viernes, 20 de septiembre de 2024

San Mateo

 




Ef 4, 1-7. 11-13

El punto de partida para la perícopa de hoy es el de un hombre que, desde la cárcel, y apelando a tal cautividad, pide a los destinatarios coherencia (se usa la palabra ἀξίως [axios] que significa “digno”) con el llamado que les han hecho. Ciertamente sería absurdo que -por ejemplo- se convocara a un equipo de personas, tenidas por honestas, a trabajar en pro de la honestidad, y en la práctica de esta labor, se recurriera a tretas y artificios de deshonestidad.

 

La convocatoria que se ha hecho, en este caso, es en pro de unos valores que -a lo largo de la perícopa- se van señalando. Podemos decir que el mensaje se ha estructurado cuidadosamente para que sea muy claro el sentido exhortativo de la carta. Pide, ante todo -y será muy importante porque lo pone de primeras, y lo que primero se dice, suele ser lo primordial-  que sean ταπεινοφροσύνης [tapeinofrosines] es lo contrario de “autosuficiente”, “nada arrogante del propio yo”, “modesto”, “sencillo”, “sin ínfulas”, “discreto”, “sobrio”, esta condición nos facilita someternos al Señor, dejarnos en Su Manos, “deshacernos en confianza”, “abandonarnos en Él”. Y, luego, segunda virtud de la lista: πραΰτητος [prautetos] es una “mansedumbre” muy especial, dada por Dios, podríamos decir que es una virtud teologal, (otra además de la fe la esperanza y la caridad). Nosotros muchas veces hablamos de una mansedumbre que resulta de “agachar la cabeza”, en cambio, esta mansedumbre surge de otra parte, viene directamente de Dios al hombre, por eso la llamamos “mansedumbre teologal”.

 

Pasamos al tercer valor por el que clama la Carta a los Efesios: ser μακροθυμίας [makrotymias] es una virtud poco conocida entre nosotros, lo contrario de la explosividad, aquella virtud que nos enseña a “contar hasta diez”, es la “longanimidad”, aunque nadie parece recordar de que se trata, tiene un hondo parentesco con la imperturbabilidad, pero difiere porque tiene cero por ciento de “indiferencia”, no se parece a la “impavidez”, pero es como un filtro que condensa la fuerza eruptiva y la potencia, al no dispararla incontenidamente, sino que la energiza, aplicándola sabia y prudentemente en el punto y momento estratégico.

 

Luego enumera varios valores fundamentales, muy útiles y aplicables a la sinodalidad:

 

a)    Sobrellévense mutuamente con amor

b)    Esfuércense en mantener la unidad del Espíritu -apoyados en- el vínculo de la paz.

c)   La vocación a la que hemos sido llamados es, como un solo cuerpo y una sola alma, revestidos con una única coraza, un chaleco reforzado que modela y contiene la esperanza unificadora.

d)  Todo esto se conjuga en una razón de ser de la sinodalidad que ha de frutecer en una meta teleológica: un Señor, una Fe, un Bautismo, Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo y lo penetra todo y lo invade todo.

 

Muchas personas han entendido esto como una suerte de kirigami, donde todas las figuritas obtenidas son exactamente iguales. No se trata de esto; seguramente por eso, a continuación, la carta habla de las diferencias y remarca que cada quien tiene los carismas propios, y las gracias que los individualiza “según la medida del Don de Cristo”. Esa diversidad resultante, lejos de ser inconveniente, puede y debe estimularse, la diferencia siempre es vital, enriquecedora, deseable. La diversidad en la Comunidad es sintomática de Fuerza Vital, así ha hecho el Señor todas las cosas y todas las personas.

 

Sufrimos de un fortísimo prejuicio contra la diversidad, cuando, aquí la Carta a los Efesios la saluda: señalando que es útil para “el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio y para la edificación del Cuerpo de Cristo”. Dejemos que cada quien encuentre su carisma, y florezca con los talentos que el Señor le haya confiado, esa floración -sin duda- redundará en la Glorificación de la Trinidad Santísima. No desconfiemos de la diversidad cada quien sabe sembrar mejor en ciertos corazones.

 

La perícopa entiende muy bien que esto está demarcando el camino, y sólo al llegar, nos encontraremos con los ideales realizados del “hombre perfecto” a la medida del Hijo de Dios, Nuestro-Señor-Pleroma, en la Fe y en el Conocimiento: Por ahora, somos homo viator, (sin predeterminaciones, con libertad plena para avanzar certeramente o desviarnos), peregrinos en proceso hacia la Patria Celestial.

 

Sal 19(18), 2-3. 4-5

Este salmo es de la familia de los himnos, o sea una Alabanza al Señor. Consta de dos partes, esta vez, y para esta perícopa tomaremos 4 versos de la primera parte, que data de antiquísimo, donde el salmista, al contemplar la naturaleza, alaba arrobado la Magnificencia Divina.

 

La Fe del Israelita está totalmente cimentada en la Ley. El judío oye en cada Ley la Voz de Dios que lo dirige. Así que su norte y su derrotero son la Torah. Para él, el cosmos entero es un mecanismo de relojería perfecto, y Dios nos muestra su armonía cósmica para hablarnos y simbolizarnos la perfección del Cuerpo Legal que nos regaló. Así que en la naturaleza el judío ve un paralelismo con el Lenguaje Divino: vamos pues a lenguajear: De sus 14 versos vamos a tomar sólo 4, y con esos 4 versos vamos a componer una breve alabanza a la Creación, con su lenguaje silencioso, que sin romper la quietud alaba y gloría a su Hacedor.

 

El astrónomo puede fascinarse y mirar día tras día por sus cada vez más perfeccionados recursos telescópicos y ¿qué verá? Los cuerpos celestes -sumidos en el silencio cósmico- proclamando que Dios es Descomunalmente Maravilloso, El astrónomo como el salmista no se atreverán a romper ese silencio que alaba y bendice, así que con su quedo palpitar, orará su Alabanza, enternecido y maravillado.

 

Este lenguaje lo llena todo, no con estruendo sino con reverencia, no con bullaranga, sino con un himno lacónico que calla ente la insuficiencia de la palabra humana.

 

Mt 9, 9-13

Suponemos que los publicanos eran un ejército de cajeros, colectando los impuestos por todo el imperio; eso no es lo que han encontrado los historiadores. Lo cierto -parece ser- que, algunos personajes muy adinerados, negociaban con los gobernantes y administradores del Imperio, y compraban a los Romanos, la titularidad del cobro de los impuestos y de la invención de otros cobros y otros rubros, dejados a la creatividad de estos adinerados. Muchas veces, esta línea de titularidad subarrendaba el cobro a terceros, que, en no pocas oportunidades, contrataban “empleados de “tercera línea” como cobradores efectivos. Ellos sí, se hacían a una banda de mercachifles que se veían condenados a ponerse al sol, en su “mostrador”, y darle la cara a los “contribuyentes” que eran los nativos de las naciones militarmente conquistadas y sometidas, ya que los ciudadanos no cotizaban. Toda esta caterva de “sanguijuelas” desangraban a los pueblos y se hacían odiosos, especialmente porque todo el enojo se descargaba contra la “cara” que veían llevarse lo que tantos sudores les costaba. Mateo era de los que daban la cara en esta tan desagradable y repugnante satrapía.

 

Como en todas estas burocracias, había una consecutividad entre el pez más grande y el pez más chico, no quedando vacíos que no fueran llenados por peces de media monta, que elevaban onerosamente los cobros. Eso sí, los cuerpos militares del Imperio debían respaldo a esta función que los enriquecía y fortalecía, y que brindaba su solidez y poderío a Roma. El Señor siempre pasa, y os invita a dejar el deplorable rincón en el que nos acomodamos y dejar de cobrar impuestos para los romanos y hacernos sus discípulos.

 

El Señor no sigue ningún tipo de procesualidad con él, directamente viene y lo convida, a dejar eso y venirse con Él. A continuación, nos encontramos con Jesús sentado a la mesa en casa de Mateo, acompañado de otros cobradores de impuestos, gente tenida por pecadora, y sus discípulos.


 

Jesús no se atuvo a ningún estereotipo, miraba y veía personas, no prejuicios. Si queremos desempañar nuestra mirada, sobrepasemos los preconceptos que prematuramente hacemos. Esto está imbricado con el lema que Papa Francisco ha sostenido: “En la Iglesia ninguno sobra, ningún está a más, hay espacio para todos. Así como somos. Todos”.

jueves, 19 de septiembre de 2024

Viernes de la Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario


 

1 Cor 15, 12-20

La Resurrección de Cristo es el motor de vida que vence la muerte y la injusticia… Aquí está la solidaridad de Jesús para con nosotros: Él es nuestro compañero de camino, no solo en la vida, sino también en la muerte, que es el paso definitivo hacia la vida de Dios.

José Bortolini

 

Hoy llega a su fin nuestro estudio de esta Carta, hemos de anotar que la 2ª a los Corintios no se estudia en el ciclo par, sino en el ciclo impar. A riesgo de extendernos, nos gustaría hacer una revisión, muy general, de los temas tratados, y dar una panorámica de cómo se enlazaron o cómo se encadenó su continuidad dentro de la Epístola:

 

a)    Señala la aparición de facciones al interior de la Iglesia de Corintio, con liderazgos divergentes: sabiendo -como en el fondo lo sabían- que el Único liderazgo válido es el de Jesucristo.

b)    Casos de inmoralidad (hombre que convivía con su madrastra).

c)    Examen de los “estados de vida”, y de la Virginidad como consagración al Servicio del Señor.

d)    Examen del asunto de la carne de los animales ofrecidos a los ídolos.

e)    Abusos dentro de la Cena del Señor. Agresión psicológica de los menos favorecidos, durante la celebración del ágape-fraterno.

Se indica que el amor-ágape (en latín caritas) debe ser el espíritu de la Celebración Eucarística.

f)     Los carismas como herramienta para concretizar el amor-agape en la Comunidad.

g)    El tema de la Resurrección del Señor como pivote de la fe cristiana. Poniendo de relieve que la resurrección es una heredad que nos comparte el Señor.

 

El planteamiento de hoy se desarrolla con un artificio racionalista, se plantean algo parecido a “silogismos”, que son proposiciones articuladas, por lo general en número de tres, donde la tercera dimana de las dos anteriores -como una planta brota de su semilla-, se dan casos especiales, como los entimemas, que son silogismo “abreviados” donde se sobrentiende una de las premisas, y con sólo dos proposiciones, -que se llaman antecedente y consiguiente- ya emana la consecuencia lógica, expresada, precisamente en el consiguiente. Estamos -además- ante un sorites, (una especie de poli-silogismo) que podríamos definir como una “ametralladora” de silogismos, se suceden uno tras otro.

 

12. Ahora bien, si proclamamos un Mesías resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos ahí que no hay resurrección de los muertos?

13. Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

14. Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido, como tampoco la fe de ustedes.

15. Con eso pasamos a ser falsos testigos de Dios, pues afirmamos que Dios resucitó a Cristo, siendo así que no lo resucitó, si es cierto que los muertos no resucitan.

16. Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo pudo resucitar.

17. Y si Cristo no resucitó, de nada les sirve su fe: ustedes siguen en sus pecados.

18. Y, para decirlo sin rodeos, los que se durmieron en Cristo están totalmente perdidos.

19. Si nuestra esperanza en Cristo se termina con la vida presente, somos los más infelices de todos los hombres.

20. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo él primero y primicia de los que se durmieron.


 

Vamos a intentar separar cada silogismo:

1)    Ahora bien, si proclamamos un Mesías resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos ahí que no hay resurrección de los muertos? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

2)    Y si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene contenido.

3)    Y si Cristo no resucitó ,… tampoco la fe de ustedes (tiene contenido).

4)    Sí nuestra predicación tampoco la de los corintios tiene contenido, resulta que pasan a ser falsos testigos (porque, precisamente, ellos están afirmando que Dios resucitó a Cristo.

5)    Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo pudo resucitar,

6)    Y si Cristo no resucitó, de nada les sirve su fe: ustedes siguen en sus pecados

7)    Y si Cristo no resucitó, los que se durmieron en Cristo están totalmente perdidos.

8)    Si nuestra esperanza en Cristo se termina con la vida presente, somos los más infelices de todos los hombres.

9)    Pero si Cristo Resucitó, la conclusión general de todo lo anterior, es todo lo contrario (porque de una primera premisa falsa y una segunda falsa, no se puede concluir. Lo que se diga flotará en la incertidumbre.

 

Sólo si la premisa de la resurrección es cierta, podremos entonces reposar en la certeza de nuestra fe. De cualquier otra manera, somos los más infelices de la humanidad entera. No se demuestra le resurrección, lo que se demuestra es la necesidad de aceptarla, como condicionante para superar la infelicidad de nuestra incertidumbre. Y esta certeza reposa en la abundancia de los testimonios (como se vio ayer): “Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto”.

 

Y, ¿a dónde conduce todo este galanteo con el racionalismo? ¿Es simple arrogancia de Pablo para mostrar su avezada habilidad con el racionamiento griego? ¡No! en verdad de lo que se trata es de la inteligente adaptación al pensamiento del interlocutor. Pablo sigue el único camino viable, en una cultura racionalista, con una firme confianza en el poder del pensamiento; no se puede “dialogar” con alguien así, sino partiendo de sus propias premisas lógicas. Eso es lo que hace Pablo, acepta pasar su propio balón al estadio del “contendor”. De otra manera se empantanaría en un dialogo con sordos.

 

Se puede decir que la filosofía, y el tipo de pensamiento que le es afín, data de principios del siglo VI a. C. y poco a poco fue empapando todo el pensamiento del mundo mediterráneo y de las comunidades que fueron volcándose hacia la propuesta cristiana. Sabemos que lo disolución del imperio Greco no puso fin a esta lógica, sino que el imperio romano la prohijó y la hizo suya. La habilidad de Pablo consistió en la búsqueda de puntos de comprensión y acercamiento para poder llevar el kerigma a tantas partes como pudo en sus tesoneras jornadas que lo llevaron a Roma; sabemos que sus planes apuntaban a llegar hasta la propia España, extremo occidental del mundo entonces conocido.

 

Sal 17(16), 1bcde. 6-7. 8 y 15

Muéstrame Señor. Tus obras son patentes,

pero yo soy ciego y olvidadizo,

y necesito que me las vuelvas a mostrar,

que me las recuerdes, que me las hagas reales.

 

Tu misericordia es tu amor,

y si yo vivo, es porque Tú me amas.

Noël Quesson

 

Este es un salmo de súplica. rogamos para que el indefenso, el débil, el marginal, reciba la protección del Único que se interesa sinceramente por ellos: El Señor.

 

Aparte de la antífona, tenemos tres estrofas montadas a partir de cuatro estrofas y cuatro quintos.

Podemos empezar por el verso responsorial: “Al despertarme me saciaré de tu semblante, Señor”. ¿A qué despertar se refiere? ¿Al de los durmientes que han ido a descansar al dormitorio “cementerio”?

 

La primera estrofa, invoca al Señor Dios para que lo escuche, para que atienda su apelación, para que le preste oído.

 

En la segunda estrofa continua su clamor, invocándolo: pidiendo que dirija su oído hacía él y escuche sus palabras (sin duda, suplicantes). Inmediatamente le pide que actue a su favor: “Muestra las maravillas de tu Misericordia. Se apoya en la fama de Dios: Dios salva a los que se refugian a su derecha, (bajo su brazo poderoso).

 

En la tercera estrofa se pueden identificar por lo menos cuatro ruegos diferentes:

i)      Guárdame como a la niña de tus ojos

j)       Escóndeme bajo la sombra de Tus Alas.

k)    Con mi ruego me presento ante Ti.

l)      Al despertar, mi desayuno será verte.

Con ese alimento será suficiente para la jornada entera.

 

Lc 8, 1-3

Sumario

… las mujeres no tenían el deber de cumplir la ley, porque ésta estaba hecha para los solos hombres. Ellas están en la mitad entre el hombre que debe y el niño que no puede cumplirla: un poco debe y un poco no puede.

Silvano Fausti

 

a)    Jesús va de διώδευεν [diodeuen] “travesía” por Galilea: de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo.



b)    ¿Qué hace en este vagabundear? Va κηρύσσων [kerusson] “proclamando”, “predicando” y εὐαγγελιζόμενος [euaggelizomenos] “evangelizando”, “anunciando la Buena Noticia”.

c)    Acompañando por los Doce, sus discípulos.

d)    Y por algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades. De ellas se mencionan a:

·         María Magdalena

·         Juana, mujer de Cusa, empleado administrativo de Herodes

·         Susana

·         Y otra muchas

e)    La peculiaridad de estas mujeres era que financiaban a Jesús y su movimiento.


 

Jesús subvierte los usos y limitaciones de su tiempo: ¡nadie habría tenido discípulas! ¡Él las recibe, las asocia, las incorpora! Para Él, las mujeres están habilitadas para el seguimiento.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

Jueves de la Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario


 

1 Cor 15, 1-11

Hoy entramos en el séptimo bloque de esta Carta, el último, antes de la despedida, donde les hará algunas recomendaciones y les comentará sus planes de viaje en lo sucesivo; este epilogo, no lo estudiaremos. La temática del capítulo 15, es la Resurrección. En el discurso de Pablo en el Areópago ya se evidenció que, para los griegos, hablar de resurrección era una “bobada”, a la que no había que perderle tiempo (Hch 17, 32).

 

Algunos, como Platón, aceptaban la inmortalidad del alma, pero, siguiendo una vertiente agnóstica, sólo lo inmaterial, resucitaba, pero lo material, era despreciable (en términos religiosos, saduceos, diríamos “impuro”). Aún otros, creían que los que habían muerto, a la fecha de la Parusía, ya habían salido del juego definitivamente, muertitos estaban y muertitos se quedaban. Así que la parte de nuestra Fe que declara la resurrección de los muertos, se la pasaban por la faja.

 

Lo que se hace en esta -la que llamamos 1ª Carta a los Corintios- es muy importante, Pablo va al “kerigma” y les repasa los puntos esenciales, para dejar sentado y muy claro, lo que definía (y define) el perfil de nuestra fe. Bien vale la pena que los desgranemos, uno a uno, y los pongamos bien claro, como los hitos de nuestra “trayectoria”.

 

1.    Cristo murió por nuestros pecados (según las Escrituras),

2.    Fue sepultado y Resucitó al Tercer Día (según las Escrituras),

3.    Se les apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía (al momento de pronunciar este discurso), otros han muerto, después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles

4.    Por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. Aquí, aprovecha para señalar su calidad de apóstol, sin presumir de un rengo principal, sino, poniéndose al final de la línea de dignidades, último, pero también apóstol.

 

Y, nos enseña algo esencial, que no es asunto de dignidad, ni de ser de los miembros de alguna “rosca”, sino -por el contrario, muy a pesar de haber sido un “perseguidor de cristianos. Y nos enseña, con todas las letras, que su designación es “pura Gracia”, y por Gracia, él ha legado a ser lo que es.

 


Estos son nuestros “jalones”. Así los predicaron, así pusieron los fundamentos, así jalonaron el Camino, así señalizaron la Ruta, en suma: ese fue el Evangelio que les predicaron:

-que aceptamos

-en el que estamos fundamentados

-que nos salva -con la sola condición de perseverar en Él

-y que Pablo y los demás apóstoles nos trasmitieron, en absoluta conformidad con lo recibido. Sin desvirtuarlo en lo más mínimo.

 

Por esto es tan importante la Resurrección, que no hay que nombrarla por el ladito, sino dándole su debida centralidad, de otro modo, los judíos entregaron a los Romanos a Jesús para que lo llevaran al sacrificio de la Cruz, y fin de la película.

 

La grave consecuencia es que, entonces, quedó derrotado, y -como muchos los dicen, para dejarlo enterrado en el Santo Sepulcro- “fracasó”.

 

¿Dónde queda, entonces, la Victoria de Jesús sobre la injusticia y la muerte? En el caso de arrinconar la verdad de la resurrección, la derrota es de Jesús y de todos nosotros, los que formamos el Cuerpo Místico de Cristo.

 

Sal 118(117), 1-2. 16-17. 28

Salmo de Acción de Gracias, una Todah. Parece que data del año 444 a.JC.  para la fiesta de Sukkot (la Fiesta de las Enramadas) y quedó incorporado a esta festividad. En ella, por turnos, van cantando diversos grupos, se alternan los levitas, el pueblo, el gobernante (este Rey que toma la Palabra, para esa época, no existía, su voz es, pues, figurada; con momentos muy definidos: La situación angustiosa es presentada, se ofrece le Sacrificio de acción de Gracias. El carácter festivo se reforzaba manteniendo iluminado el Patio Exterior del templo durante toda la noche. Este festejo seguía por siete días, y se conmemoraba habitando por este tiempo en esas cabañas improvisadas que evocaban el Éxodo: la travesía de 40 años por el desierto. Estas cabañas, estas enramadas, se acostumbra todavía levantarlas y hay que tener diariamente una comida en ella y pernoctar también, para revivir, para actualizar las condiciones de su liberación de su identidad, de su configuración como pueblo del Señor.

 

Observemos que los versos que se han elegido para la perícopa que se proclama hoy, apuntan en la dirección de agradecer por la Resurrección.

 

En la primera estrofa damos gracias a Dios por su Bondad, por su Misericordia Eterna, todos los israelitas declaran que la Misericordia Divina dura por siempre.

 

El brazo combatiente del guerrero es el brazo derecho, con este brazo blande la espada o la lanza, mientras con el izquierdo, maneja el escudo; por eso, el brazo derecho es el brazo del “poder”.  En esta estrofa se declara el Gran Poder que Dios lleva en su Brazo Derecho, Brazo Excelso: Este Poder se manifiesta en que el que Canta sabe que no morirá, que será inmortal, que Dios le prolongará la vida para que dedique su inmortalidad a cantar Vítores al Señor YHWH.

 

La perícopa se cierra reconociendo a YHWH como su Dios, agradeciéndole, pero n con una gratitud insulsa e insípida, sino con ensalzamiento.

 

En el verso responsorial se dice, afirmando nuevamente, la Bondad de Dios y lo perentorio que es agradecerle.

 

Lc 7, 36-50



Recordemos que los profetas no solo se manifestaban por oráculos, palabras reveladas, sino que, muchas veces, hacían uso de acciones simbólicas para darnos a entender lo que Dios quiere decirnos. Aquí aparece una mujer que efectúa una acción de Gracias, por medio de una acción simbólica. Es una acción simbólica que profetiza que Jesús será Ungido con Mirra, como se hace con los mortales, pero también con Incienso como corresponde a Dios.

 

El alabastro es una variedad de sulfato de calcio, del aljez o de piedra de yeso que se presenta bajo forma compacta, no muy dura, compacta, a veces traslúcida, de apariencia marmórea, que se usa para hacer esculturas o elementos de decoración arquitectónica, con él se pueden hacer copas, o jarrones para guardar perfume.

 

En el relato de hoy, aparece una mujer que lleva un ἀλάβαστρον [alabastron] recipiente confeccionado en alabastro y lleno de perfume. Empieza toda una liturgia, una serie ritual de acciones de adoración. (A quienes les gusta condicionar la “santidad” de las personas encargadas del culto, cabe resaltarles que esta “sacerdotisa” era una ἁμαρτωλός [hamartolos] “pecadora”.

 

Hay aquí, algunas coas que no están dichas, pero que se implican, por ejemplo: ¿cómo sabía la mujer que Jesús estaba allí?  ¿Cómo fue posible que entrara sin que nadie se lo impidiera? Parece ser la actuación de alguien que está acostumbrada a entrar “como Pedro por su casa”. Semejante familiaridad, tal nivel de confianza apunta hacía una “habitual”. Cabe deducir que la tal prostituta que hoy funge de sacerdotisa-profeta y que ha venido, hoy, a ungir a Jesús, frecuentaba la casa del fariseo, lo que tampoco nos sorprende, dado que Jesús con frecuencia nos advierte que ellos “no hacen lo que dicen”.

 

(Aún, hay otra pregunta que queda flotando: ¿cómo sabían que se trataba de una “pecadora”)

 

¿Qué pasos comprende el rito?

a)    Acercarse

b)    Se postra ente Él, en la zona de sus pies

c)    Se deshace en lágrimas, como una sincera penitente,

d)    Lavaba sus pies con sus lágrimas

e)    Se os enjugaba con su propio cabello

f)     Lo cubría de besos

g)    Le ungía los pies con perfume.

 

Es un rito de 7 pasos.

 

A continuación, Jesús nos va a relatar una משל [maschal] “parábola”, parábola del prestamista y los dos deudores (Lc 7, 41-50). Aquí hay uno de esos casos en que, nos aceleramos en juzgar -y que, con toda razón de nuestra parte, desde la perspectiva de nuestra justicia hipócrita, nos asiste la razón)- lo que nos impide descubrir tres elementos que pertenecen a los signos de revelación, el lenguaje que Dios nos habla:

1)    Toda la liturgia muestra un amor gigantesco, descomunal, por parte de la “mujer”, es un total acto de Amor.

2)    Especialmente las lágrimas y el apocamiento con el que ella realiza la unción son una forma “penitencial” excelsa.

3)    El corazón Misericordioso de Jesús.

 

En un caso tal, había que aplicar aquella enseñanza de Jesús, “Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8).


 

Hay otra gran enseñanza que no podemos dejar marginal: El gran pecador, como recibe amnistía de una “deuda” descomunal, tendrá mucha mayor gratitud que aquel al que no se le ha perdonado más que cinco centavos, ese dirá, que no tiene nada que agradecer. No entenderá ese perdón como dádiva, sino como insignificancia.

 

martes, 17 de septiembre de 2024

Miércoles de la Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

 


1 Cor 12,31 – 13,13

Una comunidad donde todo es mano o todo es ojo, quiere decir que se acaba la pluralidad para ser una uniformidad dañina.

Gustavo Baena s.j.

 

Ayer, hemos entrado de lleno en el sexto bloque de la 1a carta a los Corintios. Quedamos, ayer, en la recomendación que nos hace Pablo de “ambicionar los carismas mejores” (12, 31). Hoy, retomamos justo ahí. Usamos como peldaño de partida el último versículo de la perícopa de ayer.

 

Y tenemos que vérnosla con este “tecnicismo”:  χαρίσματα [charismata] “carisma” que nosotros solemos traducir por “don”, “recibido gratuitamente”, “virtud”, “fuerza”. Su etimología es χάρις [charis] “gracia”, “dotado por Dios”; y, μα [ma] “lo que produce”, “lo que resulta”, “el producto”, o sea, “lo que sale de recibir Gracia”. Y se puede enfocar desde dos perspectivas. Por un lado, es vista como un poder que lo hace a uno “especial”, “fuerte”, “le da dominio”, “capacidad para oprimir”.


 

Otro enfoque la ve, no como cualidades, sino como la “persona” misma, alguien que es transpenetrado por el Espíritu Santo, es un “don de Dios para la comunidad”. El carisma es el don Divino que sirve a la comunidad. No está al servicio del “dueño” (muchas veces se toma al portador como “dueño” del carisma), sino que Dios se la ha dado a alguien para que sirva a la Comunidad, la verdadera dueña del carisma, no es una persona que la “detenta”, sino la Comunidad a la que le sirve. El carisma es la persona entregándose misericordiosamente al servicio del otro, haciéndose prójimo, sirviendo en un ministerio.

 

«¿Habrán notado que la mano le discuta al pie? ¿Qué cualquier día diga el ojo, estoy furioso con la boca, no les parece que sería lo más ridículo y lo más desproporcionado que hubiera una división de nuestras partes del cuerpo? ¿Qué no se pongan de acuerdo?» Nos pregunta el Padre Baena.

 

Ayer alcanzamos a ver que los carismas son variados y diversos, uno es pies, otro es mano, otro es ojo, otro es boca. Esa diversidad sirve a la Unidad, (no a la uniformidad).


 

Hoy, San Pablo nos habla del mayor carisma, del más excelente. En griego hay cómo mínimo cuatro clases de amor y cada uno tiene una palabra distinta para nombrarlo. El que nos ocupa hoy es el ἀγάπη [ágape], “amor preferencial”, “divino”, “desinteresado”, “que no espera ser compensado”, “incondicional”, “que se entrega por entero”.

 

¿Qué quiere decir? Que no se trata de un amor de telenovela, de historia de amor, no está hablando de amor romanticón. Está hablando de un amor que se interesa por el otro con generosidad, con desprendimiento, con benevolencia, con el único interés de que el otro salga favorecido, que logre sus más altas cotas de realización, de plenitud. ¡No estamos hablando de melado concentrado!

 

Este amor es fraternal, es solidario, es sinodal en el mejor de los sentidos. La perícopa no es a propósito para imprimir postales y venderla por “amor y amistad”. Este amor es el que hace que mi desprendimiento para darlo todo, no valga nada, a menos que se haga presente mi voluntad de que el otro crezca, que salga adelante, que florezca como el mejor rosal en tiempo de flores, y no para que yo las corte y las revenda, ni para tener un rosal que decore mi jardín, ni siquiera para tener un gesto galante con alguna persona que me atrae muchísimo. ¡No va por ahí!

 

Miremos sus características, (pero separándolas de lo que tendría que ser mi relación con el “ser amado”, porque esta consigna está para aplicarla aún con los que me caen gordos, aun con los que les caigo gordo, es para usarla con el enemigo, con el que ma ha hecho daño, con el que me casó guerra, con el que me pinta la vida a cuadritos.

 

Uno tiene que ser:

1)    Paciente y benigno

2)    No envidioso, ni presumido. No engreírse.

3)    No ser indecoroso, ni egoísta.

4)    No irritarse.

5)    No llevar cuentas del mal.

6)    No alegrarse de la injusticia, sino gozarse en la verdad.

7)    Todo lo excusa.

8)    Todo lo cree

9)    Todo lo espera

10) Todo lo soporta

 

Y concluye diciendo que no tiene fin, (no pasa nunca), ¡los amores que pasan son otra cosa, no ágape!

 

Claro que hemos tergiversado el amor radicalmente, como niños, que hablan como niños, sienten como niños, razonan como niños. Hay que tener mucha paciencia y saber aguardar hasta que salgamos y superemos esta edad de niños y empecemos a pensar como hombres. Sólo entonces podremos superar esta mirada infantil del amor y empezar a asumirlo con una actitud adulta.

 

Tengámonos paciencia, como Dios nos tiene paciencia, porque por ahora vemos el amor como a través de un espejo defectuoso. Por ahora, la visión es confusa, limitada.

 

Nuestra fe nos llama a ser pacientes los unos con los otros hasta cuando desarrollemos nuestros sentidos y conozcamos y se nos conozca como Dios lo hace con nosotros.

 

Por ahora -porque la situación está tan viche- tenemos tres herramientas: fe, esperanza, y amor. Pero cuando llegue la Plenitud, en la Parusía, sólo quedará el Amor y las otras dos desaparecerán, porque serán, entonces, inútiles.

 

En conclusión: Si hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles y no tuviera amor-ágape sería como un bronce que resuena o como una simple campana que tintinea. Y, como esa es nuestra situación actual, tenemos que seguir trabajando por el carisma más excelente.

 

Sal 33(32), 2-3. 4-5. 12 y 22

La estructura de este salmo podríamos llamarla de “eco”. Uno lanza una primera voz, y ella, resuena con una acústica algo disímil, pero en el fondo igual. Veamos:

Primera voz: Dad gracias al Señor son la citara,

Eco: toquen en su honor el arpa de diez cuerdas (decacordio).

 

Otro ejemplo:

Primera voz: Cántenle un cantico nuevo.

Eco: Acompañando los vítores con bordones.

A este tipo de resonancia se la llama “paralelismo”. E efecto que logra, es mucho más que explicar, es reforzar y potenciar la “primera voz”.

Es un himno.

 

En la segunda estrofa se enuncia cómo es la Palabra de Dios: sincera, justiciera y que orienta en la rectitud.

 

La tercera estrofa, habla de una de las propiedades del Amor-ágape, es un amor de elección, que bienaventuranza que hayamos sido nosotros la “nación elegida”. ¿Qué tendrá la nación elegida? Será bendecida con la Misericordia de Dios, en esa bendición confiamos, eso es lo que esperamos, en eso se cifra toda nuestra espera.

 

Cuatro veces volvemos sobre la idea de la elección, regocijándonos en su predilección.

 

Lc 7, 31-35

No Jesús, no tienes derecho a nada pedir puesto que no eres más que un glotón, borracho, y con las peores amistades; cambia de amigos, y quizás entonces, … tampoco.



 

Decimos que Dios nos tiene paciencia, y entonces, nos dormimos en “su paciencia” y no entendemos que Él nos tiene paciencia, pero que mientras tanto la injusticia campea y muchos sufren y muchos pierden la vida por ese motivo. Nuestra demora en reconocer su Autoridad, lo vuelve a crucificar, una y mil veces, en la misma cruz, cada vez con el rostro de otro hermano: El mismo Jesús, con el rostro de otro de sus “pequeños”. Eso no puede quedar así. No quedará impune el sufrimiento que se trae y que otros padecen, mientras nosotros dilatamos la Parusía.

 

Nos parecemos a esos niños que, un amiguito trae el balón de futbol y ellos dicen, “no nos gusta el futbol”. Y otro va corriendo y trae el lazo para saltar, y nosotros les decimos: ¡qué pena, tenemos un tobillo tronchado!

 

¡Qué significa? Que siempre tenemos pretextos para no asumir el discipulado a cabalidad. Siempre pedimos que se retrase la programación mientras vamos a buscar el yo-yo. Y, luego, que no lo encontramos, que vamos a traer las canicas, y así sucesivamente.

 


¿Cuantos profetas, cuantos santos, cuantos precursores nos han enviado Dios? y nosotros, siempre damos alargue. Vino el propio Señor, y todos los “hijos de la sabiduría” lo han avalado, y nosotros, ahí, seguimos…  Viéndolo sangrar, colgado del par de maderos.

 

No nos hagamos los que no entienden… No abusemos de su paciencia. Permitamos que por fin ¡Venga a nosotros Su Reino!