lunes, 5 de agosto de 2024

Lunes de la Décimo Octava Semana del Tiempo Ordinario



Jr 28, 1-17

Una vez más se ataca la demagogia

Los exegetas desdoblan el Libro de Jeremías en cuatro secciones: la primera va de los capítulos 1-25, y -como lo dijimos- se concentra en profecías sobre Judá y Jerusalén. En la segunda, -ya francamente exilica- encontramos cuadros de orden biográfico y anuncios de salvación. En particular el bloque 27,1 -29, 32 se dirige a los desterrados, pero es claro que se trata de una inserción que el editor puso allí. Hoy nos encontramos en un duelo entre Hananías, por una parte, y de la otra Jeremías. Hananías “Dios se ha compadecido”, -afiliado al grupo de los que auguran paz y prosperidad-, es el adversario de Jeremías, este lo denuncia en calidad de falso profeta, sembrador de vanas esperanzas.

 

El bloque nos trasporta al año 593 a.C. y pone en escena el reinado del rey de Judá, Sedequías, que los babilonios instalaron como rey-marioneta.

 

Hananias profetiza que dentro de dos años el yugo del babilonio Nabucodonosor sobre Israel pasará, los dejará libres y devolverá los vasos sagrados que había hurtado del Templo. Con sólo 4 años de cautiverio, sí -según Hananías duraría sólo dos años más-, el cautiverio sólo habría durado seis años; pero la profecía de Jeremías había augurado setenta años de cautiverio.

 

Las profecías de hambruna y plaga que otros profetas anunciaron, se cumplieron porque este ha sido un pueblo rebelde y contumaz con su pecado.  Jeremías, cumpliendo las ordenes de Dios, siguiendo el Mandato de Señor, se puso un yugo de madera alrededor de su cuello (acción simbólica); esto era un símbolo evidente del mensaje que llevaba al pueblo al anunciarle un largo cautiverio. Hananías viene y le rompe y quita el yugo de madera a Jeremías.


 

Breve tiempo después, vino Jeremías, nuevamente bajo el Mandato Supremo del Cielo, y le trajo un regalo a Hananías, un “yugo de hierro” (otra acción simbólica, muy diciente) señalando y traduciendo este “símbolo” como la representación del yugo que sobre todos los pueblos que estaban bajo el imperio de Nabucodonosor, -inclusive los animales- soportarían en su cerviz la pesada carga de su opresión.

 

Así -siguiendo el Mandato de Dios- Jeremías desenmascaró a Hananías, dándole un plazo de vida de un año, en el término de siete meses, Hananías fue a descansar con sus antepasados, y así cesaron sus embustes proféticos.

 

Sal 119(118), 29, 43, 79, 80, 95, 102

Estamos ante un salmo de súplica. con sus 176 versos desarrolla una teología de altísima espiritualidad. Su desarrollo va enunciando cómo hemos de plegarnos a la Voluntad Divina como llevando con paciencia el peso del yugo que Él nos haya querido otorgar y convencidos de que ese es el más leve que conseguiremos en vida, y que uno más ligero sólo nos llevará a descubrir que el que escojamos, ya no será de madera sino de pesado fierro.

 

La primera súplica es el hermoso ruego de que lo aparte del camino falso lo que -en otras palabras, significa- que lo conduzca por las sendas de la Ley, lo cual es una verdadera “Gracia”.

 

No pide que lo silencie, que refrene su boca; pide que le permita hablar, pero sólo Palabras de Verdad, acordes con los Mandamientos.

 

Quiere pertenecer al grupo de los que aman al Señor y siguen sus preceptos: con ellos quiere unirse y con ellos formar firme y sólida adhesión.

 

Que su corazón -el del salmista- esté hecho de una sola pieza: de fidelidad a la Ley.

 

Los impíos le tendían una emboscada, pero como él estaba ocupado pensando en la Ley de Dios y en cómo guardarla, los ángeles lo llevaban por caminos a salvo y los Serafines lo proveían con armadura de acero blindado. ¡Siempre va a salvo!

 

Así como el alumno brillante sigue al pie de la letra las enseñanzas de su maestro, así el salmista no se aparta jamás de los Mandamientos.

 

El verso que sirve de estribillo ruega que Dios sea el maestro del Salmista, y nosotros al entonar este cántico estamos rogando que sea, también, nuestro Maestro y que Él sea nuestro “Coach” de Sabiduría.

 

Mt 14, 13-21

Cursillo en breve lección porque ahora vamos a ser jardineros



Se enteró Jesús del triste fin de su primo Juan el Bautista, así que se fue, en una hora de luto, a rememorar y presentarle al Padre tanta injusticia, tanta perfidia. Pero la gente, no le daba tregua para estos momentos de serenidad ente YHWH, así somos siempre, lo asediamos, lo perseguimos, lo presionamos con nuestros ruegos y peticiones; Jesús no nos critica, no nos ahuyenta, no nos desprecia, no nos rechaza. ¡se arma de paciencia y se dispone a nuestra atención!

 

¡Socorre nuestras necesidades y se dedica a curarnos!

 

Los discípulos, le ponen interés a aquello que nosotros vemos como “urgentes aspectos logísticos”: es tarde, ya empieza a hacer hambre, (no sabemos si quienes estaban siendo generosamente atendidos por el Divino-Maestro tenían hambre, quizás los hambrientos eran ellos, los discípulos), le ponen de presente que están lejos de los pueblos, que por allí no hay tiendas, que no se puede improvisar una comida “caminera”, en fin, que los despache y cada uno vea cómo resolver la cuestión.

 

Se ha trabado una relación entre Dios y su pueblo: Se ha construido una amistad y los “discípulos” están afanados en desbaratarla, no se dan cuenta del amor que está floreciendo, ven el jardín despuntando flores de hermosos y de vistosos colores, pero ellos, que de jardinería saben nada, -sólo miran el reloj y ven que llega la hora de servir la comida- proponen regar las jóvenes flores con “herbicida”.

 

Jesús, en cambio, les propone tomarlas a su cuidado, darse cuenta que cuando un jardín florece, nosotros estamos llamados a abandonar cualquier premura y cambiar de oficio: ¡Hacernos jardineros! Tomar todos los retoños bajo nuestra protección y con aplicación consultar en Internet “Cómo cuidar las flores que están brotando”.



 

Fueron corriendo a sus alforjas y canastas y ¿qué hallaron? “cinco panes y dos peces”. Jesús -que encuentra esta escasa materia como “resto suficiente”- pide que se la alcancen. No se encarga de hacer casi nada, pero le presenta a su Padre lo que tienen:

a)    Alzó su Mirada al Cielo

b)    Pronuncio la Bendición

c)    Partió los panes

d)    Se los dio a los discípulos

e)    Y estos se los alcanzaron a la gente

 

Todos los concurrentes se saciaron. (Cinco mil hombres, mujeres y niños). Recogieron doce canastas de sobras.

 

(Al principio cada uno tenía un pan, al final cada uno tuvo un cesto, ninguno cuestionó al Maestro, todos distribuyeron y, de esa manera, fueron coparticipes del signo. ¿Os dais cuenta? ¡Entre más daban, más tenían!).

 

Cuando veas en el campo, aun cuando sólo sea una florecita que está brotando, recordad que ese botón merece todo nuestro amor y prodiguémosle todo nuestro cuidado: esa florecita es una verdadera “hija de Dios”. ¡Reconozcamos en ella, la Fe que brota! 

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