martes, 30 de mayo de 2023

Martes de la Octava Semana del Tiempo Ordinario



Eclo 35, 1-12

Se termina este fragmento que leemos hoy, corroborando que Dios, en su Justicia, no se deja torcer haciendo acepción de persona.

 

Muchas veces amputamos la relación con Dios reduciéndola a la más mezquina manifestación: no hacer unas acciones que el Señor vetó. Pero, podríamos estar más cerca de su amistad, si hiciéramos todo el bien posible. La perícopa del Eclesiástico nos da todo un elenco de ejemplos de acciones positivas -un par de ellas negativas, porque siempre hay que recordar que el basto campo de nuestra Libertad tiene su límites- demos un vistazo:

a)    Observancia de la Ley y ejercicio de los Mandamientos, si, empezando por ahí.

b)    Devolver un favor.

c)    Dar limosna.

d)    Apartarse del mal y ofrecer sacrificios de expiación.

e)    No presentarse al Señor con las manos vacías.

f)     Abundante práctica de la Glorificación a Dios.

g)    Mostrar regocijo cuando se le ofrenda a Dios.

h)    Darle a Dios generosamente.

i)      No ocurrírsele “sobornar” al Señor.

 

A medida que se avanza en la lista de ejemplos, surgen ideas alternativas o complementarias de Glorificar a Dios, pero también se va dando uno cuenta que, glorificarlo a Él es en verdad actuar a favor de uno mismo, así como vivir en armonía con los otros.

 

Recordemos, en conclusión, que el genuino cumplimiento de la Ley -no cosiste en aprender de memoria listas y listas -lo que está muy bien como ejercicio de memoria- sino que, está en obrar siempre amorosamente y hacer todo el bien que nos sea posible, aprovechando y descubriendo las diversas oportunidades que Dios va dejando a nuestro paso.

 

Sal 50(49), 5-6. 7-8. 14 y 23

Este es un Salmo de Alianza. Los investigadores han encontrado documentos que registran las Alianzas que hacían -pongamos por caso- los Hititas entre el pueblo y su regente. En ellos se empezaba diciendo quien era el que enunciaba el pacto, señalando su rengo, su ascendencia y su autoridad. Acto seguido se mostraba la naturaleza del pacto y cómo se había conciliado, haciendo -a veces- una enumeración de las situaciones y anécdotas que lo rodeaban y lo habían promovido. Ahí sí, empezaba a enumerar los artículos del compromiso, lo que correspondía de parte y parte; y concluía indicando quienes actuaban como testigos, y -a veces- garantes también del pacto.

 

Alguna vez -estudiando los Salmos de Alianza- señalábamos que solían incluirse -aun cuando no siempre- bendiciones y maldiciones en caso de fiel cumplimiento o de incumplimiento, respectivamente.

 

El pacto de hoy formulado de forma concisa, gira en torno al cumplimiento de los Mandatos del Señor lo que el Señor se compromete a pagar, entregándole la Salvación. La pericopa resume el “Tratado” en 3 estrofas:

Nos cuenta que el “pacto” se selló con un sacrificio y anuncia que llega el momento de juzgar, preside la sesión el Propio Dios.

Declara el señor que el problema no está en los Sacrificios que Él reconoce han sido continuos.

Y en la tercera estrofa señala como dos clausulas mayores: el cumplimiento de los pactado es glorificación para el señor y Él lo compensará por darle כָּבַד [kabad] “honra”; el que ha hecho el bien será premiado dejándole ver la salvación, -no cualquier salvación- sino la que da Dios, la Verdadera יֵ֫שַׁע “Salvación”; está palabra hebrea significa “Salvación” + “Seguridad” + “Bienestar”.

 

Mc 10, 28-31



El cumplimiento de una Alianza es recompensado con Bendición. Jesús nos va a señalar hoy cómo será recompensada la Alianza de “Seguimiento discipular” que se selle con Él.  Sin embargo, como se dice cuándo se va a dar una “mala noticia”, ¡siéntense, por favor!  Aquí no se va a dar una “mala noticia” que todo lo que contiene el Evangelio -de conformidad con su título- es Buena Nueva. Lo que pasa es que la cultura en la que, por siglos, hemos estado inmersos, nos ha venido infiltrando con un “esquema” completamente opuesto. Se trata del paradigma de el “poseer”. Allí se da una colisión frontal entre el esquema tradicional (odres viejos), y lo que Jesús propone: ¡el Vino Nuevo! Según el paradigma cristiano, la cuestión no es poseer, el quid del asunto está en la “donación”. Y mucho más que dar cosas, en la capacidad de darse, uno mismo.

 

Miren como se presenta la Alianza en cuestión: todo aquello que uno abandona por la causa del Evangelio, será restituido al ciento por uno con “ñapa”. Cuando se hace una compra, cabe la opción de pedir la “ñapa”, que es una porción adicional que no se paga, pero se da como premio y estímulo al comprador. Por ejemplo, se compra una docena de bananos, y se recibe, como obsequio, una mandarina. Jesús ofrece un vendaje, se recibirá cien veces más de lo que se ha dejado para hacerse discípulo, y la ñapa serán διωγμῶν [diogmón] “persecuciones”. Esta palabra en griego es lo que se hace con un animal cuando se le da cacería y -cuando ya se le tiene a mano- se le apabulla hasta acabarlo. ¡Ahí está la “ñapa”!

 

Pero, en la realidad escatológica, recibirán la “Vida eterna”. Este planteamiento desmonta una ideología fundamental de la teología judía que consideraba que la rectitud y coherencia con la Ley se traducía en bonanza económica y derroche de salud y longevidad, y también pone termino a toda fe que quiere comprar con virtud el éxito aquí en la tierra. Por eso el verso 31 llega a la conclusión: “Muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros”, porque es necesario poder salirse de la lógica común y silvestre y poder cabalgar a lomo de la lógica Divina.

 

Muchos prefieren mantener su apego a la riqueza material, y no comprometen nada al seguimiento de la fe cristiana; así que siguen porfiadamente aferrados a su teología de la “retribución”, y ponen en el lema de su escudo aquello de que “más vale pájaro en mano…” y lo complementan con la consigna “hoy comamos y vivamos que mañana moriremos” que aparece citada en 1Cor 15, 32, refiriéndose a quienes desconocen la realidad escatológica. Si cabe, citaré un comentario que se añade en UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS de Beck, Benedetti, Brambillesca, Clerici y Fausti, donde se glosa el tema del culto a la riqueza y de toda esta ideología tan mundana y favorecida, diciendo: «Vale la pena subrayar que el dinero es el rostro concreto de toda idolatría, y se le adora más que lo que pensamos desde el Occidente hasta el Oriente, y eso lo hacen tanto los que se llaman cristianos como los ateos, en forma de capital o bienestar. En general, todos nosotros somos devotamente solícitos en su veneración durante 24 horas diarias, en parte con un culto directo (el trabajo) y en parte con un culto indirecto (el descanso para trabajar). Nuestra misma “doctrina social” en el fondo corre el riesgo de no hacer más que codificar razonablemente su culto».

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