viernes, 1 de septiembre de 2023

Viernes de la Vigésimo Primera Semana del Tiempo Ordinario

 


1Tes 4, 1-8

ἁγιασμῷ [hagiasmo] “Santidad”

Ayer quedábamos en una plegaria que intercalaba san Pablo entre las dos partes fundamentales de esta epístola, en esa oración rogaba al Cielo los asistiera en la “resistencia”, en la “firmeza”, para sostenerse fieles en la fe, y no ir en una tónica de desmedro y debilitamiento que es lo que hace que la fe se corroa, y se diluya con el tiempo. Como decíamos en cierta ocasión, a veces se inicia con gran entusiasmo, pero poco a poco se va retrocediendo y se decae, porque hay personas que son -por sus propias inclinaciones- tendientes a resistir poco, se les dificulta el “largo alcance”, y son más bien “fondistas”.

 

Por eso San Pablo los reta, una estrategia pedagógica antigua pero muy válida, un desafío viene bien como estímulo, y nos ayuda a inclinarnos a la perseverancia y a entender que muchas metas no se alcanzan de la noche a la mañana y, que la fe es -precisamente- una tarea que nos enfoca “de por vida”. Cómo esos deportes que exigen un entrenamiento constante y diario, a través de los años. Así les postula Pablo que se debe "sudar la camiseta” para alcanzar ese sueño que Dios ha soñado para nosotros, el de alcanzar la Santidad. Les muestra, revelándoles, cuál es la Voluntad de Dios, que consiste ¡Ojo atento!  

En apartarse de la impureza para habitar la Santidad.

 

Y nos revela que en esto tenemos que ser muy diferentes de los gentiles, empezando con la pureza de nuestro propio cuerpo. Tenemos que rehuirle a la pasión desordenada o desenfrenada. Y propone un teorema-guía: Dios no nos ha llamado para una vida impura, sino para una vida santa; y el que no atiende esta regla, está prestando oídos de sordo a la Mismísima Voz del Espíritu Santo, que es la Voz de Dios que habla en nosotros para conducirnos, para auxiliarnos, para perseverar en la santidad. El reto sería ser capaces de recorrer con fidelidad una vida de Santidad.

 

Sal 97(96), 1 y 2b. 5-6. 10. 11-12

 

Reinará por los Siglos y su Reino no tendrá fin.

Salmo del Reino. Para continuar en la misma tónica, Reino de Santidad. La conciencia y el énfasis ha de ponerse en que la Majestad Divina precede todos los tiempos. Nadie corona a Dios. Él es Rey porque es Dios-Creador, Señor y Dueño, está desde siempre y por siempre en su Trono. Su Realeza no es hereditaria, es Infinitamente-Perenne.

 

En la Primera Estrofa se señala sobre qué bases se asienta Su Trono: La justica y el Derecho.

 

La Gloria de Dios es de tal Magnitud que, aun cuando las montañas son de piedra y dura roca, se derriten como si fueran de grasa, de manteca, porque su Justicia y su Gloria lo copan todo.

 

Los Hassidim “fieles” ganan la protección de Dios detestando el mal. Nuestro corazón está lleno de amor si somos capaces de repulsa ante cualquier forma de maldad.

 

El Nombre del Señor -su Integralidad Trinitaria como Personas- es justamente glorificado. Nuestros corazones se dilatan en dicha y rebosan de jolgorio, porque su Nombre es Luz-Maravillosa; Claridad desbordante

 

¡Qué clamor levantaremos a su Paso? ¿De qué naturaleza serán los gritos que demos cuando su Realeza sea reubicada -donde siempre ha estado- en el קֹדֶשׁ הַקֳּדָשִׁים [Kodesh haKodeshim] “Sancta Sanctorum”? Pues serán gritos de viva y de Hurra, pura Alegría de la que inunda el corazón de los justos (léase “Santos”). 

 

Mt 25, 1-13



El Novio es el Señor, las Vírgenes somos el pueblo, todo el pueblo que contrae nupcias con Jesús. Este es el casorio que forma la esencia del Plan de Salvación. Toda la Historia Sagrada, es nada más que el diario de notas de cómo se han dado los pasos para que esta Boda sea la cúspide de todo, un matrimonio -que pretenda un lucimiento similar a la trascendencia del Sacramente, resulta ser una tarea bien ardua, que, en algunas partes ha dado lugar al desarrollo de una verdadera profesión: wedding planner. es -por lo menos irónico, que cuanto más se invierte en los preliminares, menor parece ser la durabilidad de la “adquisición”; se cumple la regla de tres, inversa: Boda costosa, pronta separación.

 

El tema del aceite en esta parábola, da qué pensar. Lo primero que se nos atraviesa por la mente es la situación de los jóvenes estudiantes que “no hacen su tarea” y llegan al otro día temprano, a buscar un compañero que la tenga resuelta y se la preste para “copiarla”. Estamos -en la parábola- justo ante la misma situación: uno se pregunta, ¿por qué no hicieron la tarea? ¿por qué, si habían sido invitadas a la boda, no llenaron sus alcuzas? ¿era lejos o era cerca, donde podrían haber ido a comprar? ¿era una falta de compañerismo, por parte de las que habían llevado cantidad suficiente, no compartirles el aceite?

 

Es evidente que uno debería esmerarse en hacer su tarea muy concienzudamente. Y, todos sabemos que cuenta mayor aplicación ponemos en su cumplimento, mucho mayor es el provecho que se obtiene y mejores los resultados del proceso formativo; “copiándola” se aprende, pero el 1% de lo que se aprende realizándola con mérito propio. Entonces, ¿por qué aquellas virginales chicuelas llevaron tan poco o ningún aceite?

 


La clave interpretativa que resuelve todas las anteriores dudas está en entender que no hay “centros de acopio directos de este tipo de “aceite”. Uno va juntando -gota a gota- y llenando la alcuza a lo largo de la vida. Y es que este aceite en realidad es el sobrenombre que dentro de la parábola tiene la “caridad”. Toda vez que en la vida encontramos la oportunidad de hacer una obra de caridad, tendremos una gota más, así que -mientras estamos aquí abajo, cada nuevo amanecer será una nueva oportunidad para ir llenando la aceitera, esa que nos dejará tener encendida la “lámpara” cuando tengamos que salir a recibir al Novio que llega.

 

Se nota que esta parábola es totalmente escatológica, le da un sentido a la vida, en función de la Entrada en el Reino. Todos los días es un regalo de Dios para que hagamos todo el bien que nos sea posible, al final de cuentas, nuestra lámpara estará con mayor o menor cantidad de aceite, y, cumplirle la cita a Él, dependerá del Amor con el que hayamos vivido cada “jornada”. 

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