jueves, 16 de noviembre de 2023

Jueves de la Trigésimo Segunda Semana del Tiempo Ordinario



Sab 7,22 – 8,1

Un recurso literario para hablar de un valor o de alguna calidad especial o particular es la prosopopeya, valga decir, presentarlo como si se tratara de una persona que nos está dando su auto-descripción. Esta es la técnica narrativa empleada en la perícopa, y la forma es hímnica.

 

Este “personaje” se describe con (7 X 3), compendiados aquí, en cinco rasgos:

1.    Una sola. (Lo que incluye definirse como un personaje femenino)

2.    Nada manchado la alcanza (en otras palabras, es inmaculada)

3.    Es “más móvil que cualquier movimiento”, pero no se debilita a medida que se mueve, sino que su vigor es indisminuible.

4.    Busca en cada generación amistades -almas buenas-, lo que implica que no cualquiera puede hacerse a su amistad.

5.    Todo lo “gobierna” (en el sentido de darle un orden) acertadamente. Por eso es “sabia” porque domina el arte del gobierno (reiteramos que es la habilidad de poner a cada quien en la situación perfecta para que alcance su optimo)

 

Esta forma-técnica tiene raíces griegas, no es de origen hebraico. Nos sitúa en el origen y se adentra, como se puede ver, en la naturaleza de la Sabiduría.

 

La Sabiduría viene a ser el reflejo de la Luz Divina e imagen de su Divinidad. Ella “renueva todas las cosas” con su indetenible Creatividad.

 

La seguridad, la felicidad y la paz no han de buscarse directamente, para alcanzarlas lo que es preciso buscar es la Sabiduría.

 

Sal 119(118), 89.90.91.130.135.175

Este Salmo es una súplica. El verso 135 nos da una clara idea de lo que estamos suplicando: “Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus decretos”. Y la petición es muy razonable, Dios nos ha dado las “directrices”, pero, nosotros parecemos impedidos para entender el Lenguaje Divino, y esto es así porque el Perverso ha introducido en nuestra mente unos algoritmos parásitos que distorsionan la función “intelectiva”, son “software viral” que corrompe los archivos.

 

¡Viene una noticia fenomenal! Hay, a disposición, un anti-virus, y esta no es una propaganda para dar un plazo corto para comprarlo, tampoco es un anuncio de alguna empresa para lucrarse. Lo único que hay que hacer es decidirse a instalarlo en la “entrada” del corazón. ¡Es absolutamente gratuito!

 

Y -aún decimos más- no es de esas versiones de prueba que funcionan ocho días y después, tienes que pagar para tener la versión “verdadera”. Nada de eso.

 

A veces, se nos hace la propuesta de vivir el “hoy”; y eso está muy bien, está directamente relacionado con el antivirus del que venimos hablando. Pero no debe entenderse como una desconexión con la tradición y las experiencias, porque si se permite esa tergiversación, perdemos nuestras raíces identitarias, no hay que vivir atados al pasado, pero hay referentes que no se pueden soltar, so capa de estar viviendo el “hoy”, porque ese es un subterfugio que, lo único que hace es impedirnos saber “quiénes somos”, empezando por los elementos de la fe, que están enclavados en fundamentos históricos (tratar  de desconectarnos del pasado sería como decir, cojan la Biblia y arránquenle el Éxodo y Hechos de los Apóstoles, y empezando por ahí, vamos arrancando.) Tampoco podemos abandonar absolutamente el futuro, porque hay unas pautas contenidas en las promesas que tensan el puente del otro lado, hacia el futuro, es la revelación escatológica del Reino. Sin enfocar hacia la “meta” tampoco hay fe sólida que se pueda construir, vivir el “hoy” en el vacío, es como decir, vivamos flotando en la nada: ¡ese es un discurso nihilista!

 

Leamos la perícopa del Salmo atentamente y veremos claras señales de historicidad para la fe. Enclaves sin los cuales ser católico, es nada.  Vivir sólo el hoy, es un argumento del Maligno que debemos desenmascarar. Es un facilismo a-histórico, que suena muy atractivo a los apáticos. Argumento muy emparentado con aquel otro tan amado por los politiqueros: No hay que aprender nada de memoria. La memoria es “inútil, ¡que muera la memoria! Es que no quieren que nos acordemos de nada porque en el espejo de la historia se pueden leer las vergüenzas de sus fechorías.

 

Lc 17, 20-25

Digamos no, al inmediatismo



Las señales pintorescas y espectaculares que anuncian el advenimiento del Reino no serán tales. No nos dejemos seducir por las fantasías que quieren verlo llegar en el maremoto, en el tsunami, en el estallido del volcán, o en unos juegos pirotécnicos soñados. Muchos conectarán sus mega-parlantes y dirán con estruendo que se acerca por el medio oriente o por Europa Oriental y extenderán en los escritorios los mapas que luego -caída la tarde- con alarmismo, analizarán en el noticiero.

 

Por eso es de gran valor la advertencia que nos entrega Jesús: No se dejen deslumbrar, no se dejen manipular, siempre ha pasado que el destello de los flashes encandelilla. Como los reflectores de la “espectacularidad. En el Evangelio, Lucas usa la palabra παρατήρησις [paratéresis] que significa algo como una alarma-piloto que anuncia un estado de emergencia, y que uno mira fijamente, para observar inmediatamente se active, que el proceso ha empezado, y ser el primero en saberlo. Este verbo griego, sólo es usado por Lucas en este versículo (17, 20).

 

Ya se cumplió la condición: Primero tenía que sufrir mucho y fue rechazado por aquella generación. El punto está, en que sigue siendo rechazado, que nuestra generación sigue siendo “refractaria” al Mensaje, y lo seguimos crucificando, crucificando a sus “pequeños”.

 

No se tiene que estar ahí, pendiente del momento. La manera como creemos se debe actuar es, ser coherente con la “Verdad” revelada, y procurar estar siempre obedientes, siempre disponibles a la Voz del Amado.

 

No vivamos pegados, siempre al borde del infarto, aguardando la llegada del fin -con la secretísima ilusión de que este final nunca llegará- pero manejando la creencia de que, nuestra misión está especificada en conducir hacia la salvación por mecanismos de pánico. ¡Se echará de ver enseguida que esa clase de fe no es “religión, sino “terrorismo”!

 

Cuando sea el momento del Reino, su resplandor llenará el Cielo de un extremo al otro, y no habrá ninguna duda. Pero, y esto es algo digno de repetir una y mil veces, siguiendo el ejemplo de Jesús, vivamos como Él, procurando llevar el bien, a cada paso, y obrar acciones Misericordiosas, como Él nos enseñó.

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