martes, 4 de junio de 2024

Martes de la Novena Semana del Tiempo Ordinario



2Pe 3, 12-15a. 17-18

Cuando encontramos la expresión por los siglos de los siglos, uno cae en la cuenta que el proyecto de Dios, su Economía Salvífica, son “un Gran Proyecto”. Es que uno a veces limita el asunto a su familia, a su barrio, a su país, … pero cuando uno ya piensa en “el Mundo Entero”, y a eso le añade, que no es por los que los que habitan hoy, sino que se trata también de las personas que han vivido desde Adán hasta nuestros días y a eso añadimos el tema de las que “vendrán”, entendemos que esto no es un proyecto de “pasatiempo”, no es un cuadernillo de sudokus, para distraerse; sino que es un Proyecto, verdaderamente, a Escala Divina.

 

La perícopa de hoy toca el tema del “Día de Dios”, lo que muchos en lengua común llaman el “día final”, cuando los Cielos se derretirán en un incendio voraz y todos los elementos quedarán flambeados (y no con soplete de repostería). A muchos, que viven afiebrados con el ansia de llegar a la última página del libro, les afana que eso sea para ya, (hay gente que hace trampa, no lee todo el libro, sino que, se saltan y van directo a la última página, y como las páginas finales están selladas, en cuanto a la fecha y momento precisos, entonces salen con sus parlantes a ensordecernos con el anuncio de “lo que se imaginaron”, y cada vez que alguien arma una fogata, para ellos es el “incendio definitivo”), bueno, ¡hay que darles margen a los impacientes! Bendito y alabado sea Dios que no sufre de esas premuras.

 

Dice en la perícopa que nos ocupa que en aquellas comunidades el tema estaba a la orden del día, y la gente le daba vueltas a qué tanto faltaría y qué tanto quedaría aún del “foforro”. Lo “esperaban y lo apresuraban”.

 

Antes que nada, hace una corrección de enfoque: Nosotros no aguardamos la última página, sino que estamos trabajando en la preparación de la “secuela”. Y proclamamos su lanzamiento: “Unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia”.

 

Pues bien, esta precisión es definitiva para nosotros, los que nos declaramos discípulos de Jesucristo, porque, si bien no tenemos que descubrir el cómo será, si tenemos que decidir lo que haremos mientras tanto. Hacia allí apunta la Carta que estamos leyendo. A contestarnos como asumiremos la “tardanza”.

 

El Tema de cómo terminará la Novela corresponde al Autor, a nosotros nos toca leer con atención y saberla disfrutar, aprovechándola al máximo y tener en cuenta que esta dilación es feliz oportunidad para que lleguemos a la Salvación nosotros y “muchos”, porque esa relativa tardanza es “tiempo propicio” para que tantos y tantos redirijan su arco y disparen la flecha, con la Santa Intención de llegar al Cielo.

 

En la Carta el hagiógrafo resume ese entre-tanto en

a)    Procurar que cuando llegue la hora estemos en Paz con Dios

b)    Que es como la explicación de lo que significa estar en paz con Dios: estar siempre “intachables e irreprochables”, para que no nos coja de sorpresa el “control de calidad”.

c)    Que no nos Arrastre “el error” de la gente sin “principios”

d)    Que no se afloje nuestra “firmeza”

e)    Sino, por el contrario, sea cada vez más sólida y perfecta, creciendo en Gracia, en Conocimiento de Dios (aquí cabe remarcar que no se trata de acumular chismes de farándula en la mente. Sino de vivir, con nuestra comunidad, el proceso de construcción del Reino), como se aclara muy bien, en el conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo, donde (no es importante saber que marca de Sandalias calzaba, o qué sastre de talla mundial confeccionaba su Túnica y su Manto), seguros que toda la información relevante ya está prodigada en la Sagrada Escritura.

 

Todo esto, ¿para qué? Para la Gloria de Jesucristo, nuestro Salvador, ahora y por toda la Eternidad.

 

Sal 90(89), 2. 3-4. 10. 14y16

Enséñanos a calcular nuestros años,

Para que adquiramos un corazón sensato.

Sal 90(89), 12

 

Como se puede comparar o relacionar la Vida de Dios, que es Eterna, con nuestra vida que es como una vela, alumbra un rato, y luego, ya no tiene más cera que prolongue la duración de su luz, una vela alumbra cuando más un tercio de una noche, nuestra vida durará setenta u ochenta años.

 

Entonces el Salmista toma consciencia de su fragilidad, y de la veleidad de su vida, llena -la más de su tiempo- de futilidades.

 

Le pide, entonces, que durante la juventud le socorra con su Misericordia, para que toda la vida adquiera sentido, y ese saber caminar hacia Dios, sea el motivo de poder evaluar nuestra existencia con alegría jubilosa.

 

Entonces, en la vida virtuosa de los que se dan a la jugosa labor del discipulado fiel, veremos la Gloriosa acción de Dios y podremos testimoniar del Señor, todas Sus Grandezas.

 

En la antífona, reflexionamos que la Bondad Divina, ha sido para todas las generaciones, amparo y fortaleza inexpugnable, ayer, hoy y siempre.

 

Mc 12, 13-17

Al Señor, tu Dios, respetarás. A Él sólo servirás, solo en su Nombre jurarás.

Dt 6, 13



Lo religioso está en todo, también en la política, aun cuando queramos marginar al Señor. Él ser humano, gusta de hacer su pataleta, alegando haber matado a Dios, para poderse adueñar de lo que no le pertenece y sólo tiene bajo provisional administración. Como vemos, azuzar a Jesús era una tarea que sus enemigos se tomaban muy en serio. Hoy el encargo de tenderle la trampa es asignado a los partidarios de Herodes y a los -nunca ausentes- fariseos. Hay todo un concurso ente ellos, para ver quién puede cazar al Propio Dios.

 

Al introducir su pregunta, abundan en zalamerías, elogian su sinceridad y su verbo verdadero, no sometido a presiones humano-mundanas, sino, siempre libre para declarar la verdad. Y, luego, pensando que con adulaciones lo someten, le disparan la estocada, directo al corazón: Le proponen un dilema, que no tiene salida; contestara lo que contestara, toda respuesta sería una soga en su cuello.

 

¿Se deben pagar tributos, al César, sí o no? Entonces Jesús va a la verdad. Como hay una efigie del César gravada en los denarios, pide que le muestren uno y les dice, si aquí está su imagen, será que esto le pertenece, pues devuélvanselo.

 

Pero, en toda la Creación, y los judíos lo sabían muy bien, están las manos de Dios, de la cual hablan y testifican sus criaturas. Es a Dios a Quien todo le pertenece, Él es el verdadero Dueño, y, en el relato del Génesis se dice que lo creado fue puesto bajo la administración del ser humano.

 

En otras palabras, les recordó lo que ellos, bien pronto en su niñez, habían aprendido: la Creación Entera es de Dios, luego a Él solo le “tributaras” Gloria; los impuestos son parte de una estrategia administrativa, pero eso no cambia que El Único Digno de Toda Alabanza y toda Gloria es YHWH. “A Él la Gloria ahora y hasta el día eternos. Amén” (2Pe 3, 18) 

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