lunes, 29 de mayo de 2023

Lunes de la Octava Semana del tiempo Ordinario



Gn 3, 9-15.20

¡El pecado se ha cometido! El ser humano tiene consciencia de su culpabilidad. Es consciente de haber desoído la advertencia. Dios, en su desvelo por el ser humano lo previno indicándole cual era la “kryptonita” que lo podría matar, y que, en diversas variantes, podría adulterar los enormes poderes con los que Dios lo creó.

 

Por haberse hecho pecador, cobra súbita consciencia de su estado de desnudez. Fenómeno bien curioso, no ha habido ninguna trasformación especial en el ser, pero su corazón da a sus ojos otro “enfoque” que le hace reconocer en su propio ser algo malo. Ese descubrimiento lo conduce a quererse ocultar. Al percatarse de la Presencia de Dios, ya no lo ve como un Amigo que llega a compartir con él, a gozar de su amistad. Ahora, hay algo que interfiere esta cariñosa armonía entre Creador y criatura.

 

Otra fragilidad humana se nos descubre en este relato: se trata de un desplazamiento. El hombre achaca la culpa a la mujer; él bien habría podido negarse a “comer del fruto prohibido, no vemos en el relato que Eva haya coaccionado de alguna manera a Adán a seguirla en el consumo del “pecaminoso pasa-bocas”, ella simplemente se la נָתַן [nazan] “dio”, “convidó”, ofreció”. ¡esto da también inicio a una “fractura” en las relaciones interpersonales de la pareja; no sólo se ha afectado la relación Dios-ser humano, sino que esto, además, ha traído una resquebrajadura entre el hombre y la mujer. Se confeccionaron חֲגֹרֹֽת [jagorot] “taparrabos”, “especies de delantales que cubrían sus partes pudendas”.

 

La acción de la נָחָשׁ [nakjash] “serpiente” es presentada indudablemente como de נָשָׁא [nashó] “engaño”; algo parecido a lo que hacen los magos de feria que “prestidigitan” para conducir aparentemente al prodigio. Obsérvese el parentesco fonético entre los dos vocablos, que tienen en común dos letras. Dios mira hacia ella como primera merecedora de sanción.

 

La perícopa se salta 6 versos y se va directo al nombre que Adán le da a la mujer: la llama חַוָּה [chavah] “vida”, porque ella fue madre de todos los חָֽי [kjay] “vivientes”, lo que tiene “vida”, lo que tiene “vitalidad”. Esta letra hebrea reúne tres factores habla-pensamiento-acción, que remiten a lo que puede hacer el ser humano-existente. Su grafía alude al hombre-la mujer-y-el hijo.

 

Sal 87(86), 1b-3. 4-5. 6-7.

Este es un Salmo de Sion. Este tipo de Salmos está relacionado con la Iom Tov fiesta de las Succot, festividad que se celebra a finales de septiembre e inicios de octubre. El mandamiento dice que deben vivir una semana del año en “chozas” para que no se olviden como les tocó hacer durante su travesía por el desierto, y -sin embargo- Dios los fue cubriendo de protección, de detalles, durante su pasaje por tan árida e inhóspita zona. Se ha comentado que había una procesión para rememorar el traslado del Arca -que hiciera David- a Jerusalén. Pero, esta procesión -también lo hemos dicho no tenía escolta militar, como si la tenía la procesión de Entronización. No es tanto un asentamiento del rey,sino, más bien, como una subida a la Jerusalén Celestial, por eso el valor de estos salmos es eminentemente escatológico. Si releemos en el Apocalipsis del capítulo 21 el verso 2, se dará una imagen más precisa del valor escatológico de este salmo: Nueva Jerusalén, descendiendo del Cielo ataviada con traje de Nupcial para su Esposo.

 

Para nosotros este Salmo vaticina todo el sentido de la Iglesia en la vida de la Comunidad creyente. Está directa y muy estrechamente conectado con la Maternidad de María en relación con todos los fieles, sus hijos -entregados por Jesús en la cruz- a sus maternales cuidados. Esa maternidad se trasmite sin discontinuidad a la Iglesia.

 

Jerusalén -casi como un absurdo- es presentada en este salmo como la cuna de los peores enemigos de Israel: Egipto, Babilonia, Tiro, Filistea, precisamente los que la atropellaron, la violentaron, la incendiaron, la saquearon y tanto daño le hicieron a Jerusalén- son los mencionados en este salmo para que algún día la reconozcan como su Madre, la ciudad construida en la ladera de Sion. Pero no será por férula que será aceptada, sino porque sus habitantes sabrán proclamarla de tal manera que esos -antiguos enemigos- reconocerán su cobijo maternal. Sabrán mostrar a la Mamá como prodigadora de cariños universales. La Lumen Gentium en el número 63 dice: “La Virgen Santísima, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y por sus gracias y dones singulares, está también íntimamente unida con la Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo. Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la virgen como de la madre. Creyendo y obedeciendo, engendró en la tierra al mismo Hijo del Padre, y sin conocer varón, cubierta con la sombra del Espíritu Santo, como una nueva Eva, que presta su fe exenta de toda duda, no a la antigua serpiente, sino al mensajero de Dios, dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó primogénito entre muchos hermanos (cf. Rm 8,29), esto es, los fieles, a cuya generación y educación coopera con amor materno”.

 

Se han tomado 6 versos y medio de sus 7 versos, para conformar la perícopa que se proclama en esta fecha; con ellos se han agrupado 3 estrofas.

 

Empieza enunciando la preferencia fundamental de Dios por esta Ciudad, por encima de todas las otras localidades que los judíos hayan levantado. Luego enumera las ciudades rivales, y dañinas que terminaran reconociéndola como la Ciudad que el Propio Dios se construyó. Concluye diciendo que no habrá mayor orgullo para los hijos de Dios que mostrar su partida de nacimiento inscrita en los archivos del Despacho Notarial de la Santa Ciudad.

 

Jn 19, 25-34



Continuando la relación estipulada entre Jesús, María y la Iglesia, queremos aquí, darle un repaso al Concilio Vaticano II, que, en la Lumen Gentium, en el numeral 58 dice: «En la vida pública de Jesús aparece reveladoramente su Madre ya desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida a misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías (cf. Jn 2, 1-11). A lo largo de su predicación acogió las palabras con que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados (cf. Mc 3, 35; Lc 11, 27-28) a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente (cf. Lc 2, 29 y 51). Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo erguida (cf. Jn 19, 25), sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante en la cruz como madre al discípulo con estas palabras: «Mujer, he ahí a tu hijo» (cf. Jn 19,26-27)».

 

Aquí es muy importante mirar las dos palabras que pronunció Jesús en la Cruz, en su penosa agonía: “Tengo sed” (Jn 19,28) y “Todo está cumplido” (Jn 19, 30). La sed no se refiere a una sed de agua, sino al anhelo profundo de encontrar refugio en nuestro corazón. Τετέλεσται [tetelestai], ¿cómo traducirlo? Hay una “misión” que implica cumplir varios pasos, una secuencia de etapas, se van cumpliendo una a una; al final, todo lo que se esperaba, se ha hecho. ¡Eso es! Todo se ha hecho, ¡está cumplido! Lo que se alcanzó, puso las bases para que -con el impulso dado- se produzcan -hasta la satisfacción- las etapas pendientes. La Madre, los discipulos y nosotros miembros de este linaje, le daremos continuidad y proyección.

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