excelsa altura que la hizo maternidad: es ¡nuestra Reina y Madre!

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