Ec
11,9-12,8
¡Mientras puedan,
recojan capullos de rosa!
Robert Herrick
Toda
la perícopa está enmarcada en el co-texto de prodigarle, a un joven, las
recomendaciones para que valore su juventud y la aproveche. No dejando por
fuera el hecho de que la juventud, con todo su esplendor, también es “vana
ilusión. (Esta es otra manera de traducir la fórmula הָֽבֶל
[Jabel] “vacío”, “humo”, que se repite en 11,10 y, nuevamente en 12,8).
Después
de 12, 8, viene un epilogo que concluye el Libro (12,9-14). Por eso, con este
comentario, se cierra nuestro asomo al Qohélet. La semana próxima, la
dedicaremos al estudio del Libro de Job, otro Libro con carácter sapiencial.
Añadiremos aquí, que el género sapiencial entró en intensa crisis, y esa crisis
la podemos detectar y rastrear con un serio estudio de estas tres que hemos
enhebrado consecutivamente: Proverbios, Qohélet y Job.
Los
consejos que se les dan a los jóvenes están referidos a un ejercicio
proyectivo, donde se les invita a mirar hacia la adultez madura, y ver como
todo el ímpetu y los desmanes de la juventud, inexorablemente desembocaran en
ese estado de decaimiento y ruina que traen consigo los achaques.
En
la primera parte 11,9-11,10 encontramos unas recomendaciones que suenan
extrañas, y hasta licenciosas:
a) Disfruta de lo
bueno ahora que puedes
b) Déjate llevar por
los impulsos del corazón
c) Y por todo lo que
ves
A
esta formulación subyace un principio sibarita: Si se te cruza en el camino uno
de estos placeres, sería digno de castigo, dejarlo pasar: “recuerda que de todo
ello Dios te pedirá cuentas”, como quien dice “peca el que deja pasar la
oportunidad del desfogo”; los que quieren optar por esta interpretación acusan a
los otros de “reprimidos” para tener excusa para sus libertinajes.
Esta
idea se refuerza cuando le dice que saque de su mente cualquier כָּ֫עַס
[ka-as] “escrúpulo”, “molestia”, menosprecio” y elimina de tus pensamientos lo
que te cause רָע [raj] “enfermedad”, “sufrimiento”.
El
Qohélet se refiere a la salud, y al empuje vital con unas imágenes muy caras a
la cultura oriental, son los semitismos:
a) El cordón de plata
b) La olla de oro
c) El cántaro a
orillas de la fuente
d) La polea del pozo
Estos
son los “dones” que ha recibido la juventud. Porque después sobrevendrán las
dos últimas escenas de la vida
1. E polvo volverá a
la tierra
2. El espíritu volverá
a Dios
No
se vaya a implicar el alma de la persona, sino simplemente el soplo vital que
Dios le prestó y que lo anima. Algo semejante a la pila que hace mover y hasta
sonar al muñeco.
En
12, 8, Qohélet no se niega la oportunidad de repetir una vez más su eslogan: הֲבֵ֧ל הֲבָלִ֛ים אָמַ֥ר הַקֹּוהֶ֖לֶת
הַכֹּ֥ל הָֽבֶל׃ “Vanidad de vanidades,
dijo Qohélet (el Convocador), todo es Vanidad (pura ilusión)”.
Sal 90(89) 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17
…porque
a la hora que menos penséis vendrá el momento en que llegue el dueño de la casa
a pediros cuentas.
Lc 12,
40
Este es un salmo de súplica. es el único salmo que se
atribuye a Moisés. Va a tratar el asunto de la fragilidad de la vida humana y
representa una profunda glosa a la perícopa de Qohélet que hemos examinado.
Nuestra debilidad y nuestra caducidad humana parece apuntar a revelarnos que el
hombre no-es, frente a Dios, el Único que en su perennidad Es.
Ante
la velocidad y la inexorabilidad del tiempo que trae, remolcado, el carromato
de la senectud, con sus destartaladas ruedas y sus chirriantes tablas y ejes,
nos vemos obligado sa reconocer que la vida humana es el epítome de la
brevedad. Las flores en la tumba son consuelo para el difunto que allí yace,
porque le permiten visualizar cuan tamaña es la belleza y -sin embargo- cuán
efímera. Nuestra radiante carroza, rueda siempre presurosa a su jamás
bienvenido fin.
Aun
a sabiendas de la transitoriedad de todo placer, hemos de vivir sin desenfocar
que nada es para siempre.
a) Dios crea -a partir
del material humano- sólo polvo le vasta llamarnos de vuelta a la tierra que fue
en si Manos la materia prima. Adán está hecho de adama (tierra fina que usa el
alfarero).
b) Un siglo o más, no
alcanza a ser un segundo en el reloj Divino.
c) Vemos a veces
crecer el pasto, y por la tarde vemos las máquinas podadoras en los prados y entendemos
el significado de la caducidad.
d) ¿Cuál es, en suma,
la súplica de este salmo? Que viendo lo pasajero que es todo y que todo está
destinado a llegar a su fin, nosotros derivemos de eso, un sentido de
aprovechamiento intenso y de rendir, mientras dure, los frutos más hermosos y
sabrosos, a la mayor Gloria de Dios.
e) Si en la juventud,
YHWH nos inyecta con el elixir de la Sabiduría, nuestra vida no pasará en vano,
sino que sabremos emprender tareas prosperas que reflejen la Misericordia de
Dios como Bondad bajada de los Cielos.
Te
suplicamos: ¡enséñanos a calcular nuestros días!
Lc 9, 43b-45
Sólo estas palabras nos
curan de la sordera que nos mata. Dejarlas entrar en los oídos es la condición
para poder “escuchar y “amar” según el mandato del Deuteronomio 6, 4s.
Silvano Fausti
Ciertos valores y ciertos conceptos, en
vista de su importancia, al pedagogo no le queda más remedio que repetirlos
hasta incurrir en la repetitividad más fuerte, aun cuando el alumno nos acuse
de pesados. Jesús -como excelente pedagogo que Es, nos dice, una y otra vez,
como quien previene a su estudiante de los peligros que le amenazan a la vuelta
de la esquina: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.
Y nos advierte, “grábense bien estas palabras”.
Detrás de la palabra “Mesías”, había una
carga muy pesada de tradiciones que apuntaban hacia la imagen de un poderoso
líder político militar cuya identidad más patente se configuraba en torno a
David como gobernante heroico y enérgico, que llevó a Israel a vivir uno de sus
grandes momentos de esplendor, y donde, con el sometimiento de diversos
pueblos, se habían visto cortejados con exención tributaria, ya que los
avasallados tenían que pagar y ellos no. Además, David había logrado fortificar
a Jerusalén y darles libertad respecto de los opresores que antes los tuvieron
bajo su férula.
Todo este imaginario les hablaba de
“victoria”, y no de derrota, así pues, ¿cómo podían entender que les hablara de
“ser entregado en manos de los hombres? Cuando ellos ya se veían sentados en
los puestos de mando y poder, se veían al frente de la economía y del dominio,
aspiraban a los cargos gubernamentales más sobresalientes, a títulos, honores y
banquetes; ellos se acercaban y le preguntaban si quería que hicieran llover
fuego -seguramente recordando cómo fue al fin de Sodoma y Gomorra- bajo la ira
de Dios, o como hizo llover fuego el profeta Elías. Esta imagen mesiánica de
“hacer llover fuego”, como quien espera que Jesús los autorizara al bombardeo
con misiles, nos permite imaginarnos lo imposible que era para ellos entender
este lenguaje de Jesús que se opone radicalmente al imaginario que los
dominaba.
Para Jesús era urgente que entendieran
de qué les estaba hablando, cómo era su proyecto salvífico, cuál era la
estructura de su “Buena Nueva”, para que la pudieran predicar. Si no lograban sacudirse estas falsas imágenes
¿Cómo podrían ser los portadores de Su Evangelio?
Aún hoy día muchos levantan los ojos
para mirar al que traspasaron y sólo ven una derrota, y siguen esperando que se
baje de la cruz y empiece a “hacer llover fuego”. Y, claro, muchos se
comprometen en el proyecto de hacer llover fuego en nombre del que sólo quiere
traer Paz, Fraternidad y Solidaridad. En la cruz, en realidad, está crucificado
un Proyecto que no nos animamos a asumir, mientras continuamos diciéndole que
está equivocado, que debe llenarse de ira y acabar con este negocio que no
marcha como ellos quieren.
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