martes, 6 de febrero de 2024

Martes de la Quinta Semana del Tiempo Ordinario

 


1R 8, 22-23. 27-30

Si el cielo, en toda su inmensidad no puede contenerte, ¡cuánto menos este templo que he construido para Ti!

1R 8, 27cde

 

Es muy importante entender que la relación entre Dios y el ser humano tiene el carácter de una Alianza. Uno de los aliados se compromete a cierta cosa, y el otro, a manera de signo de compromiso, a su vez, se compromete a lo suyo. Para entender la perícopa de hoy, es preciso hacerlo en el marco del concepto de Alianza. Se debe anotar que las alianzas tienen su elemento simbólico en alguna “prenda” que se propone como elemento de recordación y ratificación: tomemos el caso de la Alianza Matrimonial, donde la “prenda” es el anillo, cuya única función es, precisamente desempeñar ese factor fático (los lingüistas definen lo “fático” como aquel elemento de la comunicación que pretenden asegurar o mantener la comunicación entre el emisor y el receptor, activando su vigencia, muchas veces puede ser simplemente, mantener la mirada dirigida hacia el emisor, caso en el cual su antípoda sería “darle la espalda” que cumpliría precisamente la función anti-fática, anunciando la “ruptura” del nexo comunicativo, con lo cual, se pone fin al “dialogo”) de la alianza. Hemos visto que en muchos casos la ruptura de la Alianza se manifiesta con tirar la argolla nupcial al piso, añadiendo gestos de no poca ira.

 

Ahora bien, esta función fática de la “argolla” nos hace reflexionar en qué está pasando cuando uno de los cónyuges -o ambos- la ocultan cuando el otro cónyuge está ausente… Sería pues un acto profundamente hipócrita, cuya hipocresía no neutraliza el “delito” violatorio de los pactado. Pues el Templo, gracias a esta consagración y a las plegarias que Salomón le dirigió al Señor, pasó a ser precisamente este elemento “fatico” de la Alianza Divino-humana.

 

Aun cuando Dios no había pedido este Templo, lo acepta como prenda y garantía de la Alianza. Y promete estar a favor de todo aquel que por su mediación “fática” le hable (en 1R 8, 41-43 Salomón pide que «si un extranjero, que no pertenecen a tu pueblo, Israel, (porque ellos también tendrán noticias de tu Gran Nombre, de tu Fuerza y de tu Poder), Si uno de ellos viene de una tierra lejana a rezar a tu Casa, escúchalo desde tu morada celestial y haz todo lo que te haya pedido. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre y te temerán como te teme Israel; y sabrán que ése es el lugar donde se invoca tu Nombre, en esta Casa que yo he construido)». El “Templo” como prenda de la Alianza llega a cobijar no tan sólo a los de este pueblo, sino -inclusive- a los extranjeros.

 

Quisiéramos sumar a la perícopa de hoy un fragmento: posterior a la Primera Lectura, se trata de 1R 9, 1-9:

Cuando Salomón hubo acabado de construir la Casa de Yahveh, la casa del rey y todo cuanto Salomón quiso hacer, se apareció Yahveh a Salomón por segunda vez, como se le había aparecido en Gabaón.

Yahveh le dijo: «He escuchado la plegaria y la súplica que has dirigido delante de mí. He santificado esta Casa que me has construido para poner en ella mi Nombre para siempre; mis ojos y mi corazón estarán en ella siempre.

Ahora, si andas en mi presencia como anduvo David tu padre, con corazón perfecto y con rectitud, haciendo todo lo que te ordene y guardando mis decretos y mis sentencias, afirmaré para siempre el trono de tu realeza sobre Israel como prometí a David tu padre cuando dije: "Ninguno de los tuyos será arrancado de sobre el trono de Israel."

 

Pero si vosotros, y vuestros hijos después guardáis los mandamientos y los decretos que os he dado, y os vais a servir a otros dioses postrándoos ante ellos, yo arrancaré a Israel de la superficie de la tierra que les he dado; arrojaré de mi presencia esta Casa que yo he consagrado a mi Nombre, e Israel quedará como proverbio y escarnio de todos los pueblos.

 

Todos los que pasen ante esta Casa sublime quedarán estupefactos, silbarán y dirán: "¿Por qué ha hecho así Yahveh a esta tierra y a esta Casa?" Y se responderá: "Porque abandonaron a Yahveh su Dios, que sacó a sus padres de la tierra de Egipto, y han seguido a otros dioses, se han postrado ante ellos y les han servido, por eso ha hecho venir Yahveh todo este mal sobre ellos"»

 

Esta cita del Primer Libro de Reyes remarca el carácter “bilateral” de la Alianza.

 

¿Y el carácter hermenéutico de esta reflexión hacia dónde apunta? A hacernos caer en la cuenta que -si cada uno de nosotros es Templo del Espíritu Santo (1Cor 6, 19), con qué Alianza de santidad tenemos que dirigirnos unos a otros, recordando siempre que todos y cada uno de nuestros semejantes son “función fática y enfática de su Presencia”. (Enfático significa dentro de la “fanía” -expresión con raíz griega, que significa “manifestación"; o sea, incluida en la expresión fortaleciéndola). Valga explicarlo como una fraternidad y una sinodalidad trabajada con todo nuestro esfuerzo y dedicación, porque cada persona nos recuerda que Dios está con nosotros siempre y nos acompaña con su Fidelidad “per omnia secula seculorum”.

 

Sal 84(83), 3.4.5 y 10. 11

Muchas personas se maravillan de quienes visitan las Iglesias con mucha frecuencia y procuran sacar más y más tiempo para permanecer allí. Este salmo -de peregrinación- de hoy tiene tanto que ver con este tema y con su explicación. Claro que para entenderlo hay que ponerse en la órbita de la amistad. Saber experimentar ese gusto enorme de compartir tiempo con el amigo, de deleitarse en su compañía y de construir y fortalecer la amistad. Quien no entiende la amistad se podría comparar con aquel que no ama las flores y, por lo tanto, le es imposible entender la jardinería y cómo una persona le puede dedicar tanto y tanto Tempo a pasar en un jardín.  Permítasenos comentar aquí que nosotros interpretamos las flores como las huellas digitales de Dios en la Creación, cuando Él modelo y Creó, fue dejando rastros de si Grandeza en las criaturas que Él puso de adorno, pero no solo de adorno que seguramente los científicos han ido descubriendo cómo cada criatura -desde su nicho-aporta al equilibrio ecológico del ecosistema, y también desde una óptica holística, al macro sistema.

 

Podríamos aquí, desde una perspectiva de la inteligencia de la fe- de un teo-sistema entender en la amistad con Dios, unos principios de equilibrio homeostáticos que podríamos denominar “Alianza”. Y añadir, que aquellos que muy despectivamente denominan “rezanderos” se incorporan a la autorregulación del Teo-sistema, de esa amistad que unos con su garbo equilibran respecto de los otros que aportan tristemente solo su abandono.

 

Digamos otra palabra sobre los” rezanderos”: Es la palabra asiduidad. La asiduidad con el amigo. Pues aquí queremos referirnos a la asiduidad con el Amigo.

 

Un sólo día en tu casa

vale más que otros mil,

y prefiero el umbral de la casa de Dios

a vivir con los malvados. (v.11)

Es muy evidente que, el amigo verdadero y sincero, quisiera convertirse en un Belén (casa de pan) para poderle ofrecer tibio nido en su pecho al Amigo. ¡Y es que se está tan bien a su lado!

 

Este salmo tiene 12 versos, y se han tomado 5 para armar 4 estrofas. Y, como verso responsorial se ha tomado el primero donde aparece la palabra יְדִיד [yadid] que se ha traducido como “deseables”, la palabra estrictamente significa “amadas”, y también la palabra cuán amadas son tus מִשְׁכָּן [mishcan] “enramadas”, “tiendas de campaña”, “chozas”, morada”.  Sobre esta palabra hay que decir que ha devenido sinónimo de habitar, pero originariamente se refería a una habitación provisional donde uno se alojaba mientras recuperaba sus fuerzas para continuar.

 

Si uno lee atentamente, por ejemplo, lo que dice Salomón sobre el Templo, en el trasfondo se encuentra que él visualiza el templo como una especie de antena repetidora, porque -y lo dice expresamente- Él no puede ser contenido en el templo y habita establemente en los Cielos de los Cielos. Quizás el decir “morada”, quiere decir que “temporalmente” habita allí.

 

Como quedaría en ese caso el verso responsorial: “Cuán amable es que te alojes en los Templos, aun cuando no estás encadenado a ellos y en cambio sí quisiste venir y poner tu “campamento entre nosotros” (Cfr. Jn 1, 14) Desde que Jesús vino y puso su tienda de campaña en medio de nosotros, y nos llamó “amigos”, entre todos tejemos la Morada Mística del Emmanuel.

 

Mc 7, 1-13



Las críticas que Jesús hace a los fariseos siguen siendo válidas para todas las personas religiosas que corren el riesgo de encasillarse en sus pequeños hábitos y perder de vista el mandamiento de Dios.

Claudio Doglio Pbro.

 

Hay tradiciones humanas que año a año y día tras día repetimos, fomentamos y declaramos de raigambre divina. Y -en realidad de verdad- no pasan de ser costumbres humanas barnizadas de color religioso. Ya se viene encima -por ejemplo- la ceniza, que se ha vuelto, para muchos, algo que hay que hacer y, sin embargo, es sólo un llamado, una invitación a cambiar en la buena dirección. No hay pecado en no ponérsela, hay pecado en ponérsela y no adjuntarle el empeño de cambiar en la buena dirección de lo que Dios nos ha enseñado.

 

Los judíos tienen estos preceptos sobre la higiene -en particular de las manos, para comer- que no están plasmados en la Torah, y que sin embargo tiene un poder vinculante tan fuerte como estos. Pensamos que se podría hablar aquí de una Tora oral que también fue dada a Moisés.

 

Por otro lado, muchas de estas reglas nosotros mismos las vemos saludables, hubo un momento histórico en que los programas de educación en Colombia, las incluían dentro de una clase llamada “Higiene”, porque son regulaciones de asepsia, muy lógicas y de sentido común. (No faltaría la ultra-ortodoxia que incorporó aspectos tocantes más bien a un fundamentalismo acérrimo, pero no compete a nosotros juzgar sobre las normas de su religiosidad).

 

Sin embargo, hoy, Jesús nos propone reflexionar sobre el Corbán. Originariamente la palabra קָרְבָּן [qor ban] significa simplemente “ofrenda”. En el caso que nos ocupa podríamos pensar que una persona le ofrece a Dios dejar -digamos- el 25 % de su salario como corbán, Entonces, por necesitados que están sus padres, a esta persona le estará vetado tocar ese 25% que es exclusivamente para Dios.

 

La exegesis que hace Jesús es un llamado a no absolutizar ese corbán sino relativizarlo para que se ponga en primer lugar el lado “humanista” y el cumplimiento del espíritu de toda la Ley-Divina que prioriza el Amor a Dios, el amor al prójimo y el amor y respeto a sí mismo.

 

Desde cierto ángulo se podría decir que Jesús quiere que, por ejemplo, el cuidado de los progenitores se incorpore como respeto a Dios, como obediencia a sus Mandatos, que no quiere que el ser humano sufra, y mucho menos los de la propia carne.

 

Pongámoslo en perspectiva -a pesar de la terrible desconfianza que manejan los fundamentalistas contra la “lógica”, desconfianza que no anda desencaminada si se tiene en cuenta que la lógica suele estár sesgada por los prejuicios y subjetivismos personales que tienden a ocultar el “doble filo” tras valores muy controvertibles y parcializados- lo lógica tiene que ampararse y blindarse con pautas muy sólidas de “Justicia”, Justicia que no es la humana, de la retaliación, sino llena de Misericordiosa compasión. No se puede acceder a la justicia simplemente reduciéndose a “lo que muchos creen”.

 

De verdad que hay que poner nuestro discernimiento en la perspectiva misericordiosa que nos enseña Jesús, que no en el beneficio y el lucro que personalmente obtengamos. Y no podemos fortalecernos en el egoísmo, amparados en reglas de religiosismo tradicionalista. Estamos obligados y convocados a ser creyentes del siglo veintiuno, aun cuando eso nos haga abandonar prejuiciosas tradiciones. Poner en alta vigencia la respuesta juiciosa de qué haría Jesús en ese caso y cómo podemos servirle a Dios guardando y cumpliendo lo que el “corazón de carne” que nos da sustituya el corazón de piedra al que nos hemos habituado.

 

 No es una tarea de poca monta, pero tenemos que guardarnos de ser fariseos modelo 2024 y propender por una verdadera amistad con Jesús, evitando todas las tradiciones que contradigan su Palabra y que sólo fomenten costumbres seudopiadosas.

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