jueves, 25 de abril de 2024

SAN MARCOS


                                

1Pe 5, 5b-14




Leemos en la primera lectura de hoy, la parte final de la Primera Carta de San Pedro. Aparece en esta perícopa la palabra Νήψατε [nepsate]. Podría entenderse “sobrio”, es decir, el que no se emborracha, especialmente porque quiere mantener el “buen juicio”. Su uso en este contexto es muy interesante, porque remite al pecado, refiriéndose a él como un alucinógeno; o sea que lo que se está recomendando es permanecer libre de codicias y de narcisismos que alteren nuestro buen juicio, para dirigirnos equilibradamente por los Caminos que Jesús indica. Lo que no se puede lograr si dejamos engañar nuestros sentidos morales con la alucinación que nos invade a causa del egoísmo.

 

Siempre debemos estar muy atentos a no descuajar las perícopas de su contexto, esto es muy riesgoso porque puede conducir a que respaldemos una falsedad con una cita bíblica recortada. En nuestro pasaje de hoy, no se sabe a quién se dirige la recomendación de “tener sentimientos de humildad”, puede pensarse que es una camisa toda-talla. Si vamos al co-texto, encontramos que la recomendación se dirige a dos destinatarios muy precisos: a los Πρεσβυτέρους [presbiterous] ancianos (los líderes de estas comunidades cristianas) (1Pe 5, 1); y a los νεώτεροι [neoteroi] “jóvenes” (1Pe 5, 5a), “los que acababan de insertarse en la comunidad y aún no habían sido bautizados”, ni siquiera alcanzaban el carácter de neófitos. No es una política que obligaba a la comunidad en favor de sus dirigentes, la humildad debía practicarse en “horizontalidad”, y todos debían tenerse entre sí, como hermanos: al Único que se le debía humildad de parte de todos era a Dios (cfr. 1Pe 5, 6). A Dios Padre y a su Hijo Jesucristo, el Poder y la Gloria por los siglos. A ese trato fraterno se refiere el término ἀδελφότητα [adelfoteta] al que remite -precisamente- 1Pe 2, 17, para convocarnos a un trato que hace de todos los miembros de la comunidad hermanos en Cristo Jesús, “como hombres libres, que no usan de la libertad para encubrir la maldad, sino más bien como servidores de Dios, honren a todos, amen a los hermanos, respeten a Dios, honren al rey. (1Pe 2, 16s).

 

Obsérvese que esta perícopa concluye llamándonos a ese trato cuando nos exhorta a ἀσπάσασθε ἀλλήλους ἐν φιλήματι ἀγάπης. “saludarnos -entre nosotros con el beso del amor fraterno” (1Pe 5, 14a), este beso no es cualquier beso, es el beso que se dan las personas que comparten un vínculo de consanguinidad y que además es una muestra de respeto.

 

Una recomendación, que pertenece al núcleo de esta perícopa, es la de permanecer “alertas del “enemigo, el diablo, que, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar” (1Pe 5, 8).

 

Sal 89(88), 2-3. 6-7. 16-17

Tomamos de este salmo real, 6 versos, para conformar tres estrofas:

 

En la primera, se reconoce que la Misericordia de Dios es “un Edificio Eterno” que merece ser cantada y anunciada.

 

La segunda nos pregunta sí ¿habrá algo, aunque sea pálidamente, comparable a las maravillas y la fidelidad de Dios, en alguna esfera o plano de la realidad? El cielo proclama Sus Portentos, y los Ángeles se reúnen en sesión plenaria para reconocer Su Fidelidad.

 

En fin, la tercera estrofa, reconoce la bienaventuranza del pueblo que se pone bajo su Real Patronato, será dichoso porque lo iluminará el Rostro Majestuoso de Dios, y el motivo de su orgullo será el Nombre de YHWH.

 

Mc 16, 15-20



Muy acorde con el tiempo Pascual en el que se inserta la celebración de la memoria del Evangelista San Marcos, el Evangelio de hoy nos remite a la perícopa final, a sus seis últimos versos: El Resucitado -dirigiéndose a los Once- pronuncia el “Envío”. Lo primero es enunciar la “universalidad de este Envío: “a toda la Creación”.

 

Luego, se da el lugar de “Sacramento Puerta” el bautismo, que será lo primero después de haber creído. Podemos resistirnos a creer, lo que será motivo de “condenación”.

 

Los que sean capaces de aceptarlo, recibirán ciertos “signos”

a)    Expulsar demonios en el Santo Nombre de Jesús.

b)    Hablarán “lenguas nuevas”

c)    Podrán coger serpientes y manejarlas con sus manos y si beben veneno mortal, estarán exceptos de su efecto.

d)    Sanarán enfermos con la imposición de sus manos.

Reconocer el poder recibido es parte de esta fe aceptada. Se dan estos poderes, no para la espectacularidad, sino para obrar el bien, como nos enseñó el Divino Maestro.

 

Sucedió, inmediatamente, la Ascensión del Señor, para llegar a su Real Sitial en los Cielos. Allí a renglón seguido se nos advierte que no se fue para desentenderse de la Misión Discipular, sino que continua συνεργοῦντος [sunerguontos] con “Su Asesoría Permanente”, “trabajando junto con ellos”, “obrando para trabajar estrechamente unidos” en la proclamación de la Buena Nueva, y permitía la realización de “señales” que βεβαιοῦντος [bebaiountos] “confirmaban”, “respaldaban”, “reforzaban”, -estrictamente significa “caminar sobre terreno firme y sólido”- la veracidad de lo anunciado.

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