viernes, 2 de febrero de 2024

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR EN EL TEMPLO


 

Mal 3, 1-4

 

Anuncio de una Nueva Era

El profeta Malaquías, nos habla del Ángel de la Alianza, con el nombre de מַלְאָכִ֔י [mal-a-ki] “su Mensajero” (recordemos que la palabra ángel proviene del latín tardío, y significa precisamente “mensajero”. ¿A qué viene? A purificar las tribus sacerdotales para que sean capacitados para ofrecer una “ofrenda digna”. La profecía anuncia lo que estamos celebrando hoy, de improviso ha entrado en el Templo Santo, “el Señor Omnipotente. Este acrisolamiento es requisito para que se refresque la Alianza y vuelva a ser la relación Dios-ser humano, como lo fue en los “tiempos antiguos”, recién establecida la Alianza: Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo.

 


Para ubicarnos cronológicamente remitámonos al 515 a.C. pero no tampoco tan reciente para no haber conocido las prohibiciones de los matrimonios mixtos, valga decir el 445 a.C. que se dictó en los tiempos de Nehemías.

 

El Libro de Malaquías puede desestructurarse en seis fragmentos, a saber:

1.    Laxitud, apatía y flojera de los exiliados que volvieron.

2.    Rechazo y desprecio a Dios por parte de su pueblo.

3.    Rechazo del Dios con el divorcio y su multiplicación.

4.    Ante el reclamo del pueblo que se dice desasistido, Dios les ofrece enviar su Mensajero. Aquí está la fuente de la perícopa que nos ocupa hoy.

5.    ¿Qué pasó con el diezmo, por qué no lo pagan?

6.    Qué ironía, dice el pueblo, los que te servimos estamos asolados, los que se apegan al paganismo, son consentidos por la vida.

La obra tiene una coda donde Dios reclama el respeto a la Torah.

 

¿Quién es el Mensajero? El Nuevo Elías: San Juan Bautista; y a continuación, llegará el Mesías.

 

Sal 24(23), 7.8.9.10

Este es un salmo del Reino, y, el Rey va a entrar en su Majestuoso-Palacio, el Templo. El salmo que nos habla de la realeza de Dios, Él es el Rey de la Gloria, y como va a ser entronizado, va a entrar a su Templo y los guardias de las puertas del Templo interrogan a los peregrinos que quieren entronizarlo. Recuérdese que Dios es אל שדי Al Shadai, es Omnipotente, es “Él que basta”, “El que puede alimentar con la Leche de su Pecho” es “Señor de las Montañas”, siendo tan “Supremo” no puede entrar por una puerta baja, es necesario que la puerta sea altísima, por eso hay que “alzar los dinteles” para que el Rey de la Gloria pueda entrar en su Santo Templo. Aquel día de la Presentación del Señor, los dinteles tenían que alzarse hasta más alto que las estrellas: iba a entrar “El Rey de la Gloria” el mismísimo Niño Jesús, en brazos de María. Entraba Quien podía dignamente quedarse a morar allí, ¡El de manos inocentes y puro corazón! Este puro ¿hablará de “pureza”? o se refiere a que ¡es un Dios Misericordioso, que no tiene brazos, ni piernas, ni ningún otro miembro del cuerpo humano, sino que Todo-Él es sólo corazón! (Sólo “pecho” y del pecho mana la leche nutricia, y en el pecho está el corazón, signo tan abusado que representa el Amor.

 

«Dios más que aclamaciones rituales, más que recitación de credos”, más que gestos cultuales…; espera de nosotros, rectitud de vida. La conciencia moral es lo primero. Seremos juzgados sobre el amor. (Mateo 25, 31-46). “No llegarán a la montaña de Dios” aquellos que se contentan con decir: “Señor, Señor” (Mt 7,21), sino aquellos “que tengan el corazón puro y las manos inocentes”, que cumplen los deberes que les impone la condición de ser hombres dignos de tal nombre… Decir: “Venga tu Reino”, es comprometerse a hacer cualquier cosa para vivir según sus exigencias.»[1]

 

« “!Levantad los dinteles!” Se trata de un gesto de “homenaje” simbólico, que se pide a las puertas para relievar el esplendor de Aquel que las va a franquear.»[2]

 

Es verdad que es un Rey y que debe ser tratado con todo el honor que a Su realeza corresponde, pero a la vez, es un Dios-Maternal, que nos nutre con Leche que mana de su Pecho y que condensa la secreción de Su Corazón, entonces al protocolo adjuntaremos la ternura, porque no es un Dios distante, un rey al que miramos a través de un grueso y deformante cristal blindado, sino un Dios que nos sostiene en sus Brazos, a la altura de Su Corazón.

 

Lc 2, 22-40

Esta conjunción entre una novedad radical y una fidelidad igualmente radical… es el verdadero contenido teológico al que apunta el pasaje.

 

Benedicto XVI

 



La perícopa que se toma como Evangelio es el episodio que conocemos como “La Presentación del Niño Jesús en el Templo”. A este respecto, nos llamaba la atención Benedicto XVI: «… quiere decir: este niño… ha sido entregado personalmente a Dios, en el templo, asignado totalmente como propiedad suya. La palabra paristánai, traducida aquí como “presentar”, significa también “ofrecer”, referido a lo que ocurre con los sacrificios en el Templo. Suena aquí el elemento del sacrificio y el sacerdocio… Simeón, … después de las muestras de alegría por el niño, anuncia una especie de profecía de la cruz (cf. Lc 2,34c) … Al siervo de Dios le corresponde la gran misión de ser el portador de la Luz de Dios para el mundo. Pero esta misión se cumple precisamente en la oscuridad de la cruz».[3]

 

La palabra παραστῆσαι del verbo παρίστημι contiene el prefijo para que significa cerca” o “muy cerca de” e, hístēmi que proviene de *sta -raíz indoeuropea- que significa “estar en pie”. Observemos la tremenda proximidad entre presentación-presentar y el sustantivo “presente” que significa “regalo”, “obsequio”, “ofrenda”; llegando al núcleo de la afirmación de Benedicto XVI que nos propone la traducción “ofrecer”, “entregar”. Benedicto XVI comentaba que al llevar un niño al templo se reconocía, que -si era el primogénito- este quedaba reservado (consagrado) para Dios, pero se pagaba un “rescate” - «El precio del rescate era de cinco siclos y se podía pagar en todo el país a cualquier sacerdote.»[4]- para retirarlo de la pertenencia. Sin embargo, en este relato no hubo rescate, o sea que, el Niño quedó consagrado-reservado a Dios. La presentación –en cambio- nos habla de Alguien que se hace presente y se reconoce “presente” de Dios. ¿Cómo quitárselo a Dios si es Su Hijo? «Aquí, en el lugar del encuentro entre Dios y su pueblo, en vez del acto de recuperar al primogénito, se produce el ofrecimiento público de Jesús a Dios, su Padre.»[5]

 

«Es un momento sencillo pero rico de profecía: el encuentro entre dos jóvenes esposos llenos de alegría y de fe por las gracias del Señor; y dos ancianos también ellos llenos de alegría y de fe por la acción del Espíritu. ¿Quién hace que se encuentren? Jesús. Jesús hace que se encuentren: los jóvenes y los ancianos. Jesús es quien acerca a las generaciones. Es la fuente de ese amor que une a las familias y a las personas, venciendo toda desconfianza, todo aislamiento, toda distancia. Esto nos hace pensar también en los abuelos: ¡cuán importante es su presencia, la presencia de los abuelos! ¡Cuán precioso es su papel en las familias y en la sociedad! La buena relación entre los jóvenes y los ancianos es decisiva para el camino de la comunidad civil y eclesial.»[6]

 

«…es el Señor quien desea realmente que la humanidad entera llegue a formar una gran familia: la familia de Dios.»[7] Hay una definición de Iglesia, referida y comparada con lo que es familia, como organismo que nos gusta, cada vez que podemos, volverla a citar, repasarla: «la Iglesia como comunidad no es una organización, la Iglesia es un organismo vivo. Una organización busca intereses, una organización consiste en que, las personas se juntan para buscar entre todas, colaborándose, un interés. Y ese interés está muchas veces fuera de la asociación misma… Eso se llama una organización. En cambio, un organismo busca personas, busca fabricar las personas, en otras palabras, un organismo edifica personas. Lo que más se parece a la Iglesia es la familia. La familia es un espacio (padre, madre, hijos) en donde todos están interesados en la edificación de las personas, la educación de las personas, la transformación de las personas. O sea, una familia no es una empresa, es una fábrica de seres humanos.»[8]

 

Jesús, conforme lo hemos repasado recientemente, cuando la familia de Jesús va a retirarlo para que no se den cuenta que “está fuera de sí”, nos ha reconocido y vinculado como su nueva familia y quiere formarnos, quiere edificarnos en la fe, inculcarnos consciencia del amor de nuestro Padre Celestial y recordación de que Él, Jesús, nos tiene por hermanos y con nosotros se ha propuesto construir todo un proyecto de fraternidad; espera también, que nos hagamos coparticipes y entusiastas de la construcción de ese organismo vivo, aprendiendo y practicando la sinodalidad. Él se quedó en el Templo para vincularnos como órganos de su organismo, al que eclesialmente definimos como Su Cuerpo Místico.

 

 


 



[1] Quesson, Noël. 50 SALMOS PARA TODOS LOS DÍAS. Ed. San Pablo 1996 Santafé de Bogotá, D.C.-Colombia pp. 52-53

[2] Ibid p. 50

[3] Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. LA INFANCIA DE JESÚS. Ed. Planeta. Bogotá-Colombia 2012. p. 89. 92

[4] Ibid.

[5] Ibid.

[6] Papa Francisco.  FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET. Ángelus, Plaza de San Pedro, Domingo 28 de diciembre de 2014.

[7] Câmara, Helder. ELEVANGELIO CON DOM HELDER. Ed. Sal terræ. Santander (España). 1985 p. 30

[8] Baena, Gustavo. LA VIDA SACRAMENTAL. Ed. Colegio Berchmans Cali-Colombia 1998 p. 16

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