miércoles, 13 de noviembre de 2024

Jueves de la Trigésimo Segunda Semana del Tiempo Ordinario



Flm vv.7-20

… el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas.

Laudato si’

Reducir, reutilizar y reciclar se pusieron de moda -y vaya que esto era urgente para tomar consciencia, al seno de una sociedad consumista, y así cuestionar y detener el desperdicio y la polución ambiental. Sin embargo, las soluciones no pueden ser parciales y unilaterales, sino que deben tomar en cuenta de manera holística otros focos y otras vertientes de esta realidad que también ponen en peligro la “casa común”. La Iglesia aboga por una ecología humana integral que abarca la faceta antropológica -inmediatamente ligada el desperdicio y a un materialismo exacerbado, a saber: que es jerárquicamente más importante, atacar el asunto desde la óptica del ser humano, como administrador del medio ambiente y de la Creación entera: hay que reconciliar, reformar y rehabilitar.

 

Pero, contra lo que muchos pueden pensar, y desinformar, la Iglesia ha venido preocupada y muy interesada en estos ejes. Esta Carta a Filemón, toma a su cargo el enfoque recuperador de la persona, como parte del tema koinónico-sinodal. (Koinonía se puede traducir por “comunión”, o por “participación”). Nuestra manera de enfocar los problemas tiende siempre en primer término a las personas, a su corazón, a sus entrañas y a sus angustias y heridas. Uno de esos aspectos, de urgente priorización consiste en afanarse más por la rehabilitación que por el castigo. Antes que la lobotomía y la amputación hay que afanarse por la recuperación.

 

Esta carta no es un comunicado del Pastor a una comunidad, sino de amigo a amigo, desde las entrañas del pastor, emana esta -no decimos carta, por su brevedad de sólo 335 palabras, un solo capítulo y únicamente 25 versículos- nota. En Colosas, había dos núcleos cristianos: uno al que se le remitió la Carta a los Colosenses, y otro, que se reunía en la casa de Filemón. (Como Arquipo está mencionado en ambas “cartas” se piensa que era Arquipo quien fungía como bisagra entre las dos comunidades). La Carta se dirige no sólo a Filemón, también se menciona como destinatarios, a Apfia-Apia (v.2 quizás la esposa de Filemón) y a Arquipo.

 

Se trata de otro escrito desde la prisión, y se piensa que Pablo estaba encarcelado en Éfeso cuando la escribió. Se toca el tema de la esclavitud. Ya que la carta (o nota, si se prefiere), se ocupa extensamente de él. Onésimo era un esclavo de Filemón, y se cree que se había escapado, igualmente se supone que le había robado algo. Onésimo se había hecho cristiano, y se había hecho mano derecha de Pablo y se había ganado el cariño de San Pablo, el Apóstol de la gentilidad habla de él, llamándolo “hijo”.

 

Decimos que es una carta pastoral porque responde a la definición que hemos dado de “Carta pastoral”, una donde se dan consejos morales y prácticos diciendo cómo debe actuar un verdadero cristiano. Pablo explica que tiene autoridad para señalar cuál ha de ser el comportamiento a tener, pero que no se lo impone como norma, sino que se lo ruega como amigo, y le pide que lo cumpla en nombre de los nexos de gratitud que median entre ellos.

 

Onésimo significa “útil”, “beneficioso”, “de buena espalda” dado que en griego clásico “útil” se dice ὄνησις [onesis]. En el verso 11, se juega con este significado del nombre: le dice a Filemón que Onésimo se había vuelto ἄχρηστον [achrestón] “inútil” (en koiné) para Filemón, pero, ahora, -ya en su condición de fiel cristiano-, se ha convertido en εὔχρηστον [euchrestón] “útil” para los dos, tanto para Pablo como para Filemón.

 

Lo que le pide -no abiertamente- indirectamente es que le conceda la “libertad” a Onésimo; prefiere pedírselo como un favor. En el verso 6, se prepara el terreno para esta solicitud, cuando Pablo formula su acción de gracias, conectada y formando parte del saludo: “Y pido a Dios que tu participación en la misma fe te lleva a conocer todo el bien que podemos realizar por amor a Cristo”.

 


Para ayudarnos a entender de qué se trata, Papa Francisco -siguiendo una distinción que data de Santo Tomas de Aquino-  nos propone en su Fratelli Tutti, distinguir -al respecto- dos clases de amor: “Hay un amor “elícito” que son los actos que proceden directamente de la virtud de la caridad, dirigidos a personas y a pueblos. Hay además un amor “imperado”: aquellos actos de caridad que impulsan a crear instituciones más sanas, regulaciones más justas, estructuras más solidarias… Esto provoca la urgencia de resolver todo lo que atenta contra los derechos humanos fundamentales…. El fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y armas, terrorismo y crimen internacional organizado”.

 

No se sabe cómo asumió Filemón el pedido formulado por San Pablo. Si se puede aceptar la información que nos proporciona Jerónimo de Estridón, Onésimo se convirtió en predicador cristiano, y luego nombrado Obispo de Éfeso por el Apóstol Pablo. Posteriormente, fue apresado y llevado a Roma, donde murió lapidado.

 

No es este el lugar para profundizar en la cuestión, pese a lo que queremos -por ahora- concluir indicando una necesidad urgente que Papa Francisco nos presenta: “Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva”. (Laudato si´ #14) Parecería que San Pablo nos dirige, hoy por hoy, a cada uno, un llamado suplicante: “Si, hermano, hazme este favor en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo”

 

Sal 146, (145), 6c-7. 8-9a. 9bc-10

He ahí, en las palabras de este salmo, todo el compromiso del cristiano por la promoción, por el desarrollo, por el “servicio”, personal y colectivo de la sociedad.

Noël Quesson

Los seis últimos salmos 145-150, son himnos y forman el último el último הלל Hallel, se llaman así, porque empiezan y terminan con la palabra Halleluia. ¿Por qué se alaba y nos alegramos en el Señor? Pues, muy sencillo, ¡porque Dios ayuda y protege! ¿A quiénes ayuda y protege? Busquemos en el salmo, a ver a quienes encontramos. a) Los oprimidos, b) los hambrientos, c) los prisioneros, d) los ciegos, e) los abatidos, f) los extranjeros, g) las viudas, h) los huérfanos. Estos son los mínimos, a los que Dios quiere compensarles su pequeñez. Dios profesa un amor preferencial.

 

Me toca profundamente, una pregunta, seguida de todo un argumento, que hace Noël Quesson: «Si Dios se interesa por los desgraciados… ¿Tú qué? ¿Qué haces? Proteger, guardar, curar levantar, sostener. Dios ha confiado al hombre sus propias tareas. Si el hombre es “este humilde polvo inconsistente, tiene la admirable dignidad de poder imitar a Dios. “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”, decía Jesús»

 

Como antífona tenemos una bienaventuranza: “Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob”

 

Lc 17, 20-25

¡Y pensar que ya está aquí!



Jesús nos da una noticia, ¿qué decimos, “noticia”? No, nos da un ¡noticiononón! Los fariseos -y esa expresión connota el deseo de que sea para un día futuro, muy futuro, ¡lejanísimo! ¿Cuándo va a llegar, el Reino de Dios?

 

Jesús, de inmediato, los “baja de la nube”. Les advierte que el Reino de Dios no llega con pre-aviso. No manda un heraldo que les notifique. No manda a colgar cartelones indicando que va a llegar primero a Europa y a los estados Unidos, y sólo después a América Latina… a África, quien sabe… tal vez a ellos no les llegue. El Reino de Dios está en medio (dentro) de nosotros. (Dice en la rúbrica).

 

Sólo que a Dios no le gusta el bullicio, no va por la línea estrepitosa. Nos enseña que el Reino no viene “aparatosamente”. Eso va contra todos nuestros prejuicios, arremete contra nuestro imaginario. Estamos habituados -en grado sumo- que cualquier cosa que va a pasar, la anunciamos previamente con “bombos y platillos”. Una de las funciones de los telenoticiarios es mantenernos debidamente prevenidos de todo cuanto vaya a suceder.

 

Cuando va a venir un gobernante de un país extranjero, los periodistas toman a su cargo, avisarnos, tenernos definitivamente prevenidos. Cómo va a ser que el reino sea diferente. Es como organizar un grandioso concierto de un famosísimo cantante y mantenerlo en secreto.  Esto es absurdo. ¡No lo aceptamos! ¡Si el Reino va a venir, exigimos que se nos dé los datos con la debida antelación para agendarlo!

 

Pero si hay un dato muy útil inserto en la perícopa de hoy: Primero van a torturar y a matar al Hijo del Hombre. Después de matarlo, vendrá la ἀποδοκιμασθῆναι [apodokinomastenai] “crítica”, “reprobación”, “rechazo”, “desecharlo”.


 

En síntesis, Jesús no se anuncia a Sí mismo, su Anuncio, es ¡el Anuncio de su Reinado! El rey ya vive dentro de cada uno de nosotros, en una red que enlaza corazones y voluntades. Lo que llega, es Su Reinado, la Soberanía de Dios en ejercicio de su Autoridad y Poder. Recapacitemos, es lo que decimos siempre en el Padre Nuestro: ¡Venga a nosotros Tu Reino!

 

No mantengamos dentro la restricción: “aguarde tantico” … “denos otro cuarto de hora para disfrutar de este estado-de-llevarte-la-contraria, sólo queremos que te tardes otros veinte siglos… De aquí a allá, habremos recapacitado y ahí sí, nos convertiremos…

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