sábado, 12 de agosto de 2023

Sábado de la Décimo Octava Semana del Tiempo Ordinario

 


Dt 6, 4-13

Esta pericopa es la del שְׁמַ֖ע יִשְׂרָאֵ֑ל [Shema Yisrael]  “Escucha Israel”. Este “Escucha” del hebreo es mucho más que prestar el oído, es más bien poner en acción el corazón, con disponibilidad, con apertura de escucha, con un corazón más plástico en el sentido de moldeable, dispuesto a cambiar, a acatar, a ser obediente, a entregarse en las Manos de Dios con la firme decisión de cumplir sus Preceptos, pero no por mero legalismo, sino por amor, porque ama a Dios.

 

Junto con este verbo de la “escucha” está otro, de igual importancia, y que con aquel integran el pivote de la perícopa. Podríamos -con validez-, afirmar que entre los dos forman el gozne de este texto: es el verbo amar, en imperativo: וְאָ֣הַבְתָּ֔ [we ajeb -ta] / אָהַב [ajeb] “Amarás”. Son dos preceptos que se funden en uno: no se escucha si no se ama al que preceptúa, y no se escucha si no nos damos al ejercitar el amor. Es como una máquina con dos bielas empalmadas.

 

Esta máquina funciona con un combustible que tiene tres aditivos indispensables: el לֵבָב [lebab] corazón entero, el נָ֫פֶשׁ [nefesh] “alma” entera y con מְאֹד [meod] “vehemencia exhaustiva”, “con toda”. Cuando se incorporan estos tres aditivos, la máquina-humana funciona a plenitud. Suena fácil y muy claro, pero depende de nuestra generosidad, de nuestra capacidad de entrega, de nuestro aforo de disponibilidad. Uno puede llegar a pronunciar la jaculatoria, ¡habla Señor que tu siervo escucha! Pero de ahí a recabar la docilidad indispensable hay largo trecho.

 

Hay un soporte ritual, prácticamente una liturgia que ayuda a conquistar esa fortaleza espiritual, hagamos el elenco de los “pasos” que -Dios mismo prescribe- y que nos ayudaran a coligar los aditivos que tienden a ser inmiscibles:

a)    Repetírselas a los hijos

b)    Hablar de ellas

                                          i.    Estando en casa

                                         ii.    Yendo de camino

                                        iii.    Acostado

                                       iv.    Levantado

c)    Las ataras a la muñeca como un signo tefilin del brazo (que nosotros llamamos filacterias, lo cual es profundamente incorrecto, porque la palabra filacteria (que viene del griego) significa “amuleto”, y no se trata para nada de eso: es una manera de potenciar la fe, cumpliendo un “precepto” instituido por el Propio-Dios) Son mucho más próximos a nuestros sacramentales, y muy muy cercanos a los sacramentos; pues conllevan una identidad cultual.

d)    Serán en tu frente una señal tefilin de la cabeza.

e)    Las escribirá en las jambas de la puerta מְזוּזָה [mezuzá].

 

No se puede seguir adelante sin mencionar con nitidez estricta la esencia del Shema, El tema esencial de la Unicidad Divina: el Señor es אֶחָֽד [ejad] “Uno Solo”, y además, Primero tanto en jerarquía como en orden cronológico.

 

Sal 18(17), 2-3a. 3bc-4. 47. 51ab

Este es un salmo de Acción de Gracias. Y lo que se agradece es la “Victoria Final”, hay una proyección en el tiempo, hacia el punto Omega, y podríamos hablar de una Acción de Gracias Apocalíptica. Como si el Salmista tuviera conciencia de que habrá, en el futuro, una Gran Victoria, no controvertible, ni reversible; es la profecía de que la Victoria decisiva ya está contenida en germen, y es de Dios. Habrá, quizá, victorias parciales, momentáneas, ilusorias, en las que el enemigo se pretenderá y hará mucho estruendo, solo para hacer creer que ha triunfado. No será más que la triple P: “propaganda política pagada”.

 

Será triste que muchos serán embaucados por la música ensordecedora, los muchos glúteos y otras musculaturas femeninas que pretenderán servir de marco a sus carteles y afiches.

 

Este Salmo quiere ser un antídoto para contrarrestar tanta falsedad e impostura. Es toda una estrategia del gazapo la que el Salmo desenmascara, señalando las verdaderas victorias escalonadas que el Señor nos ha dejado como “signos inconfundibles” de su economía Salvífica.

 

Veamos este otro elenco que nos aporta el salmo. Dios nos educa y nos deja claro. Su Pueblo en horas de lucidez ha identificado sus dulces rasgos de Go-el, de Pastor, de Padre:

a)    Él es Fortaleza, Roca, Alcázar y Libertador.

b)    Es Peña, Refugio, Escudo, Fuerza de Salvación, Baluarte, Él incapacita a los enemigos.

c)    Es Roca de salvación, Él hizo invulnerable a su Mesías.

Este Salmo tiene como punto de partida el amor y como punto de llegada la Victoria del David escatológico. Consta de 51 versos.

 

Mt 17, 14-20

Entender que la fe es un poder desbordante



No se puede ver en los discípulos, una situación de carencia de fe. Más bien, nos encontramos en una vía procesual. Han crecido, pero les falta crecer mucho más. Cuando el viento nos pega en la cara, tendemos a empezar a hundirnos. Los reveses que se presentan en nuestra ruta de fe, son verdaderas piedras de tropiezo (escandalón). La fe del discípulo no depende de él solo, hay un factor comunitario, tanto de los circundantes -incluyendo a los que no pertenecen a la Iglesia, los que no están en la Barca, como de los que son cercanos y navegan a nuestro lado; por ejemplo, los vecinos de su pueblo natal, que causaron que -por su falta de fe- Él no hiciera muchos milagros allí. La fe no es hazaña de “una golondrina”, influye mucho lo que pasa con la bandada. En la fe hay factores sinodales preponderantes.

 

¡La fe es una estructura del reino que se forja comunitariamente! Por eso, Dios se eligió un pueblo, por eso nos convoca a ser Iglesia. Y, aún hay más, los que están afuera, los fariseos, los saduceos, los escribas, también tienen “velas en ese entierro”; su descreimiento congela y pervierte los carismas recibidos, hasta llegar a bloquearlos.

 

Muchas veces desplazamos la culpa a los discípulos, pero no nos lavemos las manos con ellos, Jesús no les reclama tanto a ellos sino a toda una “generación”. Tal vez aquel papá venía a apostrofar a los discípulos con Jesús y la diatriba de Jesús va contra él y otros circundantes, que con su “reclamo” por la incapacidad de los discípulos, impulsaba un clima de desaprobación y clavaba una estaca de división entre ellos y su Maestro.

 

“Por su poca fe” ¿Ese “su” se refiere a la fe de los discípulos o a la fe del papá? Cuando dice Jesús: Generación incrédula y perversa, se está refiriendo al papá, y por eso añade “Traédmelo acá”. ¡No habría tenido mayor sentido que le dijera a los discípulos que se lo presentaran, cuanto el que lo conduce y lo trae y lleva es su padre!

 

Ya la segunda vez, -cuando en privado ellos le preguntan- ahí sí les habla a sus discípulos y les pone de manifiesto la urgencia de seguir madurando y creciendo en la fe. Los poderes que Dios da para trabajar en la construcción de su Reino, no son “navajitas de bolsillo” que se dan a tal o cual favorito. Son carismas eclesiales que entre todos ponemos en acción. Si hoy no hay milagros es porque hemos construido, entre todos, murallas de descreimiento. De nada sirve oír si no queremos escuchar y de nada vale escuchar si repudiamos acatar. ¡Pero para Dios no hay imposibles!

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