jueves, 19 de octubre de 2023

Jueves de la Vigésimo Octava Semana del Tiempo Ordinario

 



Rm 3, 21-30a

…la justificación del pecador lleva consigo una obra divina de recreación, de renovación de una personalidad que había sido pervertida y desviada de sus verdaderos fines por el acto del pecado.

Bruce Vawter

 

Hoy vamos a ver el núcleo mismo de esta “carta”, el tema de la justificación. Corrientemente se maneja la idea de practicar obras piadosas, de portarse muy coherente con la Ley de Dios primero, y -entonces si- quedaremos justificados. En realidad, de verdad hay algo que está antes y que valida todo lo demás, pero que, si no está, hace todo vano: se trata de la fe. ¿y, en qué consiste esta fe? En reconocer que Jesús con su Pasión y Resurrección nos ha ganado esa “Justificación”. Lo entendemos como un carrito de madera, muy bien hecho, pero que no tiene un motor propio, solo remolcado por el motor del carro de su papá, el carrito andará. Entender que dependemos del “carro de verdad”, de su “motor”, esa es la fe. Hay un solo carro con verdadero motor, es el carro del Hijo de Dios que nos Redimió.

 

Pegados al carro de Papá, y remolcados por él, nuestro propio carro puede ganar “impulso” y moverse algún corto tramo. ¡Sin nuestro remolcador no hay caso! No podremos “jugar” ni un poco, y toda la gracia y la diversión de la actividad queda “quieta”.

 

Ahora bien, el ala judaizante, lo que proponía era mantener la circuncisión y se podría haber mantenido, pero ¿para qué? Cuando uno es niño, cree que puede lograrlo todo con el llanto, (cuando uno es judío, cree que todo se puede alcanzar con derramamiento de sangre); como ustedes se pueden imaginar, ni el llanto ni la circuncisión harán que se mueva el carrito. ¡Dependemos de ser “remolcados”!

 

En la Alianza, Dios -en su Bondad Infinita- quiso “pactar” con el ser humano, y le propuso la Ley, cuyo cumplimiento estricto, demostraba la fidelidad a la relación. Ese contrato, se sellaba con el “sacrificio”, y su “documento” de comprobación era la circuncisión. Pero ahora, con Jesús, sobreviene in segundo Pacto: La Nueva Alianza.

 

Podríamos decir -para ponerlo en términos figurativos, que ya no amarramos nuestro modelito de madera, sin motor, al carro de papá, con un lazo, ahora vamos unidos a su carro por una Cadena, que Él, en su Amor e interés por nosotros, encontró más segura, más firme, menos riesgosa para nosotros: Así que ahora estamos firmemente atados a Él por medio de una Cadena de Amor.

 

¡Ya no estamos unidos por la Ley, sino por el Hijo-Crucificado-Muerto-y-Resucitado! Este Sacrificio de Dios-mismo, nos ha introducido en la corrección, todo ahora en nosotros puede ser “justo”, “correcto”, todo lo nuestro entró en la “rectitud”; no lo logramos nosotros, ha sido el poderoso carro de Papá, con su Poderosísimo-Motor-Salvador.

 

Adán, no es nombre propio, es sustantivo común, quiere decir “ser humano”, creado a partir del barro, barro finísimo, pero barro, al fin y al cabo.  Todos los seres humanos, como quiso decírnoslo Dios con el Libro de Jonás, le importamos, todos le dolemos, todos le preocupamos. A todos quiere salvarnos, todos somos “ovejas de su rebaño”, hasta los ninivitas, por mucho mal y mucho daño que le hubieran causado a su “pueblo elegido”.

 

Esto es duro aceptarlo para el pueblo judío, es lo que Jesús tratara a fondo en la parábola del hermano mayor del hijo prodigado, que no quiere entrar a la fiesta y reclama envidioso haber tenido un corderito para hacer fiesta con sus amigos. Este hermano rencoroso, no entiende la Gracia, ignora totalmente lo que significa “gratuidad”, no puede concebir que alguien se salve “gratis”. Él quiere -y le parece muy razonable- que todos los que entren al concierto tengan que pagar la boleta, no le cabe en la imaginación lo de “pases de cortesía” por ejemplo si tocan en una ciudad donde vive la mamá del cantante, ella podría gozar de uno de esos pases. Además, el “hermano mayor de la parábola”, exige para si las localidades VIP. Tantos años como me he partido la espalda trabajando aquí en esta finca, para que me salga -ahora- con este cuentico del perdón y la gratuidad, sabiendo como sé que este “hijo tuyo” (no lo llama “hermano mío”), malbarató todo su patrimonio en orgias y golfas. (Cfr. Lc 15, 29s)

 

Este hermano no logra -en su ceguera envidiosa- darse cuenta que esa dedicación virtuosa a trabajar la “finca” es un sub-producto del amor y no de una disciplina férrea que él hubiera cultivado por un secreto noble impulso. En realidad, ¡nadie daría peces en vez de serpientes y huevos en lugar de alacranes, si Dios no soplara en nosotros su Generosidad! Es Él quien ha creado las perfecciones en nuestro corazón y en todo nuestro ser para que seamos capaces de erguirnos de nuestro barro. Creemos que compramos la salvación por la tarea tan bien cumplida en respetar Mandamientos: Trabajé 20 horas en los “talleres de Dios”, me merezco un cielo con carro último modelo.

 

Algunos vienen con el siguiente contra-argumento: entonces ¿todos los esfuerzos tan vigorosos de Santa Teresa de Calcuta, no eran necesarios? Se podría contestar que no los eran, pero, cuantos han encontrado una visión del Rostro de Dios en la transparencia de su Obra. Ella podría haberse Salvado sólo por la Gracia de haber reconocido en Jesús a su Señor, pero Dios aceptó (y quizá sembró en su corazón esos propósitos para motivar a quienes no los ven en otra parte o de otra manera) su ofrecimiento para hablarnos a muchos, para tocar cientos de corazones.

 

Cuando Dios nos previó, mucho antes de estar en el vientre materno, ya tenía lista toda la Gracia necesaria para nuestra Salvación, por lo que podemos garantizar que el Infierno existe, pero no afirmar -sin lugar a dudas- que haya sido estrenado. Porque la Gracia es más poderosa que toda la Maldad que pueda andar por ahí suelta, pero que no es criatura de Dios.

 

Muy a pesar de esto, si estamos intentando alcanzar la vida eterna, hay que entender que la vida en el planeta tierra es un verdadero Campo de entrenamiento, y que será muy difícil llegar allí si no tenemos el acondicionamiento necesario y el entrenamiento que conforma el hábito: por ejemplo, si aquí nos acostumbramos a odiar, ¿cómo podremos jugar -por toda la eternidad- un juego que requiere tanta práctica en amar? Para Dios no hay imposibles, pero -de verdad- ¿se la queremos poner más difícil?

 

Sal 130(129), 1b-2. 3-4. 5-7ab

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿Quién podrá resistir?

Este es un Salmo Gradual. Vamos llegando el Templo y completando la Subida, conscientes -profundamente- de nuestro pecado, vamos a implorarlo, sabiendo que Él es El detentador de la Misericordia y que la entrega por Gratuidad, que sus Manos la derraman como Generoso Don.

 

Es hermoso que el penitente no sube al Templo atafagado de egoísmo, va rogando por él mismo, pero va rogando también por su Comunidad, por su pueblo, Israel. Su entrega a la Voluntad Divina, que él sabe tan Generosa, es completa, nos hace pensar de inmediato en la Exhortación Apostólica C’est la Confiance «Si estamos en las manos de un Padre que nos ama sin límites, eso será verdad pase lo que pase, saldremos adelante más allá de lo que ocurra y, de un modo u otro, se cumplirá en nuestras vidas su proyecto de amor y plenitud.»

 

Se podría compendiar el Salmo diciendo que, si no fuera por la Gracia Misericordiosa de Dios, porque somos pecadores, no tendríamos sino un doloroso y oscuro futuro-sin futuro.

 

Nadie que no haya hecho guardia, en un campamento, de noche, en territorio enemigo, esperando el nuevo día, puede entender bien esta frase del salmo: “mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora”.

 

Lc 11, 47-54



En el capítulo 11 del Evangelio lucano nos encontramos con estos ¡Ayes! Que lamentan lo que hacen los fariseos (en los cuatro primeros) y lo que hacen los νομικοῖς [nomicois] “legistas”, en los tres últimos:

1.    Purifican por fuera los vasos y los platos (No se dice el οὐαί [ouai] “ay”, pero se lamenta o se denuncia algo)

2.    Pagan el diezmo de la menta, la ruda y de toda legumbre

3.    Aman el sitio de preferencia en las sinagogas

4.    Son como sepulcros que no se ven

5.    Imponen a los hombres cargas intolerables

6.    Edifican los sepulcros de los profetas

7.    Se han llevado la llave de la ciencia. Este saber es un saber -al que se llegaría por medio de esa puerta- es muy especial, es el de la verdadera ciencia porque es conocimiento Revelado, viene de Primera Mano y ha sido probado en la práctica.

 

Hay algo no solo malo sino pésimo, porque desvirtúa la religión, toda la relación entre el hombre y Dios (mediada por el Templo); examinemos cómo se da la falsificación:

1.    Por dentro están llenos de robo y maldad.

2.    Se deja de lado la Justicia

3.    Se apegan a venias y reverencias

4.    Se camina por encima de las tumbas, porque no se ven -no están debidamente marcadas con pintura blanca-, y entonces queda uno impuro.

5.    Esas cargas que se inventan los legistas no ayudan a cargarlas, ellos se exceptúan.

6.    Esos Mausoleos están destinados a ser tumba de los profetas muertos a manos de los papás

7.    No entran en el verdadero γνώσεως [gnoseos] “saber” ni ellos, ni los demás, es como si ellos se hubieran parado en la puerta a garantizar que esa puerta no la use nadie.

 

Los acusa de haber matado a los profetas, no uno que otro, sino desde el principio -la primera página de la Biblia- nombra a Abel, y hasta el último de la Biblia -nombra a Zacarías- que de acuerdo a la Biblia Judía son el principio y el fin.

 

En guardia, muy atentos, porque esa ha venido siendo la filosofía que hemos aplicado, la de legistas, para mantener el monopolio de la gestión eclesial, so-pretexto que la jerarquía sabe, y sólo ella; donde se ha solapado el intento de acaparar el privilegio de los principados y la nobleza; que para muchos el Orden Sacerdotal era un salvoconducto de ingreso a la aristocracia.

 

Nuestra muy amada Iglesia está en mora de espabilarse y limpiarse las lagañas para ver lo que es ministerio, que viene de minus (el menor, el que menos, el que está dispuesto a ser servidor, inclusive llega a significar “lo que se adeuda”, “lo que hay que pagar”). Incluso el laicado, se acerca a los ministerios con esa visión interesada de “al que buena sombra se arrima…” A este respecto, las primeras etapas del Sínodo de la Sinodalidad dejaron -en muchas partes- vislumbrar ya esta denuncia, este ¡ay!

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