lunes, 5 de junio de 2023

Lunes de la Novena Semana Ordinaria

 


Tob 1, 3; 2,1b-8

Esta semana vamos a tener apartes del Libro de Tobías, como Primera Lectura, toda la semana. Esta es una noveleta romántica, una verdadera historia de amor. Diremos que es un Libro Sapiencial. Sin embargo, no lo es a la manera como lo es Eclesiástico, o Qohelet, o Proverbios, que son colecciones de aforismos; sino que, aquí se trata de narrativa, no histórica.

 

El nombre טובי [tobi] significa “mi Bueno”, “Bondadoso mío”, tan pronto iniciamos, hoy, la Lectura, nos encontramos frente a un hombre bueno, recto, de costumbres muy exactas, apegado a lo que se prescribe debe ser la vida de un perfecto judío, podemos llegar a llamarlo prototipo del judío en tierra extranjera. ¿Cómo así que en tierra extranjera? Si, leemos allí, que se halla en Nínive, tierra Asiria. Y nos sitúa en un momento muy preciso, es el Shavuot, la Fiesta de la Semanas, la que para nosotros se llama Pentecostés (Quincuagésimo día).

 

¿Qué le pasó a Tobit aquel día? Le sirvieron un banquete, y, ya estaba a la mesa, frente a sus apetitosos platos, cuando -no lo dice, pero hubo de ser así- antes de darse a complacer su propio apetito con las deliciosas viandas, pensó en aquellos de sus compatriotas, en exilio, que la estaban pasando difícil y que no tenían qué poner en su plato, y mando a su hijo -quien se convertirá en el protagonista de todo el relato- que fuera a buscar a un judío “necesitado” y lo invitara para compartir con él. Se trata aquí de una primera obra de Misericordia: “Dar de comer al hambriento”. Él por su parte, no probará bocado hasta tanto se halla satisfecho esta caridad.

 

El hijo aprovecha para narrarle otra situación que se está viviendo en ese momento: Habían estrangulado a un compatriota, en la plaza de marcado y, allí yacía insepulto. Aquello suponía, desde la ética de aquel pueblo, una urgencia mayor, y atenderla, antes de invitar algún hambriento, era prioritario: Es otra obra de Misericordia Corporal: Enterrar a los muertos. Así que, dicho y hecho, fue a recoger el cadáver, lo resguardó en un cobertizo y aguardó la puesta del sol. Luego, teniendo en cuenta todas las normas de “pureza” que se prescriben, se lavó y, comió -pero inmerso en profunda tristeza, por la suerte que corrían los de su raza, en destierro. Aquel triste suceso enlutaba el Shavuot, y se relacionaba, directamente con la profecía de Amós. Así que sus bocados se salaban con la amargura de su propio llanto.

 

Ya habiendo caído el sol, se dio al entierro, mientras se dejaba oír el coro de los vecinos reprochando la insensatez de aquel viejo que -se ponía a cumplir la Ley- sabiendo que en aquella tierra, eso no era para nada bien visto, y -por el contrario- repetía su puesta en riesgo de muerte- puesto que los ninivitas lo tratarían de castigar con pena mortal por su atrevimiento y testarudez.

 

Precisamente estas actuaciones eran las que lo convertían en un paradigma del judío coherente pese al exilio.

 

Sal 112(111), 1b-2. 3-4. 5-6

Este salmo tiene 10 versos, de los cuales tomaremos 5 y medio para configurar la perícopa para la liturgia de hoy. Es un salmo de la Alianza que da los rasgos de una persona que desde aquella ética -madre de la nuestra, iluminada por las enseñanzas de Jesucristo- puede tenerse por Tobit.

 

Hagamos su elenco:

1)    Teme ofender al Señor (Eso es ¡Temor de Dios! No es tenerlo miedo a Dios, sino vivir alerta para no llegar a ofenderlo, ya fuera por descuido o por distracción).

2)    Siempre, sin incurrir en distracciones, obra con caridad: Dicho de otra manera, tiene muy presente la lista de las Obras de Caridad para cumplirlas íntegramente.

3)    Brilla -en medio de la descomposición social que los envuelve como las sombras se vuelven tinieblas del mundo- por su clemencia y compasión.

4)    Tiene piedad con quien pasa necesidades y el presta.

5)    Administra todos sus asuntos con rectitud.

6)    Su corazón se apoya siempre en el Señor.

7)    Les da limosna a los pobres.

8)    Su caridad es constante.

 

En la perícopa encontramos más:

9)    Ama de corazón los Mandamientos de Dios.

10) Es justo, clemente y compasivo.

 

Y concluye garantizando que el “justo” será “inolvidable”. (Entendemos que tal vez -aquí en la tierra se le olvide, pero en el corazón de Dios su nombre estará inscrito con letras de Molde.

 

Mc 12, 1-12



En esta sesión del Evangelio Marqueano encontramos a los que emboscan a Jesús, ya habíamos visto una primera escaramuza: ¿Qué se cree este tal Jesús, que ¿de dónde saca “autoridad” para venir a controvertirnos? ¡pobre chiflamicas, no sabe ni donde está parado! ¡un ignorante en temas religiosos y con pretensiones de asumo Sacerdote o de Rabbuni! ¡No, mejor dicho, los pájaros tirándole a las escopetas!

 

Hoy se produce un nuevo ataque. Jesús -dándose perfecta cuenta de qué es lo que esta gente se propone- decide plantearles una “parábola”. A veces, el análisis de este episodio del evangelio se va en la siguiente dirección: ¿es de verdad una parábola o se trata de una alegoría? Nosotros pensamos que -este debate y la manera de enfocar la atención sobre el fragmento, aun cuando es muy interesante desde un punto de vista técnico-literario, corre el riesgo de dejarnos por fuera del Mensaje.

 

Al decir Mensaje, así con mayúscula, no es que se pretenda meter esta “lectura” que hacemos, de lo que Dios nos quiere decir, como enyesándola y aspirando a que- lo que aquí se plantea sea el non-plus-ultra, de la interpretación, y, ya nosotros no tengamos que darle más vueltas al asunto. En cambio, lo que aquí se pretende, y de lo que se trata, es simplemente, de prender un bombillo, que nos permita, “reflexionar” directamente, con los párpados bien abiertos y con el corazón muy alerta, sobre nuestra relación de amistad con Dios. Y ¿qué es esto de “directamente”? Que muchas veces leemos o escuchamos la proclamación del Evangelio y “bajamos la guardia” en 2 posibles sentidos: o bien decimos “este chicle ya los mastiqué el otro día, entonces, por hoy, lo dejaré de lado; o, nos atenemos a un comentario limitado y “ajeno”, sin hacer el esfuerzo de “trasladarlo” a nuestra propia vida, a mi hoy actual. Decíamos que nuestro empeño es el de operar sobre un interruptor, sencillamente para “alertar nuestra consciencia”; pero los esfuerzos de “personalización” y de adaptación a nuestra talla de “cada uno”, siempre corren por nuestra cuenta. ¡Cuidado! ¡No vayamos a reblandecer la Palabra de Dios en procura de obtener una papilla insípida, que no dice nada, que da nauseas precisamente porque se ha vuelto desaborida!

 

Hoy, fácilmente podemos desembocar en la interpretación de un Dios que dizque lo sabe todo, que ya sabía que estos desagradecidos lo iban a volver papilla, y pues “tanto va el cántaro al agua que, por fin se rompe”. En síntesis, ir a dar con la imagen de un Dios fracasado. ¡Qué bendición! Se la quitó a los judíos y nos la dio a nosotros.

 

Vendrá y hará perecer a los labradores, eso ¡que castigue! ¡Que eche chispas como en las mejores películas de acción, metralla y lanzallamas, para que esta vaina se ponga buena! ¡Compadre, ponga en el horno micro-ondas unas palomitas de maíz, que vamos a pasar el desenlace de la película, ya va a sacar la ametralladora que tiene en el closet!

 

Una propuesta: (en vez de las palomitas de maíz), cuando llegue a la parte de “¿Qué hará el dueño de la viña?” ¡Póngale pausa, y reflexione! ¿Qué voy a hacer con esta “parábola”? ¿Qué me dice ahora y aquí? ¿Qué le puede aportar a mi camino de fe?

 

Hay dos claves que nos orientaran mucho:

1.    “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”

2.    ¿Que era los que pretendían los “sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos? Tal vez nos encontramos con unas personas que no estaban dispuestas a ninguna “conversión”, que ya habían enyesado su religiosidad y lo que ahora poseían era… una papilla muy blanda, que producía nauseas, pero que podía usarse para desatar persecuciones y para otros usos egoístas “muy buenos”.

 

Todo, ¡sí! Todo, menos reconocer en Él, la Piedra Angular.

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