miércoles, 17 de mayo de 2023

Miércoles de la Sexta Semana de Pascua



Hch 17, 15.22-18,1

ΑΓΝΩΣΤΩ ΘΕΩ

Cómo es y cómo funciona el politeísmo que tiene tantos y tantos dioses que llega a preocuparse que, de pronto, haya alguno o algunos por ahí que se les haya escapado, y de ser así, podría ofenderse y enviarles un castigo; pues, entonces, había que erigirle un altar y -preventivamente- saludar a ese “ignoto”, algo como echarle una porción de agua adicional a una sopa, por si acaso llegaba un invitado extra.

 

Pero, lo interesante para nosotros es el esfuerzo que hace Pablo por partir de “su punto de vista”, él hace lo que puede para mirar desde su óptica, y, aprovecha este detalle para plantear un razonamiento y abrir la puerta a un entendimiento y dialogo con aquella cultura.  No es cualquier enunciado, es uno que busca como presentarles a Jesucristo, desde sus referentes, para hacerse entendible.

 

Así, pasa a mostrarlo como el Autor de toda la realidad, y mostrarles que Dios no es muchos, sino que es Uno, y apunta hacia su Unicidad.  De allí pasa a mostrar que Dios es como el medio natural en el que se desenvuelve nuestra existencia aun cuando lo pasemos desapercibido. Este referente continúa teniendo profunda validez, también hoy, -pasamos inconscientes- y miramos para todas partes, pero no somos capaces de ver su Presencia constante.

 

Continua con otro argumento, que también retoma de su visión del mundo; somos del linaje divino (Arato de Soli), y por tanto, no hemos de adorar cosas, fabricadas por mano humana, aun cuando estén hechas de “metales preciosos”, sino que la dirección a la que debe apuntar nuestra fe es la de la superación de los errores, a la que Pablo llama μετανοεῖν [metanoein] “conversión”, “cambio de mentalidad”.

 

Pasa a presentar la idea de “juicio” que Pablo señala como “juicio universal”, juicio que se caracterizará por su “Justicia”, y que Dios ha entregado para que sea conducido por Su Designado”, a Quien Él ha ἀναστήσας [anantesas] “resucitado”, “levantado” de entre los muertos. Al llegar a este punto, el auditorio encuentra punto de evasión y la asamblea se disuelve con un contra-argumento inane: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión”, no hay argumento, en realidad, “sacan el cuerpo”, pues su apertura, no llega a más.

 

El fruto recogido de este esfuerzo fue de tan sólo algunas personas, de las cuales el hagiógrafo señala dos: Dionisio el Areopagita y Damaris. Así termina el episodio de Pablo en Atenas.

 

Sal 148, 1bc – 2.11-12. 13. 14

Este salmo es un himno. Toda la Creación llamada a bendecir al Señor. Todos, vivos e inertes, están convocados a alabar. Parece un tratamiento contra la pedigüeñería, aquí se alaba, se bendice, se gloría, se ensalza, todo el salmo es una plegaria de ADORACIÓN.

 

En le Primera Estrofa va por lo Alto, los convidados son los cuerpos celestes y los ángeles, todas las huestes Celestiales, convidadas a entonar la Alabanza.

 

En la Tercera Estrofa se invita a los gobernantes -ellos que acaudillan los pueblos, son los primeros en ser convidados, para que den el buen ejemplo, que agradezcan y bendigan; si ellos no lo hacen, todos sus subordinados pensaran que es por la inteligencia, la habilidad y la sagacidad de sus líderes que llegan los dones. Esa irreverencia tendrá su paga, más temprano que tarde. ¡No saben ustedes que la ingratitud cunde peor que una pandemia? Muy pronto todos los gobernados desplazaran la gratitud y la trasmutaran en egoísmo; la virtud de reconocer nuestra supeditación a la Generosidad y la Providencia Divinas, redundará en esterilidad y penuria por descuidar la Fuente de la Gracia. Aun cuando bien sabemos que Dios no es rencoroso ni castigador, pero esa actitud nos desconecta de la Fertilidad Real. Después de convocar a los Reyes, príncipes, jueces, y -se entiende, a toda autoridad, se invita a todas las edades, y a todas las categorías humanas a entrar en tónica de alabanza e incorporarse a los Coros Celestiales y Angélicos.

 

Finalmente, hace apelación al pueblo elegido, y subraya la idea que esbozamos arriba: El vigor (ha llenado nuestra cornucopia) del pueblo proviene -y no hay que buscarle otra fuente, Él es la Fuente.

 

Valga la invitación a leer el Salmo integro, mucho nos nutrirá el espíritu, daremos grandes pasos si profundizamos en él. En este himno encontramos una escuela de oración y una órtesis para ser mejores amigos del que nos brinda su Amistad. Triste y lúgubre un culto que hemos deformado, enseñando a solicitar milagros, pero incapaz de dar Adoración. No es el pueblo el que falla, hemos sido los “formadores” (no se si la cuestión es tan grave que tenemos que llamarnos “deformadores”), los que hemos sesgado y mutilado este sentido esencial de la religión: Es tan difícil deshacer entuertos y, sin embargo, procurando educar en la gratitud y la alabanza, repetiré aquí con el Salmista: “Alaben el Nombre del Señor, el Único Nombre Sublime. Su Majestad sobre el Cielo y la tierra”.  

 

Jn 16, 12-15



Leer con la Luz de las Lenguas de Fuego, la Verdad del que Vendrá.

Siguiendo la Lectura de la Sagrada Escritura, nos vamos encontrando con un sentido de gradualidad. Dios, en su Misericordia Infinita, hacia su criatura, no nos descarga de golpe y porrazo la Revelación, sino que, nos la entrega con moderación y procesualidad, en un paso a paso, que va sólo un poco más allá de nuestra posibilidad, para expandir el área iluminada, día tras día, y en la misma medida que nos hacemos capaces de contenerla. Si se hubiera mostrado intempestivamente, nos habría aniquilado. Por eso, había un halo de Misterio en torno suyo, hasta que -con la llegada de Jesús entre nosotros- el velo del Templo se rasgó. Ahora, todo está allí, pero aún hay -como nos lo expresa hoy en el Evangelio de San Juan, cosas que “no pueden cargar con ellas, por ahora”.

 

Así, la zona de influencia del Malo, se reduce paulatinamente, y el Espíritu Santo va generando una campana de Luz cada vez más vasta. El Mentiroso va siendo desenmascarado, y nuestra inserción en la Verdad Total, va cristalizando: ¡La Verdad de Dios es una Verdad Dinámica! Siempre nos imaginamos en esto, la Ternura del Padre, que no pretende a los 10 meses, enseñar a su bebé a resolver una pesada ecuación diferencial, pero se complace en pasarle el balón y se enorgullece que sea capaz de detenerlo y re-enviarlo, a manos de su Progenitor.

 

Ahora bien, ¿vendrá el Espíritu Santo a darnos lo que Jesús no? El Evangelio nos declara que no será así. Todo viene de Jesús, a Quien el Padre instituyó y desde el Principio hizo todo pensando en Él. Pero -en cambio- si obra como una especie de Traductor, que pone en nuestro idioma, que ajusta a nuestras capacidades y nos da, y nos anuncia según nuestro nivel de asimilación se acrecienta, proceso al cual contribuye también el Santo Espíritu, que nos lleva, con su pedagogía, a ensanchar nuestras competencias espirituales. 

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