sábado, 8 de junio de 2024

Inmaculado Corazón de Santa María Virgen

 



Is 61, 9-11

¿Cuál es el suelo que dio sus brotes? ¿Cuál es el jardín donde germinan las semillas de Dios? Es María, Purísima Madre Inmaculada, que se engalana con música de tiernísimos himnos y todos los fallos y veredictos resplandecerán -de ahora en adelante- por ser profundamente justos; porque el Juez que dicta esos fallos es el Mismísimo Hijo de Dios.

 


Semejante floración provendrá de la estirpe davídica, y su esplendor alcanzará más allá de cualquier frontera, pues ese Pan -brotado en la Casa de Pan (Belén)- será nutricio por generaciones y Alimento de Salvación. Todos lo mirarán como fuente de Misericordia y los hijos de los hijos -por toda la Eternidad- serán bienaventurados porque el Poderoso obró con Infinita Magnanimidad en tu Castísimo Seno Materno. ¡A ti te llamaremos La Bienaventurada!

 

Sal 1S 2, 1.4-5. 6-7. 8abcd

Este salmo, que no lo es propiamente, se extractó de la Oración de Ana, por haber concebido por fin un hijo, cuando se le había, ya, identificado como estéril, y era víctima de las burlas de la otra esposa de Elcaná que se llamaba Feniná. De ese embarazo nació Samuel, el profeta. La plegaria de Ana ocupa los once primeros versos del capítulo segundo en el Primer Libro de Samuel. Recordamos que Ana le ofreció a Dios reservárselo como Nazireo, y, por tanto, se crio en el Templo, al servicio del Sacerdote Elí.

 

Es patente el parentesco de esta plegaria con el Magníficat, donde -además- encontramos, salpicándolo, referencias a los Salmos, en particular al 89, 98, 103, 107, 111 y 113.

 

Siempre en la línea de la opción preferencial por los más despreciados, la plegaria -así como sucede también en el Magnificat- gira en torno al דָּ֗ל [dal] “pobre” y al אֶבְי֔וֹן [ebyon] "menesteroso”.

 

Lc 2, 41-51



Hay aquí, subyacente una alusión a Samuel: El Niño Jesús -con sus doce años- también quiere convertirse en un huésped de YHWH, y prefiere quedarse en el Templo; siente que su ser lo llama a cumplir con sus deberes filiales quedándose en el Templo para “ocuparse de las cosas de su Padre”; María y José no se quisieron dar por aludidos que se refería a su Padre del Cielo.

 

Un rasgo que muchas veces se deja desapercibido es la coherencia de vida de Jesús con su fe judía. Su familia -según la carne- era fiel cumplidora del precepto del peregrinaje a Jerusalén con motivo de la Pascua, y se nos dice que año tras año iban. Recordemos, que, a su tiempo, fue presentado -como bebé-  a los 40 días de nacido. Las fiestas que obligaban a peregrinar eran llamadas por los judíos רגליים [regalin] o sea “piernas”, por lo que la visita se desarrollaba como un ejercicio muscular, haciendo el camino a pie.

 

Esta página del Evangelio Lucano quiere mostrarnos que Jesús -en tanto que era el Hijo de Dios- sabía toda la “teología” imaginable como para charlar de tú a Tú, con los διδασκάλων [didascalon] “Maestros”, y no se limitaba a estar allí oyendo, sino que les planteaba sus preguntas.

 

Obsérvese que el tiempo que duró su estancia en el Templo -el tiempo que desapareció de la tutela de sus padres terrenales-, fue el mismo que estuvo Jesús en la tumba.

 

Hay personas que llegan a pensar que María y José eran unos padres muy descuidados para haber partido de Jerusalén sin percatarse de que su Hijo no venía en la caravana de los “retornantes”, pero tiene que entenderse que, esta manera de “viajar juntos”, (forma de sinodalidad propia de las culturas trashumantes) se inserta en el contexto cultual- de marchar juntos al Templo, no significaba tener al hijo que ya tenía los 12 años, -cuando se empieza a ser adolescente- al alcance de la vista, sino que se le empieza a dar libertad de estar con sus coetáneos. Estos elementos proporcionalmente ensamblados indican una formación para el ejercicio de la libertad bien entendida. La palabra técnica es συνοδίᾳ [sinodia] que designa la “caravana”. En la caravana se acompasan libertad-y-obediencia. Es una forma de ser que define la naturaleza de todo aquel que es “peregrino” (palabra que antiguamente sólo se usaba para designar a aquel que iba al extranjero, y que luego adquirió un tinte exclusivamente religioso). Desde nuestra visión de fe, no somos más que peregrinos en esta tierra, necesitados de aprender a usar de la Libertad que el Señor nos ha donado.

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