lunes, 24 de julio de 2023

Lunes de la Décimo Sexta Semana del Tiempo Ordinario



Ex 14, 5-18

El sábado, cuando celebramos la Fiesta de Santa María Magdalena, tendríamos que haber leído la perícopa del capítulo 12 del Éxodo, los versos del 37 al 42. Donde se cuenta que salieron -de Ramsés hacia Sucot- aproximadamente seis cientos mil, a pie, sin tener en cuenta los niños. Érase una muchedumbre -en desorden- llevando gran cantidad de ganado, ovino y bovino. Salieron mal preparados, no llevaban provisiones, y el pan que llevaban lo convirtieron en tortas de pan ázimo. Llevaban ya cuatrocientos treinta años, en Egipto, y en la misma fecha en que los completaron, salieron de Egipto toda esa צָבָא [tsabá] “masa de personas”. Aquella noche el Señor estuvo velando por los suyos, por eso se instituyó entre el pueblo judío, guardar en vela aquella noche por todas las generaciones sucesivas.

 

En la perícopa de hoy, nos saltamos hasta el paso del Mar Rojo: Cuando le notificaron a Faraón que los israelitas habían huido, nuevamente se arrepintió, pues vinó a caer en la cuenta que ya no los tendría bajo su yugo de explotación. Faraón mando que le aprestaran su carro de combate, tomó seis cientos carros de combate de los mejores y más equipados y se lanzó a perseguirlos. Mientras el pueblo hebreo avanzaba pesadamente y al verse perseguidos y que ya les pisaban los talones, se dejaron desconsolar por el temor y empezaron a recriminar a Dios diciéndole a Moisés si era que en Egipto no habían tumbas que él los había sacado para venirlos a sepultar en el desierto. Por eso era que, estando en la servidumbre en Egipto le decían: No se preocupe por nosotros y déjenos conformarnos con nuestra condición.  ¡Triste y descorazonadora condición cuando se cae en la resignación y se pierde la dignidad de hombre libre! Cuando nos conformamos con los grilletes, perdemos la condición de hijos de Dios. Él sólo recibe con agrado el culto de los libres.

 

El Señor, por medio de su emisario, les trasmite un mensaje de aliento: ¡A esos egipcios que hoy les inspiran miedo, no los volveréis a ver!

 

El poder de Dios se ejerce por medio del Bastón de Moisés. Bastará que lo levante para que el agua les abra paso. La gloria de Dios Liberador se dará a conocer a ambos lados, y los egipcios también verán cernirse sobre ellos la Infinita Misericordia para con los que Él ama.

 

Ex 15, 1b-2. 3-4. 5-6

Los versos 1-18 del capítulo 15 del Éxodo, son un himno, un canto que entonaron los israelitas. En el verso 19 se nos presenta una síntesis de la motivación de este Cantico: “Cuando el caballo de Faraón y su carro y sus jinetes entraron por el mar, el Señor volcó sobre ellos las aguas del mar; en cambio, los israelitas atravesaron el mar a pie enjuto”.

 

El cantico concluye con un cierre muy significativo: «El Señor reina por siempre jamás». (Ex 15, 18). Esta perícopa que se proclama hoy, toma los 6 primeros versos para componer 3 estrofas:

 

Primera estrofa: Moisés canta reconociendo que no es su poder el que obra, que su victoria proviene de Dios, arrojando al mar los caballos del Faraón, se ha cubierto de Gloria, entonces, ¡a alabarlo se ha dicho!

 

En la segunda estrofa: con este desenlace descubre en Dios un Verdadero Guerrero, que ahogó en el mar a los más adiestrados capitanes (oficiales superiores) del ejercito faraónico y los llevó hasta el fondo, como si de piedras se trataran.

 

En la tercera estrofa se ensalza la Fuerza de la Mano Divina, reconociendo el Tremendo Poderío del Brazo de Dios, trayéndole a su pueblo la victoria que destruye al enemigo.

 

El verso responsorial es la introducción del Cantico que pronuncia Moisés: “Cantaré al Señor, gloriosa es su Victoria”.

 

Mt 12, 38-42



Podríamos arriesgar la interpretación de pensar que durante el Primer Testamento Dios obro prodigios y multiplicó sus portentos. Un paso más y nos aventuramos a afirmar que nosotros, los seres humanos, su pueblo elegido, sus hijitos-queridos, nos mal acostumbramos a tener todo Su Poderío a nuestra disposición. Él ve la necesidad de que maduremos, salta a la vista que nos estamos convirtiendo en niños caprichosos y mimados que, por eso mismo, no asumimos nuestras responsabilidades. Las pruebas que buscamos sólo son para fanfarronear ante nuestros amigos, y no para vivir en conformidad con ellas.

 

Ha llegado el momento que Él se plante en su lugar y con firmeza se niegue a seguirnos el juego. Ya no se nos dará más portentos, tendremos sólo in “signo” grandioso, el Hijo bajará al vientre del cetáceo (monstruo marino), como siempre, el mar en aquellas culturas -especialmente para los hebreos- era la vivienda de los poderes malignos. Por analogía es bajar al שאול Sheol. Jesús bajará a la muerte durante tres días con sus respectivas noches, ahí está nuestra “prueba”, la que tanto pedimos.

 

Pero esta incredulidad empecinada tendrá su precio para nosotros, porque hemos dudado peor que los Ninivitas, ellos cuando recibieron el anuncio, a pesar de su paganismo, se entregaron a una conducta francamente penitencial y realizaron actos de “conversión”; nosotros -por nuestra parte- seguimos estancados en el rechazo y la incredulidad.

 

Se nos cobrará un altísimo precio por la desconfianza y la duda, por no aceptar a Jesús, mucho mayor que Salomón que fue tenido por muy sabio, -el más sabio de todos los hombres- pero de nada le valió tanta “sabiduría” porque sucumbió a la idolatría, y se apartó de la senda a la que lo había llamado su Dios y Señor.

 

Carísimo será el precio si se toma por referencia la reina del sur, porque ella vino desde semejante distancia “buscando” la Sabiduría, y el que busca ser sabio se engrandece con su honesta búsqueda ante los ojos de Dios. Téngase en cuenta que los que han venido pidiendo pruebas y portentos, son los escribas y los fariseos, falsos buscadores de la Verdad, pero auto-engañados porque buscan donde no lo podrían encontrar, y se ponen unos lentes que les deforma la visión, tal que, aun teniéndolo frente a sus narices, no lo pueden ver: Esta es la falsa búsqueda, la que no quiere encontrar, sino hacer creer que “busca”, y exhibir sus falsos resultados para engatusar a los demás. Es la “sabiduría” de los que posan de “sabios” pero no les interesa “hallarlo”, sino esconderlo, desacreditarlo, desautorizarlo. Es la búsqueda deshonesta.

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