domingo, 21 de julio de 2024

DERRUMBÓ LOS MUROS DE SEPARACIÓN

 


Jer 23, 1-6; Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 ; Ef  2, 13-18; Mc 6, 30-34

 

… en aquella sociedad agrícola-ganadera que era el contexto de la realidad Escrituristica, era una imagen muy clara y rica, ellos sabían con cuánto cariño cuida el pastor a sus “animalitos” y cómo se desvive por ellos. Así es el Amor de Dios por nosotros y así debemos aprender a amarnos entre nosotros para cumplir con el mandamiento del Amor no sólo a Dios sino también al prójimo, como a uno mismo… Nutrir al hombre integral, calmar todas las hambres, eso es lo que compete al hombre-nuevo, al Llamado-Enviado.


 

Parece que el sentido, para nosotros, este Domingo es vernos abocados a una dicotomía: Los “Apóstoles” ameritan un reposo, un momento de auto-consciencia, de quietud, de evaluación de la experiencia que han vivido. Pero, por otra parte, a Jesús se le presenta una “situación” de evidente urgencia. Hay una multitud que lo busca, que lo necesita, y no es algo que dé espera, es algo que lo convoca ahí mismo. Gentes que necesitan de Dios con impostergable penuria, “eran como ovejas sin Pastor”.

 

“Sabe que, más que pan para saciarse y curaciones, esa gente tiene necesidad de una voz que los anime; de una palabra que los mueva a la esperanza, de una persona que los ame.”

            Gianfranco Ravasi


 

Podemos hacer mención de Dios diciendo El-Señor-nuestra-justicia. Observemos como se han ido enlazando las ideas claves del cristiano: Fe-Discipulado-Envío-Misión. Ahora se presentan dos nuevas palabras, tan conectadas, que parecen una: pastorear-evangelizar. (Evangelizar no está pronunciada, está sobreentendida). Este nuevo concepto-dupla aparece propuesto tanto por el profeta como por el salmista: La Lectura de Jeremías 23 inicia así: “Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño —oráculo del Señor—.” Dios encomendó funciones gubernativas a unos pastores de hombres, les encargó la dirección y el liderazgo, la defensa y el cuidado de su pueblo-pueblo-pueblo, pero esos encargados lo defraudaron, se ocuparon sólo de sus egoísmos, de sus intereses personales, de engordar la bolsa propia. Al verdadero discípulo le corresponde denunciar al Mal Pastor, y superarlo siendo, él mismo, como el Buen Pastor. El Salmo 22 dice: ¡“El Señor es mi Pastor, nada me falta”! El profeta nos está diciendo lo que no debe hacer el Pastor, en el salmo se nos dice lo que hace el Pastor Verdadero.

 

El Evangelio nos trae modelada la fuente del accionar pastoral: La compasión. Y la primera parte de su accionar: Enseñar. A partir del próximo Domingo dejaremos en suspenso la lectura del Evangelio según San Marcos; iniciaremos una inserción de 5 domingos en el Evangelio según San Juan, Domingos 17º a 21º, para mirar esa faceta de la misión –otra dupla- pan Eucarístico y pan de la Palabra, que atañe al evangelizador-misionero, compromiso que nos legó el Divino Maestro cuando dijo “denles ustedes de comer” Mc 6, 37b.

 


Allí veremos qué es todo eso de  que “en verdes praderas nos hace recostar”, “nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas, nos  guía por el sendero justo, va con nosotros y con su vara y su cayado nos sosiega, Su bondad y Su misericordia nos acompañan, que prepara una mesa ante nosotros, enfrente de nuestros enemigos; que nos unge la cabeza con perfume y mantiene la copa rebosante”. Todos esos son comentarios sobre la misión pastoral, definen el accionar del evangelizador. ¡Este salmo prologa lo que vamos a estudiar en los cinco Domingos subsiguientes!

 

En el escenario de Jerusalén, dominado por la mole del templo construido por Herodes, Pablo mira con amargura el límite rígido y severo     que, precisamente dentro del templo, divide las razas: por un lado, el patio rumoroso de los “gentiles”: los paganos, los impuros, los incircuncisos; por el otro, el atrio no siempre silencioso de los hebreos que acuden al culto desde su posición privilegiada.

Gianfranco Ravasi

 

Hay otra labor que nos incumbe, se trata de la disolución de las barreras, para lo que tenemos la Segunda Lectura: en tanto somos evangelizadores, no nos toca levantar muros o construir diques, en cambio, es nuestra tarea la búsqueda de la unidad. De eso nos habla la Carta a los Efesios. A veces se cree que debemos ser netos y claros en la separación, pero Jesús anima a lo contrario, Jesús vino a superar lo de judíos y gentiles, Lo que Él hizo fue derribar el muro que los separaba: el odio. ¿Cómo lo derribó? San Pablo lo dice, “con su carne”, y “mediante la cruz”, hizo de los dos un solo pueblo: Examinemos todo el peso de esa tarea: “uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en Él, al odio”.

 

Este tesoro está para ser depositado en nuestro corazón, no podemos desatenderlo ni un instante, pertenece a la esencia del cristianismo; el mensaje es de Paz, y el verbo está –de manera nítida- consignado en Efesios 2, 16 ἀποκαταλλάσσω [apocatallasso], “reconciliar”.

 

Nosotros no estamos para la división, esa es la tarea del Perverso; estamos –en cambio- para la Reconciliación. Juntos podremos postrarnos frente a su Altar. El Pastor administra derecho-y-justicia. ¡No alejamiento! ¡No separación, no fractura! Nos pondremos de acuerdo para honrarlo en una sola verdad, la del Amor. No estamos hablando de pactos momentáneos, ni de imposturas. Para que surja el Hombre-Nuevo trabajaremos por la unión, con cero-hipocresía.


 

Será una condición de profunda armonía sincera en el corazón, no de dientes para afuera.

Estos que se dan a la tarea son los que por única vez en el Evangelio de Marcos son llamados “Enviados”(6, 30) significa que Jesús los escogió, los envío con poder, con un doble encargo: predicar y liberar de la garras del Malo.

 

Jesús quiere llevarlos de retiro al ἔρημον [eremón], (pariente directo de la palabra eremita) “desierto”, evocando con ello el Éxodo; Quiere romper la cotidianidad, busca “descanso” para sus “Enviados”. Marcos no nos relata, en absoluto, lo que pasó mientras cumplieron el envío, ese tiempo está ocupado por el relato de la decapitación de Juan el Bautista.

 

Cuando llegan a su lugar de “descanso” encuentran invadido su lugar de refugio, lo que ellos esperaban fuera un lugar solitario, es concurrido, está ocupado por toda una multitud, pero, Jesús no se fastidia con esta irrupción, el sentimiento que lo invade es muy distinto siente lo que sienten los verdaderos pastores: ἐσπλαγχνίσθη [splagnichthe]compasión que deriva de σπλαγχνίζομαι, [splagnichomai] “compadecerse”,sentir compasión”, “movido a piedad”, “sentirla con las entrañas”, se refiere al amor entrañable.

 


Se retoma el concepto que propuso Jeremías en la Primera Lectura; pero aquí se trata de un Verdadero-Pastor, que ve a la muchedumbre como “ovejas que no tienen Pastor”. Él se pone a darles el Primer-Pan, el de la Palabra, “se pone a enseñarlos largamente”, queda –digámoslo así- puesta la Mesa para el Segundo Pan, el Pan para saciar el hambre.

 

La fusión se logrará en Él. Como granos de trigo en un mismo Pan. (¡Por Cristo, con Él y en Él; A Ti, Dios Padre Omnipotente!).

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