miércoles, 27 de septiembre de 2023

Miércoles de la Vigésimo Quinta Semana del Tiempo Ordinario


 

Esd 9, 5-9

Nos cuenta Flavio Josefo que, para el Día de Yom Kippur, última fiesta anual del ciclo judío, Día de la Expiación, el más sagrado para ellos, día de arrepentimiento; se había marcado el sitio correspondiente al Arca de la Alianza, en el Sancta Sanctorum, pero que, como esta había desaparecido durante la invasión Babilónica, entonces el lugar se hallaba vacío, en su lugar se había puesto el Incensario. Otro cambio era que se habían suprimido las diez Menorah salomónicas, y reemplazado por una sola.

 

El Libro de Esdras tiene diez capítulos; y, hoy leemos la última perícopa -tomada del capítulo 9- que se estudia este año. La semana entrante haremos un asomo al Libro de Nehemías los días miércoles y jueves. Hoy Esdras nos cuenta que las autoridades le trajeron quejas que los judíos -incluidos sacerdotes y levitas- se habían casado con gentiles y habían dado paso a la idolatría; el tema de la pureza y -especialmente- el de la pureza racial, gana terreno en esta tradición.

 

Esdras se rasgó las vestiduras y se rapó la cabeza, sumido en honda depresión. Al comenzar la Lectura hoy, Esdras se sobrepone a su tristeza, y hace oración, presentándole la situación a Dios mismo, señalando la cadena de desvíos e עָווֹן [Avon] “iniquidades” en que habían incurrido, y rotulándolas como causales de la invasión, de la destrucción, del saqueo y de la deportación. El profeta Ezequiel designara la espada del Rey Babilonio, como la maza de castigo de Dios a su pueblo. Encuentra, sin embargo, como consolación el “respiro” que Dios les ha dado con la política de los gobernantes persas y sintetiza todo como ocasión de volver a Judá y -en particular – a Jerusalén para adelantar la reconstrucción del Templo.

 

Tendremos la oportunidad de estudiar -la semana próxima-, en Daniel y Nehemías el parentesco cerrado de estas plegarias con el enfoque a la tradición Deuteronomista de esta plegaria.

 

A este grupo de repatriados los designa como פְּלֵיטָה [peletah] “residuo”, “escapados”, “retazo”, “resto”. Dice: “Pero ahora, en un instante, el יְהוָ֣ה אֱלֹהֵ֗ינוּ [Yahwe eloheinu] “Señor Dios” nos ha otorgado la gracia de dejarnos un resto y de concedernos un יָתֵד [yaded] “clavo”, “clavija”, “lugar”, “estaca” (algo donde ponerlo) en el Templo Santo. El Señor ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud”. (Esd 9, 8)

 

Situaciones que guardan analogía se viven también en la actualidad y nos llevan a pensar y reconocer la protección y el auxilio de Dios, en medio de nuestra nunca descontinuada indiferencia y frialdad de fe, rayanas en la impiedad y el abandono moral.

 

Sal Tob 13, 1b-2. 3-4a. 4bcd. 5. 10

Tomado del Libro de Tobit, de la sección 13,1 – 14.1 que es una alabanza; no es un Salmo pero con precisión se inserta aquí dando gracias. El Ángel que los había acompañado -Rafael- antes de partir les recomienda y les muestra cuán prudente es agradecer los beneficios recibidos de Dios, ya que el Arcángel no los había acompañado por su capricho, sino porque así lo había dispuesto Dios. Desapareciendo, entonces, de su presencia.

 

Este himno no alaba las situaciones favorables de Tobit sino que inserta su experiencia personal en el fluir de la historia de Israel, agradeciendo Su Fidelidad en el Exilio y en la diáspora. El himno cuenta con 18 versos, algunos de ellos bien extensos. Para la perícopa se han tocado 5 y medio versos.

 

Bendice a Dios que habita la eternidad que hunde, pero salva rescatando. A quien nadie puede evadir.

 

En la dispersión, aprovechemos para llevar su Mensaje y cantar su Anuncio.

 

Cualquier “viviente” que encontremos a nuestro paso, reciba su anuncio y no quede exento de su proclamación: Glorifiquemos y difundamos que Él es Padre.

 

Si bien es cierto que nos corrige y no deja pasar inadvertidas nuestras desviaciones, también es muy cierto que no nos deja permanentemente desamparados y dispersos, sino que nos vuelve a juntar como el pastor lo hace al atardecer.

 

Y, concluye designando a Jerusalén como base y lugar central desde donde la alabanza para el señor YHWH brotará. Desde allí se repetirá nuestra glorificación porque YHWH vive eternamente, ha de ser también eterna nuestra Bendición.

 

Lc 9, 1-6

La Iglesia es en salida o no es Iglesia, y está "llamada a ser siempre la casa abierta del Padre". De modo que, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca buscando a Dios, "no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas.

Papa Francisco


 

En la misma medida en que la sociedad se complejiza, se mercantiliza y fabrica necesidades mezquinas e imaginarias, donde la simplicidad del proyecto del Reino se aleja cada vez más y se implementa una cerrazón que lleva a la exacerbación del individualismo, una cultura de la “puerta cerrada”, y una aguda discriminación entre los de “adentro” y los de “afuera”. La misión se vuelve tan difícil porque sólo estamos cómodos con los de “adentro”, a quienes podemos restregarle -a nuestras anchas- la diferencia y el ser díscolos de los de “afuera”. Y quedamos totalmente bloqueados al dialogo. ¡Si, el dialogo se vuelve imposible!

 

Esta -que nos narra hoy el Evangelio Lucano- es una nuevo ciclo para Jesús, que pasa a otra etapa de la vida pública y empieza, también un nuevo modo de relación con sus discípulos. Esta nueva fase será para ellos la del Envío, el discipulado será ahora, apostolado. Y para ejercer el apostolado les dará “autoridad y poder sobre todos los demonios y para curar enfermedades”; les hará entrega del Vademécum del Apóstol que contiene tres puntos. El primero de ellos con seis “no tomen”:

1)    Nada, usen el máximo de sencillez.

2)    Ni Bastón

3)    Ni Alforja

4)    Ni Pan

5)    Ni Plata

6)    Ni Túnica de repuesto

 

Los dos siguientes se refieren a:

a)    Como actuar cuando entren en una casa, conviertan a esa casa en

a.    Iglesia

b.    Vivienda

c.     Mesa del Pan

d.    Experiencia del Resucitado

e.    Lugar de oración

f.      Escenario de pentecostés

g.    Presencia del Padre

h.    Convergencia de los hermanos

i.      Punto de partida para despegar a una nueva Misión

 

b)    Y, cómo reaccionar cuando no los reciban, que equivaldrá al rechazo de Dios. La costumbre farisea al entrar en territorio “impuro” era sacudirse el polvo de las sandalias, para que no se le pegara a uno nada de esa impureza.

 

Se puede identificar en este conjunto un estilo de total libertad, sin estorbos, sin rémoras. Sin pesos que compliquen o impidan sin maletas que embolaten. Esa hospitalidad que es tradicional en esas regiones, se espera que cobije también a los Misioneros.

 

Podemos entender en este cuadro, los inicios de la Iglesia. Trabajando para que la Voluntad Divina se cumpla, no sólo en el Cielo. La Misión es de curación, de liberación, de desencadenamiento. No es distinto del llamado actual, el discipulado que se nos propone es el mismo que se hizo apostolado, sin duda tendremos que hacer ajustes y adaptaciones, pero siempre en atenta fidelidad al cuadro originante. Llamados a renunciar a lo superfluo, a ajustarnos a la sencillez, a la simplicidad.

 

La Misión es un recordatorio de que la Iglesia es Madre y Maestra, pero ante todo Madre que quiere acoger a sus polluelos, y por eso sale a buscarlos. La misión propone una reducción al minimalismo. Ser infieles a este espíritu será condena de la misión al fracaso. Concluye la perícopa haciéndonos un llamado a “una Iglesia en salida”: «Pido al Señor que refuerce en nosotros y en todos los cristianos, especialmente en los obispos y en los presbíteros, el deseo y la responsabilidad por la comunión, el diálogo y el encuentro con todos los hermanos, sin excepción, para manifestar la fecundidad de la Iglesia, llamada a ser Madre feliz de muchos hijos» (Papa Francisco 23 de oct. de 2019).

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