sábado, 24 de junio de 2023

Natividad de San Juan Bautista



Is 49, 1-6

Esta perícopa se trata del Segundo Cántico del Siervo de YHWH. Estamos en el Deuteroisaías, más exactamente en la primera parte del Libro de la consolación, en el cuarto ciclo de oráculos (Is 49, 1-13). Esto históricamente quiere decir que nos hallamos en los finales del Imperio Neo-babilónico, lo que representa un in-crescendo de la hegemonía persa en la zona oriental. Este contexto nos lleva a pensar en un “Isaías” que vivió los últimos años del exilio en Babilonia, por tanto, posterior a Ezequiel. Podemos estar hablando de -alrededor- del 546 a.C.

 

Un aspecto a destacar, que nos parece muy importante es el cambio de perfil mesiánico. Se pasa de la idea de un Mesías rey poderoso militarmente hablando; a la de un Mesías diverso que enseña un camino de salvación “universalista”, que lidera enseñando y sufriendo y que conduce a la liberación a través de su propio sufrir.

 

El universalismo del que estamos hablando es la clave de lectura de la perícopa: Que se encargue de congregar a los Israelitas, no es una tarea suficiente. Llama a las islas, a las tierras lejanas, a las “naciones” se ha traducido גּוֹיִ֔ם [gouyin] “gentes”, a los “gentiles”; ojo que aquí se está superando el nacionalismo recalcitrante y abriendo el anuncio a todos, creyentes o no, fieles e incircuncisos. Ya no es un mensaje para un selecto número de “compatriotas” sino una proclamación que ha de llegar hasta los confines de la tierra. (Cfr. Is 49, 6cd).

 

El profeta se da plena cuenta que no habla de algo que se le viene a la cabeza, sino que es el portavoz de una comunicación que proviene de YHWH. Es Él Quien le ha dado a su palabra y a su lengua el valor de una espada afilada y de puntas de flecha que Dios mismo lleva en Su אַשְׁפָּה [ashpah] “Carcaj”, “bolsa especial para portar las flecha a la espalda” (carcaj en persa se dice tarkāš). Que no significan violencia sino perfección, adecuación del habla para que la palabra llegue al corazón.

 

Sal 139(138), 1-3. 13-14. 15

Uno dice Omnisciente y piensa en ecuaciones que rigen y gobiernan todo el Universo. Se piensa también en leyes y decretos que rigen la tendencia general, y en base de datos que almacena miles de miles de datos. A este entendimiento de la omnisciencia por “universales” se le escapan los detalles particulares, la unicidad de la criatura, el hecho de no haber sido creados por moldes y en serie. El pensamiento semita tiene otro enfoque, que es el que detectamos aquí en el salmo.

 

En la primera estrofa: Él se concentra en la persona, conoce la trayectoria particular de cada uno, y las peculiaridades de las acciones que no son generales, sino que mientras uno está sentado, otro yace y un tercero está de pie, mientras el cuarto se dispone a acostarse. Él sabe en qué posición y qué propósito tiene cada uno en cada instante.

 

En la segunda estrofa, conoce nuestros órganos, con sus peculiaridades, con sus dobleces y circunvoluciones, sus repliegues, cada plisado de las entrañas, cada tejido y célula de tu miocardio, y cada gota de tu sangre con sus plaquetas, sus glóbulos y su plasma. Hasta el propio fondo del alma, no se le escapa. Cada quien es fruto de su Maravilloso Designio. Lo era el profeta, no menos lo es el Precursor.

 

Es poco este conocimiento, pues la tercera estrofa nos anuncia otro conocimiento que perfecciona hasta el límite la intensidad de nuestra presencia en el corazón Divino: Conoce hasta nuestros huesos cuando se iban gestando en el vientre materno nos conoce tan totalmente que se informó con ecografía celestial, como evolucionaba nuestro sistema óseo a medida que íbamos germinando en el seno de nuestra madre.

 

Hch 13, 22-26

San Pablo hizo un trabajo de evangelización muy minuciosos en Antioquía de Pisidia, donde predicaba muy especialmente en la sinagoga. Siguiendo el programa que Jesús le dio predica, primero a los propios judíos, antes de ampliar el círculo a los Samaritanos y hasta los confines de la tierra (Cfr. Hch 1,8def). Esta perícopa se toma de uno de los dos discursos más desarrollados que encontramos en los Hechos de los Apóstoles, el otro es el de Pentecostés que pronunció San Pedro.

 


¿A quién se dirige el discurso? A los Israelitas. (13,16) En 13, 26 se precisa que les habla a los del linaje abrahámico. Luego, como va a enfocarse en el Mesías, era preciso sentar la referencia davídica, señalando que David tenía los dos rasgos esenciales para ser iniciador de la estirpe mesiánica: a) “era conforme al corazón de Dios”, y b) cumplidor de la Torá (la Ley).

 

Para que lo reconociéramos, envió (seis meses por delante) al Nuevo Elías, el Precursor, San Juan el Bautista. Que tenía por misión allanarle el camino, elevar lo que estaba hundido y abajar, aplanando, lo que estaba escarpado.

 

A los ojos de este pueblo era difícil discernir, y ya empezaban a confundirlo con el Mesías; él tuvo que especificarles que no era “el que estaban pensando”, y que -a pesar de su importantísima Misión- no le daba ni a los tobillos al Mesías. Su encargo, no era traer la confusión sobre la identidad del Mesías, sino encender el “reflector” e ir señalando sobre Jesús, a Quien tendríamos todos que “desatarle las sandalias”.

 

Lc 1, 57-66.80

Uno de los signos preferidos de Dios es la esterilidad. Si fuese un hijo engendrado tan naturalmente no nos maravillaría la acción de Dios y, se disolvería Su Poder quedando ahogado en la indiferencia de nuestra cotidianidad. Él no necesita, pero nosotros sí, y nos llama la atención, con este -que es una especie de redoble de tambor- que significa: “Presten atención”, “aquí hay algo especial, muy especial, se trata de un regalo de Dios a su pueblo”. ¡Ya viene el Salvador!


 

Al leer este fragmento del Evangelio según San Lucas, se nota el énfasis especial en el nombre, uno no entiende por qué se llama Juan, por qué Isabel le elige ese Nombre, menos por qué Zacarías está de acuerdo y, por qué se le desata por fin el habla cuando aprueba en la tablilla que el Nombre para su Hijo será “Juan”.

 

Si averiguamos lo que significa Juan en lengua hebrea, de inmediato se nos despegan los párpados y entendemos: Juan = “Dios es Misericordioso”. Isabel y Zacarías dan inicio a la obra y tarea que tendrá su Hijo. Este Nombre escogido, ya empieza a anunciar la Bondad de Dios, ya comunica y anuncia de Quien será Precursor su hijo. Ya habla de generosidad y Bondad Divina, al nacer, el hogar y todos los vecinos cambiaron su estado de ánimo, pasaron súbitamente a la alegría. Quizás ni sabían de dónde brotaba su dicha, pero su corazón si presentía que estaba naciendo una nueva Era, que Aquel Bebé, venía por delante, preparando el Camino del Señor.

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