sábado, 23 de diciembre de 2023

Sábado de la Tercera Semana de Adviento

 


Mal 3, 1-4. 23-24

הִנְנִ֤י שֹׁלֵחַ֙ מַלְאָכִ֔י [jimni solea malakji] La perícopa de hoy inicia con esta declaración: “He aquí que enviaré mi Mensajero”. Y con esta palabra nombramos al profeta, el último del Antiguo Testamento -nos referimos al orden en que están dispuestos los Libros en la Biblia.

 

Es muy poco lo que se sabe de este profeta, se supone que vivió entre el 500 y el 450 A.C. Se trata de un profeta post-exilico. Cuando se produjo el regreso, las expectativas eran no solamente muy altas, sino que ellos esperaban la venida inmediata del Mesías, pero lo que se dio fue muy diferente: fue una época de descomposición, la agricultura iba de mal en peor, en dónde -y de eso se trata Malaquías- Dios polemiza con los habitantes de Jerusalén y les reprocha su corrupción: “El hijo honra a su padre; el servidor respeta a su patrón. Pero si yo soy Padre, ¿dónde está la honra que se me debe? O si yo soy su patrón ¿dónde el respeto a mi persona? Esto es lo que Yaveh Sebaot quiere saber de ustedes, sacerdotes que desprecian su Nombre.” (Mal 1, 6) El profeta, en toda su obra, muestra un enorme respeto por la Torah y los escritos Deuterocanónicos. Refiriéndose con frecuencia a la Alianza. Articulan su Mensaje las ideas de Pecado, Juicio y Arrepentimiento. Sin embargo, lo que se nota es que, del exilio, el pueblo no aprendió nada, y que regresaron a practicar las mismas mañas que tenían antes, y aun, otras peores.

 

Dios les muestra que los ha adornado con su preferencia, y el pueblo responde -con cinismo- que no ven ningún buen trato Divino por parte alguna. También les reprocha la profanación del Templo con “víctimas” defectuosas, ofrendando animales enfermos e imperfectos, y los sacerdotes han fomentado y se han hecho cómplices de esta perversión. “Pues ustedes dicen que es tontería servir a Dios y que nada se gana con observar sus mandamientos o con llevar una vida austera en su presencia…! (Mal 3,13s)

 

Tradicionalmente se ha entendido que el Mensajero al que se refiere el profeta es a Elías, llamado -como lo hemos enfatizado- a pavimentar el camino del Señor, terraplenando la vía por donde Él habrá de transitar. En el Nuevo Testamento aplicado a San Juan Bautista.

 

También se denuncian los matrimonios mixtos y la adopción de cultos paganos e idolátricos importados de otras culturas. "Me instalaré entre ustedes para hacer justicia y exigiré un castigo inmediato para los hechiceros y los adúlteros, para los que hacen falsos juramento, para los que abusan del asalariado, de la viuda y del huérfano, para los que no respetan los derechos del extranjero” (Mal 3,5).

 

“Estoy esperando un día, dice el Señor Todopoderoso, en el que ellos volverán a ser mi propiedad. Seré indulgente con ellos como un padre con el hijo que le sirve” (Mal 3,17)

 

La profecía anuncia la venida de un Precursor, quien llegará por delante del Mesías a depurar como limpia la “lejía del lavandero”, como purifica el “fuego del fundidor”. Este Precursor llegará antes que llegue el Día del Señor. “Para ustedes que respetan mi Nombre, brillará el sol de Justicia, que traerá en sus rayos la salud; ustedes saldrán saltando de alegría como los novillos cuando salen del establo” (Mal 3,20)

 

Sal 25(24), 4-5a. 8-9. 10y14

Es un Salmo de súplica. Pedimos a Dios que se apiade. La solicitud se apoya sobre un eje doble:

a)    Somos amigos de Dios

b)    Si no obtenemos la piedad divina, más que nada sobrevendrá el desprestigio de la causa de Dios.

 

Triple es la petición:

      i.        Que Dios nos conceda la sabiduría para reconocer su Voluntad.

     ii.        Que El Señor nos fortalezca para poner en práctica sus enseñanzas.

    iii.        Que el perdón de Dios nos alcance para redimir nuestro pecado. Olvida Señor nuestra infidelidad para con tu Alianza.

 

Estamos en presencia de un Salmo alefático. Es una manera de decir que lo abarca todo. Compendia la plenitud de la Ley. El compromiso principal es el de iniciar con cada letra del alefato, y, detrás de eso, no hay otro plan que ate la composición.

 

Lc 1, 57-66



Aquellos vecinos y cercanos de Isabel y זְכַרְיָה [Zacarías] "a quien Dios recuerda", se regocijan, ahora, ante el nacimiento de Juan.

 

Pasamos directamente a la circuncisión del Niño, la circuncisión escribe en la propia carne la Alianza que de otra manera no nos damos por aludidos.  Muchas veces nos alegramos que el cristianismo la haya suprimido pero el bautismo lo tomamos con superficialidad tendemos a olvidarlo como pacto de amistad y el desconcierto ante el nombre que se propone, ya que, según la usanza, debería llamarse como su papá. יוֹחָנָן [Yohannan] “Juan”, que significa “el que está lleno de la Gracia de Dios”.

 

Es cuando Zacarías acepta la Voluntad de Dios y reconoce que en este hijo está presente toda la Misericordia Divina que él recobra al habla y espontáneamente empezó a alabar y bendecir.

 

En toda la región se preguntaban que iba a ser este chico por medio del cual se tenían noticias tan desconcertantes y se traslucía la Mano de Dios obrando en él.

 

Nos parece que una vía engañosa para acercarnos a estas Lecturas, es la de tomarlas como referidas a ese “personaje” en particular, sin entender que cada uno de nosotros tiene alguna responsabilidad de “precursor”, que también nosotros hemos sido vocacionados. Que el proyecto salvífico sigue vigente y pendiente de que tomemos cartas en su realización.

 

Es importante que nos alegremos con aquellos que evangelizan, pero, quizás Dios espera más de nosotros, y quizás nosotros sabemos que es más lo que podemos aportar.

 


Entra en juego la creatividad de la fe. ¿cómo incido yo en los planes de Dios? ¿Qué espera Dios de mí? ¿Debería estar enmudecido porque es más lo que entrabo que lo que despejo? ¿Soy de los que avanzan o de los que se conforman señalando lo malos que son los demás? Quizás antes de denunciar los muchos obstáculos sembrados en el camino, lo que tengo a mi cargo es pulsar el interruptor y activar la Luz para que nadie más se tropiece con ellos…

 

La anécdota de hoy se refiere a Juan, es un nombre, un nombre muy bíblico, pero cada uno tenemos un Nombre, quizás el nombre nuestro no tenga raíces hebraicas, pero nuestro nombre -también es portador de un mensaje Celestial, de una tarea existencial, de una resonancia histórica. Pero sea cual sea nuestro nombre, el nombre que nos es propio habla de la mucha gracia divina que hemos recibido y nos asiste. Llamémonos como nos llamemos, también nosotros hemos sido llenos de Gracia. También nosotros tenemos el reto de ser fieles y acompañarlo -sin huir- al pie de la cruz. También nosotros podemos ser designados para recibir en nuestra casa a María y tenerla como Madre, y como a la Madre cuidarla. También nosotros estamos designados para ser el “discípulo amado” y como tales, recostarnos en su Pecho para escuchar los latidos amorosos de Su Divino Corazón. 

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