viernes, 4 de agosto de 2023

Viernes de la Décimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario



Lev 23, 1. 4-11. 15-16. 27. 34b-37

La oración privada se asemeja a la paja esparcida por aquí y por allá en un campo. Si se enciende fuego, la llama tiene poco ardor, pero si se agrupa la paja esparcida, la llama se hace abundante y se levanta hacia el cielo: así es la oración pública.

San Juan María Vianney

 

No podemos perder de vista el hecho de que este Libro sea el centro del Pentateuco, que esté colocado en su centro: dos antes (Génesis y Éxodo), y dos después (Números y Deuteronomio). Decimos rápidamente la Ley y nos quedamos en el Decálogo -atención no hay que cortar pasando las tijeras demasiado cerca de os dedos-, pero habría que entender que la Ley Judía -como ellos la entienden- es la תּוֹרָה Torá –“enseñanza” podría ser la traducción-, al que nosotros llamamos -con una expresión derivada del griego- Pentateuco. Este Libro trata de la Santidad. Santo es Dios, nosotros vagamos en un proceso de Santificación. Dios es Santo, esa es Su Sustancia, nosotros somos adoptados, puestos aparte para llegar a la Santidad.

 

En este Libro encontramos una legislación sacrificial, indicaciones para la ordenación sacerdotal, un reglamento de los rituales purificativos: sobre lo puro y lo impuro, sobre el matrimonio, sobre Israel como Comunidad llamada a la Santidad, sobre la santidad sacerdotal, y luego legislación sobre la vida litúrgica. El Levítico podría verse como un Manual para la tribu de Levi, recordemos, la tribu designada para el sacerdocio.

 

En esta perícopa vamos a tratar el tema de las fiestas, definidas como מִקְרָאֵ֣י קֹ֑דֶשׁ [miqra kodesh] “Asambleas Litúrgicas”. ¡Esta expresión מִקְרָאֵ֣יֹ֑ [miqra] tiene una profunda relación con la palabra Iglesia, que se refiere a una “convocación”! Es un llamado a “reunirse”. Connota una asamblea que se reúne para estudiar o leer un documento. Aquí está cifrada la significación básica de la palabra “celebración”, proveniente del latín, dónde significa “reunirse en gran número”, “asistir todos los pertenecientes”.

 

Tres “convocatorias” les da el Señor: Las festividades del Señor allí demarcadas son פָּ֫סַח [Pesaj] Pascua, שבועות [Shavuot] “Semanas” Pentecostés y סֻכּוֹת [sukkot] “las Tiendas”, “los tabernáculos”, “las cabañas”. Estos rituales incluyen oblaciones, holocaustos, ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones.   

 

Sal 81(80), 3-4. 5-6ab. 10-11ab

Se quieren resaltar dos aspectos de la Misericordia Divina en este Salmo de Alianza: Su Bondad y habernos dado su Ley, o sea, habernos comunicado la Sabiduría necesaria para alcanzar la Santidad. Él se alió a nosotros para favorecernos, para extender su Generosidad, Él se solaza en su Munificencia, Su Santidad es Magnificencia.

 

Este poema está compuesto de 16 versos. En los apartes que tomamos para proclamar hoy día, nos convoca para que hagamos resonar nuestros instrumentos musicales festivos, y así, se deje oír el regocijo magnifico de nuestra alegría.

 

Pone el reflector sobre el hecho de que estas “celebraciones” provienen de Dios, fue Él quien las instituyó. Las puso en el calendario litúrgico y las dio a conocer como elementos de su Ley.

 

Celebramos al Único Dios, y Él Dios-Celoso, pero Bondadoso, nos previene para no ir a incurrir en infidelidad, sino mantenernos lejos de los rituales idolátricos que le ofenden como verdadero adulterio.

 

En resumidas cuentas, nuestras alabanzas y nuestras fiestas litúrgicas son sencillamente la manifestación de que la memoria de la Alianza está viva en nuestro corazón. Son como periódicas reiteraciones y renovaciones de los votos de esa conyugalidad del pueblo con su Dios.

 

Mt 13, 54-58



¿Qué pasa cuando nuestra ingratitud olvida al “Novio” y no se celebra el “Aniversario” de Matrimonio? El Novio termina por abandonar su Ternura, el lenguaje de enamorados se difumina, la relación sufre un doloroso devalúo de indiferencia y la Pasión entre ellos se interrumpe.

 

¿Qué pasa si un día el Novio entra y la Novia al mirarlo no lo identifica, lo confunde con “un vecino” común y corriente y sólo ve en Él a un artesano que tiene su taller en las inmediaciones de su propia casa?

 

¿Qué pasaría si un día, el profundo respeto y admiración por la Sabiduría del Novio, que tanto encantaba a la Novia, desaparece, y ese buen día, el nuevo objeto de atención son los rebuznos y los mugidos?

 

¿Qué pasaría sí -además, algún día- la Novia, empezara a avergonzarse de los parientes del Novio y ¿a verlos como gañanes, patanes y toscos? Y, empezara a considerarse de mejor familia.

 

Es muy lógico y probable que el Novio cesara de llevarle rosas, de portarse galante, de componerle sus versos.

 

¡Y, sí! Este riesgo es mayor cuando el Novio es el chico que toda la vida ha vivido y crecido en el barrio, y de quien conocemos sus compañeros de estudios, inclusive sabemos sus gustos alimenticios y musicales.

 

Jesús llega a Nazaret (parece ser que la palabra Nazaret deriva de una expresión aramea que significa “vara”, “vástago” (Cfr. Is 11,1), que según los investigadores era un pueblo minúsculo, que ningún historiador de la época registró). Y va a enseñar a la sinagoga (proviene de synagein, juntar) -que dicho sea de paso significa reunir, para las Fiestas Litúrgicas estipuladas en la Ley: congregar; -todo esto muy coherente con lo visto respecto de la Primera Lectura- donde se “congrega” la gente para la “celebración”; del latín celebrare “acudir en gran número”.

 

El tema ha sido, pues, que Dios no nos quiere solitarios, desperdigados, individuados. ¿Por qué se habla de individuos? Porque -precisamente- no estamos para ser divididos, arrancados del organismo, desmembrados: Estamos convocados para ser comunidad, Dios no nos quiere ver des-sustanciados, desmembrados; Dios quiere que mantengamos nuestra unidad en lo que nos unifica -según el término aristotélico, la misma οὐσίαι que se ha traducido como “esencia”. Nuestra “esencia” está tejida con las finas fibras de la sinodalidad, de esa fraternidad determinada por nuestra filiación al Creador.

 

Nos parece inaudito que Él haya empezado -según nosotros al revés- que primero nos haya dejado ver su contexto material-familiar-humano, y -ahora, en segundo término- nos deje ver su ser de “profeta”, es decir, su Dimensión Espiritual, Su Divinidad. Sigue pareciéndonos imposible que en Uno convivan Dios-y-hombre. 

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