sábado, 14 de octubre de 2023

Sábado de la Vigésimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario

 


Jl 4, 12-21

Sólo nuestras Biblias se distribuyen así, con el capítulo 3 formado con solo 5 versos, y el capítulo 4 con 21 versículos; en otras ediciones, el profeta se silencia después de Jl 3,21.

 

Con esta Lectura de hoy, del Profeta Joel, vamos a apartarnos del estudio de los profetas y pasaremos -la semana próxima XXVIII del tiempo ordinario, ciclo impar- al estudio de las Cartas Paulinas y deuteropaulinas (que se suelen o se solían presentar como originales del Apóstol de los gentiles, pero que la investigación ha probado poco razonable atribuírselas) -que nos ocupará, lo que resta de este año Litúrgico-; con una que otra excepción, al celebrar la memoria de algún Santo, como por ejemplo, la recordación de Santa Laura Montoya -el 21 de octubre-, que tiene por Primera Lectura, un texto de Jeremías.

 

Que sabor tan esperanzador y tan reconfortante, realmente -aún con su estilo apocalíptico- es una perícopa “consoladora”. Como algo coincidencial, se trata del Valle de Josafat -que es llamado, aquí, con el nombre: “Valle de la Decisión”, algunas traducciones ponen “Valle de la Poda”. Previamente se ha predicho que allí -llegado el Día del Señor- YHWH los reunirá y desde su Tribunal, los someterá a Juicio y su suerte quedará echada. No se hará por medio de debates acusatorios y defensivos, sino que cada cual aportará las “constancias” y las “evidencias”, pondrá la vida -como decidió vivirla- y colocada en la “Balanza”, casi que automáticamente se verá, lo que marque la “manecilla”. Allí se dan -como marco circunstancial-, una serie de fenómenos tectónicos inconfundibles -preámbulo y aviso de hallarse en una sesión apocalíptica:

a)    Se oscurecerán el Sol, la Luna y las estrellas.

b)    Rugirá el Señor en Sion, gritará en Jerusalén

c)    Temblaran los Cielos y la Tierra.

d)    Abrigará a su pueblo y será refugio para los Israelitas.

e)    Las montañas y las colinas rezumarán vino y leche.

f)     De la Casa del Señor brotará una Fuente que regará el Valle de Sitín

g)    Egipto y Edón -los que se ensañaron con Judá- serán una desolación y un desierto solitario, respectivamente.

 

Los versos 9-10 van en contrahílo de lo profetizado por Isaías quien auguraba trasformar las espadas en arados y las lanzas en podaderas. Aquí, por el contrario, encontramos una convocatoria a la “guerra santa”.

 

En cambio, Judá y Jerusalén -voz consoladora para el pueblo judío- estarán pobladas para siempre. Esta profecía concluye vaticinando derramamiento vengativo de sangre para los que violentaron a los judíos.

 

Sal 97(96), 1-2. 5-6. 11-12

Con una ágil pincelada el salmista pinta al Señor ejerciendo Justicia desde Su Tribunal: en la tierra hay alegría, por todos los rincones del planeta hay jolgorio. El Señor que es indescifrable e incomprensible para los humanos, permanece envuelto en ese misterio que lo esconde como “nube y tiniebla”; pero -se alcanza a notar que- los cimientos de su Trono son la Justicia y el Derecho.

 

Es un salmo del Reino, por eso, Él está en su Trono-Tribunal. Se reitera la universalidad de la convocatoria, todos llamados, todos están invitados. Se realiza su Realeza, precisamente apelándolo como Rey, como Santísimo, como Altísimo Señor. ¡Su Real Majestad!

 

Toda la tierra y todos sus elementos y sus potencias se dan cita. Hasta las montañas, se derriten como cera, porque la Fuerza del Señor es Fuego de Forja que funde. Delante de Él van los Querubines, la tierra toda tiembla, el cosmos se estremece. El orbe deslumbra bañado en relámpagos.

 

El amanecer contiene Luz de “alegría” y gozo para los “justos”. Los que se han mantenido fieles, regocíjense en la celebración de su Santo Nombre.

 

Así como la mujer de Lot quedó como terrón de sal, así seran petrificados los que idolatran estatuas. Las deidades paganas, terminarán -ellas también-, dando culto al Verdadero Dios, y se derretirán para poderse postrar

 

Que entren en Alianza todos los Justos de la tierra; no herirán a nadie, su oficio será hacerse coral de Paz que Alabe y Bendiga tanta Bondad como derrocha cin nosotros el Dios de Justicia, el Dios Amado.

 

Lc 11, 27-28



Normalmente extendemos nuestros halagos y nuestro reconocimiento a los parientes cercanos de cualquier triunfador, de cualquier exitoso, del que ganó el concurso, del que fue electo, del designado a la gerencia. También, a su paso, se escuchó la voz de una mujer que decidió halagar a María por ese Hijo que conduciría a tantos a Magnificar el Santísimo Nombre.

 

Aprovecha Jesús para plantear y fundar un nuevo enfoque. No hay que bendecir los lazos de carne y sangre; hay que considerar otro esquema de hacerse pariente, de ser cercano, hay otros vínculos más fuertes, que unen más, que nos consolidan definitivamente como “familiares”.

 

Enseñando esta nueva genealogía que Él quiere establecer, señala que -cuando se habla de Dios- el Verdadero parentesco es el del acatamiento de la Voluntad del Señor. Imagínense ustedes sí después de “comerlo” como Pan Venido de los Cielos, no nos asimilará a Él, haciendo que nuestro ADN espiritual, quede marcado y entre a transformarse en lazo de Carne y Sangre.

 

Ser madre o padre de tal o cual hijo es un adorno que retribuye la hija o el hijo, pero explorándolo más a fondo, es un regalo Celestial. Uno cuando mucho, podrá envanecerse del buen ejemplo que le ha dado o de los costos que pagó en la institución donde desarrolló sus habilidades. Pero lo que uno hace con lo que se ha recibido, tiene -como merito- haberlo aclimatado en nuestra vida y a nuestras condiciones personales y el haber superado las dificultades y tropiezos que pudieron surgir para alcanzar la meta.

 

Pasemos a pensar -en un mundo dónde nos cuesta tanto escuchar, donde el egoísmo es tan recalcitrante que nos vuelve totalmente impermeables al otro -evidenciado, por ejemplo, en la atención que podemos darle al televisor, al teléfono, mientras que el “prójimo” es invisible e inaudible. Si no podemos “escuchar” -que una y otra vez acentuamos que es mucho más que oír, porque esto último queda en un plano de superficialidad; mientras que la escucha, es la capacidad de trasladar los mensajes hasta el centro de nuestro propio corazón, y allí, atesorarlo- ese entrenamiento no lo hemos incorporado; nuestra cultura no educa para la “competencia de la escucha”, por el contrario, queremos que todo se diga, se haga, se enseñe, se produzca con un efecto circense de espectacularidad; hasta el límite que el “docente” debe aprender a ser “contorsionista” para desatar la atención y el interés del “dicente”. Luego, decimos: ¡es que la Misa es tan aburrida! ¡con razón a los jóvenes no les gusta! Por favor, padre, ¿no podría usted iniciar la predicación en una motoneta haciendo algunas acrobacias que despierten a su público?

 

Y a Jesús, ¿qué le decimos? ¡Basta, basta ya de parábolas! ¡Queremos imágenes con efectos especiales! No tanto bla-bla-bla. Nos gustaría verte dar un salto triple; no creeríamos en Ti, pero te aplaudiríamos tres minutos, para después olvidarte.

 

Cuántos venimos muy honestamente a aconsejarle a Jesús que contrate unos asesores de imagen que promuevan su campaña, porque -nos parece que es urgente que- "cambie de “imagen”.

 

Si uno se pone a “contemplar” a Jesús y quiere asumir una actitud de honesto discipulado, no tiene que preguntarse cuál es la técnica y la mezcla exacta de palabras y gestos para poder obrar un milagro; tiene que aprender a “escuchar”, como Él hace siempre respecto de su Padre. La materia esencial del cristianismo está en el equilibrio entre Escucha y Projimidad.

 

Aún hay más. La Escucha, es el paso primario de la Projimidad. Si aprendo a escuchar, no mucho después estaré obrando con la más sincera “projimidad”. Hay muy poco que podamos hacer para lograr la maduración espiritual, pero hay algo que -modestamente-  nos hará progresar y nos pondrá a disposición la “escala de Jacob”, y esa es, la escucha, de Dios y del prójimo.

 

Hoy, en la perícopa leída, Jesús parece estarnos diciendo: «¿sabéis por qué Mi santísima Madre es paradigma de la Iglesia? porque ¡todo cuanto escuchó y todo cuanto escucha, va primero a su Corazón, y allí lo atesora!”.

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