miércoles, 10 de mayo de 2023

Miércoles de la Quinta Semana de Pascua



Hch 15, 1-6

Proponiendo la existencia de “cristianos de segunda clase”

Llegan unos cristianos judaizantes de Judea a Antioquía y llegan exigiendo que los cristianos deben cumplir con la ley mosaica, en particular con la circuncisión, es decir, que deben hacerse por entero judíos. Que se hubiera decidido predicarle -también- a los paganos, no encerraba un gran problema, era similar a lo que sucedía con los “temerosos de Dios”, los “prosélitos”, que se acercaban al judaísmo, pero cuanto mucho podían llegar a ser judíos de segunda clase. Algo análogo encerraba su propuesta con los cristianos venidos del paganismo, a menos que se plegaran a la práctica estricta del judaísmo. Se puede diagnosticar como un retroceso, se ha dado un paso atrás, se está revisando lo que hasta el momento no se había exigido. Y debían guardar todas las demás leyes del mosaísmo. No se tomó esta propuesta sosegadamente, sino que, como lo dice el texto, “Esto provocó un gran altercado”.

 

Comisionaron a Pablo y Bernabé para subir a Jerusalén a consultar a los apóstoles este asunto. En Jerusalén fueron recibidos con alborozo tanto por parte de los Apóstoles, como por los Presbíteros y por la Iglesia entera. Pero encontraron también allí, un frente de oposición, constituido por los fariseos-cristianizados.

 

La perícopa nos deja, por hoy, en la asamblea de Apóstoles y Presbíteros que se reunieron a estudiar el asunto.           

 

Sal 122(121), 1bc-2. 3-4b. 4c-5.

Un salmo gradual (הַֽמַּעֲל֗וֹת [ma'alah] “subiendo las gradas”, “procesionar por los peldaños”), es un salmo sobre la peregrinación a Jerusalén, a visitar el Templo. Todas las peregrinaciones tienen su antecedente en esta marcha ritual hasta el Templo. En verdad se está hablando de otras “subidas”, son subidas que aluden a una “liberación alcanzada”: se sube de Egipto, se sube de la deportación de Babilonia, se sube como cada mortal asciende al Señor “marchando en peregrinación” a lo largo de toda la vida, y, se subirá al final de los tiempos.

 

Este poema en particular maneja un contrapunto en cada dístico: primero un verso con tres acentos y luego el siguiente, con sólo dos acentos. Es como una emoción contenida, casi inmanejable, declamada al compás de la alegría. Hay una dicha incontenible que pisan ya casi los umbrales de la Ciudad Santa, בֵּ֖ית יְהוָ֣ה.[bet Yahwe] “la “Casa del Señor”. ¡Estamos ingresando en la Ciudad que Dios se escogió como Morada!

 

La primera estrofa nos habla de esta toma de consciencia, ¿qué estamos haciendo en esta sinodalidad? ¿Por qué marchamos juntos en ascenso? ¡Y, al darnos cuenta, שָׂ֭מַחְתִּי [maḥ-tî] “qué alegría!”

La segunda estrofa evoca una idea de חָבַר [chabar] “hechizo”, hay algo mágico que la defiende, que la sustenta, que le sirve de basamento.

Recordemos que en sus puertas se ubicaban los jueces a impartir justicia. Siguiendo la “tradición” judaica, se sube para loar y adorar el Santo Nombre. Allí se proclaman los testimonios de su Grandeza Misericordiosa.


 

Jn 15, 1-8

En el capítulo 15 de San Juan, encontramos 15 veces la palabra “permanecer”. Y, se nos plantea a modo de “Mandamiento”: Permanezcan en Mí y Yo en ustedes”. No es un mandamiento caprichoso, nos explica el por qué. Sólo injertados en Él seremos fructíferos. Y, nos da una analogía: si Jesús es la Vid, solamente unidos a la vid, el κλῆμα [klema]sarmiento” carga. Y, pegados a la vid que es Jesús, la cosecha será prolífica. Y ¿cómo llegamos a ser “sarmientos”? sólo si logramos entender nuestra fraternal “igualdad”, que consiste en no buscar escalar posiciones en Su Amor, y entender que sólo Él tiene derecho a entregar las “preferencias” de Su Amor, y que no hay “ascensos” por “adulación”. La escala de “promoción” del Señor, no es una escalera por “meritocracia”. ¡El amor verdadero, ni se compra ni se vende!

 

Al contextualizar este capítulo, insistimos -una vez más- que se trata de un discurso de despedida que tiene por sentido animarnos, dejarnos cimentados en fortaleza, convencidos que aquello que se suele llamar derrota, es sólo un proceso de depuración, para evitar que seamos como la higuera estéril. La higuera estéril estaba condenada a ser arrojada al fuego; y, así todo el que no da fruto, será cortado para despejar el terreno y dar cabida a otros que -a su vez- serán también podados. ¡Nuestra firmeza consiste en dejar de temer la persecución, la exclusión, la tortura, y la muerte; todo aquello que nos condena a permanecer encerrados en “el aposento alto”!

 

Hay una joya verdadera, una Joya Celestial que Jesús nos entrega, y que podemos pasar sin darnos cuenta: “Ustedes ya están καθαρός [kataros] “limpios” por la Palabra que les he hablado” ¿Por qué resulta aquí hablando de pureza”? Es que podar está expresado con la palabra καθαίρει [kathairei] “podar”, “purgar”, “eliminarle los elementos indeseables”. (Hay que recordar que la Viña que plantó el Señor es Israel, que no dio uvas dulces, sino “agrazones”, puro amargor y sinsabores). Pero a nosotros, Jesús nos ha “podado”, con las Palabras que han salido de su Corazón, a través de sus Labios. Esta perícopa de Juan se enlaza directamente con la apertura a los “paganos” de la que nos habla Hechos de los Apóstoles, hoy: Hemos sido constituidos un Nuevo Israel. Esta parte del discurso de Despedida es una llamada clamorosa a “permanecer auténticos discípulos”. 

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