sábado, 31 de agosto de 2024

JESÚS NOS PROPONE SER SIERVOS DE LA NUEVA ALIANZA

  


Dt  4, 1-2. 6-8; Sal 14, 2-5; St 1, 17-18. 21-22. 27; Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23

 

Dios inventó el servicio, Nosotros la burocracia.

Martín Valverde

 

Y es claro por parte de Jesús el rechazo a una religiosidad rígida que hace irrespirable la vida espiritual trasformando la adhesión a Dios en una capa de plomo de normas por respetar.

Gianfranco Ravasi

 


 

Hay algo que tenemos que aprender a cuestionar: las tradiciones inútiles que no acercan a Dios, que no humanizan nuestro amor al prójimo. No son dos ejes: primero y segundo; son las dos caras de una sola moneda. No es, por una parte, que Dios se erija Dios nuestro; y, por otra parte, distinta, que seamos su pueblo. Somos su pueblo, sí, y sólo sí, aceptamos escucharlos a Él y reconocerlo Presente en nuestros hermanos. Sin exigirle a cada hermano que haga mil piruetas para complacer nuestras exigencias y, sólo después de hacerlas, digamos “si, eres nuestro hermano” y, le demos la espalda.

 

Para este Domingo 22o del Tiempo Ordinario, del ciclo B, queremos adornar nuestro ingreso al Templo con una cita del Profeta Jeremías: "Esta es la alianza que yo pactaré con Israel en los días que están por llegar, dice Yavé: pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo." (Jr 31, 33), porque queremos descubrir que Dios nos ha dado un discernimiento muy valioso que le permite a la Iglesia (Madre y Maestra) guiarnos y pastorearnos superando los fundamentalismos.



El Domingo anterior nos quedamos en el Pan, o sea el alimento de vida; pero no cualquier pan, sino el Pan que es Espíritu y Vida. ¡Es la Palabra que sale de la boca de Dios! Pero, el que divide, el que confunde, el que nos trisa, toma la Palabra sembrada en el corazón y la desvirtúa. ¿Dónde quedó la pureza del corazón que era lo que originalmente había “pronunciado el Señor? La razón esencial, que nuestro corazón se distraiga en esa recolección de minúsculos fragmentos en los que el Malo ha hecho trisas nuestro ser-uno-en-el-Señor. Al fin de cuentas, él es el maestro del “divide y reinaras”.

 

Viene -en cambio- el tesoro de la enseñanza de este Domingo (retomado a San Marcos): Hay una sola ley, la Ley del Amor, de la fraternidad, del servicio, del perdón. Todo lo demás son distractores. El que no recoge junto con el Señor, ese desparrama, y el que desparrama sirve a los intereses del Malo.


 

La construcción del Reinado de Dios es un proceso exigente; hermoso pero exigente, al cual deberíamos dedicar lo más potente de nuestras energías y lo medular de nuestros esfuerzos. Vemos, sin embargo, un proceso curioso, en vez de enfocar nuestra vida de fe en esa misión, nos desconcentramos de lo esencial y nos desviamos hacia lo nimio. Entonces, ¿cuál es el problema? Lo repetimos: perder el foco; gastar lo mejor de nuestras energías religiosas en acciones que no son propiamente religiosas en tanto no nos acercan a la implantación del Reinado de Dios. Recordemos la consigna que el propio Dios nos entregó por medio del profeta Oseas, capítulo 6, verso 6: “Lo que quiero de ustedes es misericordia, y no que me hagan sacrificios; que me reconozcan como Dios y no que me ofrezcan holocaustos”.


 

¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Por qué hemos llegado a esta situación? Una serie de ritos o de “leyes” se instauran, pese a lo cual permanecemos indolentes e indiferentes como el sacerdote y el levita del relato del “Samaritano” ente el dolor humano, ante las necesidades del “prójimo”, … Planteamos todo esto para ponerlo en el tapiz de nuestra reflexión de este Domingo, cuando el Apóstol Santiago en la Segunda Lectura de la liturgia de este día, nos propone lo que podría ser el leitmotiv, y también el título para esta semana: ¿Cuál es la religión verdadera? La religión pura y sin engaños a los ojos de Dios Padre consiste en … Y eso es lo que tenemos que contestar hoy, para saber cuál es la esencia de la religión que practicamos. Sólo distinguiendo lo esencial de lo accesorio podremos estar a salvo del fundamentalismo, una de cuyas facetas es el respeto irrestricto del ceremonial.

 

Sobre este punto convergen las lecturas y, podemos dar gracias a Dios y a la Iglesia porque nos llevan a contestar el interrogante nodal que está en el epicentro de nuestra relación con la Divinidad.

 

Cuando miramos la grandeza de las naciones, en muchas ocasiones en lo que nos fijamos es en su producto interno bruto, en su “riqueza”, en su opulento derroche; en ese caso tenemos que decir que no sabemos aquilatar lo que significa la grandeza. ¿Puede ser grandeza que un pueblo pierda el norte y se dedique a matar a sus ciudadanos en el vientre de sus propias madres? ¿Será grandeza cuando la droga, el vicio y la depravación campean a sus anchas y conducen a su gente a toda clase de desmanes? ¡Triste grandeza esta que se extiende al cobijo de una carencia de moral Aun cuando se encuentre “picho en plata! Por eso, al leer la perícopa del Deuteronomio que nos propone la Primera Lectura, Dios mismo nos revela cómo apreciar la grandeza de una nación:

 

a) Una nación que tenga mandatos y preceptos justos

b) Y que, a consecuencia, cuente con Dios siempre a su lado.

 

Por eso, no hemos de fiarnos de las modas lanzadas por las culturas foráneas, a menos que ellas vivan en el respeto de los mandatos y preceptos del Señor, Dios de nuestros padres. Muchas veces nuestras actuaciones se guían porque así lo hacen en cierto país extranjero, país del que se dice “está muy avanzado”, y ese no puede ser el criterio. Muchas veces nos avergüenza seguir la ley de Dios porque algún Juan Perico de los Palotes hace otra cosa, y, aparece en la televisión y con cara muy seria nos dice: “Yo soy un influencer”. Ahí es cuando podemos reconocer que hemos perdido el norte.

 

La regla maestra es buscar agradar al Señor, ser coherentes con lo que Él nos “enseñó”, y no seguirle la corriente a cualquier personaje, que -lo digo con todo respeto- cuenta con ninguna autoridad para pretender fijar las pautas morales de la sociedad, cosa que suelen hacer, so capa de estar muy a la vanguardia, en la avanzada de las modas y de las ideas, además, dándoselas de defensores de “derechos” inventados para cobijar y promover todo lo contrario a la moral. Se toca, entonces, el tema de comprensión de la moral que se basa en defender a la comunidad y generar los espacios de una armónica convivencia con las mejores condiciones para que cada quién logre el mejor desarrollo de sus potencialidades; dicho tal, se comprende que la moral no es un código de “que cada cual se rasque el ombligo a su acomodo”. (Aun cuando el influencer se revuelque y chille, “yo influyo, influyo a muchos).

 

Y, hay otro detalle valiosísimo, que no podemos pasar por alto: “No añadirán nada, ni quitaran nada a lo que les mando” (Dt 4, 2) este detalle es inestimable porque, en más de una ocasión, entramos en la línea del acomodo: ponemos el reflector en un ángulo que nos permita subrayar un mandato del Señor, pero, ocultando muchas veces lo esencial; o, ignorando otros mandatos que están por encima y que son los fundamentales para el verdadero cumplimiento de la Ley de Dios.

 

El salmo nos da otras pautas de lo que le agrada al Señor, intentemos enumerarlas:

 

a) Proceder con honradez y obrar con justicia

b) La sinceridad

c) Cuidarnos de calumniar desprestigiando a nuestros semejantes.

d) No hacerle mal al prójimo

e) No admirar al que obra contra los mandatos del Señor, (por mucho que a ese parezca irle bien, por mucho que sea miembro de una sociedad opulenta) a ese, por malvado hay que despreciarlo.

f) Al usurero, sea individuo o sea nación, (porque también los préstamos de dinero internacional se conducen muchas veces con usura, desangrando a los pueblos más necesitados, precisamente porque son los menos favorecidos).


 

Estas cosas agradan a Dios, y no con un agrado pasajero; estos valores son imperecederos, porque le agradan al Señor “eternamente”. Ese criterio de eternidad nos explica porque no debemos ser víctimas de las “modas” pasajeras; es por eso que Jesús, en el Evangelio, nos previene –citando al profeta Isaías- contra el seguimiento de los “preceptos humanos”. Jesús nos dice que no podemos dejar de lado el mandamiento de Dios para dar –en cambio- espacio en nuestra vida, en nuestro actuar, a tradiciones instauradas por los hombres. Hombres que se pretenden muy sabios, muy autorizados, muy “científicos”, y que en no pocos casos instalan su “cátedra” en prestigiosas universidades, en afamados programas de televisión, en periódicos de alta circulación o pululan y lucran anidados en las “redes sociales” y expanden su “semilla” de hierba mala en todas sus “obras”.

 

¡Guarde Dios nuestra mente y nuestro corazón libre de las perversas enseñanzas que nos apartan de su Ley”!

 

¿Dónde ir a buscar Su Ley, para estar seguros de hallarla y no ceder a las engañosas tradiciones humanas? A esta pregunta se nos contesta en la Segunda Lectura, en la Carta del Apóstol Santiago se da respuesta contundente y fiable: En la Palabra, en el Evangelio, y no olvidemos que el Evangelio no es un libro, ni cuatro; el Evangelio es la mismísima persona de Jesús.

 

«La expresión “piadosos” (hasidim) parece haber sido usada por algunas sectas para describir su oposición a ciertas interpretaciones laxas de la Ley que ellos consideraban amenazantes para la tradición distintiva del judaísmo… el nombre griego “fariseo” parece derivar del arameo perishayya, “los segregados”, que quizá fuese, en un principio, el apodo dado por los que se oponían a sus interpretaciones de la Torá.

 

Los fariseos insistían en la cuidadosa observancia de los preceptos legales, que incluían, además de los señalados en la Ley escrita, los contenidos en una tradición de “Ley oral”, que ellos consideraban parte del legado mosaico, y de los “antepasados”, como los preceptos del lavado antes de las comidas a los que se refiere Marcos 7,3… los fariseos estaban orgullosos de su minuciosos seguimiento de las reglas sobre los alimentos, de las normas de pureza y de la observancia cuidadosa del sábado y de los días festivos.»[1]

 

Desenmascaremos, pues, los fundamentalismos de toda laya, en los que se incurre al desproporcionar el valor de alguna doctrina o de alguna práctica, reduciéndola a la fijeza de la interpretación literal. Al interior de nuestra fe -y nos arriesgamos a pensar que en todos los credos sucede algo similar- hay, de verdad, aspectos inamovibles y esenciales; mientras se dan otros elementos más plásticos, más maleables, menos sujetos a la rigidez; no nos cansaremos de advertir que todo lo que está vivo muta, y encontramos expresiones de la fe que entran en este dinamismo, sin descuidar algo de Suma Importancia, que Dios es Eterno, lo que es inamovible es lo que se apoya en la Infinitud de Dios en el tiempo y el espacio, sabiendo que Él es Eterno y nosotros temporales.  Hemos oído en parábolas (no bíblicas, pero si teológicas) que Dios no se ocultó en lo alto de las montañas, ni en el fondo abisal, sino, en el centro de nuestro propio corazón. Allí -Él Misericordioso hace anidar toda su Sabiduría, todo su Afecto, ese Amor Indescriptible para el que no alcanzarían diez millones de “A” mayúsculas, para dar una mínima idea de su Desproporcionada-Gracia, de Su Infinitud-Amorosa.

 

Su Bondad no es dictatorial, ni impositiva. Está allí quietita, como adormilada, esperando que la invitemos a despertar, a jugar, a activarse, a desenvolverse. No se despertará ni se moverá, a menos que La aceptemos, que nos rindamos a Ella. Por eso, no nos viene de afuera lo que nos mancha, porque lo que nos mancha es lo que viene del corazón, que las potencias enemigas se empecinan en sitiar, en invadir, en manipular. Esa arista perversa conquistó sitial anexo a la Ley Divina, en el espacio de nuestro corazón, en ese núcleo existencial, cuando el Ser-humano aceptó la tentación y pretendió equipararse con Dios para entrar a deslindar –como sólo Él puede- el árbol del Bien y del mal: el Árbol de la Vida. (Gn 2, 9. 16-17. 3, 2-3) El Árbol del Bien y del Mal es, así lo entendemos, un mashal que representa la Facultad Legislativa en términos Absolutos, que es totalmente potestativa de Dios. Nosotros legislamos sobre cosas nimias; la Vida, su esencia, -en cambio- sólo la puede deslindar su Autor, su Dueño. Tratar de equipararnos es una usurpación sacrílega.

 

Esta perícopa evangélica contiene esta Revelación fundamental: No hay que buscar la Ley verdadera de Dios, fuera de nosotros. Suponemos que las Tablas de la Ley desaparecieron para que cesáramos de buscar a Dios y su Voluntad para nosotros, en algo externo. Leamos con fe engalanada de devota atención esta frase de Jesús “Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que si lo mancha es lo que sale de dentro.” (Mc 7, 15). Esa dualidad arrastramos, de nuestro interior dimanan el bien o el mal que elegimos hacer; y, el mal que sale de nosotros, la perversidad de nuestras intenciones es lo que realmente nos afea ante los Ojos de Dios.

 


«Jesús condena lo previsto en la Ley diciendo que no representa las verdaderas intenciones de Dios, que es el Creador y la auténtica Fuente de la Ley… Jesús nos desafía a comportarnos mejor de lo que la Ley podrá jamás establecer. No se trata de confrontar nuestras conductas con una lista de reglas viejas o nuevas, sino de vivir conforme a lo que Dios quiere. El sentimiento hacia el Reino de Dios, su anhelo, sirve para ablandar la “dureza del corazón” sobre la que se fundan las leyes que regulan las relaciones con el prójimo.»[2]

 

Conviene, en este momento, recordar dos estrofas de Averardo Dini:

 

Vivimos el tiempo de las máscaras, Señor,

invadidos por el culto a la imagen.

………………………………………

Tú no puedes aguantar más, Señor,

que seamos sepulcros blanqueados,

aparentemente limpios por fuera

y llenos de estiércol por dentro.[3]

 

«Jesús ataca esta excesiva preocupación por los ritos purificatorios y por las reglas de pureza de los alimentos por considerarlas como una desviación de lo que Dios realmente pide de los hombres,»[4]. Por eso dice en la 2Cor 3, 6c “… la letra mata más el Espíritu da vida.”


 

«La Iglesia es, pues, invitada por Jesús no a botar el manto de la ley sino a extenderlo sobre toda la secuencia de las obras y de los días de la vida. Su fidelidad a la Palabra de Dios no debe esterilizarse en un esclerótico tradicionalismo jurídico litúrgico y teológico, sino que debe ser ininterrumpidamente fresca, dinámica, creativa, conectada al “corazón”, es decir, a la vida.»[5]  Quedamos -después de esta Liturgia- en magníficas condiciones de perfeccionar la fe ocupándonos de los desvalidos y necesitados, esos que el Apóstol Santiago personifica en la viuda y el huérfano, por ser ellos –en aquel momento histórico- los epítomes de la pobreza y el abandono, el prototipo de los Anawin. Regresémonos en este momento a la Oración Colecta:

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien,

siembra en nuestros corazones el amor de tu Nombre,

para que haciendo más religiosa nuestra vida,

acrecientes el Bien en nosotros

y lo conserves con solicitud amorosa.

 

 

 

 

 

 

 



[1] Perkins, Pheme. JESÚS COMO MAESTRO. LA ENSEÑANZA DE JESÚS EN EL CONTEXTO DE SU ÉPOCA. Ediciones el Almendro de Cordoba, S.L. Madrid - España. 2001 p. 24-25

[2] Ibid. p. 76-77

[3] Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN TOMO II – CICLO B. Ed. Comunicaciones Sin Fronteras Bogotá Colombia pp. 77-78

[4] Perkins, Pheme. Op. Cit. p. 25

[5] Ravasi, Gianfranco. SEGÚN LAS ESCRITURAS Doble comentario a las lecturas del domingo Año B. Ed. San Pablo. Bogotá-Colombia 2005.

viernes, 30 de agosto de 2024

 1Cor 1, 26-31



El que se gloríe, que se gloríe en el Señor

Las cosas las vemos según el ángulo en que las miramos. Se dice siempre que según uno mira, podrá ver el vaso medio “lleno” o medio “vacío”. Es cuestión de perspectiva. Pero, la perspectiva no es neutral, habla de la riqueza o la pobreza del corazón: la verdadera sabiduría consiste en saber mirar a Dios y descubrir en Él, su Generosidad, su Bondad, su Misericordia. Otro ojo, mirando al mismo Dios, sólo ve a un tirano, un déspota-torturador, un ser castigador y, además, a un Injusto.

 

Al voltear a mirar a nuestra comunidad eclesial podemos ver una escasez de poderosos, un arrume de “desgraciados”, ningún príncipe, ningún conde, ni siquiera un duque, y si se descubre uno, sólo es duque de apellido.

 

Sin embargo, Dios ha convocado a los necios, a los débiles, a la gente baja del mundo, inclusive a los despreciados, los que no cuentan, para que ninguno de los convocados justifique su llamado y saque pecho para enaltecerse por ser tan santo, o tan justo.

 

De esta manera, el Señor ha constituido la comunidad de Corintio, con gente muy desdeñable desde el punto de vista moral. No les queda más que reconocer la Bondad de quien los ha llamado, sin exigirles ralea, o privilegios, o abolengos, o agudeza intelectual o formación académica. Ha puesto la Mesa y servido el Banquete para que los sitiales fueran ocupados por los más modestos, por los menos destacados, por los mínimamente encumbrados.

 

¿Quién que esté allí sentado podrá enorgullecerse de sus títulos e hidalguías, o presumir de sus canonjías? Al Banquete del Señor sólo acceden los que tienen que inclinar su nuca arrepentidos y sólo tienen como pobreza para justificarse, sus lágrimas penitentes y su intensa contrición por haberle fallado.

 

El Señor nos mira desde la Cruz y nos llama, discípulos-amados, para entregarnos a Su Madre como Madre nuestra, Madre de pecadores, pero Madre de los acogidos por pura Misericordia.

 

Continuamos -justo donde dejamos ayer- esta epístola. Se sigue planteando que en la “Asamblea” no hay “sabios” de la sabiduría “mundana”; tampoco hay “poderosos”, los poderosos suelen simpatizar con la sabiduría mundana, es más juegan con ella, se mimetizan en su fondo, acomodan sus “asertos” para teñirlos con compatibilidad y hacerlos aparecer como acordes con el pensar que en cada momento se estila, es lo que se suele llamar “populismo”, y en otro sentido muy afín, “demagogia”; tampoco conforman este discipulado los que se llaman a sí mismos “los mejores” (aristocracia), presentándose como gente con una calidad superior, y se condecoran con un modo de pensar, según ellos, más fino, de mayor calidad; así bautizan su lógica para hacerla aceptable y para ponderarla.

 

Dice la epístola que Dios -por el contrario- ha escogido lo más necio, para poner en su lugar a los arrogantes. Como se dirá en Lc 14, 11- los que se ensalzan- Dios los humilla, los que se humillan, Dios los ensalza. No hay otra manera de alcanzar el Honor Celestial, “el que se gloría, que se gloríe en el Señor”

 

Nosotros nos elevamos por la escala de Jacob, subiendo y bajando del Cielo, transitando como ángeles entre lo mundano y lo espiritual, para mostrar al mundo la Verdad de Dios: Subimos y bajamos para ir a traer las Luces que Dios nos concede, como si trajéramos aceite para surtir las alcuzas de los que tienen menester para iluminar su Sendero Místico. Con nuestra lógica sencilla, podemos hablar sin revuelos, ni descrestes, sin chisporroteos y sin reventones estrepitosos, sino teñidos de claridad modesta, descomplicada, inteligible, diáfana. Prístina, como es la imagen del Señor Crucificado, que es Incontrovertible. Que habla con la lógica paradójica del Sacrificio por puro Amor.

 

 

Sal 33(32), 12-13. 18-19. 20-21

Continuamos con el mismo himno que entonamos ayer, tomamos otros versos diferentes y como antífona tenemos también una diversa. Hoy decimos por tres veces: “Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad”.

 

En la primera estrofa se observa que Dios está pendiente de toda la humanidad, sin distingos, pero sus preferencias y su cariño, son especiales, preferencias les para los de su pueblo elegido.

 

¿Quiénes le temen? Son los que se declaran sus devotos, los que le dirigen su reverencia, son ellos los que ganan las Tiernas Miradas de Dios. Él se desvela en particular por quienes se ponen en Sus Manos, esperando que la salvación sea un regalo preveniente de Dios y no confían en nadie más.

 

Su seguro, su red, su atalaya es Su santísimo Nombre, Nombre sobre todo Nombre.

 

Mt 25, 14-30



De aquí en adelante, el Evangelio según San Mateo se dedicará a la pasión y muerte: La Pascua liberadora. Esta es la última lección del Evangelio Mateano, concluimos hoy el estudio de este Evangelio.  -el lunes empezaremos nuestro estudio en 65 lecciones del Evangelio lucano, a lo que se empalmarán 5 lecciones adicionales en la primera semana de Adviento, del año Nuevo Litúrgico, ya en el ciclo C-.

 

Se ha planteado un aspecto escatológico, a saber, la venida del Reino ya definitivamente. Estamos ante la “parábola de los Talentos”, se trata de una parábola porque se está hablando de una cosa, del τάλαντον [talanton] que era una unidad monetaria que representaba 6000 dracmas, valga decir, 21 600 g de plata. Pero a lo que se alude es a un “potencial de santidad”, una fuerza sanadora y liberadora, que Dios en su Magnanimidad, deposita en las manos de cada quien, para que pueda tener que dar, para que pueda darse, para entregarse; paulatinamente, esta palabra ha llegado a significar la capacidad, habilidad e inteligencia que tiene alguien para hacer algo, muy particularmente, interpretar con un instrumento musical, producir obras de arte, o, en fin, desempeñar su rol laboral con eficiencia.


 

Podríamos decir, co-textualizando la parábola, que se está hablando de la habilidad que cada quien porta para participar en la edificación del Reino. Se construye el Reino con la Misericordia, y Dios, Dueño y Señor de este Bien, lo da con abundancia a todos para usar de Él, para el Bien del prójimo. Será el Juicio de las Naciones, y cada quien será juzgado según el generoso uso que haya dado a la dote de talentos, para favorecer al prójimo.

 

Dios no pone en las manos de cada uno la misma “suma”, dado que no todos contamos con la misma disposición para hacer florecer lo recibido. Por lo tanto, el Señor distribuye sus dones, de conformidad con la “rentabilidad” que poseamos, que demostremos.

 

Contra lo que pensamos en nuestra mentalidad contemporánea, no se nos da este “monto” para el provecho egoísta; el Señor invierte con un criterio altruista: efectivamente altruismo es antónimo de egoísmo, en el eje oposicional otro/yo = alter/ego. El egoísmo se desvela por mi interés, el altruismo se afana por favorecer al “otro”.

 

Que caracteriza al egoísmo, la desconfianza en el “otro”. Se nota que el siervo que enterró su “talento” obró de tal manera porque miró a Dios desde una perspectiva desconfiada: lo vio “exigente”, “que siega donde no siembra”, y “recoge donde no esparce”. Aquí hay un aspecto clave de la parábola en el que no hemos reparado suficientemente: lo esencial que es la imagen que se tenga de Dios para responder a su “confianza”. Verdaderamente, Él confía en su criatura, confía ampliamente, le pone a disposición todos sus bienes, y no dispone de subgerentes, supervisores y guardianes que estén en permanente alerta, y custodiando con ojo celoso.

 


Quien bien respondió a la confianza depositada será honrado con comisiones aún mayores. Quien desmerezca -con su egoísmo- será relegado a las tinieblas, disfrutará de su sombría visión de Dios, que representa, no llegar a verlo jamás.   

jueves, 29 de agosto de 2024

Viernes de la Vigésimo Primera Semana del Tiempo Ordinario

 


1Cor 1, 17-25

Vamos a iniciar un cursillo sobre la Primera Carta a los Corintios, en diez y nueve sesiones. Esta misiva fue escrita por el año 55-56 e.C. poco más o menos cinco años después de las cartas a los Tesalonicenses, a finales de su permanencia en Éfeso, que duró cerca de tres años. Para aquel entonces, Saulo había desmontado su fariseísmo recalcitrante y ahora, estaba convencido que sólo los marginales estaban dispuestos a aceptar el Evangelio.

 

De otro lado, hay que afirmar que, si uno pensaba en la sede de la perdición, por su corrupción, inmoralidad y paganismo, lo primero que se vendría a la mente sería Corintio. Era un puerto importante para el comercio griego, situado aproximadamente a 80 kilómetros de Atenas.  Allí Pablo encontró fuerte rechazo por parte de la comunidad judía que veían a Jesús como un proscrito del judaísmo, que, por haber muerto crucificado, había caído en la condición de maldito. De la visita de Pablo y la fundación de la Comunidad Corintia, nos habla Hch18, 1-17 (Segundo viaje). Fue allí donde pablo conoció a Aquila y Priscila que eran, como él, fabricantes de tiendas de campaña que vendía al ejército romano (lo que explicaría su doble nacionalidad). La carta fue escrita como reacción a la información que por Cloe le había llegado, de las crisis que allá se cocinaban.

 

La carta se inicia con una introducción que indica los destinatarios, los saluda y presenta su acción de Gracias. Esto ocupa los primeros 9 versículos de la Epístola. En los versos 10-16 desglosa los partidos y tendencias que se estaban dando en Corintio.

 

La perícopa de hoy, con la que iniciamos el estudio de este documento Paulino, hace un paralelo entre la sabiduría “mundana” y la sabiduría cristiana. Uno podría, perfectamente hablar de la contraposición entre la falsa sabiduría y la verdadera.

 

El primer argumento que encontramos es que Cristo no envió a Pablo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio. Este es el primerísimo punto.

 

Sin ninguna interrupción, establece el segundo elemento: “este anuncio no se hace con sabiduría mundana, no estriba en “palabras”; sino en una “necedad”, algo ilógico, algo fuera de la órbita del pensamiento griego, de su muy sonada y famosa “lógica”. Este anuncio está asentado sobre la Cruz.

 

¿Quiere esto decir que el bautismo es lo de menos? ¡Absolutamente! Lo que quiere decir es que su misión es la del “heraldo”, la del “Keryx”, y, otros tienen a cargo la Sacramentalidad. Algo así como si en agricultura dijéramos, a uno corresponde esparcir la semilla y otros operarios tienen a su cargo, despejar, limpiar, abonar, regar. Todos, toditos somos operarios del mismo Señor, Dueño del Campo. ¡No es cosa de nombres! aun hoy unos quieren mantener en sus manos los méritos y hacerse dueños y señores de lo que pertenece a Cristo Nuestro Señor. Esto es introducir divisionismo. Aquí no hay otro Señor que Nuestro Dueño.

 

¿Nuestro Dueño? ¡Si! Porque Él nos compró a precio de Su sangre; pero nos compró, no para retenernos esclavos, sino para que fueras Libres en Jesucristo. Todo intento de someternos es una labor diabólica: Que se sepa bien, nuestra formación no contiene procedimientos de sujeción, no hay un sacramento de “cortarnos las alas”, al contrario, los “pastores” que dios nos ha dado están allí para darnos alas, y esas alas sirven para volar hacia Dios.

 

Aquí se nos presenta un verdadero axioma del “sistema del pensamiento cristiano”: «El mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen».  

 

Cuando hablamos de la Cruz como anuncio esencial, como médula del kerigma, tenemos que entender que la cruz lleva asociado un mensaje de “no-violencia”. Los de la sabiduría del mundo inmediatamente se acomodan el cinturón para asegurarse que n se les escurran los pantalones, porque les están tocando su “intachable-ideología” la de la guerra, su tan acariciado belicismo, su tan comercial armamentismo. ¡Que no nos hablen de paz, que no nos toquen el negocito!

 

La sabiduría de Dios, si la quieren aprender, está en el Crucificado: ¡Mirad al que traspasaron!

 

Sal 33(32), 1-2. 4-5. 10-12

Vamos buscando a Dios como si el estuviera, como el cofre de un tesoro, en un sitio, en un solo sitio. Caminamos leguas y leguas buscando al Emmanuel, es más, acostumbrados a mirar al firmamento -confundiéndolo con el Cielo- precisamos su Presencia en las alturas, cuando la fe nos habla de las Alturas para estipular su Inabarcable Grandeza. Alturas simboliza que lo llena todo y Emmanuel que va siempre con nosotros. Habita en nuestro corazón y los sensores se deben dirigir a nuestro interior, a nuestro corazón, donde ha venido a habitar. Ese Habitante Grandioso, Altísimo (no tiene nada que ver con estatura), tiene dos Talantes que configuran su Perfil: Justicia y Rectitud. No hay que mirar sólo hacia arriba: ¡Él llena toda la tierra!

 

Prestemos atención a lo que nos “revela” este himno” que se proclama hoy: “Su Misericordia llena la tierra”.

 

¿No están estas dos perspectivas en contradicción? ¿Llena la tierra o está en nuestro corazón? Uno de dos… ¡Pues no! Él llena la tierra porque en toda la tierra hay habitantes que creen en Él, que Lo llevan en su corazón, de esa manera llena la tierra con su Presencia, porque está Presente en todos los que se reclaman discípulos suyos. Llena también la tierra de manera sacramental, en los Elementos que el santificó para que fueran soporte de su Presencia Universal, demos dos ejemplos: Dónde haya agua que potencialmente llegue a servir para bautizar -porque cuando Él fue bautizado, santifico toda el agua de la tierra; segundo, en cada sagrario donde haya formas consagradas; para limitarnos solo a estos dos. Su Presencia Sacramental es, por antonomasia- Misericordia que llena la tierra.

 

Esto no es cualquier cosa, que Dios sea Dios-con-nosotros, es algo verdaderamente digno de festejar, no sólo los consagrados, sino todos los que tengan algo de bueno, algo de anhelo de Encontrarlo, estamos llamados a entonar -acompañados por la cítara- los cantos y los himnos más hermosos. Busquemos con diligencia un arpa decacorde para tocar en Su Honor.

 

Lo que viene de Dios son todas, acciones leales y todas las Palabras que pronuncian Sus Labios, son Palabras Sinceras. ¿Por qué lo adornan la Justicia y la Rectitud? Muy sencillo, porque estos dos rasgos son las características que Él más ama.

 

Ya sabemos que hay dos clases de sabiduría -la mala y la buena, la mala es la que tiene los perversos, los que obran el mal, sus planes Dios los desbaratará; también está la sabiduría Divina, que traza siempre planes justos, dirigidos por el Espíritu de la Rectitud, esos proyectos son eternamente duraderos, porque son los planes de dios Omnipotente, que lo único que no puede es obrar el mal, porque se saldría de su Justica y de su Rectitud. Lo único que Dios no puede es negar la Inquebrantable Bondad de su Propia Misericordia.

 

Nos unimos al salmo proclamando por triplicado que “La Misericordia del Señor llena la tierra”. חֶ֥סֶד יְ֝הוָ֗ה מָלְאָ֥ה הָאָֽרֶץ׃ [Jesed Yahweh ma-leja hajares] Más exactamente dice: “La Lealtad del Señor a Su Alianza, llena toda la tierra”. En tal caso, la Misericordia queda definida como “Fidelidad de Dios a sus Pactos”.

 

Mt 25, 1-13



Vamos a proceder con una parábola, es otra parábola donde se explicita en qué consiste el Reino de los Cielos. Viene bien reiterar que el judaísmo no pronuncia el Nombre de Dios, por ser algo tan Santo, es el superlativo de la santidad; se abstienen de pronunciarlo para que la pecaminosidad de nuestros labios no Lo manchen. Mateo que es un judío, hablándoles a los judíos, no puede pronunciar el Nombre Santísimo, por eso en vez de nombrarlo dice “de los Cielos”.

 

Esta zona del Evangelio Mateano nos presenta un estudio escatológico. De nuevo, no nos da datos sobre fecha, ni pistas para ponerle “fecha fija”, “tiquete de caducidad”. El cuándo, permanece incognito, pero -lo que si es definitivo- es que nos enseña que debemos prepararnos, hacer los trámites de pasaporte, pagar los impuestos de aduana, preparar ls valijas, y poner al día todos los tramites que estén pendientes.

 

El tema que hoy nos ha tenido atentos es el tema de la sabiduría dúplex. Muchas veces pensamos que hay una sola sabiduría y que toda sabiduría tiene que ser buena y no sabíamos que hay una sabiduría engañosa, una falsa sabiduría, en realidad se trata de una ignorancia engalanada, prepotente, maquillada, con muchísimas cirugías plásticas a cuestas.

 

La falsa sabiduría es inmediatista: no lleva aceite extra porque piensa que todo sobrevendrá cuando se nos antoje, es por eso que no es previsiva. Para esa sabiduría, el novio tiene que llegar -y eso les pasa a las “novias” caprichosas, cuando ellas se los ordenen, para esa clase de novias, el Novio es un mequetrefe, y según su dictadura, tendrá que acceder a sus horarios.

 

Como así se han acostumbrado, a la hora que se anuncie la Llegada, pretenderán confundir con patrañas la sabiduría verdadera y sonsacarles el aceite. Con carita mañosa tenderán a la verdaderamente sabias, sus alcuzas, pidiéndoles que compartan lo que no se puede compartir. ¡Atención! Este tipo de aceite es “personal e intransferible”.

 


Esta parábola contiene una enseñanza preciosa: Cuando se abra la puerta de la verdad, no habrá, aplazamientos, ni entradas saltando la cerca, o por la ventana rompiendo el vidrio, sólo habrá una entrada, y sólo estará abierta cuando “suene la trompeta” que anuncia el principio del banquete de Bodas del Cordero.

 

Cuando lleguen las de la falsa sabiduría, el Señor no podrá mentir: no las podrá reconocer porque ¡nunca antes las ha visto! Él, que siempre habla con Verdad, no podrá mentir en esa Hora.

No le demos vueltas al asunto: Hay una sola solución. ¡Estar siempre alertas, velando, porque desconocemos el día y la hora!

miércoles, 28 de agosto de 2024

MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA


 

Jr 1. 17-19

 

El Señor les dio el coraje y el empuje para superar esas dificultades.

Carlo María Martini

 

En los relatos “vocacionales”, uno encuentra que Dios no va en busca de aquellos que reúnen una serie de cualidades especiales, sino que Él llama y dota de todos los atributos requeridos, poniéndolos en la persona que ha sido vocacionada.

 

Aquí hay un no sé qué de confianza, hasta de familiaridad, lo cierto es que -contrario al “terror pánico” que invade a muchos de los vocacionados, Jeremías, reboza confianza, a una vez que serenidad, pese a su personalidad un tanto tímida.

 

Aparece aquí la palabra מָתְנָ֫יִם [mothen] traducida por “lomos”, pero que significa también “cintura”; תֶּאְזֹ֣ר מָתְנֶ֔יךָ [tezor mateneka] “cíñete la cintura”. Consiste en atarse la vestidura para poder salir de casa. Un tanto análogo con aquel “amárrese los pantalones”, que enfatiza menos el arreglarse las vestiduras, como el “afianzarse en una decisión”, “no vacilar para nada” ante la tarea propuesta: ¡Ponte en píe y diles lo que Yo te mando!

 

Así que en este “relato vocacional”, Dios deja brillar su Accionar y su Poder, y cómo lo deposita en la personalidad del “vocacionado”, otorgándole todo lo indispensable al cumplimiento de lo encargado: Ten confianza en Mí, tu misión está en Mis manos.

 


Hay dos visiones previas (Jer 1, 11-15), donde esta investidura se oferta en un doble plano:

1)    La Palabra que va a pronunciar será Palabra eficaz.

2)    La Palabra estará llena de Mensaje, rica en significación

 

Las visiones son respectivamente simbolizadas con una rama de almendro y con una olla hirviente puesta al fuego, como presagio de calamidades venideras, la olla está a punto de derramarse por su hervor.

 

Estas dotes que el Señor le entrega aparecen aquí enumeradas:

a)    Te convierto en Plaza Fuerte

b)    En columna de hierro

c)    En muralla de bronce

 

Con esta solidez enfrentará a

a)     Los reyes y los príncipes de Judá

b)    Los sacerdotes

c)    Las gentes del campo

 

El Señor le confiere la divisa para su escudo: “Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque Yo estoy contigo para librarte”.

 

Sal 71(70), 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17



Se trata de un salmo de súplica. Al leer el salmo integro, nos damos cuenta que el Salmo se orienta a rogar ante la llegada de los años seniles y las debilidades que les son connaturales. Sin embargo, la perícopa proclamada lo hace extenso a una situación más general, ante la acechanza de peligros y enemigos que van brotando en el camino y sirviendo de obstáculos insuperables, rogamos para que el Señor sea nuestro defensor y nos brinde su defensa y nos socorra con fuerzas suficientes para remontar los percances que la vida nos presente, hasta que lleguemos al Culmen, que es Su Presencia.

 

Cuando la lluvia arrecia, y estamos a la intemperie, siempre buscamos, afanosos, un alero, bajo el cual nos podemos proteger. Aquí las amenazas que se ensañan son la lluvia tempestuosa, y Dios, el refugio que nos resguarda. Él no vacila, ni atraviesa remilgos, para ser Paraguas, contra el más torrencial chaparrón. Por eso lo llamamos Justo, porque no es discriminatorio. Además, Él inclina la cabeza -con Ternura- para escuchar mejor nuestras plegarias y permitir que en Su Corazón florezca la solución que nosotros le suplicamos.

 

Si nos atacan a pedradas, Él es una roca que sirve de farallón inexpugnable, es una barrera de acero que no puede ser penetrada por el proyectil más poderoso. Y le rogamos que, con Su Misericordia, haga tullida, toda mano que pretenda descalabrarnos.

 

Agradezcamos al salmista que hace manifiesta la Presencia de Dios en nuestras vidas, que llega tan pronto a nuestro ser que ya está en nuestra juventud, en nuestros más infantiles años e incluso antes de nuestro nacimiento cuando nos hemos vuelto sueño ilusionado en el corazón de nuestros padres, porque ya Él estaba Pensándonos y Escribiendo un nombre para nosotros en el Libro de la Vida.

 

Aprovechamos esta súplica para declarar y reconocer que ha sido Dios quien nos dotó de labios y pensamiento que conocieran palabras y entendieran cómo glorificarlo, para que, desde nuestro primer momento, con nuestras primeras palabras y hasta el fin de nuestros días, estemos siempre cantándole alabanzas y glorificando Su Santísimo Nombre, que es Justicia, que es Rectitud, que es Derecho, porque Él vela por todos nuestros derechos y los defiende de todo depredador. No sólo nos ha dado Mandamientos, también nos ha dado “profetas”, “precursores” que denuncian, que nos señalan donde reina la injusticia, el atropello, la impiedad, la iniquidad, donde Él quiere que llevemos la Voz de la Denuncia.

 

Mc 6, 17-29

Lo que me impresiona es la multiplicidad de las personas, de las pasiones, de los intereses, de las mezquindades, de las bellaquerías, de las crueldades que giran alrededor de Juan Bautista: Herodes, Herodías, la hija, los invitados, los asesinos, los guardias, todos parecen esclavos de una lógica del poder, de temor, de envidia, de venganza, de sensualidad.

Carlo María Martini

 



Jesús envía sus discípulos comisionados para anunciar el Reino de Dios. Tal vez el hagiógrafo tendría que seguir su relato narrando cómo les fue en su tarea, después de ser preparados por el propio Jesús, uno esperaría que continuara en esa línea. Pero eso no es lo que hace Marcos. Antes de contar que regresaron y cómo les fue, y que digan que obraron prodigios y que hasta los demonios les obedecían, él pasa a relatar el “Martirio de San Juan -El Bautista”. Esta interpolación nos permitiría decir que este evento, pinta cómo les fue. Que el producto fue la expulsión de demonios, es cierto, pero, antes de que los demonios sean ahuyentados, ellos tuvieron que asperjar la historia con su propia sangre. Por eso es que este relato está insertado ahí, para dejarnos ver que la Evangelización que señaliza la ruta salvífica, está pintado con tinta sangre, la de los “precursores”: «Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia»» (Ap 7, 14-15).

 

¿Cómo se engancha y que pieza la sirve de puente, a lo que se bien relatando, para insertar la decapitación del “precursor”? A las noticias que le runruneaban en el oído a Herodes acerca de Jesús. Aquí se introduce una idea muy cristiana, la de “resurrección”. (Aquí había que recordar que Marcos no tiene los relatos “resurreccionales” de Jesús, y sólo nos relata de un “joven” que les dijo a las mujeres que n o lo buscaran entre los muertos porque Él había Resucitado).

 

Nos dice, también que algunos pensaban que Juan era el esperado profeta Elías, que aún los judíos siguen esperando que vuelva, puesto que se había augurado que Elías habría de volver -por eso no había muerto, sino que sólo había sido llevado por una carroza- poco antes que llegara el Mesías.

 


En conclusión, ¿qué explicación había escogido Herodes? Se había ido por la de Juan resucitado.

 

¿Cómo empezó esta bronca? Juan le había dicho que no era licito que él viviera en adulterio con la esposa de su hermano, se granjeó el encono de Herodes y de su mujer, así que Herodes lo mando a apresar y lo tenía encarcelado.

 

Con motivo de una fiesta-banquete que se ofreció por el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailo, uno de esos meneos de cinturita que dejó enloquecido y con ojos desorbitados a Herodes, y le ofreció que le daría cualquier cosa que pidiera inclusive medio país del que le habían entregado en administración. Debe anotarse que Herodes no tenía real autoridad para entregar nada, el país le “pertenecía” a los romanos que lo sujetaban bajo su imperio. Sin embargo, los investigadores no dudan que quizás lo ofreciera, puesto que la gente alcoholizada -se pasa de lengua- y suelen ofrecer hasta lo que no tienen.

 

La chica en cuestión -azuzada por su madre- pidió la cabeza de Juan, y un verdugo fue automáticamente enviado para cumplir la ejecución y traerle a la joven la satisfacción de aquel cruento capricho. Esto es lo que traemos hoy al corazón. La memoria de un “precursor”, no solo por ir delante anunciando su venida -como heraldo-, sino, lo más grande, honra y honor de su vida y su fidelidad, por haber caminado por delante de Jesús en la entrega de su propia vida por la causa del Reino. Juan fue precursor, además, con su martirio.