viernes, 9 de junio de 2023

Viernes de la Novena Semana del Tiempo Ordinario



Tob 11, 5-18

Sin perder de vista que es una noveleta, no es del género histórico, sino una ficción, con un carácter didáctico, donde se trasmite un Mensaje para regir la vida con Sabiduría religiosa, entremos en la fase final de la “narración”, zona que examinaremos entre hoy y mañana.

 

La mamá, estaba esperando a su hijo mirando hacia la lejanía, cuando lo vio venir y le avisó a su esposo Tobit. El Arcángel, que, trabajaba de “incognito”, le subraya que no olvide que llevan el “remedio” para la ceguera del papá, la hiel del pescado, ya había usado el corazón y el hígado en el sahumerio que quemó durante la plegaria en su noche de bodas; sahumerio que formó parte de la “liturgia” exorcista que puso en fuga el Asmodeo. Ahora, aplicando el “remedio” en los ojos de su padre, le pudo desprender unas -como cataratas- que eran las que le impedían la visión. “¡Te veo hijo, luz de mis ojos”! Y desgranó plegarias y gratitudes a Dios Bendito”.

 

Tobías, que había entrado a su casa dando voces de alabanza, rindió, acto seguido, informe pormenorizado a su papá, sobre el recobramiento del dinero que iba a cobrar y sobre su matrimonio con Sara, hija de Ragüel, que no llegaba con él, pero que vendría ya llegando a la entrada de Nínive; así que Tobit, salió a recibirla y la acogió como a una hija, con saludos y bendiciones. Esta dicha no quedó limitada a la familia, sino que se extendió a todos los judíos que habitaban en Nínive.

 

Sal 146(146), 1b-2. 6c-7. 8-9a. 9bc-10

Es un himno que tiene 10 versos. Se toman aproximadamente 6 versos para las 4 estrofas de la perícopa de hoy, en tonalidad de gratitud, como dando continuidad a lo que se acaba de leer en la primera Lectura, haciendo eco a las plegarias de gratitud que Tobit, y también su hijo Tobías, pronuncian como desenlace de esta “noveleta”.

 

La primera estrofa habla y define la tonalidad de este Salmo, es de Alabanza, que durara toda la vida y que acompañara rasgando las cuerdas de los instrumentos musicales que se empleaban para el fondo musical de estos Salmos.

 

El Señor Dios no es alguien voluble que hoy actúa amistoso, y al rato ya ha cambiado de talante. ¡No! Él es permanentemente Fiel, su Fidelidad dura por siempre, favorece con la Justicia a los oprimidos, socorre alimento a los hambrientos y da libertad a los presos.

 

En la tercera estrofa continúa enumerando el generoso derramamiento de Celestiales Favores: a los ciegos les sana la vista, a los que van encorvados, los anima y los fortalece, a los justos los envuelve con su Manto de Amor, y a los que van en diáspora les concede posada y acogida.

 

En la cuarta estrofa, nos habla de otras categorías que también son beneficiadas por la Bondad sin límites del Señor: por ejemplo, las viudas y los huérfanos, como englobando a todos los desvalidos y más necesitados; en cambio, la impiedad y la malicia no se quedan sin retribución.  Se nombra a Sion, no un lugar geográfico -entendemos así- sino cualquier lugar del Orbe donde habiten los fieles y piadosos que buscan al Señor, porque allí donde viva un fiel, allí llegará el Emmanuel, a protegerlo.

 

Mc 12, 35-37

El que no vive para servir, no sirve para vivir.

Madre Teresa de Calcuta

 


La atención que hemos debido poner, no habrá tenido que ser sobre-humana, para percatarnos que Jesús ha marcado mucho énfasis, procurando que captemos que Él es un Mesías de otra clase. Muy recientemente, nos remarcaba que el tema no es el poder, sino el servicio. Antes de ayer, gastó todo un marcador, destacando que el Amor a Dios -por encima de todo- está en la esencia del cristianismo; pero, no un amor en abstracto, desencarnado, sino un Amor con hechos, un amor en Acción, Amor de projimidad, de fraternidad, de sinodalidad, de solidaridad.

 

El mesianismo de Jesús, no está en cuestión, Él es el Verdadero Mesías. El asunto a meditar -y al que Jesús nos conduce con el fragmento marqueano que se lee hoy- es dónde se ubica David en el mesianismo para descifrar, entonces, dónde ubicamos a Jesús. El “linaje de David” se venía entendiendo, hasta Jesús, como lo que David hizo, empezando por ser un matador de gigantes, que, además, traía en su hoja de vida ser también matador de osos y leones, un tipazo, si bien pequeño, muy guapo y agraciado, que -según Samuel- revocó la legislación de la primogenitura para el Reinado; por David, esto fue totalmente abolido. Parece que Bartimeo tenía todo muy claro -a pesar de su ceguera- porque clama a Jesús llamándolo “Hijo de David”.

 

¿Cómo funcionará este enredo? ¿Está David por encima de Jesús? ¿O viceversa? Y, si la pregunta se desplaza a los términos temporales, ¿Quién fue antes? ¿David o Jesús de Nazaret? Tenemos muy claro que ambos son naturales de Belén… Pero, ¿va a continuar Jesús la tradición en el uso de la honda y su certera puntería? ¿Quién debe llamar Señor al Otro? Y el apoyo para hacer rondar la reflexión es este verso del Salmo 110, 1: “Palabra del Señor a mi señor: "¡Siéntate a mi derecha y ve cómo hago de tus enemigos הֲדֹם [hadom] tu “reposapiés”!” Y, tengamos presente que los salmos eran atribuidos a David.

 

No solamente quedó revocada la regla de transferencia del título real al hijo mayor; también se invirtió el significado de la palabra “Mesías”. Sigue teniendo implicaciones sacerdotales y reales, pero ahora no implica trono-corona-y-armiño, ahora significa pastor-aplicado-a-cuidar-de-su-Rebaño. ¡Por eso eligió Dios a David, por su experiencia como cuidador de ovejas! ¡Capaz de arriesgar su propia vida en combate con osos y leones, antes que perder una sola de las ovejas que su Padre le había encomendado!

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