viernes, 21 de junio de 2024

Viernes de la Undécima Semana del Tiempo Ordinario

 


2R 11, 1-4. 9-18. 20

Ocozías hijo del rey Ajab y de la reina Jezabel fue el octavo rey de Israel. Ocozías había salido con Joram para encontrarse con Jehú, pero al enterarse de lo que Jehú había hecho, huyó y se escondió en Samaria. Sin embargo, los hombres de Jehú lo atraparon, lo llevaron preso ante Jehú, Ocozías fue herido, huyó a Meguido y lo mataron (2 Reyes 9:27). Este antecedente le da marco co-textual a la perícopa que leemos hoy.

 

Aparece aquí Atalía a quien tenemos registrada como reina de Judá entre el 842 a. C.-835 a. C. en el séptimo reinado de Judá. Era hija de Acab, rey de Israel, y de Jezabel. Hay estudiosos que piensan que en realidad era hermana de Acab, y no su hija. Se encargó de eliminar toda la descendencia de Ocozías, pero la esposa del sacerdote Joiada -Joseba, que era hija de Joram, que llegará a ser el séptimo rey de Israel, de la línea davidica- escondió en sus habitaciones -durante seis años- a Joás. Al cumplir siete años llamó a los guardias y a los quereteos y le organizó una escolta de protección, constante, levantando un cerco para guardarlo de cualquier atentado.

 

La perícopa concluye mostrándonos cómo Joiada sentó en el Trono, ungió y coronó a יהואש [Jehoásh] “Joás”, Yahw lo sostiene”. Para llegar a este punto y garantizar su reinado, Atalía había sido asesinada. Lo que hizo Atalía se puede leer como un intento de renovar la Alianza que había sido quebrantada.

 

¿Qué le preocupa al hagiógrafo? que el linaje de David se hubiera roto. Según se nos presentan las cosas, lo que ha hecho Atalía, y como protegió el Sumo sacerdote y su esposa -a Joás- lo que hace es volver el tren a su carrilera. Los quereteos no son otra cosa que mercenarios, es decir asesinos a sueldo, para tener dentro una mafia que cubriera el riesgo contra el designado, según Joiada y su esposa. Ha de notarse que, en este caso, la tradición de que fuera un profeta quien unge al sucesor, se interrumpe, y se pasa al Sacerdocio. Tómese, también en cuenta que Joiada fue el primero en tener el “título” de “Sumo Sacerdote”, reflexionemos en este “título”, se trata del “rey” de los sacerdotes, es quien los gobierna, y ciertamente ha capitalizado una preminencia muy alta, porque está cercano a Dios, es más, es el único que se le acerca. Aunque solo sea una vez al año.

 

En torno a esta figura, cabe además interrogarse ¿por qué había armas en el templo? Cuando se corona a Joás, asistimos a un golpe de estado, es por eso que Atalía rasga sus ropas y grita ¡Traición, traición!

 

Joaiada gerenció esta maniobra para hacerse al trono, como un paliativo necesario para insertar vitalidad a una descendencia que requería urgentemente recibir el vigor político indispensable para sustentar la teocracia.

 

Sal132(131), 11.12. 13-14. 17-18

Este salmo cabe bien en dos categorías: es gradual, pero es de la grada final de la peregrinación al Templo, cuando por fin hemos llegado a Jerusalén y nos hallamos frente a sus Puertas. Este Salmo si se compuso cuando todavía había Templo y en el Sancta Sanctorum todavía estaba el Arca con las Tablas y la muestra de Maná.

 

Es muy coherente con el tema que hemos tratado en la Primera Lectura, el tema del linaje davídico que debería sentarse en el Trono. Así lo declara la primera estrofa de la perícopa de hoy.

 

Pero este designio nos llamaba al compromiso lógico de la coherencia, recoger los frutos de la alianza implicaba ser coherentes con ella: dios se ofrece a ser nuestro Dios, pero… nosotros debemos cumplir nuestra parte: “ser su Pueblo”.

 

Se han subido todas las gradas de la peregrinación, ahora, nos llegamos el núcleo cultual, a la sede litúrgica del pueblo de dios: La Ciudad santa que él se eligió como Su Morada eternal. Es aquí donde Él quiere habitar.

 

Para David y su linaje tiene la Diadema digna-de estar en la Sienes del Señor. Para Cristo (que significa Ungido) tiene la Lámpara que dirige nuestro caminar.

 

Para los enemigos de Dios está el uniforme que los distinguirá: El Traje de la Ignominia.

 

¿Qué repetiremos como versículo responsorial? Que está muy claro que Jerusalén es la Morada que el Señor ha elegido para Sí

 

Mt 6, 19-23

El ojo enfermo mira con envidia



Uno puede abrir una cuenta en un Banco u otro. Y, no pocas veces, recurrimos a un buen economista que nos asesore y nos muestre los pros y los contras de invertir, de ahorrar, y dónde.

 

Para la situación que examinamos hoy hemos elegido con suma inteligencia y profunda intuición que nuestro asesor sea Jesús, es a Él a Quien consultamos donde poner nuestros títulos-valores y acertar en los depósitos que hagamos.

 

Las firmas son muy dispares: la primera nos insiste en hacer nuestra inversión aquí en la tierra, pero solapa cuidadosamente el “contra” más delicado, que aquí hay dos “destructores” inexorables de nuestras ganancias, a saber: la polilla y la carcoma, pero no paran allí los riesgos, su uno logra aislar con éxito las ganancias y escapa a estos dos “devastadores”, están los “topos” que cavan boquetes para robárselos.

 

La otra firma bancaria, que ofrece solidas garantías y previene los anteriormente mencionados “vándalos”, es en el Cielo.

 

Y nuestro maravilloso asesor noes explica el “por qué” de su consejo: Porque donde tengamos nuestros tesoros, allí estará nuestro corazón. Y eso es muy cierto, si volteamos a mirar nuestro corazón, nos damos cuenta que donde tenemos lo que nos interesa, allí apuntará siempre la brújula de nuestros sueños y aspiraciones.

 

Pero, uno se pregunta, ¿por qué hay gente que, teniendo a mano tan Tierno, amistoso y Dulce Asesor, preferimos consultar otros “confundidores ´profesionales”, que nos engañan y nos orientan en dirección a la quiebra y despilfarro de todo cuanto hay de valioso en nuestra existencia?


 

Y es que, si nuestro “ojo” se enferma, nuestra alma queda desahuciada, porque todos los datos nos llegan por los ojos: Es exactamente como cuando “el que divide” le mostro a Eva el “fruto” de su mentira, lo maquillo desconcertantemente seductor, se lo hizo ver hermoso y apetecible, y para lograrlo, sencillamente le “enfermó la vista”.

 

Moraleja: Tenemos que usar un colirio divino, que siempre nos mantenga sana la vista, que prevenga cualquier envidia -que es el nombre de la enfermedad visual más entorpecedora- y ese colirio se llama “Oración”, porque si sinceramente le pedimos salud de nuestra vista al Señor, tendremos una visión superior a 20/20. No pidamos regalos al Cielo para ahorrarlos en la tierra, es por lo menos absurdo; pidamos bienes espirituales que se registren en las “libretas de ahorro celestiales”, ¡eso es lo coherente!

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