jueves, 1 de junio de 2023

Jueves de la Octava Semana del Tiempo Ordinario



Eclo 42, 15-25

Este Libro contiene una serie de aforismos sobre los rasgos culturales propios del judaísmo, se trata de reglas de urbanidad, algunos aspectos cultuales, y también tiene algo de educación cívica con un neto perfume alegorista. En estos días hemos tocado el tema de la teología de la “retribución”, y en este Libro se pone en cuestión el tema de los premios, las pruebas, los castigos y su conexión inmediata con la fortuna que cada uno tiene.

 

La página de hoy se refiere exactamente al Creador, pone de inmediato como rasgo globalizante su Omnisciencia, que es totalmente abarcadora y todo lo ha hecho dejando traslucir en su Obra, la naturaleza del Artífice. Pero no se queda atrapado en la “cosidad”, ni está cautivo de las apariencias, porque su Conocimiento penetra y va directo al corazón, para tener un retrato exacto de las intenciones y los móviles que nos impulsan.

 

Por otra parte, trasciende con su Saber las fronteras que a nosotros nos limitan, y desde su punto de observación le son observables pasado, presente y porvenir.

 

Además, observemos esta simetría con la que el Señor construyó la realidad: Todas las cosas van en pareja, organizadas en paralelo, en eso radica la perfección de la Creación. Esas parejas como un coro, como un eco, la una como respuesta a la otra. Y recíprocamente se confirma la excelencia de todo lo que Él ha hecho.

 

Sal 33(32), 2-3. 4-5. 6-7. 8-9

Estamos ante un himno, donde una cosa está frente a la otra, y entre las dos van ratificando la excelencia de todo lo Creado. Algo de paralelismo semántico se encuentra aquí. Dentro del estilo de la Primera Lectura, encontramos una sería de aforismos, que hacen de este un himno sapiencial.

 

Primero, se nos llama a agradecer con música de cítara, pero también con el decacordio. Luego a cantar, y a ir marcando el ritmo con golpes de bastón (como suele marcar el/la maestr@ de ballet).

 

En la segunda estrofa se atribuyen al Señor rasgos que lo definen: Su Palabra es sincera, todas sus actuaciones están revestidas de lealtad; y además tanta y tan abundante es su Misericordia- que, con Ella, queda repleta la tierra entera.

 

En la tercera estrofa la primera pareja afirma que el Cielo fue creado por la Palabra del Señor y -en la segunda- del Aliento que sale de la Boca Divina se creó toda la organización cósmica, la armonía de los planetas. En la segunda pareja se dice; como si fuera un recipiente, el agua del mar está contenida por las paredes del odre que Dios les puso, y luego, compara las costas con un almacén en que el Señor la encerró.

 

En la estrofa número cuatro, se propone que el Santo Temor de Dios esté presente en el corazón de todos sus habitantes, y que todos los pueblos han de experimentar el temor reverencial hacia Él; y la causa y razón es que Él es su Creador, su orden y mando fue lo que les dio Origen.

 

Cada estrofa se remata con el responsorio: “La palabra del Señor hizo el Cielo.

 

 

 

Mc 10, 46-52

רבנית



Jesús está saliendo de Jericó, rumbo a Jerusalén, a 27 km. de distancia, y allí, a la vera, está el ciego que era hijo de Timeo. Este se pone a gritar, llamando a Jesús Lo llama de tal manera que -indudablemente- lo reconoce como Mesías, al declarar que pertenece al linaje de David. Lo ve -pese a su ceguera- como heredero de las promesas que se le hicieron a David.

Aparece por tres veces repetido un mismo verbo dentro de un solo verso (Mc 10, 49): Φωνήσατε [fonesate]; φωνοῦσιν [fonousin]; φωνεῖ [fonei]; todos derivados del mismo φωνέω [foneo] “llamar”. La conexión estaba abierta, era potencial, y, sin embargo, Jesús tiene que admitirla, tiene que darle oportunidad, tiene que crearle el acceso; a lo cual no se muestra para nada renuente, es más, se brinda por completo, su cohorte puede traerlo y -con garantía de acogida plena- será recibido y atendido por el Rey.

 

Aquí -nos parece que- viene lo más importante, lo que nos toca a nosotros como discípulos, encargarnos de que al entrar en tratos con el Maestro divino, la persona no se sienta cohibida, cortada, apocada sino -por el contrario- que se sienta a sus anchas, no como sirviente, ni como subalterno, sino como un hijo que habla son su Padre o con su Hermano.

 

¿Cómo lo hacen estos discípulos? Lo animan: Θάρσει [Zarsei] “Confianza”, “No te amilanes”, “Puedes sentirte a tus anchas”. Hay algo en el telón de fonde que hace que esta palabra suene a “Él es muy buena gente, es muy comprensivo, a todos los que se le acercan los cura. ¡Ve! ¡Aprovecha que te llamó!

 

También aquí aparecen tres verbos, no es el mismo, pero reflejan excelentemente que el ciego Bartimeo, se deja ir como quien le han ofrecido un abrazo. Se deshace de todo impedimento, deja de lado toda traba.

a)    Soltó el manto

b)    Dio un salto.

c)    ἦλθεν πρὸς [elzen pros] Se acercó a Jesús; prácticamente “se le abalanzó”, “se le echo en brazos”.

 

Primero, Jesús le pide permiso para obrar, siempre respetuosos de la libertad humana, lo hace que exprese su voluntad, casi como si se tratara de firmar una autorización quirúrgica. Y la respuesta es llamarlo Ραββουνι [Rabbuní] “Mi maestro”, “Altísimo Maestro”, “Decano preferido” (téngase en cuenta que en aquella cultura el lazo con el Maestro era un lazo amoroso, al Maestro se le amaba como al Papá, más todavía, el Papá espiritual, y el sentimiento que movía al discípulo era un vínculo afectivo muy intenso.

¡A tal remanso de Bondad, zambullirse en Él!

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