martes, 23 de julio de 2024

Martes de la Décimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario


 

Miq 7, 14-15. 18-20

Pastorea a tu pueblo, Señor, con tu שָׁ֫בֶט [shebet] “cayado” (cetro), al rebaño de tu heredad, que anda sólo en la espesura, en medio del bosque, por el כַּרְמֶ֑ל [Kermel] Carmelo…

Miq 7, 14

 

Como señalamos, el Libro tal cual llega hasta Miq 7,7; la parte que data del siglo VIII, cuando vivió el profeta. Tiempo después, a finales del siglo V e inicios del IV, se insertaron adiciones. Resultando de ello una relectura y re-copilación. En estas adiciones lo que se puede ver y destaca, es la Presencia de Dios siempre constante, Él está acaeciendo continuamente, su Misericordia no se apaga.

 

La de hoy, es una de esas adiciones, la que refleja una “liturgia de la esperanza”, consignada como dialogo entre Dios e Israel.  El pueblo expone su esperanza y Dios le responde garantizándole su restauración.

 

En estos días hemos tenido Lecturas donde el símil (paralelismo) se establece entre Dios y, el cuidado que brindan los pastores. El texto de hoy, va en la misma tónica.  El pueblo clama que Dios sea su Pastor y Dios les permite divisar los prodigios que realizará y que maravillaran a otros pueblos.

 

Ha de notarse que los matices de estas “maravillas” que aquí se mencionan se concentran en “el perdón de los pecados”.

 

En los versos finales de la perícopa de hoy, se rescatan apartes de una hermosa oración de Dios que responde Amoroso y Misericordioso, conformada por los versos 18-20: La respuesta de Dios -vocalizada por su profeta- inicia con una exclamación jubiloso: “¿Qué Dios hay como Tú, capaz de perdonar el pecado, de pasar por alto la falta del שְׁאֵרִית [Sheairith] ‘resto’ de tu heredad?”

 

Y lo confirma con un oráculo consolador: “Concederás a Jacob tu Fidelidad y a Abrahán tu Bondad, como lo juraste a nuestros padres desde los días de antaño”.

 

Sal 85(84), 2-4. 5-6. 7-8

Recientemente resaltábamos que este salmo es post-exilico y canta la Bondad Divina que se ha expresado usando como instrumento de sus Misericordias el rey Ciro, quien por inspiración Divina sintió el impulso de promover la reconstrucción de Jerusalén y del Templo y les permitió el regreso a su patria y les proporcionó recursos destinados a tal reconstrucción.

 

Se da una evidente analogía con nuestra situación: Vemos a Dios en incontables situaciones actuar a nuestro favor y atender a nuestras urgencias más inmediatas; pero, también vemos resurgir la maldad y la impiedad más crudas aquí y allá.

 

Muchos toman esto como que Dios sigue enojado y en su encono, multiplica nuestras desventuras. Por eso el salmista lo interroga preguntándole hasta cuando mantendrá activo su encono.

 

Pero, las dificultades que ellos registraron fueron las que se presentaron para reconstruir el Templo porque, en vez de un corazón agradecido, los que regresaron y los que encontraron allí, no tenían afán por el Templo, sino que era su bienestar y su comodidad lo que los preocupaba: así las cosas, eran los frutos puros del egoísmo los que se cosechaban.

 

La estructura del salmo es clara y lógica: Primero se recuerda como Dios fue Misericordioso en el pasado. Luego el ruego de que Dios los conduzca en el “regreso”. Y se concluye con las promesas de Dios que son su respuesta, ofrecimientos de volverlos a beneficiar.

 

Mt 12, 46-50

El gran destino del hombre es llegar a ser madre del Señor: dar cuerpo al Hijo de Dios, hasta su estatura plena.

Silvano Fausti


 

Mientras Jesús le hablaba a la gente que se agolpaba en torno a Él, se presentan la Madre de Jesús y sus parientes. Y, alguien vino a avisarle que su parentela se hallaba a la puerta y querían hablar con Él.

 

A la persona que le trajo la razón, Jesús le contesta con una pregunta, una pregunta que puede sonar extraña: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

 

Meditemos sobre este interrogante. ¿No son, acaso, los parientes los que la sangre y el ADN establecen? ¿No es un hecho dado que el parentesco está establecido? …

 

Sin embargo, cuando uno va a tomar espos@, ese parentesco no tiene que ver nada con lo que la trasmisión hereditaria establece. Se llega a ser “pariente”, y en grado sumo, por una opción. ¡No es un vínculo sanguíneo, por cierto!

 

¿Cuál es la opción que nos une en parentesco como miembros de la familia cristiana? Es un compromiso, así lo declara Jesús, es la opción por los Mandatos Divinos. La coherencia con la “Voluntad del Padre Celestial”. No se llega a pertenecer a esta familia de fe, si no se guarda la “Voluntad de Dios”.

 

Nosotros tenemos carta blanca porque hemos sido invitados a estar dentro, sentados a su alrededor, escuchándolo; no obstante, no faltarán los que muy voluntariamente (voluntariosamente) hayan escogido quedarse por fuera. ¡A veces no basta haber sido invitado, si nosotros, desechamos la invitación! Aquí se constata que la “madre y los hermanos” estaban afuera; deberían haber estado adentro, escuchando cuál era la Voluntad del Padre Celestial.

 

¿Dónde estamos nosotros, adentro o afuera? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario