jueves, 2 de noviembre de 2023

CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 





2Mac 12, 43-45

El Segundo Libro de los Macabeos tiene 15 capítulos. Los capítulos 10-13 nos relatan las luchas que se vio obligado a enfrentar Judas Macabeo con los pueblos circunvecinos.

 

No todo eran victorias, y en este Segundo Libro de los Macabeos se nos ofrece la situación en que muchos soldados habían caído. ¿Qué hizo Judas el “Martillo”? ¿Cómo procedió? ¿A soldado muerto soldado puesto? ¡No! Puso su mente y su corazón en la idea de la Resurrección. Si él no hubiera creído en la resurrección, no habría tenido ninguna razón de ser que hubiera hecho una colecta para ofrecer “sacrificio” en Jerusalén por los caídos.

 

¿Qué se pretendía con este sacrificio en el que se gastaron dos mil dracmas? Que ellos fueran liberados de sus pecados. Este -como lo dice la perícopa-, es un pensamiento santo y piadoso. Como aquellos habían caído -no por una razón cualquiera- sino por razones por demás pías, ofreció el Sacrificio para que pudieran resucitar -supliendo sus pendientes- y pasar a disfrutar la “magnífica recompensa” a la que estaban destinados.

 

Sal 130(129), 1-2. 3-4. 5-6ab. 7-8

Este salmo Gradual, tiene especial valor como sufragio por las almas de los “purgantes”. La Iglesia puede separarse en tres estamentos:

      i.        Los que estamos aquí, en la tierra, aún en la lucha (Iglesia militante)

     ii.        Los que felizmente han pasado a la Presencia del Señor ((Iglesia Triunfante)

    iii.        Los que -teniendo aun “cuenticas pendientes”- forman la Iglesia Purgante, o sea que están haciendo sus trámites para subir de “estatus”; dependen de nosotros, de nuestros sufragios, porque ellos -cuando tuvieron su oportunidad, mientras estaban aún en uso de buen servicio en las filas militantes, no alcanzaron a zanjar deudas. Ellos allá, ya no pueden hacer nada para su beneficio, pero si pueden interceder por nosotros.

 

-Por eso en la primera estrofa pedimos que el Señor esté atento a nuestras súplicas.

-En la segunda, apelamos a su Misericordia, que siempre disminuye la gravedad de los daños que causamos y nos cobija con su perdón.

-En la tercera estrofa, ponemos nuestras manos anhelantes para que el Señor -Tan Generoso- las llene con sus Bondades y su Clemencia Incomparable.

En la cuarta estrofa -dirigida a nosotros, su pueblo- nos recuerda no cifrar nuestras esperanzas en ninguna otra dirección, que nuestros ojos y nuestras manos, tiendan a Él y sólo a Él. Nada ni nadie más escuchará nuestro grito.

 

Que sea nuestra oración, -no egoísta-  sino generosa: oremos por nosotros y por los nuestros, pero recordemos cuantos hay que -olvidados o sin quien los recuerde- penden de que nuestra solidaridad projimal, ore también por ellos.

 

Tantas cosas que miramos como desgracias, pero la única catástrofe real es el pecado que nos aparte de Él. El grito, -que mencionamos una y otra vez en el verso responsorial- es porque, la súplica, no es un clamor a medias tintas, es nuestra voz que quiere llegar al Señor con todas las fuerzas que Él nos ha dado, para decir: ¡Señor, sabemos, que todo nuestro ser está en Tus Benditas Manos!

 

Jn 11, 17-27

El que cree en mí, aunque muera vivirá.

Jn 11, 25cd

 



En los versos 11, 46-54, se da cuenta como la resurrección de Lázaro fue el detonante, la gota que derramó la copa, para agudizar la persecución contra Jesús, tomada la firme decisión de matarlo (Jn 11, 53). La perícopa de hoy tiene su cara y su sello, nos parece que la moneda ha de verse por las dos caras:

 

La cara: aceptar que Jesús -siendo el Hijo de Dios- tiene autoridad sobre la muerte y puede sacar de sus garras, inclusive a aquel que ha soportado ya cuatro días de sus dentelladas.


 

Marta reconoce

a)    Que Él podría haberlo sanado su hubiera llegado antes.

b)    Que Él puede pedirle al Padre-Celestial cualquier cosa y Dios se los concederá.

c)    Que existe la Resurrección del “último Día”.

 

Tres puntos de altísima teología que para algunos, que nos hacemos llamar fieles, aún no están tan claros.

 

El corazón de la perícopa son los versos 25-26: “Y su médula es “Yo-Soy la resurrección y la Vida” Al decir “Yo-Soy” nos está dando su Identidad Divina, y al decir Resurrección y la Vida, está declarando que Él es la Victoria sobre la muerte.

 


¿A qué temían los fariseos? A que, siguiendo esta ola de poder demostrado, los conversos fueran aumentando, y el séquito de Jesús fuera una masa incontenible, cosa que los Romanos no iban a permitir, y eso acarrearía la destrucción de todo el pueblo, y la más afectada sería Jerusalén.

 

Jesús para devolver la vida a Lázaro, tendrá que dar la Suya Propia. Los fariseos, con este “signo” encontraron sólido pretexto para decretar su muerte. “Somos un pueblo de “viñadores homicidas”, siempre encontraremos un buen pretexto para arrinconar a Dios y amenazarlo de muerte.

 

Miremos atentamente cómo es nuestra religión. Todo nuestro proceso de fe puede quedar reducido al empeño de lograr que Dios haga lo que queremos. Pero eso sí, ¡que no se haga su Voluntad!

 

Lázaro significa אלעזר : “él ha ayudado”. ¿a qué ha ayudado?

a)    A que los tres (Marta, María y él mismo) remacharan su fe, con una real comprensión de que iba a volver a morir, pero que Jesús -verdaderamente- era el dueño de la Vida y que lo Resucitaría para nunca más morir. Esta experiencia de fe, para los amigos de Jesús, nos ha trasmitido una clarísima intelección del significado de la Resurrección: No es guardar la vida biológica, sino librarnos del temor de que la muerte tenga la palabra definitiva.

 

b)    El sello de la moneda: Pero también ayudó a Dios a cumplir el Único Sacrificio Salvífico: el Eucarístico. Lázaro, catalizó el hecho de que Jesús penetrara al Santa Sanctorum, llevando en sus Manos su Sangre Preciosísima -precio de nuestra Redención- para presentarla en el Propiciatorio, como lo preveía la liturgia.

 

Jesús da la vida, en el doble sentido de a) restituírsela a Lázaro, y b) de entregar -la suya propia- por todos nosotros.

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