Gn 16, 1-12. 15-16
La historia de los patriarcas
no debe leerse como historias aisladas, sino como historias de familias,
clanes, tribus. Detrás de las personas, debemos ver, en verdad, grupos enteros,
bien en acuerdo, bien en desacuerdo entre sí.
Euclides Martins
Balancin. Ivo Storniolo
Pensemos
por un momento en el esfuerzo moral que significaría para Sarai compartir su
hombre con una esclava, todo para no frustrarle su anhelo de tener un hijo. Ese
“sacrificio” demuestra la magnitud de su amor. Y, sin embargo, una cosa es
permitir al esposo -la posibilidad de llegar a tener un hijo, y otra bien
distinta es ver que lo alza, lo consciente, muestra su orgullo en el ejercicio
de esa paternidad, y lo más duro, que le dirija el interés y la mirada a la
“otra”, dándole todas las prelaciones. Notemos, además, que en la manera en que
está narrada la situación, Sarai confiaba en llegar a ser madre, por vientre
interpuesto. Si era hijo de su esclava, era su hijo: Como así es la psicología
humana, Agar, la esclava, ya viéndose en cinta, “le perdió el respeto” a su ama
y la miraba con desestima.
Sarai
apeló a Abrahán, atribuyéndole la culpa y la responsabilidad en la altanería de
Agar. Abrán le restituyó la autoridad plena a Sarai; entonces, Sarai la וַתְּעַנֶּ֣הָ [wate anneha] “la trató con rotunda dureza”, “la abatió con
rudeza”, “la afligió”, que la esclava huyó. Casualmente el nombre Agar
significa en hebreo “la que huye”, “la fugitiva”.
Dios
tiene a todos bajo el cuidado de un Ángel, así que el Ángel de Agar se le
manifestó en el desierto, en una fuente, y le ordenó regresar y le ordenó
permanecerle sumisa a Sarai. Acto seguido, le prometió una abundantísima
descendencia. Y le hablo de su embarazo y le dijo cuál sería el nombre de su
hijo: Ismael, es por esto que a los agarenos se les llama Ismaelitas. “Ismael
fue el antepasado de otro gran pueblo: los ismaelitas, el pueblo árabe del
desierto”. (Euclides Martins Balancin. Ivo Storniolo)
יִשְׁמָעֵֽאל
[Yismael] “Ismael” es un nombre de origen hebreo que significa “Dios oye”. «No
se deja encerrar por nadie ni por nada; siempre está dispuesto a oír y a
liberar al oprimido que clama, así sea un niño pequeño que nadie aprecie».
(Euclides Martins Balancin. Ivo Storniolo)
Sal
105(104), 1b-2. 3-4a. 4b-5
Nuestra Alianza, de parte de Dios, es Eterna
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán, del
juramento hecho a Isaac,
confirmando como ley para Jacob, como Alianza
Eterna para Israel.
Insistimos
en el mismo salmo de ayer, tomando algunos versículos distintos de los que se
comentaron. Este es un Salmo de la Alianza: Marina Mannati dice que «La alianza
es el elemento clave de la revelación judeo-cristiana. No hay más que una sola
y única Alianza, que antes de ser “la Nueva y Eterna Alianza”, concluida por la
cruz y la resurrección de Cristo, se fue largamente preparando, bajo diversas
formas (alianzas con Noé, con Abrahán), para concretarse más especialmente bajo
la forma de la Alianza del Sinaí».
«El
misterio más grande de la Biblia es que Dios quiere llevar a los hombres a una
vida de unión con Él. Dios no sólo hizo al hombre, sino que, también quiere
asociarse íntimamente con él. Aunque el hombre es pecador, ignorante y débil,
Dios tiene la voluntad y el gusto de invitarlo a la unión con Él». (Franklin
Eichhorst, ofm cap.)
«Palabras
consoladoras que engendran un pueblo y forman mi vida. Palabras que asientan el
corazón y calman la mente, porque vienen de ti y proclaman la seriedad de tu
intención con la repetición de sus términos: alianza, promesa, juramento, ley…»
(Carlos González Vallés s.j.)
Este
perícopa es una delicia: ¡No se anda por las ramas! Se dice con una frase de
cajón: “Va el meollo de la cuestión”, mejor dicho “directo al punto”, con una
bienaventuranza dice la parte de la Alianza que nos toca: “Dichosos los que
respetan el derecho y practican siempre la Justicia”.
Guardar
la alianza es apoyarse en esas dos pilastras: el Derecho y la Justicia. Nuestra Justicia no es la aleve de los
hombres mundanos, es la que reposa en la jamba de la Justicia con su rectitud
que la estructura. La justicia no es algo acomodaticio, no es una “ley del
embudo, lo amplio para mí, lo angosto para los otros”, ¡la justicia es la
Voluntad de Dios puesta en Acción!
Si se quiere ser justo se debe poner todo el enfoque en lo que Dios quiere. En lo que él ha dicho en su Palabra que Quiere. Por eso es tan importante que conozcamos su palabra, para saber cómo actuar con ajuste a su Voluntad, no ajustándonos a nuestro capricho. Cuando tenemos que reconocer que no sabemos cómo responder acordes a la Voluntad Divina, tenemos que reconocer que nuestro conocimiento de la Palabra es deficitario.
Pronunciemos
el versículo responsorial con sincero arrobo místico: “Den gracias al Señor
porque es Bueno”. Porque nos ha dado a conocer todo cuanto es necesario a
nuestra Salvación. ¡Ojo! No suficiente a “mi” Salvación, sino “completo”,
total” para podernos apoyar unos a otros para “caminar” juntos hacia su
Presencia.
El
que guarda el redil, el que construye, abre y cierra el aprisco ese es el
Pastor que -en otra figura literaria- se llamaría el portero, y en otra figura,
lo llamaríamos el Ἀμφιτρύων “anfitrión”, la persona que tiene
invitados a su mesa o a su casa.
El
personaje simétrico del anfitrión es el huésped -del latín hospes- persona que se aloja en casa de otra. Este salmo -la
perícopa que se proclama hoy- está tomada de un Salmo del Huésped de Yahvé, se
refiera a alguien que busca una intensa intimidad con Dios, para que le abra ls
Puertas de su Casa, para que le dé acceso a su Misterio, para que lo acoja como
invitado en su Seno.
Aquí
se debe recordad que se edificaban -adyacentes al Templo- las que se conoce
como cámaras o cámaras del templo, donde se alojaban los sacerdotes levitas.
Estas habitaciones servían como viviendas y espacios de trabajo para los
sacerdotes y levitas que servían en el Templo. Además de alojamiento, estas
cámaras también servían para guardar utensilios del templo, preparar ofrendas y
realizar otras tareas sacerdotales. Se trataba de “vivir con Dios en su propia
Casa. Así se pasa del sacerdocio a la convivencia.
Lo
que se expresa, -en los distintos salmos de esta clase (se han contado 12 de
esta categoría)- demos algunos ejemplos de expresiones que retratan esta
cercanía convivencial: “YHWH delante de mí”, “morar en su casa”, “Albergarse en
Dios”. En el salmo de hoy -en el verso 36- simplemente dice “contigo”.
Así
que el que nos interpela hoy, y nos trae este mensaje, es, nada más ni nada
menos, que un consagrado que “habita en el templo”, valga decir un Sacerdote, o
sea un Levita.
No
se trata de la justicia que exprime al desvalido inerme. ¡Bondad recta y justa!
Nosotros hemos de esmerarnos en guardar esa simetría que denominamos coherencia.
El que es coherente no esquilma.
Mt 7, 21-29
Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y
desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados
a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca,
estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con
angustia dicen: “perecemos”, también nosotros descubrimos que no podemos seguir
cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos.
Papa Francisco
Recordamos
el cuento popular de Los tres cerditos y el Lobo, donde, los tres cerditos
habían construido sus respectivas casas en paja, madera y, la tercera con
ladrillos pegados con cemento. El lobo venía y las derrumbaba con sus
resoplidos, excepto la tercera que había sido firmemente establecida y
apuntalada para evitar que esos ataques la pudieran vulnerar. El relato está
muy bien para sugerir a los constructores de casas que usen los mejores
materiales disponibles para garantizar la estabilidad de sus edificaciones.
En la parábola que San Mateo nos trae hoy ¿estará la “moraleja” apuntando a lo mismo? O, quizás, la idea de fondo es equivalente, excepto por que el cuento de los cerditos se enfoca en los materiales con los que se edificó, y aquí la temática es la del “basamento”. La casa sólida de la parábola lo era porque estaba basada sobre “roca”.
La
analogía parece muy nítida: en un caso está centrada en la resistencia de los
materiales; y, en el segundo caso, en la solidez de τεθεμελίωτο [tethemelioto] “la cimentación”, “consolidada en”,
“fundamentada sobre”, “con sus bases sobre”, la roca.
La
trascendencia de la parábola está en la línea de tensión que se establece
respecto al referente inicial de la perícopa de hoy: “No todo el que dice
‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos”.
Leyendo
la integridad de la parábola descubrimos que, cuando Jesús habla de la roca, lo
que está diciendo no se relaciona con un Laboratorio de Ensayos Mecánicos, sino
con el conjunto de los “Valores Cristianos”. Si llegamos hasta aquí, podremos
superar la puerilidad del relato y alcanzar las cumbres cimeras de la
Enseñanza; y, superar aquella ingenuidad, que es definitiva para no reducir la
inteligencia del asunto a las estrechas miras que manejaban los escribas y que
desilusionaba a la gente. La Casa resistente a la que alude Jesús es la misma
Barca que aloja a la Comunidad Creyente, es el Arca de la más reciente Alianza.
La
estructura de la parábola, no conduce a preguntarnos, sin ambages, ¿a qué se
refiere Jesús? ¿cómo ha de efectuarse la construcción para que alcance a
resistir la lluvia, el desbordamiento de los ríos y el ímpetu del viento? La
clave la encontramos en el verso 7, 26: καὶ πᾶς ὁ ἀκούων μου τοὺς λόγους τούτους καὶ μὴ ποιῶν αὐτοὺς “El que escucha estas
palabras mías y no las pone en práctica…”, o sea, el meollo de la cuestión está
en poner o no poner en práctica las palabras de Jesús. Esta “Palabra”,
“estas Enseñanzas”, son los valores auténticos del Evangelio. Cuando estudiamos
los Evangelio, es eso lo que queremos dilucidar: “Los auténticos valores
Evangélicos”.
Cuando dice que no basta decir “Señor, Señor”, lo que quiere
decir no es que se trata de rezar y rezar rosarios, u oraciones aprendidas de
memoria, ni prender velitas, ni acudir a misas de sanación, ni visitar
Santuarios, ni coleccionar novenarios, ni asistir a sesiones de exorcismo, o a
procesiones, esas actividades devocionales son como la carátula del libro, pero
mientras no se lea el libro, nos quedamos fuera del “redil”. Y tampoco vale que
leamos el libro si no lo ponemos como paradigma de vida. Lo que se pide es
pasar de la teoría y la práctica, y también de las pautas teleológicas, a las
urgencias cotidianas. Muchos nos hemos quedado esperando que las señales
correspondan a los signos escatológicos, sin entender que el Reino “ya está
aquí”, y que Dios lo pone a la distancia de nuestro propio brazo. Hay -como mínimo- tres columnas de urgente
reforzamiento: el perdón, el amor fraterno y la caridad solidaria.
Todos los días Dios nos regala la oportunidad de “hacer Su
Voluntad”, es cosa de prestar atención, de estar “vigilantes”. Ninguna de las
Enseñanzas de Jesús, puede quedarse en simple “pancarta”. Hay que entretejerlas
orgánicamente con nuestras venas, nuestros capilares, nuestros músculos y todos
los tejidos y células de nuestro ser. Hasta el último glóbulo de nuestra sangre
debe estar saturado de su Mensaje, de su Alianza, de Su Amorosa Presencia.
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