lunes, 18 de septiembre de 2023

Lunes de la Vigésimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

 


1Tim 2, 1-8

Esta perícopa está caracterizada como “oración litúrgica”, es lo que nos atañe en nuestra participación gubernativa: Orar por los que detentan este encargo de ser “pastores de pueblos y naciones” y, no es una responsabilidad de poca monta, tal vez, no oramos lo bastante por ellos, y por eso no les alcanza la “gasolina” para cumplir con una tarea tan gigante.

 

“Ruego que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad” (1Tim 2, 1) “…en todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones (1Tim 2,8bc). Se pide que haya oración, toda la perícopa se remite a intensificar este llamado ¡es preciso orar!

 

¿Por quien se ha de orar? Respuesta: por los reyes y por todos los que estén constituidos en ὑπεροχῇ [hyperoché] autoridad”, los que han sido puestos “arriba” ascendidos a pedestal. Se debe encomendar a los que se les ha encargado gobernar, es indispensable que nosotros pidamos a Dios que los ilumine, que los guíe, que les ablande el corazón para que, desde el puesto que se les ha asignado, hagan todo el bien posible.

 

¿En qué consiste hacer todo el bien posible para los que han recibido el encargo del gobierno? Ellos tienen que crear un ambiente propicio a sus gobernados, a los que están en la categoría de subalternos, para que puedan desarrollar su vida en el marco de “la ἤρεμον [eremón] “tranquilidad”, el ἡσύχιον [esychión] “sosiego”, “tranquilidad”, y vivir con toda εὐσέβεια [eusebeia] “piedad” y σεμνότητι [semnoteti] “admirable respeto” (Cfr. 1Tim 2, 2).

 

La autoridad es un tema de importancia descomunal, el que tiene “autoridad” recibe de Dios mismo unos carismas descomunales; tristemente, somos tan frágiles para manejar tanto poder y tan pronto nos hacemos con él, la cabeza nos da vueltas y caemos en lo que se denomina “ebriedad de poder”; nada peor que un borracho para llevar el timón y “gobernar” freno y acelerador.

 

Ellos tienen la facultad de crear esa atmosfera propicia al ser humano para que este se plenifique y alcance -en su proceso de plenificación- los más altos escalones. Fue con este propósito que Dios envió a Jesucristo, salvador, para que Él nos informará -con lo que seremos instituidos en el ἐπίγνωσιν ἀληθείας [epignosin aledeias] “conocimiento de la verdad” y para que diera testimonio de la Unidad y la Unicidad de Dios-Padre, haciendo de su Divinidad-Humanada, una víctima de expiación y de rescate.

 

Pablo queda allí, como un “sándwich” entre Dios Humanado y Timoteo; San Pablo tiene una misión de ser la correa de trasmisión -en el eje pastoral- asumiendo el encargo eclesial de ser διδάσκαλος ἐθνῶν ἐν πίστει καὶ ἀληθείᾳ [didaskalos en pistei kai aledeia] “maestro de las naciones en la fe y en la verdad”. No es cualquier rol el que jugará San Pablo, y el que a nosotros -en tanto que miembros de la Iglesia también tenemos- ser κῆρυξ καὶ ἀπόστολος [keryx kai apostolos] “heraldos y apóstoles” en el testimonio de Cristo Jesús.

 

La Iglesia debe bregar con denuedo a ser “consejera” de los gobernantes, pero el rey quiere desoír al “profeta”, -una vez más diremos- nadie más sordo que aquel que no quiere oír.

 

Sal 28(27), 2. 7. 8-9

Este Salmo es magnífico, sabe muy bien que la autoridad verdadera viene de Dios, Él es el Único que en verdad la detenta, y por eso lo llama צוּרִי֮ [tsur] “Roca”, porque Él es le firmeza de toda autoridad.

 

Estamos en la órbita del gobierno y la autoridad que están llamados a ejercer. Dios los “reviste” de autoridad y los pone en la sede de gobierno para que velen por el pueblo. No son puestos para su lucro, tampoco para el “culto” a la personalidad; ser gobernantes significa ser “pastores” de seres humanos, así que su tarea es muy delicada, y debe enfocarse desde la perspectiva del bienestar y la tranquilidad de la que el ser humano tiene imperiosa necesidad para llevar a la cima sus potencialidades.

 

Muy tristemente, una de las llagas que acarrea la יֵצֶר רַע [yetzar ´ra],” concupiscencia”, es que no podemos soportar la autoridad. ¿Qué nos queda, entonces? Ponernos en Manos de Dios y clamar a Él. Es muy curioso, sacamos la bandera y decimos que confiamos en Él, que creemos en Él; pero, acto seguido, y sin renglón de por medio, sacamos las estadísticas, la lógica común, las “perspectivas”, los presagios cientificistas y concluimos: ¡hay que llevarle la contraria a Dios, porque, si seguimos haciendo lo que Él propone, iremos directo al tacho! ¡Respaldado ´por un estudio de la Universidad de Swachington!

 

En esta clase de Salmos, el Salmista tiene voz de profeta, sabe que el panorama está pintado con color marrón intenso, bastante sombrío. Pero, a su vez, sabe que el Señor rasgará, con su Poderosísima Luz, toda tiniebla, y desde ya le agradece. ¡Eso es fe!

 

Este salmo profético, tiene 9 versos, de ellos se toman 4 que vienen a conformar la perícopa de hoy, con esos 4 versos se conforman tres estrofas:

 

La primera: Ruega a Dios escuche su voz suplicante y le regale auxilio.

 

La segunda. Como el Señor es escudo y fuerza de protección -ahí comienza la profecía- tiene el corazón alegre, feliz de darse cuenta que Dios no lo desamparará y llena sus labios de gratitud.

 

En la tercera estrofa: Identifica a Dios como:

a)    Fuerza para su pueblo

b)    Apoyo

c)    Salvación para su Ungido

 

Basándose sobre esto, le pide:

a)    Que salve a su Pueblo

b)    Que bendiga su heredad

c)    Que sea Él, el gobernante directo, que los apaciente, como ovejas que tienen de Él tan enorme necesidad.

 

Lc 7, 1-10



También en esta Lectura -del Evangelio- el eje es la ἐξουσίαν [exousía] “autoridad”, “un derecho facultad o privilegio que se asigna para actuar decisivamente”; no es algo que se tiene, es algo que se “da”, que se “delega”, que se “atribuye”, es un “préstamo que hace  Dios”.

 

El centurión explica su fe, desde una parábola militar, sabe que, si él da una orden, sus “hombres” la acatan, si les dice que vayan, van- y si los llama que vengan, pues, de inmediato vienen; él entiende que, si Jesús le da una orden a la “muerte”, por la autoridad de Jesús, tendrá que acatarlo y marcharse sin herir al criado, que en tanta estima tenía.

 

La autoridad del Hijo de Dios es el poder de su Palabra, que tiene el mismo poder Creador que tiene la Palabra de su Padre-Celestial. La autoridad gubernativa de Dios es la facultad de Crear vida y Dar salud, en síntesis, de Hacer el Bien.

 

Un aspecto, imposible de ignorar, es que normalmente nos aparece Jesús enfrentado a los judíos, pero habrá que notar que Él tiene polémicas y encontrones con los fariseos y los escribas, por su manera leguleya de leer la Torá, pero aquí -hoy- vemos que Jesús acepta y acoge la intercesión de los πρεσβυτέρους τῶν Ἰουδαίων [presbiterous ton Ioudaion] “ancianos judíos” que se acercan para presentar su ruego en favor del Centurión, y su solicitud se respalda con el argumento de que él “les ha construido la sinagoga”. Nos ayuda a justipreciar cuales son las relaciones reales de Jesús con el judaísmo.

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